miércoles, diciembre 28, 2005

Frío

Hace frío. Miro por la ventana y no hay nieve. Aquí nunca nieva, me dijiste, o rara vez e hiciste mención de una vez cuando niño y los copos y esas historias añejas escritas en blanco de postal. Y yo no suelo estar en las raras veces sino en la medianía de los días en que siento un frío polar y eso que todavía no llegamos a los cero grados. ¿Llegaremos? No sé, me respondes. Pero yo no pensaba ya en los cero grados sino en el próximo diciembre. ¿Llegaremos al próximo diciembre? pero no lo dije porque hago de cuenta que esto durará más de lo que marca mi innato pesimismo y porque tú siempre dices que este es el principio y yo realmente lo siento como el principio pero mi comportamiento es errático y perverso. No impredicible porque siempre me adivino el próximo paso o al menos me lo encamino.
Hace frío y sigo pensando en nieve mientras tiro del hilito de mi suerte para ver si se descose antes que mi suéter de lana que a duras penas llegará a cubrirme hasta marzo. Por marzo no pregunto, eso está a la vuelta de la esquina, cuando se funda toda esta nieve imaginaria.
No me lo creo, no creo que concentrándome se me quite el frío, aunque tú lo digas. Aunque me pidas que piense en otra cosa. Porque cuando pienso en otra cosa empiezo a buscar respuestas a futuro. Como cuando me leo el final del libro y apenas voy a la mitad. Como cuando pregunto qué hay de postre y no he empezado con la sopa.
Y sí, tengo frío, pero estoy aprendiendo a disfrutarlo porque a pesar de todo, mira tú ¿hace cuánto que no escribo de cosas jodidas y mortecinas y siento un sol enorme de crayones pintado en la pared?

jueves, diciembre 22, 2005

No me susurres, puerquito

Lo veo. Pobrecito, tan pequeño, tan inocente. La culpa la tiene Babe por poner a hablar a los fiambres. Desde la bolsa de plástico y empacado al vacío, el ojo medio abierto del lechón delata que fue conciente de su muerte prematura. No, no soy vegetariana, pero no es lo mismo un bistec amorfo que un lechón. Cuando como pescado, procuro taparle el ojo con una hojita de lechuga o con una rodajita de limón para que no me clave la mirada mientras yo le clavo el tenedor.
Pobre, tan fresquito con la cara pegada a la bolsa como un niño pegado al cristal. Otra víctima más de la navidad. Más incluso que el yonki que viste de Santa Claus y jo jo jea con una pereza más grande que la de todas las empleadas que hacen horas extras, juntas.
No me susurres, puerquito que lo que quieres al menos es el honor de morir con una manzana en la boca. No me digas que prefieres ir a parar a un barrio pobre en donde dejarán tu esqueleto listo para un museo que a la casa de un rico en donde serás la mascota apenas mordisqueada de la mesa.
Yo no me lo voy a llevar porque no traje correa y porque está más muerto que mi ilusión navideña y más congelado que mis manos que se ajan sin guantes. ¿Qué sabrá el puerco de fríos si ha pasado más tiempo en el congelador que en el vientre de su madre?
Solía comer pavo en navidades, pero por lo general vienen sin cabeza. No me asustan los cadáveres salvo los que tienen pelo, y este puerco tiene unos pocos en la espalda y además tiene pestañas. No me comería un puerquito con pestañas más rizadas que las mías.
Me dan pena los lechones, quizá me saturaron de los tres cochinitos que están en la cama y de seguro este era el que soñaba que era rey y era un cochinito lindo y cortés. Yo así no puedo.
Creo que cenaré canelones rellenos de carne molida que es lo que se usa por aquí. Además con la carne en puré uno no se entera si se come un ojo o una pezuña o el rabito retorcido. Si lo mío no es humanidad, al contrario, me asusta mi propia proximidad animal.

lunes, diciembre 19, 2005

Me caen como bomba...

Hace muchos, muchos años, cuando yo era una recién estrenada universitaria combativa, hubo uno de esos conciertos recaudadores de víveres para Chiapas. Ahí se daban cita las mejores bandas: Café Tacuba, Maldita Vecindad, Santa Sabina, La Castañeda, La Lupita y muchas otras. Bastantes más.
El caso es que yo tenía la función de estar en una de las escaleras del escenario llevando el tiempo de los grupos y viendo que las cosas marcharan más o menos bien. Ya casi al terminar, llega un chavo rubito y me dice muy amble y humildemente que ellos no están en el cartel pero que querían ver si les daba permiso de tocar, aunque sólo fueran dos canciones. Consulté con el resto del equipo y me dijeron que sí, que íbamos bien de tiempo pero que la gente estaba esperando a La Castañeda y que no tocaran mucho porque nadie los conocía y no sabíamos si eso calentaría o no los ánimos de los asistentes. Así que les dije que sí pero que nomás un ratito. Tocaron poco, y se fueron muy contentos porque aquello estaba llenísimo de gente.
Pasaron algunos meses, no muchos, y resultó ser que aquel grupo era el incipiente Molotov.
Después me enteré que no quisieron tocar en ningun otro concierto masivo porque no estaban "ni a favor ni en contra" del EZLN y no querían comprometer su imagen.
Años después, intenté contratarlos pa' que tocaran donde algunos de ustedes ya saben y resultó que cobraban muchísimo y que exigían unas medidas de seguridad incosteables, además de que pedían un porcentaje de las taquillas. Les dijimos que no había taquilla, que la entrada consistía en donar un libro para las comunidades rurales y casi que se rieron de mí y me mandaron por un tubo. Le conté el incidente a uno de los músicos de la Maldita Vecindad y me dijo "Uy Bety, si supieras manitaaaa" y me tiró un rollo kilométrico sobre algunos desplantes molotoveros.
Por eso me cagan. Por mamones.
Pero bueno, el incidente estaría de más si no fuera porque llevo casi tres semanas en que no se me despega de la mente su estúpida canción de "Me convierto en marciano" Es terrible. Voy en el metro, en la calle, barro, trapeo, hago la tarea, estoy en clase y me duermo convirtiéndome en marciano.
Por si fuera poco, abro un blog y me aparecen los Molotov.
Voy a un bar y una chica que intentaba ser amable conmigo empezó a cuestionarme sobre México y sobre trivialidades varias. Me preguntó muy entusiasmada si me gustaba Molotov y le espeté tan contundente "NO" que me dejó sola en la barra del bar. Soy genial haciendo amigos. Me convierto en marciano. ¡GUAC!

jueves, diciembre 15, 2005

Experiencias perecederas

(A mis ex y a mi Pe)

Exculpé.
Expié excesos. Expliqué exabruptos.
Extendí experiencias extremas, existencias exangües.
Expediciones y expolios extraditaron extranjeros. Expresé exageraciones.
Exhalé.
Exhumé exigencias.

Exilié.


Éxodo.
Peregrinaje.

Permanezco.
Pesco perlas y peces perfectos.
Pervierto pergaminos, personajes persistentes, peldaños peligrosos. Persisto.
Perduran pecados pendientes. Peleas perennes.
Pereceré pernoctando.
Perdí perversiones. Perjuré pendejadas.
Perdoné.

lunes, diciembre 12, 2005

Son de la loma, cantan en llano

Al compás del órgano melódico las letras se van rellenando de naranja y las traduzco con mi voz de media tarde. Seguida de una cumbia (yo no olvido al año viejo, porque me ha dejado cosas muy buenas), una mazurka y después vino Hotel California. Así de bizarro, como las flores moradas colgando del plafón de madera. Este no era el lugar que recordábamos. Ahora es más verde, casi chino pero no se atreve, con la televisión mostrando un karaoke sin micrófono. Con mi café con leche y una pizca de azúcar para jugar al postre.
Y sacas el libro para que lo miremos y me cuentas historias sobre las historias y quiero mirar a la calle de reojo, pero no se puede. Antes sí se podía.
Y me cuentas sobre la ingenuidad del baño y las alfombras y el espejo, pretendiendo ser elegante en medio de estas paredes de color hospitalesco y hospitalario. Y sigo mirando el libro, y lo miras tú. Nos miramos, miras el reloj, yo miro a una pareja que entra y se sienta en la barra. Él también canta, yo dejé de cantar cuando entraron ellos.
Y después al cine y antes a comer a un griego sin pretensiones después de mirar libros viejos, nuevos, soportar pisotones y empeñones de gente que te rompe los talones con su hijo sobre ruedas. Deberían prohibir las carreolas en lugares concurridos y me ves de reojo, extrañado por mi comentario heródico pero en el fondo lleno de razón.
Las dos tazas vacías, la taquilla por fin abierta y a última hora nos decidimos por la de Jarmush. La chica de la tienda de dulces canta y te sonríe. Busco las gominolas más ácidas, las que se acomoden bien en este domingo en donde las televisiones cantan, el frío corroe los huesos y el sol queda lejos y arriba de las paredes del Raval.
Al salir del cine vemos que el lugar del karaoke mudo no era como lo recordábamos porque antes no existía. Me da igual. A mí me gusta cantar bajo cualquier pretexto. Como a la chica de los dulces, como a los niños que sus padres usan como armaduras, como a los que están contentos.

sábado, diciembre 10, 2005

Espejito, espejito...

Nunca he confiado demasiado en el espejo. Así como las anoréxicas y bulúmicas miran una imagen distorsionada de sí mismas, resulta que yo o me veo fabulosa o me veo hecha una piltrafa.
Los últimos meses me acostumbré a mi séquito de asesoras de estilo, cuyas opiniones más o menos eran las siguientes:
Luzma: Te ves muy guapa mi reina.
Paulina: Güeeeeeey, está increíbleeeee.
Mamá: Sume la panza y enderézate. Se te veía mejor el rojo.
Verónica: Yo, o sea, yo no me lo pondría ¿eh? pero digo "yo" a tí te queda bien. Póntelo, está normal. Para tí está bien.
Denise: A ver ponte el rojo otra vez. Ahora el azul. Ahora el rojo. Mmmm, mejor ponte el verde.
Mariana: ¡Qué pedo güey! Pareces Jaimico. Es broma, es broma. Pero ¿Qué pedo? Jajaja no, está equis. A mí me vale madre ¿eh?
Ahora tengo dos espejos. Uno que achata mi imagen por los polos (aún más) y otro de cuerpo entero. Pero me jode no tener asesoras de estilo.
Sólo hay una persona a la que le pregunto que cómo me veo y siempre me dice que me veo hermooooosaaaaa. Excepto hoy que dijo que me veía rara lo cual quiere decir que debo verme de la chingada.
Aunque tampoco es mucho de fíar. Yo tengo la teoría que compra su ropa en donde surten a las residencias de ancianos. Quizá es hora de volverme más clásica. Necesito un collar de perlas, sutercito de cashmire y medias color natural. O necesito asumir que soy un freak para que cuando me digan que me veo rara eso se convierta en un piropo.
Lo que hace el ocio y la buena vida: He vuelto a mis diecisiete después de vivir un siglo (Violeta Parra dixit)

martes, diciembre 06, 2005

Opinionitis

Cuando empecé este blog, tenía en mente colocar aquí mis aportes literarios. Cándidamente coloqué dos malos poemas y una minificción (no tan mala, creo).
Después se me coló la vida privada y para evitarlo, intenté hacer de esto una especie de columna de opinión sobre temas trascendentes o no.
Pero se me volvió a colar el cotidiano.
Hoy pienso que qué bueno es eso de no estar opinando sobre cultura, música, literatura, política, sociedad y un largo etcétera. Me reservo mis opiniones para la hora del café.
Es que ahora todo el mundo quiere opinar y sospecho que del caudal de información a la que ahora estamos expuestos cada quien toma un hilito y opina porque sí, porque no, porque le da la gana, porque sabe, porque no sabe, porque alguien le dijo...
Cada vez que leo el periódico me pasa igual. Resulta que los que escriben novelas opinan sobre todo en lugar de seguir escribiendo novelas. Ahora todos son líderes de opinión.
Es más fácil discernir sobre lo real bajo el entendido supervalorado de que nos afecta a todos, que aventurar a la gente a sumergirse en mundos ficticios. Si cada vez las noticias se hacen más cortas y depuradas, lo mismo ocurre con las opiniones. En tres párrafos se quejan del problema, le dan dos revolcadas y al final lo dicho, acaba resumiéndose en mi-me-tú-conmigo.
Por eso hoy opino sobre los que opinan porque yo también tengo derecho a opinar.
Recuerdo cuando con toda la soberbia de mis veinte años le dije a un maestro que yo no iba a corretear la noticia por las calles, sino que yo escribiría artículos de fondo.
¡Ja!
Ahora ni correteo noticias, ni opino.
Sólo me rasco el ombligo y a veces me invento mundos en las letras.
Harta estoy de tanta opinión.

domingo, diciembre 04, 2005

Mamá, esta información te interesa

He aprendido a barrer, a trapear, a poner lavadoras y sobre todo a colgar la ropa. Esto último de colgar la ropa es un asunto interesante porque el tendedero da al patio interior y es la actividad que hago con más cuidado pues me da pavor que mis calzones floreados de Victoria's Secret, caigan al sótano y no por los calzones en sí, sino porque los vecinos son unos musulmanes solteros y musculosos que de pronto verían aterrizar una casa de campaña rosa con flores moradas en su patio. De pedirle la devolución de mi ropa interior ni hablar; demasiada vergüenza pasaría, no por la excitación que pudiera provocarles, sino por el tamaño de mi prenda y lo floripondiosa de esta.
Con cada trapeada me borro también un par de neuronas. Hay días que ya no pienso ni en Ciorán, ni en Nietzsche ni en Bergman sino que mis discusiones filosóficas tratan sobre el acercamiento cultural del hombre pelón del detergente líquido. Mr. Propper, Maestro Limpio o, como dicen aquí, Don Limpio; es todo un referente de pulcritud con su cráneo reluciente y su mirada que seduce a miles de amas de casa en todo el mundo.
Debo confesar que yo nunca había barrido, sacudido o hecho alguna actividad del hogar más de cuatro días seguidos. En cambio ahora, pongo a Lou Reed y me deslizo cual bruja con escoba por la casa. A este paso terminaré barriendo y canturreando a Julio Iglesias. A José José no, porque entonces empezaría a beber muy temprano y me convertiría en una maruja alcohólica.
Y con esto parecería que mi vida es más patética que antes, pero no. He descubierto la bondad de las labores domésticas compartidas -nunca dije nada sobre lavar los platos ni sacar la basura-, y estoy leyendo mucho y no precisamente a Corín Tellado.
A mi favor puedo decir que estoy feliz. Por eso escribo poco en este libro de quejas y sugerencias, pero he retomado el hábito de contar historias ajenas. Comparo precios entre el Condis, el Caprabo y el Carrefour, pero tengo un libro firmado por Kazuo Ishiguro. El lomo a la naranja me queda buenísimo, pero en la sobremesa se habla de sionismo y palestinos.
Así que estoy bien. Aún me falta reforzar la técnica de escurrido de trapeador, pero también tengo un libro de Flannery O'Connor por ser leído. Todavía no sé para dónde corren los hilos del tendedero, pero he aprendido cosas nuevas en las clases.
Y me quieren.
Y quiero.

viernes, noviembre 25, 2005

Tren al sur

Me fui en tren a Madrid. La idea del tren siempre me ha gustado porque estoy harta de los autobuses y la única vez que subí a un tren a la viejita de enfrente le olían las patas, se descarriló el ferrocarril anterior al nuestro y los asientos eran más incómodos que las gradas de los estadios de beisbol. Verónica se acordará de la aventura en tren y espero que ya no me guarde rencor por no haberle dicho, hasta que estábamos instaladas en la playa, que yo no llevaba ni un peso y que o vivía a sus expensas o tendría que levantarme muy tempranito a pescar. Yo no sé pescar.
Pero decía que me fui en tren a Madrid. Me tocó justo en los asientos en que los pasajeros quedan de frente. Como en las películas. Sólo que yo no soy Nicole Kidman ni uso sombrero ni llevo a mi gato en una canasta ni supe si el paisaje era bucólico porque iba muy concentrada en mi libro y en la gente.
Estoy en una edad en que los hijos o son propios o son insoportables, así que como no tengo, aborrezco a los niños llorones. Para mi jodida suerte, el vagón iba infestado de niños que no paraban de ser niños. El que iba atrás de mi descubrió en el camino su vocación de percusionista con el respaldo de mi asiento. Frente a mí otra se metía los dedos a la boca y los embarraba en la camisa del de junto que no sabía si limpiarse, sonreír a la madre o darle un grito.
El hombre de la camisa con baba tenía unas piernas larguísimas y estaba justo frente a mí. Yo también tengo las piernas largas pero sobre todo, llevaba unas botas mataculebras que toparon todo el camino con sus rodillas y con sus pies. Ambos lo sufrimos con resignación porque sabíamos que lo peor era el ambiente infantil que nos rodeaba.
La bebé que babea se llama Polina y su madre le distraía el hambre y el llanto con una jirafa verde. Todo el mundo sabe que las jirafas verdes no son comestibles y Polina seguía llorando, así que yo, después de luchar con las rodillas, la pañalera y un oso amarillo, me fui al bar a tomar una Coca Cola. El hombre de la camisa con baba se puso unos audífonos y sacó un bocata de jamón.
La madre de Polina era una persona extraña. A diferencia de la mayoría de las madres ella no ejercía complicidad alguna con las personas que se veían afectadas o enternecidas por la niña. La única vez que intentó sonreír fue cuando parecía disculparse con el hombre de la camisa babeada. Hay dentaduras que distan mucho de ser perfectas pero que causan cierta gracia cuando se asoman en tal o cual ángulo. Los dientes de ella no estaban demasiado dañados y sin embargo le restaba mucho a su particular belleza que parecía diseñada para moverse exclusivamente en el ámbito de la melancolía.
Y así, llegamos todos a Madrid. Bajé con mi bolso pequeño porque me esperaba el maletón que envió mi madre. Rosa ya estaba ahí, con su sonrisa de siempre. También me gusta Madrid y me gustan los trenes.

jueves, noviembre 17, 2005

Luego dicen que estamos rete atrasados tú...

Debe ser por los veintitodos lugares comunes en que Cantinflas nos ha sumido y porque los mexicanos tomamos tequila y llevamos sombrero como Speedy González que siento que el común de la gente me trata como idiota.
Todo me lo explican, todo. Como si uno no aprendiera los modismos españoles a fuerza de leer las pinches traducciones de los libros de Anagrama.
Se cagan de risa -los más leídos y escribéidos- de que tengamos un partido político llamado Partido Revolucionario Institucional, y es que si bien el nombre tiene su parte surrealista, tiene su razón de ser en un chingo de historias que no me apetece contarles porque a ellos no les apetece escucharlas, ya que prefieren reírse de las ocurrencias de nosotros los charritos... híjole.
Lo peor es que cuando tratan de imitar el acento mexicano invariablemente terminan hablando como la Tusita. Pero yo entiendo que no es su culpa, la culpa es de la televisión que repite estereotipos al por mayor. Cada domingo recetan por la TVE una película de Cantinflas o de Joaquín Pardavé. No sé si ya les dijeron que la televisión a color llegó a México (seguro ignoran que incluso la inventó un mexicano) y que hemos cambiado un poco, algo, bastante. Es como si yo viniera buscando a Joselito por la calle o me pensara que todas las chicas visten como Pili y Mili.
El caso es que ellos se ríen con el PRI y yo me río con la LOE (Ley Orgánica de Educación). Los de la derecha, las monjitas y los curas salen todos en desbandada a pedir que no les quiten los subsidios a la enseñanza privada religiosa y a que la asignatura de religión siga vigente y tenga la misma validez que las matemáticas o la literatura. ¿Subsidios a la educación en escuelas privadas? Eso huele a rancio en un país como México que tiene su orgulloso artículo 3, que garantiza la laicicidad de la enseñanza, la gratuidad y la obligatoriedad.
Que si tienen una madre como la mía, fiel a las tradiciones y a las costumbres ,y quiere meter a su hija en una escuela de monjas pues que les cueste como a la mía. Y por supuesto que la asignatura de religión tenía ese nombre coloquial entre las alumnas pero en la boleta salía como "Educación en la fe" y evidentemente no contaba para el promedio oficial. Si la aprobábamos era básicamente por miedo al infierno y eso para las monjas ya eran almas ganadas.
Cuando venía una inspectora de la zona, las monjas se metían el crucifijo al brasiere y escondían a las vírgenes de las paredes en los cajones del escritorio porque aunque era enseñanza privada, eso de enseñar religión estaba, en teoría prohibido, aunque en la práctica las monjas se picaban el ombligo con la inspectora escolar.
Y yo no digo que aquí lleguen a tal extremo, pero sí me parece un exceso que se tenga que subvencionar la educación particular y encima que sea el clero el que elija a los profesores de religión y además que se les promedie con las demás asignaturas. Además con la cantidad de musulmanes que veo en la calle... ¿A ellos también les subsidiarán la escuela y vendrá un consejo musulmán a elegir a los profesores de religión que se evaluará con los mismos parámatreos de la católica?
Luego resulta que no estamos tan pendejos, digo yo.
Y eso que no he hablado de lo colgados que son para entregar las cosas porque dicen que en quince días y se tardan el doble. Como dice Ximena "de algún lado lo heredamos". Pero bueno, al menos los quesos están insuperables y los vinos molan, es decir, están chidos.

jueves, noviembre 10, 2005

29 y contando

Camino menos encorvada que de costumbre para ver si la gente nota que estoy estrenando cumpleaños. ¿Se notará acaso que cada paso aniquila los últimos veintialgo que me quedan?
Sólo por eso decidí caminar por la rambla y no por la acera. Al fondo, se ve la Sagrada Familia iluminada y podría hacer una película musical si tuviera más habilidad, menos vergüenza y un vestido de bolitas.
Ayer el día era pura lluvia y puro gris. Diría que siendo mi cumpleaños no fue más que una tautología, pero ya estoy harta de que todos mis lugares comunes sean tan negros y tan torcidos. En todo caso diré que ayer incubé estos veintinueve encerrada junto a rosas perfectas que hoy amanecieron cabizbajas, yo en cambio amanecí con la cabeza en alto y no por el orgullo sino porque así la papada se nota menos.
Y así, tralarí, tralará, llegué al curso mientras miraba el edificio y supe que nunca había ido a una escuela tan bonita. Cuando buscaba mi salón de clases, pensé que a medida que pasan los años uno se conforma, o se torna optimista, o decide que lo más prudente es dejar de meterse uno mismo el pie y asumir que el problema no es ortopédico.
Como me sobró tiempo, me fumé un cigarro y escribí esto. Al terminar, concluí que de todo lo dicho antes, lo único cierto es que nunca había ido a una escuela tan bonita. Todo lo demás es casi mentira o le falta un hervor para ser verdad.
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lunes, noviembre 07, 2005

¿Por dónde empiezo?

Pues no tengo la menor idea. Empezaría por un ramo de chocolates esperando en el aeropuerto pero hoy mi vena cursi está tan saturada de polisacáridos y melazas precumpleañeras que no dejan fluir libremente el torrente sanguíneo a mi cerebro.
Quizá hoy es un día tecnológicamente apto para la escritura porque por fin no tengo que saltar del locutorio pakistaní al locutorio boliviano y estoy en la intimidad de esta casa que futurea con ser mi hogar. Pero no sé. No estoy especialmente insipirada o quizá lo estuve y no tuve un euro para pedir al marajá de pocajú una computadora o dicho sea con estilo español, un ordenador.
No sé, no sé. Esta Barcelona es muy otra a la del viernes con vino malo y una ensalada con mostaza y miel que a B le recordó a nuestra querida M tan lejos de nosotros como nosotros cerca de ella y yo más porque llegan los de Tarragona y entre ellos, ese Kurt Cobain previo a la decadencia del que yo ya tenía conocimiento en una plática de confidencias. Me sonrío mientras en el techo un trapecio se balancea. Pero esa Barcelona, no es esta del forn de pá y de las tiendas chinas de todo a cien cuyos rótulos van perdiendo letras como la peseta memoria para las cuentas cortas, pero persiste para las largas, para las de los millones, las obsesiones hipotecarias porque aquí todo el mundo quiere tener un piso aunque mida dos baldosas e incorpore la recamara-cocina-cuartodebaño en un espacio de guiñol.
Esta ciudad es muchas ciudades en sí mismas. Y escucho Estatut, con la misma frecuencia que antes escuchaba Desafuero, pero con la diferencia de que esta política me roza muy poco -todavía- y me involucra menos -por fortuna- mientras siga buscando La Jornada en internet.
Hay algunos días en que no sé cómo empezar. No esta historia, ni ninguna otra, sino simplemente empezar el día con horas de ventaja mientras me observo dormida en mi cama, o en la que fue mi cama.
Todavía no sé cómo empezar a estar en donde estoy. Pero sospecho que la gestación va siendo buena. Cuando esté en esta Barcelona y en la otra, ya podré estar del todo. Mientras tanto, sigo navegando. No sé porqué compro boletos de avión si me tardo lo mismo que si llegara en barco.

domingo, octubre 16, 2005

Adiós
En pocas horas sale mi avión. Se nota que estos días no he tenido nada que hacer. No hay historias que contar y sólo atino a asquearme de tanta despedida despiadada.
Antes me hubiera ido así nomás, pero parece que me vuelvo vieja, ociosa, mañosa y sentimental. De cualquier forma, aquí queda la historia.
Gracias por participar de mi soberbia, mi pecado capital favorito a pesar de que parezcan más míos la gula y la pereza.
Aún no he decidido si este blog continua o no. Me parece muy artificial cambiar de ciclo nomás por subirme a un avión. Supongo que algunos meses seguiré arrastrando todavía secuelas de este capítulo. No lo sé.
En todo caso, y como parece que soy adicta a las despedidas, pues haré lo propio. Pero como el asesino siempre vuelve al lugar del crimen, quizá seguiré matando ideas por aquí y exhibiendo sus cadáveres para escarmiento de mis propios sueños.
En fin, ni yo misma sé lo que haré.
Todavía me pregunto a dónde voy, porqué me voy.
El destino me sigue pareciendo una cosa muy ajena y muy dispersa.
Por si acaso, agradezco su paso por aquí y si regreso, no me miren feo, tengo derecho a ir y regresar, ir y regresar (eso dice mi mamá y como una excepción le haré caso). Siempre hago lo mismo, no conozco lo definitivo.

sábado, octubre 15, 2005

Debut y Despiadado

Otro escrito apresurado, como han sido estos días en que supe de las lluvias porque mojaron mi ropa tendida en el mecate. Estoy asqueada de tanta despedida no por el adiós, sino porque esconde viejos refranes sobre muchas despedidas y pocas ganas.
Disculpen si estoy inconexa, sólo vine a teclear para paliar el tic-tac-tic-tac de la cuenta regresiva. En realidad venía a externar un queja por el mal comportamiento de Jorge y por la indecente abertura de mi falda, porque lo mismo me molesta mi celulitis que la pregunta reiterativa de si estoy enamorada. Me jode que cuestione porque espera una respuesta sobre historias añejadas como buen vino y avinagradas como amores caducos. Me jode porque su pregunta está plagada de morbo y barnizada con moho de agua estancada. Porque dice que mi falda es sexy y no mojigata como antes pero no es capaz de darse cuenta que ni la de antes ni la de ahora responden ñoñerías sobre estar enamorada.
Pero lo anterior no es importante, es un pretexto para acunarme en anécdotas y no en abrazos. Para quejarme y ahogar el suspiro. Para tener una chisme recién exprimido en la mañana y dejar en el anaquel de artículos rebajados, los nudos de garganta.

miércoles, octubre 12, 2005

Contrastes

Tengo dos abuelas. Una que gozó mucho con sus vestidos de París y sus once hijos paridos. Otra que sufrió mucho y que es la que sobrevive. No digo que la gozó no haya sufrido ni que la que sufrió no haya gozado. Pero así las veo, como monedas lanzadas al viento y una cae de cara sonriente y la otra cargando su cruz.
No he sido una nieta ejemplar sobre todo con la abuela que queda. De la abuela quempazdescanse, era la consentida. Además de cierta filiación hedonista, me gustaba pelear con ella. La hice llorar un par de veces y luego iba a pedirle perdón. Creo que fui la única nieta que obtuvo muchos regalitos de su parte. La treta era sencilla: Hacer cara de perro abandonado cuando íbamos a pagar la tarjeta del Palacio de Hierro.
Pero yo no quería hablar de esa abuela, sino de esta otra a la que le quedan todavía cosas que padecer y yo no sé cómo aliviarla. Quizá ya sea demasiado tarde.
Y por eso lloré mucho cuando me despedí de ella, porque yo no sé si a los noventaytantos años alguien pueda esperar que la persona que dice adiós, vuelva. A mí la despedida me sabía a definitiva pero hoy en la mañana llamó para decirme que fuera a su casa porque tenía algo para mí.
Espero que ese algo sean dos bofetadones que me merezco. Sin embargo sé que será un regalito adelantado "por tu santo" como ella le dice a los cumpleaños así como les dice "gendarmes" a los policías y mi otra abuela le decía "puerto aéreo" al aeropuerto.
Bueno, pues me redespediré de mi abuela y amarraré mis lágrimas entre moco y garganta. Quizá resulte que mi abuela es eterna y que ha visto morir a todos sus hermanas, a todas sus amigas, incluso a sus sobrinos. A lo mejor un día le toca enterrarme, porque aunque su cuerpo esté cansado tiene una fortaleza de super héroe. Y me consuelo pensando eso, que mi abuela es eterna y que voy a volver y ahí estará, viendo Mr. Bean a todo volumen mientras se parte de risa.

miércoles, octubre 05, 2005

12 minutos (menos dos que me tomo para darle send)

Tengo exactamente 12 minutos para postear cualquier cosa antes de que se le acabe la batería a mi Lap. Aunque son doce minutos de chicle estiraaaables, estiraaaables; digamos que la goma de mi cerebro es proporcionalmente más densa que el tiempo del reloj Dalí que se escurre.
Me puse la verde con la Sub 17 y ese campeonato que me llena de un orgullo prestado que no siento ni tantito. Pero como oí vitorear los tres goles y ví a dos tres delanteros bostezar mientras Fox se los choreaba, tuve que adherirme a su causa.
De causas ajenas estoy laxándome. Llevo días viviendo nomás que para mí. Mañana planeo meterme a bañar a la una de la tarde, ver si tengo ganas de ir por el pececito a la escuela -aunque se lo prometí-, comer frugalmente en tres tiempos que me sirven a la mesa y dirigirme a Tlaxcala a la mudanza.
Y tengo que entender que no soy un caracol. Que debo dejar una falda de mezclilla y envuelto en ella un pedazote de recuerdos. Eso de viajar ligero se los dejo a loa hare krishnas. Yo viajo pesado, necesito andamios firmes que me soporten para construir nuevos castillos en el aire con los planos de los castillos abortados.
Dice el icono de la pila, que me quedan 7 minutos menos los dos para el send y uno de protección porque me he vuelto muy desconfiada. Mi cerebro es un depósito de chatarra. De no ser por esta obligación de escritura automática, quizá no hubiera vuelto a postear.
Pero debo un par de cosas:
Un explicación.
Una despedida.
O quizá no debo más que ahuecar el ala y terminar de largarme de una vez por todas. Hoy a dormir, mañana a guardar recuerdos en cajitas de detergente Roma o de huevo Bachoco.
Chau y besos (secos como mi boquita de cartón).

jueves, septiembre 29, 2005

5...
Una niña chorreando agua me dice:
"je suis un petit poisson"
y yo le contesto mientras le desenredo el pelo:
"je suis une grande sirène"
Se ríe y entonces el tiempo pasa más ligero.
Ella no opina lo mismo. He pasado mil veces el cepillo sobre su cabeza mojada. Cada movimiento dura mucho. Mon petit poisson comienza a retorcerse y a secarse.
Era una manera de despedirme, discúlpame pececito.
4...
De todas las cuentas regresivas esta es la más ingrata. Mi ombligo es más grande que mis certezas. De tanto rascármelo sobre la cama lo he convertido en una bolsa de mago de la que sale un buitre que se comerá el tiempo podrido. O eso espero.
3...
Quisiera oír crujir un caracol bajo mi zapato sólo para comprobar que puedo darle alcance, que no me estoy momificando con los ojos fijos en un avión que no hace escala en mi azotea. Me canso de agitar la mano mientras todos los destinos cruzan sobre mi cabeza.
2...
Doblo mi ropa y la meto a la maleta roja y la saco y la meto y la saco. Me llevaré toda la ropa posible para cubrir las intimidades que querrás escuchar y nunca diré. ¿Antes o después de ti? Que la duda te corroa, te carcoma y te desgaste mientras yo me abrigo en este techo compartido. Us and them. A partir de que existes me dí cuenta que jamás le perdonaré a un hombre que no le guste Pink Floyd. Eso, bien descifrado, es una indiscresión. Lástima que no poseas las herramientas suficientes. ¿Antes o después de ti? Mucho antes, eso sí. Y también después.
1...
Llevo meses, muchos, sin agendas y sin calendario. He aprendido la nueva alquimia para medir el tiempo: La programación de la televisión. Hoy no es martes, por ejemplo. Ni domingo. Hoy es día malo para ver estupideces. Preferiría jugar un juego de mesa, pero tirar los dados es una mierda. Retrocedo siempre casillas y de nuevo torturo a mi pececillo: Mil cepilladas más y te juro que ya me voy. Es que soy torpe para despedirme y siempre volteo en el último momento. Soy de sal. Soy sirena de sal.
5...

viernes, septiembre 23, 2005

Crónicas de la conciencia y las patas negras.

(A Melissa por esperar conmigo y emigrar a tiempo)
Ambas teníamos la jodida sensación de estar en una sala de espera. Si me pongo caótica y tremendista, casi podría decir que era la antesala del infierno aunque sabiendo que del otro lado de la puerta en realidad hay probabilidades de acceder a un pedacito de paraíso. Aunque sea del paraíso de las cosas simples: querer, que me quieran, ver películas, salir de vez en cuando, jugar a ser feliz y buscar una chamba que se traducirá en un curro, tomar unas chelas transformadas en cañas y comerme un bocata con espíritu de torta. Pero no estaba hablando de eso. Estaba diciendo que las dos estábamos en esa pausa imprecisa que nos pilló en un mal gesto. Y buscábamos cosas qué hacer y como andábamos en plan de vaciarnos un poco de acá para llenarnos un poco de lo que vendrá, empezamos a divertirnos como dos cabezas huecas de las que tanto criticábamos.
Últimamente he descubierto que las cabezas huecas saben divertirse mucho porque no necesitan retacarse de cuestionamientos inútiles. Las dos sabíamos que era tiempo de no hacer nada. Una pausa para buscar lo que sigue sin saber bien cómo ni de dónde vendría. Y así, fuimos un día al Pata Negra natural mistic blowing in the wind y atascamos nuestra cabeza de gin tonics, porque a las dos nos gusta decir salud con esos vasos largos en donde un limón flota más decorosamente que nuestras voluntades. I will survive.
No recuerdo que pasó el primer día porque desde ese momento hasta el domingo por la mañana, me pareció que había sido en realidad una temporada confusa sin principio ni final. Recuerdo las rastas de Fito, Yo soy de la cruz del sur. Un seudogay cuya heterosexualidad nos decepcionó. Estaban ahí también Lenny Kravitz y Nicholas Cage en sus versiones tercermundistas. Groove is the heart. Bailé con Nicholas o en realidad el bailó conmigo haciendo gala de su sentido infrasexy de aprendida cachondez. Procura coquetearme muy? También bailé con un gigante, con un duende y con un ángel. En alguna canción abracé a Gaby con su sonrisa iluminada. Me encontré con Greta y un trocito de pasado. Belén, tan linda y recuperada y Eli tan loca como siempre. Dodó, mi doctor Daktari de la selva zapatista y Xaviera, médica de cabecera de pasones tlaxcaltecas. I feel good.
Y pasaba gente, y las dos ahí tomándonos el gin y el tiempo para que algunos se fueran y pudiéramos bailar por toda la pista con el tumbao que tienen los guapos al caminar exorcizando a la espera que nos tenía ahí, encerradas, disfrutando como locas una noche para tener nuevas culpas en el día. Voy a buscar, la paz interior en tu interior.
Coleccionamos historias, desde la del Tom Waits que me creía una lesbiana bonita, hasta Leo que pedía marihuana a Peter Fonda.
Sabíamos que era un momento, una manera de asesinar las horas disfrazadas de días en la sala de espera. Imposible hacer un CD acoplado con Cindy Lauper y Leonard Cohen, imposible que nos acompañen en nuestra locura forevereante. Imposible pedir que todos tengan un cachiporra y una risa fácil. Contigo me voy mi santa aunque me cueste morir. Y nos reíamos mucho de muchas tonterías. Y me decía que yo era sabia, pero yo sé que nunca lo suficiente. Pero ella se fue y me dejó aquí en un viernes sin Pata Negra y con ánimos negros esperando que mi tren pase por mí o encima de mí o que pase, pero que ocurra porque me canso de esperar mi viaje sin retorno a mi pedacito de cielo, a mi esquinita catalana, a mi futuro plagado de promesas. Y Oaxaca se pone cada vez más lejos.

viernes, septiembre 16, 2005

¡Feliz cumpleaños!

Hoy cumple dos años el Flagelo di Dante. Como no está en su mejor época creativa y lúcida he decidido cubrir las carencias imaginativas y literarias con un puñado de fuegos artificiales.
Pueden dejar felicitaciones, y por supuesto, regalos que servirán para garantizar que en este blog se hable muy bien de ustedes. Acepto invitaciones a fiestas pero por favor que sean virtuales porque sigo en pijama.
Gracias a los que a pesar de conocerme, se atreven a leerme. Gracias a los que me intuyen a través de mis letras. Gracias a los que me hacen reír, reflexionar o rabiar con sus comentarios. Gracias a los que pasan, me leen y se siguen de largo sin dejar huella. Gracias a los que no deberían leerme y sin embargo su morbo los mueve a hacerlo. Gracias a los involuntarios protagonistas de esta flagelada y sadomasoquista historia. En fin, como diría Ceratti: ¡Gracias Totales!
Y antes de que la emoción remoje la pólvora, ahí van unos cuantos infiernitos circulares. Favor de no confundirlos con los de las fiestas patrias de ayer.
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martes, septiembre 13, 2005

Cambia, todo cambia y ya ni el Gansito sabe igual
Pan no integral, me refiero al blanco que se pega en los dientes; mayonesa no light, sino de la de verdad, de la que aceita la tapa; jamón no de pavo, del de siempre; mostaza no de dijon, de la amarilla que casi fosforesce, y queso no brie, no panela desgrasado, queso amarillo cual plástico envuelto en plástico. Y si cierro los ojos casi puedo escuchar los gritos del recreo, sentir en mis nalgas la cuadrícula fría del patio a través de mi uniforme café con el que a veces sueño todavía.
Leche sin descremar, con toda su lactosa y salida de ese empaque que termina en piquito y dos cucharadas de Quick que ha añadido un estúpido prefijo Nes y modernizado a un conejo antes panzón y ahora esbelto de acuerdo a los cánones de la moda. Cada trago me recuerda los miércoles de Disneylandia en donde el mundo es cascada de colores, mágico mundo de colores y Campanita volaba esparciendo chispas.
Debería cenar esto más seguido y dejarme de mis all bran con leche aguada cuando me remuerde la conciencia, de mis sándwiches integrales con tomate y orégano, o de mi negro vicio de coca cola light.
Me acuerdo que esta cena se remataba con unas Barritas de piña que tengo que sustituir por un Camel.
Enciendo el cigarro y se me desdibuja la infancia. Así es esto de crecer, adquirir vicios y ponerle zancadillas a la memoria.

viernes, septiembre 09, 2005

Breves domésticos

Tu mirada percudida
aún da vueltas
en mi lavadora de culpas.

martes, septiembre 06, 2005

Vino y Oporto

No me gusta Saramago, debo confesar.
Me gusta el vino.
Me gusta lo que dice mi amigo el sommelier:
É melhor beber vinho e dizer mierdas, que beber mierda e nao dizer nada.
Jugué a que me gustaba Saramago cuando yo era capaz de reventar una botella de vino en la cabeza de mi amado.
Ahora que todo es calmo, sólo me gusta el vino.
Me gustaba el Oporto hasta que volví y ví mis botellas vacías opacadas por su eructo.
Eran cuatro botellitas de Oporto en una caja de madera que viajaron desde Lisboa. Al final, no me quedó ni la caja. Las botellas se estrellaron en mi pared, en los riñones o en el orgullo.
Ahora que todo es tan aséptico, sólo me gusta el vino en copitas de cristal y decir salud educadamente, como dicen que se hacen estas cosas según ciertas cosechas y ciertos cultivos de la buena educación.
Y no, no estoy borracha pero quisiera estarlo para poder decir mierdas justificadamente. Para poder gritar que estoy harta de una vida con tufillo a perfección y resaca de conformidad.
Así, en la sobriedad, pocos perdonan la locura o las mierdas o que no te guste Saramago.
Quizá compre una botella de vino que no sea español ni chileno. Un vino que no tenga nacionalidad de amantes presentes ni pasados y que tenga retrogusto a Pessoa:
Ao goso segue a dôr, e o goso a esta.
Ora o vinho bebemos porque é festa,
Ora o vinho bebemos porque ha dôr.
Mas de um e de outro vinho nada resta.




viernes, septiembre 02, 2005

Monotimia

Por fin fui a arreglarme la muela.
Compré el boleto de avión.
Hice un trámite de esos que me dan una hueva infinita.
Terminé mi trabajo.
Me merezco una estrellita en la frente y sin embargo I can't get noooo satisfactiooooon y la neta, ni lo intento.
Se viene otra racha de días más largos que mi sombra.

martes, agosto 30, 2005

Crónica de una boda anunciada

Después de cuatro años de sólido noviazgo, Mau y Rena unieron sus vidas bajo la bendición de un sacerdote que los exhortó a vivir en pareja mientras todos los invitados sudaban la gota gorda y se revolvían los bolsillos pues el padre no perdió la oportunidad de hacer su bisnes y solicitó, muy humildemente, que se mocharan con el varo. Asalto asistido por los ángeles del cielo.
La capilla abierta, bellamente decorada fue perfecta para que después del Aleluya a ritmo de mariachi todos nos quedáramos esperando el Mariachi Loco, mismo que no llegó pero que dio paso a otros típicos cantos eclesiales bajo la batuta de un charro panzón acompañado de celestial trompeta y tololoche.
Posteriormente, después de que Rena ofreciera su ramo a la Santísima Virgen (¿Por qué las novias le ofrecen el ramo a la virgen? Deberían ofrecerlo a María Magdalena), se sirvió un pequeño ambigú consistente en margaritas de diversos sabores y antojitos mexicanos. Ese fue el espacio para que los invitados palmotearan al novio y las invitadas dejaron porciones de su grueso maquillaje en el hermoso vestido de la novia confeccionado en shantung de seda por renombrado diseñador.
Posteriormente los invitados, asistidos por amables anfitrionas, fueron asignados en sus respectivas mesas en donde degustaron de confit de pato en hoja filo, sopa fría de pepino, pollo en salsa dequeso brie y variedad de postres y cafés que todos se zamparon con harto gusto.
El banquete fue amenizado por un saxofonista que nos ofreció todo su repertorio de música de elevador para después dar paso a los acordes clásicos de cualquier boda que fueron acompañados por un sinfín de artículos inútiles como boinas, pelucas, sombreros, moños y demás que todos los convidados utilizaron felizmente.
Posteriormente, a la pista saltaron todos los paisanos arabizados libanizados que bailaron inclusive Hava Naguila, pero como el ritmo se parece, nadie reparó en danzar también esta melodía limando todas las rencillas ancestrales. Al concluir los desaforados acordes medio-orientales (y digo medio orientales porque la mitad era oriental y la otra mitad era lírica del conjunto versátil), se procedió a la tradicional Víbora de la Mar en donde todas las solteras se dieron cita para obtener el anhelado ramo, mismo que se llevó la prima gorda (osease yo) para sorpresa de las lindas jovencitas que deseaban fervientemente obtener tan preciada presea.
Después de varios éxitos bailables entre los que se cuentan Carnaval, Qué bello, Popurrí de timbiriche y otras obras cumbres del repertorio popular, sirvieron los tan ansiados chilaquiles que marcaban la conclusión de tan bonito evento.
Al día siguiente los novios partieron rumbo a exóticas playas de Asia a disfrutar de su luna de miel. Los invitados con la cruda a cuestas degustaron platillos propicios para paliar esa sensación de desasosiego que producen las borracheras memorables. El ramo lo olvidé en un vaso pero lo haré válido en cuanto decida sentar cabeza.

viernes, agosto 26, 2005

Tlaxcala sin mí (II)

Adiós Tlaxcala: Te dejo mi corazón, pero sobre todo mi hígado.
Me gustaría postear algo más bonito, algo del tipo de lo que escribieron las Siamesas Lynch.
Miento.
Lo único que me gustaría es ir a Tlaxcala y pasear bajo el cielo azul en lugar de ir a Tlaxcala y atascarme todo el gin azul.
Miento de nuevo.
Lo único que me gustaría es beber todo el alcohol posible sin sufrir las consecuencias físicas y morales.
Auch.

jueves, agosto 25, 2005

Tlaxcala sin mí

No sabía cómo dolía Tlaxcala. Cómo tanto aire puro está a punto de causarme una explosión pulmonar, por no decir cardiaca, porque ya sería mucho aunque sea lo más aproximado.
Estoy empachada de recuerdos y los síntomas se han manifestado a través de una supina idiotez que a veces provoca una risa tonta y solitaria, y a veces un ojo vidriado.
Mi andar por aquí es diferente ahora. Más libre y menos soberbio. Más tennis y menos tacones. Más contemplación y menos destrucción. Más amigos difusos y menos enemigos ocultos. Más dolor y menos rutina. Más mirada al frente y menos mirada penetrante.
Sé que volveré un par de veces antes de partir. Las últimas dosis de Tlaxcala serán también la medicina perfecta para enmendar algunos errores y para saber que estoy condenada de por vida a ser valiente y fuerte.
Por lo pronto tengo un montón de recuerdos revueltos. Con calma habré de diseccionar las ventajas de mi soledad, las desventajas de mis relaciones efímeras, la vuelta de tuerca de mi carácter, la estabilidad de mi generosidad, el fallo de mi vida en pareja, el acierto de mis placeres, la necedad de establecer dominios, la despreocupación por quererme, la voluntad por cumplir mis caprichos, la soltura con que abrí sus heridas, la sutura con que malamente cosí las mías.
Llegué a Tlaxcala pensando que venía a convertirme en una persona adulta. Por suerte no lo logré. Ahora que me voy tengo la certeza de que no puedo posponerlo y me amarga no tener la frescura y la desfachatez del día que llegué sin mucho presupuesto y tuve que elegir entre comprar una escoba o un trapeador para limpiar mi nuevo espacio. Ahora me podría comprar una aspiradora, el problema es que el voltaje de Barcelona no es compatible. Y yo no sé si seré compatible, o si tengo que cambiarme el chip para compatibilizarme. Ya no seré la chica loca de la colina sino la señora extranjera del primer piso.
Me dan muchas ganas de salir corriendo a la plaza, fumarme un toque y decir: "De aquí soy" Pero miento, de aquí fui y ahora sobro en este lugar. Lo sé porque el paisaje sin mí luce mucho más luminoso y porque ahora Tlaxcala es mi cajita de recuerdos, pero yo no quepo más en esta cajita: la más querida e importante, la fundamental y decisiva. La cajita de Pandora que jamás dejará de fluir.


martes, agosto 23, 2005

La mejor prueba de que el pasado existe, es la guayaba aplastada en el fondo del frutero.
Prefiero el (d)olor dulzón de un marzo anterior que el paisaje ocioso de este agosto anodino.
Entre el moho y la nada, me quedo con el moho.



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viernes, agosto 19, 2005

I have a dream

Mi sueño más recurrente es intentar torcerle el cuello a un pollo y no poder hacerlo. Cada noche ahí está el pinche pollo, pío, pío, picoteando mi descanso y ofreciéndome su delicado, emplumado y huesudo cuello. Yo lo he perseguido en la granja, en un centro comercial, en la playa, en un elevador, en un ático, en la cama y en otras escenografías oníricas difusas.
Yo no quiero matar un pollo, sólo quiero apretarle el pescuezo para ver si así exorcizamos al sueño recurrente. Este sueño ya se pasó de simpático y empieza a tornarse patético. El otro día soñé que estaba en una mazmorra condenada a muerte y pedía un pollo como último deseo. El carcelero me preguntaba que si frito o con papas y yo le decía que vivo. Jamás me llevaron el pollo a la celda pero lo oía piar del otro lado de la puerta.
A lo largo de estos años, descubrí que el pollo tiene pasaporte y un bonobús porque me sigue a todas partes. Es más, creo que lo he soñado más veces estando de viaje que en mi propia cama. Quizá el pollo sea el que quiere torcerme el cuello y no se atreve.
Freudianos, absténganse de interpretar el sueño. Es sólo una metáfora y todos los nombres y los personajes han sido cambiados para proteger la identidad de un pollo inexistente. Lo único cierto es que quiero cumplir un sueño de día para que deje de perseguirme de noche.

martes, agosto 16, 2005

Solicito título para este cuentecillo

La cortina roja y después azul y luego roja y de nuevo azul y roja y azul y roja y azul. Tu cara tan roja y azul, roja y azul; los colores detenidos en tus pestañas acompasados de ese espantoso chirriar de dientes de cada noche. Las sirenas apagadas y la luz escandalosa perforando la tela barata y percudida. Algún día soñé con cortinas verdes de terciopelo sobre otras de esas que tienen hule negro y no dejan filtrar la miseria. Después olvidé lo del terciopelo cuando supe que lo de las princesas y los palacios son cuentos europeos. La cortina ahulada no me parecía tan improbable hasta que llegamos aquí.
La luz es lo de menos. Me pregunto cuándo se terminarán tus muelas. Cuándo tus preocupaciones se habrán desgastado del todo para darle serenidad al jugueteo de tus mandíbulas. Me siento en el antro del terror: Las luces alternando y tú en un constante ñiii ñiii ñiii, al que sólo le pongo una melodía por encima que voy tarareando con la imaginación. La luz se mete a mi vaso de agua del velador. Pienso que es un trago exótico rojo grosella, azul arándano. Rojo con vodka, azul con ginebra, red bull, blue blues, rouge, bleu, cócteles secretos de la felicidad adolescente. Mi bicolor de la primaria: ese antipedagógico lápiz de dos puntas. La bandera gringa llena de estrellas que convierto en balazos. Blue pill, red pill. Las cápsulas bajo tierra. Un chirrido de muelas rojo. Otro azul.
Rojo, calor. Azul, frío. Ayer rojo. Tu pelo rojo en bucles sobre mi cara. Hoy azul. Tu sudadera azul con la que duermes desde que en esta cama empezó a sentirse frío, mucho frío. Escucho pasos en la escalera. Al menos hoy has dormido, plácido, tranquilo. Y yo siento una angustia roja en el pecho y una culpa azul. Tocan a la puerta. Me gusta verte dormido y alumbrado alternadamente por mi traición. Te ves hermoso y tu expresión cambia según sea rojo o azul. Te prefiero en rojo porque siempre me ha parecido que tú eres rojo. En cambio deberías ver mis manos qué bonitas se ven con el azul cuando acaricio tu cara despacito.
Me levanto de la cama y cuando estoy abriendo la puerta, tú estás abriendo los ojos. Entre sueños escuchas que vienen por ti. Afuera la patrulla espera. Mis ojos azules se conmueven y tus ojos rojos me miran llenos de ira. Revuelven todo. No encuentran nada, pero te llevan detenido.
Mañana no estaré aquí. Lo primero que haré con el dinero de las pastillas será comprar una cortina nueva, ahulada, que no deje pasar el frío, ni el recuerdo bicolor.

sábado, agosto 13, 2005

Ayer no escribí un post y esto ahórratelo porque tampoco lo es

Hoy no hay post. No tengo ni puta idea de qué escribir. Es que no hubo plan B el jueves, pero al menos lo pensé. Hubo plan CH de "Chingatumadrebeatriche" se lo advertí. Se lo dije. El viernes me comí dos galletas de cacahuate y un sushi roll. Por lo menos sabía que no había más plan que el mismo plano plan que verdeadamente disfruto.
No escribí porque me estoy hartando de no tener nada qué decir más allá de mi retahila de frustraciones.
Porque por postear posteo cualquier mierda, incluso esta. Pero parece que mi cerebro sigue de vacaciones y añoro la rutina que antes maldije.
Ayer no escribí, ni el jueves. No sé qué decir de la gente nueva, de la vieja, de seguir rizando el rizo hasta quedarme calva de tanta espera y tirón de pelos.
No sé si mañana voy a escribir. Hace un año por lo menos escribía cartas de lluvia y hoy llueve sobre mojado.
Me gustaría largarme de vacaciones a un lugar lejos de mí misma, pero tengo la jodida manía de acompañarme a todas partes. Hoy me llevaré a una comida a la que no fui invitada. Me habían invitado a otra posible, pero tú sabes cómo es esto de la amiga ligona que te deja colgada de la lámpara. Quizá por eso no hay post. Porque no fui yo la que ligué. Aunque si lo hubiera hecho tampoco habría post, habría un remordimiento de la chingada.
El caso es que no hay ligue, ni posts, ni plan B, ni más galletas.

martes, agosto 09, 2005

De puertos y palos

Pasajeros con destino a Ninguna Parte favor de abordar. Y por fin he llegado a mi no casa con el cuerpo más negro que la conciencia y media docena de souvenirs despostillados.
Esta habitación es un mal plagio de mi habitación. Una sala de espera disfrazada de dormitorio. Un punto de partida siempre con la patada lista para arrojarme a otra parte. Un aeropuerto de aviones de feria. Una escenografía portátil para continuar el autoengaño de que he llegado cuando en realidad, sólo vine para empezar a irme realmente.
Siento prenostalgia cuando juego a vivir en el futuro.

viernes, agosto 05, 2005

Quien busca, encuentra

A mí me gusta viajar a mi aire y a mi ritmo. Yo no viajo a destajo como las quinceañeras a bordo. Tampoco viajo como japonés robándole el alma a todo y quitándole el ángulo natural a mis ojos. Prefiero comer tres días mal y al cuarto bien, que ir mordisquéandole de a poco los sabores a la geografía.
Me gusta viajar pausado y que no me quieran timar pues soy la víctima favorita de los cojos, los ilusionistas y los vendedores de cuanta cosa haya. Ya tengo unas maracas y un güiro. Ya tengo pulseras. Ya un tipo me quiso vender cada ostión a un dolar y ya le dije que chingara a su madre. No había podido tomar aire porque Cartagena es muy bonita pero exagaradamente turística. Bastante acapulquera: con aroma a aceite de coco y a playa congestionada.
Pero hoy encontré un reducto de paz. Me solté de la mano de mamá y me fui corriendo. Crucé la plaza y me metí al primer local que encontré. Tuve suerte, el lugar me llamó. Había una mesa de cristal, una buena limonada y una revista que no he encontrado en ninguno de los puestos de periódicos circundantes, pero que llegando a Bogotá voy a buscar. Ahí leí un cuento muy extraño sobre un tipo que coleccionaba las pestañas de sus concubinas.
Lo leí sentada bajo un ventilador y salí feliz porque hoy hizo un poco menos de calor y porque por fin entendí qué diablos pasa con este lugar.
Y así iba yo, mirando los balcones, las plantas, hasta que ocurrió lo predecible: Me encontré con mi mamá y mi hermana al doblar la esquina. Olvidaba que aquí mi libertad mide de esta banqueta al próximo vendedor ambulante y cuesta 30mil o lo que ofrezca el mejor postor.
Al menos me cambió el panorama cartaginero. Ya me parecía muy sospechoso que esta ciudad no me diera posada. Al final, todas las ciudades ceden. O yo me adapto. O nos encontramos en un punto.

martes, agosto 02, 2005

Ai' les mando unas postales

La postal de rigor pero sin sellos de correo (Miren nomás qué chula: Iglesia de San Pedro Claver):
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Notibolasaquienleimporta:

Para que no digan que sólo vine a pasear, aquí les va la información: Después de dos derrotas consecutivas, el equipo de softball obtuvo otra victoria, de manera que la cosa queda así: Si ganan en estos momentos -mientras yo mando el cable informativo, ellas juegan contra Dominicana-, van a cuartos de final, si pierden, por lo menos ya clasificaron para los centroamericanos y para el inicio del ciclo olímpico.

Directo de la nouvelle couisine:

En México les llamamos gringamente hot dogs, y en cualquier carrito le ponen (al que va con todo): cebolla picada, jitomate, chile jalapeño, tocino, mostaza, catsup y mayonesa. En Chile le llaman completo y ademàs de la catsup, la mostaza y un pan un poco diferente le ponen palta, o sea, aguacate. En Argentina les llaman panchos y son bastante anodinos. Pero aquí si se volaron la barda. Ahí les va un perrocaliente con todo: Pan, salchicha, catsup, mayonesa, mostaza, cebolla, salsa de ajo, salsa rosa, papas fritas encima, mermelada de piña, queso y jamón. Zámpate uno de estos.

lunes, agosto 01, 2005

Amanecer de mal humor

Y con tanto calor, no es justo. Renuncio a las corresponsalías deportivas. Renuncio al mar y a los diezmil vendedores inoportunos. Renuncio al hermoso centro de Cartagena y a sus murallas.
El mejor aire acondicionado es el del internet y el del Casino. No volveré al casino porque corro el riesgo de quedarme en la ruina. Mejor me sigo arruinando el día en el internet.
Sólo cambio de pantalla, pero no de hábitos.
Espero que mi mal humor culmine en la puesta de sol.
Si no, larga agonía les espera a mis acompañantes, pero peor a mí porque mal humor y calor no sólo son cacofónicos sino que son en sí, una caca.

sábado, julio 30, 2005

Notibolas informa
Y no, no me refiero a los traseros de los colombianos que hacen palidecer mi achatado culo. Me refiero a las crónicas deportivas. Me autodesigno corresponsal de la selección mexicana de softball en Cartagena.
Disculpen que no use los términos correctos pero yo de este deporte sólo sufro a Mariana -mi hermana y móvil del viaje hasta acá- y a su brazo poderoso que pitcha a no se cuántas millas por hora. Y si no recuerdo las millas menos sé los kilómetros porque ni sé convertir ni entiendo cuando hablan de millas.
En el primer partido ella no salió a jugar. Era el partido contra Puelto Lico. Las jugadoras imponentes, todas muy en el gringo style. Por alguna razón que tiene más que ver con Cantinflas y con las telenovelas que con el sueño boliviariano, la afición se encontraba del lado de México. La primera carrera, fue a cargo de las portorriqueñas. La primera y la última porque las cinco siguientes entraron por parte del equipo mexicano. Marcador final: 1 Puerto Rico 5 México.
Segundo partido del día, dos horas más tarde y no sé a cuántos grados de temperatura; en otro campo en donde el público estaba a favor de Guatemala. No sé porqué si ellos no hacen telenovelas, aunque sospecho que fue precisamente por eso; por resistencia al colonialismo cultural de Rebelde y demás productos televisos.
Entra Mariana de pitcher y el ampayer que también era colombiano empieza a marcarle bolas en donde eran strikes. O eso dicen, porque sinceramente yo no sé cual es cual. El caso es que no sé si lo estaba haciendo bien o mal, pero qué estilazo tiene para lanzar la bola: Al frente, hacia atrás y lanzamiento con pujido incluido.
Reconozcamos que entraron muy confiadas al terreno de juego. Pensando que después de aniquilar a un rival fuerte como Puerto Rico, ganarle a Guatemala sería como comerse una arepa. Y sépase que no. Que les costó pero al final volvieron a ganar 1 Guatemala 2 México.
Hoy juegan contra Colombia pero por razones personales de integridad física, no iré. Ya les haré la crónica con información de segunda mano.

miércoles, julio 27, 2005

Ahora me ves, ahora no me ves

Reportando desde Cartagena de Indias, Colombia.
Aún no he encontrado a Florentino Ariza ni a Totó la Momposina.
Al principio me recordó a Cuba hasta que topé con la inconfundible peste del Mc Donald´s.
Parece lindo, se ve lindo.
Ya les contaré.

lunes, julio 25, 2005

Consumatum est

Desde antes de emputecerme
ya había jugado a ponerme de beso
el manoseado papel arroz,
a leer tus pensamientos
a través del inefable roce
de las yemas de nuestros dedos,
a buscar en tu mirada melosa
sobre fondo rojo ira
el sí desierto en tu garganta.
Sospecho que desde entonces
estaba bordando the end
al reverso de esta historia
pero mira cómo lo digo:
con una ironía torcida,
sólo con el ojo derecho
porque con el izquierdo
siempre salta una ofrenda acuosa:
la eterna lágrima in memorian
de lo que no fuimos.

sábado, julio 23, 2005

Extraña razón por la que sólo puedo escribir de noche o en las tardes lluviosas

Intentaba postear algo, pero es inútil. A esta hora de la mañana, todo mi talento radica en hacer unos huevos con jamón.
Seré amable y cocinaré para la concurrencia.
Así, mientras bato los huevos, recuerdo qué palabras tan brillantes se me ocurrieron ayer cuando estaba a punto de dormir. Era algo para este blog y la peregrina idea de escribir una novela. Seguro que pasando Tres Marías se diluye también el argumento de la novela que tan minuciosamente quedó armada en ese estado en que no hay energía para abrir los ojos pero el cerebro sigue funcionando. La almohada debería tener una grabadora incluída.
Me dejo de torturar para que vuelva el recuerdo y mejor me voy a preparar el desayuno. De paso me libro de lavar los trastes y puedo gozar antes del sol mientras termino de ponerme negra y termino de leer el tercer libro de esta temporada Cuernavaquense.

miércoles, julio 20, 2005

Sirena de agua puerca
Traje a la nube gris arrastrando de un hilo. Y hasta lo infinito hace pausa, porque Cuernavaca se dio un respiro en su pretensión de ser eterna primavera. No sé qué hago aquí, mirando los circulitos fugaces que la lluvia hace en la alberca mientras mis alergias se mofan de todo detrás de un kleenex.
Tampoco sé qué haría allá en caso de haberme quedado. Seguramente vería la lluvia vertical en las ventanas de mi cuarto, intentando desperezarme para ir al cine a las función de las cinco, de las siete, de las nueve; para finalmente no ir y lamentarlo entre comillas, entre dientes, entre paréntesis.
Quizá termine de una vez el libro que pensaba leer con sol y que ahora me acompaña mientras miro la alberca con deseo, como cuando era pequeña y me sentía sirena. A las sirenas se les permite ser más gordas que a las hadas. Las sirenas cantan y no cumplen más deseos que los suyos. Y yo jugaba a ser sirena mientras me peinaba con los dedos arrugados y esperaba que el lugar común que me gritaban los mayores se hiciera realidad: Te van a salir escamas. Pero no, nunca me salieron escamas, ni ojos de pescado, ni morí por la boca. Es que de niña pensaba que las metáforas eran del todo posibles.
El caso es que hoy, heme aquí, sirenita de agua puerca, lejos de mi charco y esperando que la lluvia deje en paz a la superficie azul en la que quiero poner a naufragar algunos desencantos y otros males menores de esos que las duchas no se llevan por el caño.

lunes, julio 18, 2005

Examen aprobado

Ora sí, dígame Licenciada.

Licenciada

Gracias, muchas gracias.

domingo, julio 17, 2005

Libros, libros, libros...

Antonio Marts -que de pronto se cambia de blog y tengo que seguirlo con la miguitas de pan que dejó en el camino-, me pasó esta estafeta literataria:

1. ¿Qué libro(s) estás leyendo actualmente?
El libro de planta: Lo anterior de Cristina Rivera Garza
El recurrente de la temporada: Una miniantología de Sylvia Plath cuya editorial no recuerdo pero que compré en el Soriana de Tlaxcala.
Botanas, entremeses, pasabocas: La revista Replicante (Iván Farías, ya te leí) y releyendo por pura nostalgia el Cómic The Sandman: Noches eternas de Neil Gaiman.

2. ¿Cuántos libros tienes?
No tengo ni la menor idea, pero no deben rebasar los 500. Es más ni siquiera sé cuánto espacio ocupan 100 libros juntos porque jamás los he contado. Sólo sé que tengo el pésimo hábito de prestar libros y he perdido muchos en el camino. Que tengo unos en casa de mi mamá, otros en Tlaxcala, otros en mi habitación temporal. Que tengo unos mancomunados con mis hermanas y algunos que en venganza o en olvido, no he devuelto a sus dueños originales. Así que en resumen, no sé. Soy pésima para calcular.

3. ¿Cuáles son los últimos libros que compraste?
El turno del escriba de Graciela Montes -Ema Wolf (Premio Alfaguara de Novela 2005)
La mujer de mi hermano Jaime Bayly (Tengo morbo de leer a este hombre, no lo he leído antes)

4. Cinco libros que definitivamente hayan cambiado el rumbo de tu vida, o que por alguna razón los traigas siempre presentes en las cavidades de tu memoria
Mmmmm... es que a lo mejor, si hablamos de cambiar el "rumbo" no fue tanto el libro como el momento en que fue leído, o alguna frase o acción, personaje o situación, que detonó algo en mí. Sí, más que cambiar el rumbo de mi vida, diría que en las cavidades de mi memoria, que es bastante precaria, están:
Alicia en el país de las maravillas Lewis Carol
Las ciudades invisibles Italo Calvino
Rayuela Cortázar
Los detectives salvajes Roberto Bolaño
Sobre héroes y tumbas Ernesto Sábato
Pero me faltaría la poesía y ahí más que libros son autores: Fernando Pessoa, Sylvia Plath, e.e. cummings, César Vallejo.

5. A quién le pasas la estafeta...
A quien la quiera responder. Pero a ver, van tres personas que sé que pasan relativamente seguido por aquí:
Iván Farías (Porque ya que te leí, quiero saber qué diablos lees)
Mon Tlacuach (Porque ahora tienes muuuucho tiempo para leer)
Siamesas Lynch (Porque quiero saber qué libro se robaron del baño de Horacio)

viernes, julio 15, 2005

Mester de bloguería

A raíz del diplomado de culturas juveniles, de mi inmersión cual mosca en la web y de algunos artículos que escribí; me interesé en el asunto de la cibercultura y de la cibersociología. Así que era natural que me llamara la atención la conferencia sobre weblogs que ví promocionada en el blog de G. Vega y no teniendo nada mejor que hacer, me enfilé hacia Coyoacán.
Llegué puntual como nunca y empezó tarde como siempre, así que fui con los vecinos del Jarocho por mi kit universitario que si mi memoria no falla consistía en: café late, cigarros Príncipe y cerillos porque nunca traigo.
Pensé que sería algo más relajado y comunitario. Pero no. Por un lado se agradece tan buena organización (aunque a la mera hora falle la materia prima del bloguero: la computadora), pero por otro me sentí en conferencia del Tec con edecanes, hojitas de registro, set de material y nomás les faltó el coffee break que se hubiera agradecido harrrrto porque había muchos, demasiados ponentes de los cuales, sinceramente, no todos eran imprescindibles.
Una participación que me parece que no se valoró en su justa dimensión, fue la de José Luis López en lo que se refiere a divulgación científica. Breve pero contundente y muy gráfica pues sé lo que a los científicos les cuesta publicar un artículo y más o menos sobre ello versó su onda de la divulgación.
Lo que expuso Alberto Chimal me pareció acertado en cuanto al deslinde y desprecio de muchos Escritores (con mayúscula... of course) por el crecimiento de los blogs. Para mí, que esa postura encierra cierto celo respecto que ahora cualquiera puede escribir. Ya hacía falta que todos los cualquieras nos pusieramos a tirar nuestro rollo.
La verdad es que me salí porque yo tengo el cerebro conectado al trasero y en cuanto me empieza a molestar la silla, me desconecto del asunto y sólo pienso en la pierna izquierda, la nalga derecha, la espalda y la cadera. Así que me salí por un cigarrín y me perdí no sé qué.
De lo que dijo Armando Sámano, un blogger promedio, quien resumió buena parte de lo que siente el blogueado; nomás rescataría lo siguiente: La ganas de exhibirse y de ser leído. Como en mi caso. Tal y como dice ahí arribita en este blog: Espejo de Beatriz Patradox para deleite de su soberbia y de alguno que otro voyeur. Pues sí, me gusta que me lean, pero más adoro leerme yo. Además es un buen remedio contra el alzheimer y el si te ví ni me acuerdo.
Cuando empecé con esto del blog, supuse que me leerían esquimales, por ejemplo. De hecho los primeros lectores que tuve y los primeros blogs que leí, que me enlazaron y que enlacé eran argentinos. Jamás supuse que los pobladores del infierno chico me leyeran y eso marcó cierta censura. Después me enteré que me leía mi familia y de ahí que también parezca que soy más buena de lo que en realidad soy. A mí qué me importa que N.N. que vive en la Patagonia, se entere de mis deslices. Pero sí me importa que mi vecino sepa lo que ocurre en el piso de abajo.
Además de los tips Raul Ramírez dijo algo fundamental: El blogero lo hace por diversión. Por otra parte, en lo personal, esto de bloguear me ha permitido sostener un hilo, a veces débil, con el hábito de la escritura muy aparte de lo que escriba en términos de literatura o de los artículos que por gusto o por obligación tenga que hacer.
Orihuela por supuesto y como lo sospeché desde un principio, fue la cerecita del pastel. Muy ilustrativa su charla, aunque me parece que se sostuvo en un nivel muy básico. Sin embargo, me pareció excelente el recuento histórico y algunas reflexiones.
Todos los ponentes en general, bien. Aunque algunos temas de plano me causan ronchas. Soy prejuiciosa, qué se le va a hacer. Así que negocios, mercadotecnia y demás, aunque no fue tan denso como pensaba, sigue lejos de mi área, que a ciencia cierta no sé cuál es, pero esa no es.
El asunto es que finalmente los blogueros somos como los juglares del siglo XXI. Cada uno interpreta el mundo y se pone a cantarlo en su blog. Algunos son juglares de largos alcances, otros somos los juglares de la cuadra. Algunos hablan de la guerra y otros hablamos nomás de nuestro ombligo, que bien mirado puede ser un submundo interesante.
El caso es que después de dos horas y media de rollo y rollo, decidí volver a los clásicos y pasé a la Gandhi a comprar un par de libros. Para ciertas cosas seguiré prefiriendo el papel. Para ir al baño también, pues aunque hay blogs malísimos no sirven para tal efecto.
City lights

Pues sí, estuve estúpidamente deprimida -y lo seguiré estando- a causa de mi supuestamente gozoso desempleo que empieza a dejar de serlo básicamente porque mis ahorros merman, el día parece que anda con muletas y tengo cierta vocación obrera que no me deja gozar cabalmente de mi ocio.
Ahora estoy feliz porque con tres gin tonics me basta para ser feliz. Es que yo soy muy simple. Una visita de jueves al Pata Negra, unos gin tonics y me resucita la gana de seguir en la inopia.
Mi ciudad es tan linda de noche, que ayer me recorrí unas cuantas avenidas nomás para rentar el Perro andaluz y The próspero's book. Después compré comida árabe y me fui a chorear hoooras con Ximena hasta que la arrullé. El martes Rodrigo me tiró un lazo y también fui feliz con el helado de chocolate, Beatrix Kiddo y su ignorada actitud de salvavidas. Todo lo bueno me ocurre en la noche.
Es que la noche es mía. Me sabe tan bien el oscuro, me deslizan tan bonito las estrellas por la espalda, que definitivamente la noche es para mi. La ciudad es para mi. La ginebra Bombay en su botella tan azul, es para mi.
Hoy salí dando un leve giro como el twist de limón de mi vaso. Y me fui con cautela reconociendo cada cuadra que he recorrido una y mil veces de noche, de día, de madrugada. Para beber, para cenar, para ir al cine, para ( ) y para manejar de noche entre el parpadear de los semáforos en vela.
Llegué a casa y estoy tan deliciosamente sola que lo único que lamento es no tener a mano una botella de Bombay para dar un último trago antes de caer obscenamente sobre el lecho de mi resaca.
Mañana ya me preocuparé sobre a dónde diablos llevo a mi pesado cuerpo que hoy bailaba jacarandosamente. Mañana empezaré a ofrecer mis letras, porque no volveré a ofrecer más. Escribiré lo que haga falta: cartas de amor; crónicas de viaje, de guerra, de fútbol en patines. Artículos sobre los gérmenes, el desempleo, el arte del bordado. Pero eso será mañana. Daré dos o tres picotazos para ver si alguien se apiada de mis frases huérfanas y las publica en cualquier papel couché y por supuesto me paga con papel moneda.
Hoy seguiré gozando del dulce sopor del gin tonic. La bebida del 2005. La compañía perfecta del reencuentro con mi ciudad, tan violenta y asquerosa como yo misma. Guac. Si no me cae trabajo del cielo, aplicaré el plan B.

miércoles, julio 13, 2005

¿En dónde se quedó mi cassete de Silvio Rodriguez y mi flora intestinal?
Con diez años de menos
no habría esperado
por tus proposiciones yo hubiera corrido...

(Silvio Rodríguez)

Si fuera diez años más joven, el insomnio estaría hecho de emoción y no de gastritis y angustia. Si fuera diez años más joven, no habría envejecido junto al teléfono que hoy me da un riiiing envuelto en telarañas. Un riiiing que es un vendolete para un balazo a media espalda.
Con diez años de menos estaría escuchando a Silvio. Hoy no sé dónde dejé el disco. Miento. Era cassette y pasaba despacio hablando por mí, es que con diez años de menos yo era muda. En ese entonces, no me ardía el estómago. Sólo me ardía el alma. Hoy apenas recuerdo qué es eso, sospecho que es algo parecido a un sentimiento que jamás se ha repetido.
Diez años más vieja, sólo me queda el incansable beat de la cobardía. La resignación de las mujeres a las que se les perdió la correspondencia en el camino. No salté y sin embargo me hice polvo en el estante de los objetos extraviados. Con diez años de menos no salté y eso que tenía alas. A cambio de mis alas hoy tengo un ángel guardián que se me aparece en algunos sueños. De lejos me recuerda que hace diez años no necesitaba pensar ni en países lejanos, ni en hombres que me posponen la vida, ni en amigos de fugaz consuelo, ni en melox plus.
Eso sí; con diez años de menos tenía la mitad de mis estrías y el doble de estupidez.
Si fuera diez años más joven qué feliz; qué cretina, pero qué feliz. Qué sana y qué feliz. Qué vacilante y qué estúpida, pero qué feliz si por un segundo se hubiera agolpado el valor en mi lengua.
En diez años diré lo mismo y escupiré sobre el recuerdo de mi cobardía. Ya no soy muda. A cambio, voy perdiendo gradualmente la vista y confundo trampas para osos con labios satinados. En diez años a cambio de ángel guardián, me será entregado un perro lazarillo.

miércoles, julio 06, 2005

Porqué no reseñé mi viaje a Chicago

Debe ser porque me atraganté con tantas vivencias que no pasaron ni con la pink lemonade. O porque salir de la misma tienda con la misma ropa, me daba cierto sentimiento de adherencia. O porque ver este cuadro de Cassat en donde estamos mi madre y yo me conmovió mucho. O porque su madre me recordó a la mía no sólo por su edad similar sino por su ternura. O porque en todo el viaje no le dije a Ximena lo mucho que gocé este paseo con ella. O porque nos faltó tiempo. O porque sé que vamos a volver en otra ocasión. O porque me sentí pequeña entre tantos edificios. O porque el olor a curry de la Devon Avenue me hizo olvidar que estaba en gringolandia. O porque lo que hay detrás de la ventana del cuarto piso -pero sobre todo dentro- no cabe en palabras
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martes, julio 05, 2005

Incoherencias del track 01

Cuando mires pasar una tortuga, ponle mi nombre, deletréalo al ritmo de su andar. No es por la tortuga, es para que no me olvides; sé que nombres como el mío sólo se recuerdan cuando se hace hincapié en ellos.

domingo, julio 03, 2005

Incoherencias del track 09
Yo solía pasar las tardes deslizando un cuchillo por mi lengua.
Y mira, no me corta.
Hsta que me lo hendí y aprendí a callar a bocanadas de plaquetas. De puro silencio estoy hinchada; de un vacío más pesado que la suma de todas las cabezas que has recargado sobre mi hombro estoico.

viernes, julio 01, 2005

Fuerzas sobrenaturales, sáquenme de mi ignorancia

Me puse mis tennis de la suerte, esos grises que parecen ratones. Después busqué algo nuevo, algo usado y algo azul... ¿O era amarillo? ¿O eso era para las novias? Da igual. Mi mamá no me dio su escapulario verde, porque dice que soy "un poco atea" y eso no sé si signifique creer en una fracción de dios o sólo en unos diosecillos. El caso es que no me dio el escapulario y era mi única esperanza: que la virgencita me dijera las respuestas, porque sólo podía confiar en un ser supremo o en la necedad de quererme meter cuatro años de carrera en cinco horitas. Ambas cosas siempre fallan, asi que apelaría a echar rollo. Si no convencía al maestro, por lo menos me convencería a mí misma.
En el camino me encontré un pájaro muerto. En el deposité mi mala suerte. Ave de mal agüero. Por su culpa no me iría nada bien en el examen. Pero tampoco tan mal y es que su acción negativa fue neutralizada con la procesión de santos del metro. Una horda de San Juditas Tadeo salía de todos los vagones del metro rumbo a su parroquia, ubicada a pocos metros de mi escuela. Aaay San Judas, patrono de los casos difíciles y desesperados, nunca he creído en tí y me he burlado muchísimo de tu club de fans, pero ayúdame, no hay que ser. Pero poco me ayudó el santito vengativo porque preguntaron justo lo que yo pensé que no preguntarían. O lo que no me aprendí. O lo que ni siquiera venía en mis apuntes. En unas partes me fue muy bien, en otras regular y en otras mal. Pero faltaba un día más de examen.
De copiar, ni hablar, nos cuidó la maestra más odiosa de la escuela, esa que es idéntica a la Señorita Selastraga de South Park.
Al día siguiente, decidí que no llevaría esos tennis, porque ni de la suerte eran. Me empecé a acordar de un montón de miserias que me habían ocurrido cuando los traía puestos. ¡Mierda! con razón no me fue tan bien si a bordo de esos zapatos me han ocurrido desgracias memorables.
No encontré ningún pájaro muerto, ni San Judas en las escaleras eléctricas. Pero yo llevaba una frase amuleto que me regaló uno de mis hacedores de frases favoritos. Frase mitad poesía, mitad buenos deseos. Así que me la dije, me la creí, y empecé a contestar el examen como si estuviera poseída.
Nuevamente de responsable del grupo, la Señorita Selastraga. Pero a mí ya no me importaba, yo deslizaba la pluma sobre el papel con una facilidad increíble. De pronto me dieron ganas de mear y las tres respuestas que me faltaban aparecieron en el bolsillo de mi pantalón justo cuando fui al baño.
No vuelvo a creer en nada. Lo único que me sirvió fue la frase amuleto y las frases de mago que salían de mi bolsillo.
En quince días me informan si soy licenciada o si sigo siendo licenciosa. O mejor aún, licenciada licenciosa.
Y es por eso que no había venido a escribir. Porque además del examen, tuve que entregar una buena cantidad de trabajos. Y porque además me fui a la ciudad de los vientos. Y porque era necesario hacer una pausa para que se oreara el blog. Empezaba a oler a letras muertas y a letrinas desbordadas.
Pero ya vine. Gracias a los que apretaron la tecla de la pausa.
Regresé.

martes, junio 14, 2005

Ahora sí que odio los domingos

No sé a cuantas revoluciones giren los domingos, pero se me acabó el paso lento y nostálgico de la resaca y el arrepentimiento. Maldita la hora en que moví la palanquita del tocadiscos.
El domingo era mi día favorito para escribir y para estar triste. Como me dijo Simón el jueves: "Pareciera que en Londres ser triste no es malo" Pues así mismo me ocurría los domingos: Ser triste no era malo. Un domingo triste no era de lamentar sino de contemplar y de exprimir. Un domingo era como mi Londres con niebla, con río y con vientos de abajo.
Se me acabaron los domingos fértiles de saudades. Ahora tengo que salir corriendo a la regadera antes de que lleguen todos a la comida familiar y a voltear mi domingo de cabeza. Cuando vivía sola, los domingos casi no comía. Ahora me atasco los huecos literarios con pedazos de chicharrón. Los domingos fumaba y divagaba. Ahora fumo Camel y soy un erizo.
Y me gustaría decir que los domingos son lo único que extraño. Pero mentiría porque extraño los árboles, los fuegos artificiales de los pueblos aledaños, la visita inesperada de la media tarde o de entrada la noche. Echo de menos los ventanales, la montaña y la chispa que saltaba poco antes de las ocho y que me ponía a teclear para robarle las últimas horas a la semana.
Ahora no sé ni en qué día vivo. Sólo sé cuando es domingo porque tengo que cerrar mi cuarto para fingir una privacidad que ya no existe. Lo que más extraño de los domingos es a mí. Casi ya no me tengo y me diluyo en las charlas pueriles para olvidar que hubo un tiempo en que odiaba los domingos porque casi los amaba.

jueves, junio 09, 2005

L'esprit de l'escalier

Los franceses llaman L'esprit de l'escalier a todas esas cosas brillantes que se nos ocurren cuando nos estamos yendo de un sitio. Ese "hubiera" que se queda suspendido en un discurso imaginario y se acompasa con el plas del último portazo.
La verdad es que esto no se lo escuché a ningún francés. Lo leí en un cómic; pero fue verlo y reproducir mentalmente unas escaleras en particular: oscuras y frías más allá de la metáfora y con escalones amplios para ir pateando silencios.
En esas escaleras me esguincé un tobillo pocos días antes de que se me fracturara la dignidad. Recuerdo que respiraba hondo para no llegar sofocada. También recuerdo que de subida eran geniales y de bajada me hacían llorar.
Ahora entiendo quién desató esta manía de silencios y sonidos que jamás hicieron música: fue el espíritu de la escalera. Lo que no entiendo es porqué el cabrón se mudó contigo si ahora vives en la planta baja. De cualquier manera lo que debí decir y no dije, forma parte del eterno inventario de frases a destiempo.

domingo, junio 05, 2005

Sábado Distrito Federal

La noche del viernes era cálida, bucólica, bella. La imponente montaña frente al amplio ventanal de mi casa de provincia, que por una indefinición de tiempo-espacio-dinero sigue siendo mía por lo menos en parte, proporcionaba el ambiente preciso para chutarme los ocho libros de poesía que por una módica cantidad debía reseñar, criticar y evaluar.
Al alba, me fui a dormir pensando que tendría un sábado de pierna suelta por lo menos hasta el medio día. Pero a las nueve, una mujer histérica comenzó a golpear la puerta para que moviera el coche porque estorbaba su terreno. Pero no sólo el coche estorbaba según ella su pedazo de tierra. También las escaleras de acceso a mi casa, se le habían puesto en su camino así que sin más, las destruyó. Evidentemente no pude volver a dormir por el ruido y por la angustia de ver como uno a uno iban tirando los escaloncitos. Salí a ver qué onda, pero cuatro tipos, la señora histérica, una excavadora con todo y conductor y un abogado mentado pero no presente, me acobardaron.
Así es como llegué al D.F. buscando la calma y el sosiego que la vida de la montaña me negó esa mañana. La carretera me ofreció todo el calor y todas sus curvas para llegar jadeante y sudorosa a la regadera y de ahí al metro y de ahí al concierto de Café Tacuba.
Se me olvidaron dos cosas. La primera que ya no tengo quince años. La segunda que yo conocí a Café Tacuba cuando era Café Tacuba y no Café Tacvba así que ni puta idea de las nuevas baladitas adolescentes y ñoñas.
Intentamos salir y eso era misión más que imposible. Por supuesto dí la nota pero no diré cómo, ya bastante vergüenza pasé ayer.
Después fuimos a un antro anodino con gente anodina, música anodina y por suerte los precios también lo eran. Pasamos por calles en reconstrucción, campos minados lleno de cables, agujeros, señales mal puestas, coladeras destapadas. Luego caminamos y caminamos y caminamos hasta que a la altura de Álvaro Obregón pudimos tomar un taxi.
Llegué a casa. Calor, mosquitos y más poesía. Ahora son diez libros los que hay que calificar.
Hoy no tengo ganas de escribir este post. No es relevante. Pero es para no dejar un hueco tan grande entre el escrito anterior y su presencia rotunda; y las minucias estúpidas de mi vida diaria.
Mejor me pierdo en las minucias.
Con su permiso.

martes, mayo 31, 2005

Por si vuelves

Tu mensaje me llenó de sorpresa. De esa sorpresa que nace en la médula y se instala doliendo en la nuca. Después unas lágrimas y ahora sólo espero no cagarla más con esta respuesta no solicitada.
No sé si regreses por aquí, no sé cómo diste con este blog que comenzó como una terapia y terminó en una vitrina. Y eso fue: terapia. Hablar de todo lo bueno, me regresaba al caracol de nuestra casa y de nuestras ruinas. Quizá el error del despecho y el temor del abandono pusieron esas palabras. No diré que mentí, sólo que hice una apología del dolor para hacerle un cerco a todas las demás complicidades.
Si ahora, con la piel desmarcada y con el tiempo y las historias transcurridas, pudiera decirte en dónde está el nudo, te diría que está sobre todo en el abandono de la amistad que no pudo ser. Porque del amor, yo ya no sé si pueda hablar con tanta soltura. Las historias marcan. La nuestra me marcó profundamente.
No tengo ya cabeza ni corazón para el rencor. Muchas cosas han pasado desde entonces. Y aunque no parezca, yo reconozco la parte de la historia no expuesta: mis histerias, mis reclamos, mis exigencias, mi posesividad. A estas alturas, cada quien sabe donde le aprieta el zapato.
Yo, como villana, soy casi cómica. Creo que tengo mucho corazón y bien lo sabes. Sé que ideo planes maquiavélicos en la cabeza y al final, acabo dando y entregándome. Soy asquerosamente buenita por naturaleza.
Hace unos días encontré aquella frase de "Habías de ser muda que Dios te dio esos ojos" y necesité saber de tí. Y al parecer, te invoqué. Me da gusto saber que estás bien. Yo también lo estoy, con una vida muy cambiada y unos planes que me dan sosiego. "Madurar" es una palabra que antecede a la prodedumbre, por eso prefiero decir que en algo he cambiado.
Y también te deseo mucha suerte en tu camino y que todo fluya como deseas y como mereces.
Si te digo que yo también puedo saludarte sin dobleces, no estoy mientiendo. Sólo que no sé si ahora mi mano se quedará extendida y yo mirando al infinito. O si habrá un lector del otro lado. O si era un adiós. O no sé.
Lo que sé, es que mi correo sigue siendo el mismo, por si algo necesitas, por si crees que los lienzos se puden zurcir, por si aún entre tantas cosas, queda la amistad que nos juramos siempre un día que nos sentamos en las vías del tren, se me rompió el zapato y tú lo arreglaste con el celofán de los cigarros... y es que aunque mi voz siempre tenga tono de reproche, la verdad es que compongo muchos de mis recuerdos con esos detalles y así es como me he salvado y te he rescatado de mi propia amargura.
Un beso.

domingo, mayo 22, 2005

Genética y lado izquierdo

Según Lucia y su acervo científico, las personas que somos zurdas teníamos un gemelo que se desintegró durante el periodo de implantación o de gestación. Yo le creo porque ella es científica loca y alimenta tilapias en un laboratorio. Además yo creo las cosas según me gustan o me convienen. Y a mí me gustó eso de pensar que se me incrustó un gemelo en el cerebro. O que me lo tragué como si fuera píldora, con un vasito de líquido amniótico.
Estoy segura que mi gemela o mi gemelo, se quedó con la vida ansiada y me dejó a mí la vida real. Eso es una venganza por comérmelo y eructarlo en el vientre de mi madre. Mi gemelo debió ser diestro y evidentemente yo soy la siniestra. En esta seudo explicación puedo descansar mi fascinación por Alicia y su espejo, mi duplicación de vidas, mi amor compulsivo por los bipolares, mi siamesismo que tira para lados diferentes.
Otra de las teorías sobre zurdos dice que los que usamos este lado (el izquierdo), somos más propensos a enfermedades del sistema respiratorio y a reacciones alérgicas. Esa es otra revancha de mi gemelo nonato. Me condenó a vivir empantanada en mis propios mocos.
Hay muchas cosas que se dicen de nosotros los zurdos. A mí todas me dan igual. Que si somos más inteligentes y más creativos, que si es una afección cerebral, que si tenemos una tendencia mayor a la homosexualidad... Todo me había importado un pepino. Lo único que me incomodaba de este tema eran las bancas de la escuela y que me estorbara el comensal de junto en una mesa. Pero así como mi hermana Mariana culpaba a su amiga imaginaria de todas sus travesuras, yo voy a culpar al hermano gemelo que tengo incrustado en algún punto de mi extensa anatomía, de varias cosas. Empezaré por culparlo por robarme mis sueños y devolvérmelos a cucharadas en mis ratos de vida hipotética (Ahora entiendo que no son actuaciones de una vida que no tengo, sino que por ahí respira el gemelo). Lo declaro culpable de mis problemas psicomotores. Pero sobre todo, lo culpo de no haberme acompañado en carne y hueso sino de incrustarse en mi y obligarme a ser gemela de mí misma.

viernes, mayo 20, 2005

Episodio III

Sí, ocurrió justo lo que todos sabíamos que ocurriría. Pero más chido.
No me defraudó para nada.
Cada vez estoy más enamorada de Obi Wan Kenobie, pero ya no quiero ser la princesa Leia, porque ahora soy...
Your Star Wars Name and Title
Your Star Wars Name: Beapa Dimex
Your Star Wars Title: Acacho of Anairam

martes, mayo 17, 2005

I don't know what to do with myself...

Y así cantaban el sábado los White Stripes en un concierto al que no tenía planeado ir tres horas antes de que empezara. Pero Ximena llamó y ofreció flamante boleto y me largué. Y como yo no sé qué hacer conmigo, me llevo a todas partes. Es que cuando me dejo sola, me da por llorar o por querer ser Uma Thurman. O por caerme del árbol de las feas y arañarme con las ramas (Tarantino dixit).
Tengo una pareja que se ofende por el post anterior, una casa decente con pisos delatores de madera y una prima que cabe dos veces en una sola pierna de mi pantalón.
Tengo pies más bonitos que los de Uma Thurman. Pero quiero su traje amarillo conmigo dentro. No sé qué haré con lo que sobra de mí. Quizá un ejército de 88 nipones.
Sabré qué hacer conmigo cuando tenga un fin de semana con White Stripes y medio litro de helado de chocolate para tres. O cuando sea Beatrix Kiddo. O cuando el señor de marrón comprenda que el amor no es un bien patrimonial.

miércoles, mayo 11, 2005

Pre lluvia

Me duele la rodilla y de súbito comprendo lo que me pasa.
Necesito enamorarme descarnadamente, urgentemente, apasionadamente.
Como antes, pero justo ahora.

lunes, mayo 09, 2005

Mi vida como gajo

Llego a mi no casa y la duela esconde bajo sus crujidos vocecitas que dicen mi nombre. Saco dos capítulos de mi vida y los leo. No eran ellos quienes me hablaban; no pretendo que dos cuadernos de pastas rosadas me llamen por mi nombre. Son cosas diferentes escuchar voces y buscar mi propia voz, aunque ya no es mi voz sino un susurro adolescente del cual me río con indolencia. Si lo cuento así es porque ocurrieron en ese orden y si oigo voces y me refugio en el pasado es porque así soy y qué le vamos a hacer.
Es que ayer iba buscando por dónde diablos se rompió el hilo. No encontré nada. Soy muy hábil para los zurcidos invisibles y los nudos marineros. Encontré, si acaso, el reflejo de la necedad extemporánea y la certeza de que ahora me flagelo mucho menos a menudo. Al menos le he dado pausa a mis poros.
Quisiera hablar de poros pero no puedo. De todos poros. De todos estrellas de una sola noche bailando en el escenario de una función única. Bailando acostados o de pie. Yo qué sé de eso? no sé nada. Sólo sé que me desgajo de la mandarina que somos en el momento preciso porque necesito exprimirme en este recipiente atemporal. Ayer quería ser una pared, hoy quiero ser Yoko Ono. Mi vida como gajo tiene ciertas pretensiones de villana light e incomprendida.
Quisiera que la duela no me hablara. Quisiera escuchar voces en los aullidos de los árboles de mi verdadera casa. Pero no sé porqué diablos hablo de casas, si eso no es lo que me importa. No hablaba de cáscaras, sino de gajos y de preferencia sin semillas. Que las semillas echan raíces y yo lo único que quiero echar es una siesta. Sucede que me canso de ser mandarina y entonces, mejor soy gajo.

sábado, abril 30, 2005

Trenes y andenes

Me vi pasar en un tren y quise irme conmigo. Mi lugar lo ocupaba ese pasajero que no pagó el boleto y que se sentó junto a mí. No me molestó que no haya pagado. Lo que no toleré es que también estaba de pie esperándose a sí mismo y mirándome con recelo, casi con odio. Como si deseara escapar de nosotros a bordo de nosotros mismos y como si este andén fuese una condena de perpetuidad y estancamiento.
Una estación más allá me miré de nuevo y deseaba que yo misma bajara para hacerme compañía. Pero el tren siguió de largo y me saludé desde arriba y a su vez el hombre se saludó y se deseó suerte. La repelencia no venció la tentación de mirarnos de reojo y entonces nos volvimos el espejo ineludible de los contrarios estáticos que se saludan con la misma mano aunque pretenda ser la contraria.
Nos vimos pasar en un tren y quisimos irnos conmigo. Tu lugar lo ocupaba yo y me senté junto a mí.

miércoles, abril 27, 2005

La privatización del camaradita

Avenida Doctor Vértiz es un vértice referencial importante que gracias a los mitos, las anécdotas y el imaginario colectivo de los narvarteños-delvallinos; terminaba justo en donde empieza la acción y su buen nombre: La Doctores.
Pues en el tramo transitable, y pasando la glorieta del SCOP-que escribo así porque supongo que son las siglas de algo sexenal que ya no existe- estaba mi amigo el camaradita.
Siempre con su boina a lo Ché y sus botones de Patria o muerte, de banderas de la URSS y de efigies comunistas; vendía chicles, carlosquinto, pastillas usher y pasando la Perestroika creo que inclusive cigarros. Se acercaba a la ventanilla del auto y te ofrecía sus mercancías mientras decía Camaradaaaa, camaradita, chicleeeeees Y entonces te decía son 4 rublos o 4 peniques o 4 rupias o la moneda que se le ocurriera. A mi progenitora le caía muy mal, pero a mí, al principio no sabía porqué y después lo supe, me caía genial y entonces pedía que por favor le comprara algo al camaradita.
Vendía sus cosas en contraesquina de una librería que tenía revistas y libros de la URSS y de varios países socialistas. Y no sé porqué cosas raras de mi madre, un día me llevó ahí y fui cuando descubrí que la palabra socialismo no era tan oscura como me había llevado a pensar el conservador medio en que di el primer estirón. En parte fue gracias a una revista llamada Sputnik que era como la Selecciones (mismo formato y diseño) pero justo en el lado ideológico opuesto. Incluso traían chistes y anécdotas bobas al final de las páginas. La demás carga ideológica tendría que ver primero con monjas rebeldes y después con mi entrada a la UNAM.
La librería ya no existe. Creo que cuando entró Mc Donalds a Rusia, ahí pusieron una refaccionaria. Eso ya lo sabía y lo tenía parcialmente asimilado, pero lo peor de este día fue ver al camaradita sin boina y con un overol amarillo vendiendo tarjetas de celular. No sé si siga diciendo camaradita, sólo espero que lleve la revolución por dentro de su traje amarillo. Como muchos, pos ya qué nos queda.