lunes, mayo 31, 2004

Aburrida...

Me aburrí de ver siempre el mismo foco encendido con sus lucecitas estroboscópicas rotas por hilos de araña. Me aburrí de leer La Jornada y no hacer nada por el país; me aburrí de leer el Milenio y no hacer nada por modificar mi opinión sobre los políticos; me aburrí de leer la Cosmopolitan y no hacer nada por mi cuerpo; me aburrí de leer a Carlos Fuentes y decidir que ya me aburren sus aburridas narraciones.
Estoy aburrida de aburrirlos siempre con mi rutina circense de humor ácido. Aburrida de parecer espontánea a costa de mi propio aburrimiento y aburrida de aburrirme con sus risas aburridas.
Me aburre darme cuenta que vamos como en la tercera serie de aburridos deja vús y que es la infinita vez que aburrida, pregunto por esa bola que tienes en la cabeza. Y aburrido me respondes que te aburre mi pregunta tan aburridamente repetida.
Me aburre la excepción de la reunión y me aburre que al saber ya lo que sigue, me aburriré de sólo imaginarlo.
Me aburre aburrirme, pero aburridamente bostezo mientras de mi boca hueca salen mil aburrimientos que se desplazan por los días con sus aburridos pasitos.

viernes, mayo 28, 2004

Crónicas de la real estupidez
Salía de la boda real que celebraba el arte con los patrocinios. Esponsales aderezados por salmones ahumados y cubertería importada del reino de Puebla, ex-profeso para tan digna ocasión. Ya sabe usted, Cocó, que en Puebla se pintan solos para los detalles barrocos y toda suerte de monerías.
Mi carruaje se había quedado un poco lejos, pero tampoco significaba mucho problema porque está de moda caminar. Añadamos la ventaja de que no llevaba tacones a pesar de que mis zapatos eran finos a la par que elegantes.
La noche era lúdica y ensoñadora por lo que cuando levanté mi falda de seda para cruzar el umbral de Palacio, dudé entre volver a mi palacete veraniego de la colina o visitar al Conde que vive al final del pasillo. Supuse que habría tertulia y mis pómulos, incitados por el vino, se cubrían de crepúsculos.
Al tercer paso sentí la vista del sapo sobre mi espalda. De haber llevado tacones la hubiese sentido sobre mis nalgas. Es que los sapos, pequeños animales son. Me giré sobre mis talones procurando no perder vergonzosamente el equilibrio.
Y es que hace muchos, pero muchos años en una lejana y olvidada montaña, besé al sapo repetidamente y el muy obstinado jamás se convirtió en Príncipe. Por contraer nupcias con la Infantita Infantina, le dieron el título de Marqués de la Chingada hace relativamente poco. Yo le seguía viendo cara de sapo y es que, ya sabes mi querida Cocó Chanel, que aunque la mona se vista de seda...y no lo digo por mi falda ¿eh? que si bien es meidinchaina, los chinos tienen fama por sus capullos.
Olvidé la visita al Conde y sus secuaces. La noche ya era otra. El Marqués de la Chingada sentenció con su cinismo habitual la enérgica maldición: "Mientras tú sigas caminando por "X" y yo por "Y" nos seguiremos encontrando, vivimos en fractales, en coordenadas" Apuré el paso por el sendero y el sapo me seguía y me seguía y me seguía siguiendo...¡qué manera de brincar tienen estos animales!
Al llegar a mi palacete la alergia se apoderó de mi y recordé lo dicho por mi institutriz (sí, la misma que me regaló el látigo y me condecoró como dominatriz): los sapos suelen tener la piel cubierta por verrugas y tubérculos formados por numerosas glándulas las que segregan sustancias tóxicas que actúan al ponerse en contacto con las mucosas de eventuales enemigos. ¡Oh no! el famoso escupitajo del sapo. Interminables pañuelitos bordados intentaron fallidamente limpiar mi nariz, incluido aquel que agité en una de las muchas despedidas fallidas y hasta un par de sábanas Smoking size.
El sapo empezó a brincotear obscenamente al ritmo de psycho. Desesperada le solicité el remedio para neutralizar el conjuro. Me dijo que me lo daría a cambio de tres gotas de aquel perfume Funtastic que yo usaba antaño y que tanto le gustaba. Le dije que por mi, se lo podía beber todo, pues ahora usaba una fragancia mucho más acorde a mi nueva posición social. Me metió un puñado de antistaminicos de todos colores, los cuales me sumergieron en un sueño profundo que me hizo perder el conocimiento por algunas décadas.
Lo último que supe, estimada Cocó, es que la Infanta Infantina no le creyó que el perfume que exudaba se lo habían rociado sus hermanas en una broma estudiantil (para la cual, por cierto, ya estaba grandecito). Esto fue no sólo causal de divorcio sino que ameritó que su título nobiliario fuera desconocido. Por si fuera poco en un coto de caza en el que se reunió con algunos Lores de Apizaco, se dislocó el codo de la mano izquierda lo cual le impedirá recurrir al autoconsuelo. Y así fue como el sapo perdió la dignidad, la esposa y la posiblidad de hacerse, ya jodidamente, una chaqueta. Eso sí, no hay que olvidar que mientras este mundo siga moviéndose en coordenadas, el sapo puede aparecer en cualquier momento.







martes, mayo 25, 2004

Mi vida en el refrigerador
He decidido que se queden los yogures y un par de cebollas podridas, inquilinas que no pagan ni su renta congelada. Me da pena echarlas a su suerte, además ya crearon una liga verde a la caja de las verduras y se niegan a ser desalojadas.
Cubriré mi cuerpo con plástico adherente y una señora con delantal opinará que no es carne magra y que no sirvo ni para hamburguesas de Mc Donald's. Cerraré mis ojos tristes de pescado para que no venga un niño a picarlos con los dedos.
Será un problema especificar la fecha de caducidad. Tengo partes echadas a perder y otras que a base de conservadores pueden durar años y años. También tengo áreas asquerosamente dulces que fermentarán indefectiblemente y otras tan húmedas que se cubrirán de pelusa blanca y verde.
Voy a quitar la charola del centro para tener más espacio y adoptar una posición yogui de total relajación. Aspiraré hondo el gas del refrigerador para sumirme en un viaje que me lleve lejos de los abrazos cálidos, las calenturas premenstruales y los sudores cuerpo a cuerpo.
Cambiaré mi cara rojo tomate por un bonito color azul cerúleo. De mi nariz brotarán un par de estalactitas que reposarán en el laguito escarchado de mis labios.
En los imanes decorativos de la puerta, dejaré mis posts y confio en que alguien pase a transcribirlos a mi querido blog. A cambio prometo guardarles las cervezas y dejarlas bien frías. Si observan que bajó el nivel de las botellas es porque he brindado por ustedes.
El beneficio más chic de todo esto, es que según recientes estudios anticientíficos, no hay nada como la hieloterapia para bajar de peso ya que reduce, reafirma y reactiva la elastina. Así como los gays salen del clóset, yo saldré del refri en cuanto me asuma. Y como saldré tonificada, reafirmada, reducida, fría y calculadora; mi vida será un exitazo de ficción. La gente dirá que lo tengo todo: ideas fijas y escarchadas, un corazón que bombea cubitos de hielo y un cuerpazo de que dejará fríos a todos. Mi sonrisa congelada les hará saber que todo está bien porque entonces seré una chica super cool(era).




sábado, mayo 22, 2004

Futurit@ 2005

Nickname: Futurit@
Nombre real: Se decidirá por un volado entre los padres.
Fecha de nacimiento: Enero del 2005
Sexo: Inauditable por el ultrasonido.
Señas particulares: Ninguna todavía aunque auguramos baja estatura.
Afiliación futbolística por default: Puma.
Futurit@ es la esperanza de que hay futuro aún en seres como nosotros. Le tejería una chambrita, pero como no sé hacerlo sospecho que cuando empiece a dar patadas voy a cobijarlo con algún cuento nuevo.
Futurit@ no sólo es el hijo de la endogamia de nuestra tribu, sino que vendrá a reforzar lo que hemos sembrado en este sitio. Cada uno de nosotros le dedicará los mejores sentimientos que solemos ocultar tras la cotidiana caguama.
No te preocupes futurit@, estás en buenas manos. Tu madre se prepara para ofrecerte un nido confortable. Nosotros soportaremos a tus padres y a sus nueve meses de embarazo y cuando llegues, todo estará bien.

jueves, mayo 20, 2004

Hola, jodido pasado
Venía cabizbaja haciendo una apuesta conmigo misma. Ganaría si el número de personas que tendría que saludar en el trayecto de mi oficina a Telmex era mayor a cinco. Perdería si ganaba la apuesta porque me caga ir saludando gente como si fuera la reina de la primavera. Aún no llegaba al semáforo cuando ya llevaba dos sujetos saludados. Me detuve en la esquina, y saludé al tercero. La panza se me había llenado de agujeros. Perdí la apuesta a priori.
Es increíble que después de tantos años resucite una historia tan perversa como jodida. Después de saludarlo, lo primero que pensé fue que hoy vengo vestida de una forma excesivamente ridícula. Y caminé con la mandíbula apretada pensando en mis brochecitos en el pelo que me dan un aire estúpido y en mi blusa blanca con rojo que hace juego con mis zapatos blancos con rojos y en mi falda de mezclilla que pone en evidencia unas piernas imperfectas. Me odié por haberme pintado el pelo y no quería pensar en otra cosa porque ponerme a mi misma como barrera, siempre es una garantía de infranqueabilidad, de obstáculo, de contundente estorbo. A la media cuadra se me coló por ahí un recuerdo que detonó la bomba de mierda que sigue radiando traumas, complejos y recuerdos. Una cree que es prueba superada, pero mira a Chernobyl.
Y pasé por un lugar en donde pude haber comido, pero pensé que el caldillo de jitomate de los chiles rellenos era altamente incompatible con el shock del encuentro. Seguramente toda la tarde regurgitaría mentadas de madre, angustias, reclamos. Ni qué decir de las flautas de res, crujientes como mis dedos en la boca del interfecto.
De haber tomado una terapia a tiempo, colocado doble cerradura y escuchado mis gritos desaforados, ahora mismo no me sentiría ridícula ni tendría un nudo en la garganta. Y lo más importante: hubiera saludado al tercero con un escupitajo en la cara y hubiera corrido para alcanzar al cuarto y plantarle un beso en la boca.

lunes, mayo 17, 2004

¿Qué haces cuando llegas a casa?
Me da terror seguir empecinada en ser una musa. Mataré dos veces al hijo de puta que cambió mi cotidiano espejo por una foto de Beatriz retocada en photoshop. Odiaré al imbécil que decidió que las señoritas llevan falda y los señoritos pantalones. Y es que cuando miro mis manos en el teclado, tomo conciencia de que soy totalmente bichomorfa y batracística. Campiruleo como una imbécil más que se tropieza y se tropieza sin encontrar el agujero definitivo por donde nos colamos en el recuerdo. Mala idea empezar a extrañar brazos y piernas de un cadáver que no tuvo el placer de conocerme. Pésimo chiste aquel de jugar a Gulliermo Tell y darle de lleno en la manzana de Adán.
Me da terror asomarme por la ventana y darme cuenta que esos reflejos no son luciérnagas sino una ciudad ahogada entre barro y espejos. Este remedo de boca es en realidad un trapo con el que se han limpiado todas las caras de esa ciudad. Dejo el esqueleto intacto de un pez espada, no le cedo el placer de albergar ninguna víscera, ningún placer.

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Doy un trago al refresco que compré en el super como ya dije ayer. ¿A quién diablos le importa mi lista del super? No tengo pudor. ¿Qué haces cuando llegas a casa? Yo no tengo a quien saludar. Y cuando tuve, no siempre me saludaba. Nadie pondrá el disco que no quiero oír. No recibiré quejas por esparcir el humo por toda la casa. Así que me siento y llegan los miedos a hacerme compañía.

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Lo que no entiendo es porqué escribí lo anterior pensando en subirlo al blog. Por qué mi computadora está programada para conectarse de inmediato a Internet. Lo que no entiendo es de dónde me nació este afán de exhibición. Debe ser mi trauma porque cuando yo quería ser patito la maestra me dijo "Tú te vistes de azul y eres el lago" y permanecí en letargo toda la obra de teatro mientras la pinche güerita era el patito cisne. Debe ser eso o mi encomiosa labor de mirarme el ombligo con la misma paciencia que tenía cuando de niña observaba los hormigueros e inventaba historias de hormigas. Infancia es desatino.
¿Qué hará con mis palabras quien las lea? ¿Un trozo de papel higiénico? ¿Un guante de béisbol? ¿Una manija de puerta? En realidad, ¿por qué tendría que hacerlo? A quién le importa si Beatriche deshace una puerta a patadas, si la raptaron los mohicanos, si desea de todo corazón que maten a Bush, si come y luego se deprime, si se deprime y entonces come, si llegó a su casa y dijo: "Ya llegué" para ver qué se sentía que nadie le contestara.

domingo, mayo 16, 2004

Lista del supermercado
1 Acondicionador 16.90: Así no batallo desenredándome el pelo.
1 Alimento para gato 37.90: Sí, mis gatos sólo comen Whiskas y aunque a últimas fechas no los soporto, hay que consentirlos un poquitín.
3 Atún en agua 22.47: Siempre listas para mezclarlo con mayonesa. Aunque por lo general suelen aliviar las carencias alimenticias de mis gatos cuando se terminan sus Whiskas.
1 Chinchetas 15.99: Tengo un poema de Oliverio Girondo que quiero colocar en la puerta y un par de fotos para pegar en el ropero.
1 Croutones 13.89: Panecitos para la ensalada. Me agobia lo light y tengo que aderezarlo con calorías.
1 Galletas chocolate 19.90: Saltaron al carrito de compras unas oreo tamaño mini que me resultaron i-rre-sis-ti-bles.
1 Jabón polvo 21.99: Para lavar mi ropita.
1 Limpiador 14.49: Pato purific con chispas moradas que se adhieren al sarro. Qué cosas.
515 gramos de Milanesa de pollo: 27.76: Que se supone que es para comer sano. Paliativo de algunos artículos comestibles que verán en esta lista.
1 Pan dulce 10.99: ¡¡Es que eran tan pequeñitos!! Versión mini de mantecadas, negritos y donitas. Ideal para ver tele y zambullirlos en leche fría.
1 Paño esponja 13.89: Lo ví y dije: Esto es lo que necesito. Absorbe 15 veces su peso. Ideal para cuando mis amigos ebrios tiran su cerveza.
2 Pañuelos desechables 29.98: Dos cajas porque ya empiezan las lluvias y eso me hace moquear mucho. Malditas alergias.
1 Pasta crest 16.90: Dice ahí que extra blancura. A ver si se me limpian los dientes y mi padre deja de decir "fumas mucho y se te amarillean" lo poco que lo veo y lo mucho que se queja. Bah.
1 Puré de papa 14.90: De cajita, claro. Las papas tardan mucho en cocerse.
1 Queso cabra 29.75: Ideal para la ensalada.
1 Queso crema 20.90: Para untar en galletitas y echarme a ver la tele.
1 Queso massdam 19.48: Un pedacito, nomás pa'l antojo.
1 Tortillas 6.30: Para que vuelen lejos, lejos y me recuerden. Quizá debería enviar una foto pero mejor mando tortillas de harina que recuerden noches frente al ventanal.
1 lechuga empacada 16.50: Lista para comer y para atascarla de queso de cabra, aderezo y crutones.
6 refrescos diet 33.50: Para quitarme la sed y relajar a la conciencia.
1 toalla femenina nocturna 16.50: Indispensables para dormir bien. Ya bastante tiene una con esos fatídicos días.
1 toalla femenina regular 25.40: Con suave cubierta, aloe vera y vitamina E. Soy una víctima de la publicidad. Los publicistas no deberían jugar con esto porque una se las cree todas y ahí está comprando estas mierdas.
2 vegetales lata 8. 60: Me gustan las verduras en lata. A veces ceno de sandwiches de lata con mayonesa.
1 dispensador de jabón líquido 7.95: Hace juego con el vasito para los cepillos de dientes de abajo y además está de oferta.
1 portacepillos 5.52: Hace juego con el dispensador y estaba super rebajado.

Este ejercicio tenía por objeto autoconvencerme de que no soy una consumista irracional y de que cada uno de los objetos arriba mencionados tiene un valor y un peso específico sin los cuales no podría vivir. Para mi desgracia, terminó siendo un ejercicio de conteo calórico en donde salgo muy mal librada. El autoflagelo se vuelve indispensable. ZAZ, ZAZ, ZAZ... y otro ZAZ por los niños que se mueren de hambre. ZAZ
I blog you!
Llegué tarde a mi taller de narrativa múltiple o literatura múltiple o arterioesclerosis múltiple o como diablos le hayan puesto. Llegué tarde porque estaba cruda y ya no leí mi cuento. 'Ora hasta junio. Por azares de mi demora tocó sentarme a un lado de la hiena sangrona con quien tengo un pacto de no agresión, mismo que firmamos imaginariamente a ritmo de Amanda Miguel (Vaaaamos, hagamos un trato, un dulce contrato que quiero cumpliiir) y que consiste en despedezar al mundo pero no dañarnos el uno al otro. Se nota que nos conocemos: yo lacra, él ladilla y/o viceversa. En secreto, la hiena me contó que ha culminado el bloggergate que distanció a las dos señoritas sentadas frente a mi. Me río bajito para que Samperio no me vea feo.
Después armamos un micro clan chelero para comentar las minucias del taller y Carver y Bukowski y Tim Burton y Greenaway y Malcovich y Johnny Rotten y cómo leer a los clásicos y el arte rupestre y "el google nos hará cultos" y el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos. Sobredosis de chelas, un frío del carajo (parece ser que no nos llegará jamás nuestra cuota de primavera)
y antes de que terminara la segunda vuelta del disco de éxitos de Barry Manilow y la sexta jarra de cerveza, nos dimos a la fuga rumbo a una carme asada que según la hiena carroñera, parecía chito mixteco de Chapultepec. Nos preguntan a los tres desconocidos que sólo buscábamos una chela bajo techo: "¿Son escritores?" y ellos dicen al mismo tiempo "sí" y entonces desentona mi "no" y Gaby me justifica ante sus amigos "sí, sí escribe" y caigo en la cuenta que de los cuatro, soy la única que no tiene libro publicado. La hiena les dice a los políticamente correctos niños de Loma Bonita: "Sí, somos escritores ¿No nos ven la cara de freaks?" y ni ellos ni nosotros supimos si reír o llorar. A huevo que de aquí sale un cuento, insiste la hiena y Alan mueve la cabeza en señal afirmativa. Yo creo que el tema de bares y discos y coches y novios que se ponen el cuerno, no va conmigo. Ya tuve mi ración con mis amiguis de la floridis. Merci.
Entonces pienso que todos mis cuentos son cursilones. Con sus dosis de mordacidad y mala leche, pero en el fondo, cursis. Me dice Gaby que retome la poesía porque ahí soy más irónica. Yo pienso en la última poesía que escribí: un bodrio bien ripiado y con destellos de calamburismo chafa. Les digo que ahora soy feliz y no puedo escribir poesía. Después de mi frase célebre Alan esboza una mueca que parece una sonrisa, La Hiena me mira con absoluta desconfianza, Gaby celebra mi felicidad con otra chela mientras indiga sobre mi estado amatorio.
Pues sigo en lo dicho. No sé si soy feliz. Por lo menos estoy contenta. Que lluevan Hello Kittys.

miércoles, mayo 12, 2004

De porque no debería escuchar a Bauhaus una tarde lluviosa

So I lied to you once again
So I painted over you once again
So I die before you once again
What's the difference?
"Slice of life" Bauhaus


Perdóname por no ser tu rebanada de vida. Me negué a ser la comunión de un muerto. Ignoré la posibilidad de un mañana porque tras de sí venía pujando otro mañana, y de mañanas -tú sabes- tenemos dos sótanos repletos.
He rayado, pintado y escupido tu cara. Su terminado mate te deja incólume con esos tonos sepia de poeta maldito, de frase sesuda, de letra que reposa en informal garrapateo de cuarto para la huída.
Me he afiliado al bando de los tersos. Ahora deshojo tréboles, compro barajas truqueadas y disuelvo placebos en digestivos de señorita decente. No puedo ser más tu rebanada de vida. Con lo que sobró del Visine y los cigarros me compré una correa con letras doradas y ahora no soy más que un triste remedo de tu triste remedo de hogar. Como no soy la misma, no perdonarás la traición y me señalarás el patíbulo con el mismo dedo que un día me mostró la gloria. Al final me tragué la pastillita de la felicidad y la casa de la incertidumbre, me queda chica.


martes, mayo 11, 2004

Galleta china de la fortuna
Y después de la crocante mordida, extraigo papelito que a la letra dice: "Un huevo dorado de oportunidades caerá sobre tu falda"

sábado, mayo 08, 2004

Atenta nota para los visitantes locales
ojo de muestra, el mío luce desvelado y con el delineador corrido

¿Lo ven? Trato de cerrar la cortina y el ojo permanece abierto. Llueve Tonayan sobre este blog pero como ven, es a prueba de matarratas y psychokillers (qu'est-ce que c'est?)... incluso a prueba de mis propias mordazas.
¿Qué ya no escribo lo de antes?
Tampoco siento como antes.
¿Qué me estoy censurando?
Por supuesto que sí...
¿Qué por qué diablos tengo un blog si me da vergüenza que me lea el vecino inmediato?
Porque soñaba con ser anónima. Nada más anónimo que un cuerpo desnudo.
Pero nada... al final me cubro con hojitas de col y con palabras light.
Un recuerdo es una ficción sobre nosotros mismos. Esta película seguirá igual de plana. No esperen nada de gore ni splat. Tampoco grandes momentos porno. Se acabó Emily Bronte y las Cumbres Borrascosas. Chingue a su madre Corín Tellado y mis amores platónicos. A la última heroína se le atoraron las trenzas en el motor de su nave.
Nada de esto ocurrirá hasta nuevo aviso o hasta que despojada de todo pudor, me decida a contar una verdad que satisfaga su morbo.
Ah, y si pasean por aquí, dejen su comentario... no sean ustedes tímidos.

martes, mayo 04, 2004

De pequeños encabronamientos que derivan en un metaenojo incontenible
Me encabrona de sobremanera abrir el ojo y oír las estúpidas declaraciones de Creel sobre "el cambio de relaciones" con Cuba. Mi enojo va in crescendo cuando Colin Powell palmea la espalda de Fox por la flamante decisión de chingarse a los cubanos. Mientras espero que el agua esté lista para mi baño, descubro que no hay leche en el refrigerador y que si hay algo que me pone "de malas" es la leche tibia. Así que decido no desayunar leche, ni nada... no voy a desayunar. Me meto a bañar sólo para descubrir con inmenso coraje que olvidé meter el jabón. Salgo echa una furia envuelta en mi albornoz amarillo y sigo viendo las noticias. Me emputa ver a Vicente Fox evadiendo preguntas que no puede contestar y sintiéndose muy pueblo en su comida con los albañiles. Arrrghhh. Subo al coche y sigue apestando a pedo. El sábado se cayó una olla con frijoles en la cajuela y por más que lo lavaron apesta a mierda mezclada con mandarina y un toque de té verde que prometía el jodido aromatizante. Llego a la pinche oficina y resulta que tendré que pagar de mi bolsa las pendejadas de cierta pendejita. Ya... no puede ser... le grito a la pendejita y un montón de punzadas se adueñan de mi cabeza. "la bilis, Beatriz, la bi..." pienso y cuando me doy cuenta ya estoy en el baño vomitando amarillismos varios. No haré drama, me encabrona hacer dramas en la oficina. Tomo asiento en el ergonómico sillón cuyo lujo no compensa la pérdida de salud de este sexenio. Desfila gente que me habla y los veo enmudecer, me pone de un genio de la chingada que hablen y hablen como si tuvieran la verdad absoluta. Un reportero me pega un gancho al hígado preguntándome que "más sin en cambio (¡ver este puto post!)... blablabla...." y me pone de malas y casi olvido que trae cámara y grabadora y me empieza a subir la sangre a la cabeza pero me controlo aunque mi colitis empieza a darme intermitentes recordatorios de que no debo enojarme.
Juego a respirar hondo, a parto psicoprofiláctico, cuando suena el teléfono y "ring!" el proyecto en el que llevamos un año trabajando ha sido boicoteado por un imbécil con iniciativa. Todo para atrás... todo vale madres... todo al caño. ¡Carajo! ¿Por qué todavía que no entiendo que no hay mejor ley que la del menor esfuerzo? Y ahora sí me enojo, siento que mi cara de manzana madura se cae del árbol a causa de mi propia putrefacción. Creo que voy a estallar, que ya no sé si tengo un nudo en la garganta o si toda yo soy un nudo de mis propios intestinos. Para colmo, vino esta niña a cobrarme y le he dicho: "Tuve que pagar los desmadres de pendejita, así que lo siento, no tengo ni un peso" y ante mi contundencia se ha desaparecido de mi vista en lo que dura un parpadeo.
Como sola, nadie se merece aderezar sus panecillos con mi espuma verde. Paso por una revista para que me haga compañía. No encuentro la Milenio, qué malviaje, pero si apenas es martes ¡Me enoja que haya tan poco surtido! Ni modo, compro la Letras Libres. Ordeno mi comida. Qué letrita le ponen a esta pinchurriente revista. No veo. Ora pa'l postre. La sopa de verduras, salada; el tallarín trae un queso con un tufillo a rancio que no se aguanta; El caldo de las albóndigas pica un chingo y seguro acelerará mi gastritis; el postre es una gelatina de colores radioactivos que me da pésima espina. Respiro hondo antes de darle una patada en los huevos al pobre mesero. Decido leer un artículo cualquiera... no, mejor uno cualquiera no, para darle contexto a la lectura, leeré al articulista de Letras que más odio: Guillermo Scheridan. Y me pone de peor humor.
Vuelvo a la oficina y recuerdo que tengo un blog que hará de punching bag, de receptáculo de culebras, de catarsis de mi finísimo lenguaje de hoy. Así que quien quiera, que se la zampe, y si no, ya saben por dónde.