miércoles, octubre 31, 2007

La moralidad Disney

(Preguntas que me asaltan mientras espero al maldito tren de Rodalies)

¿Por qué cuando era niña no tenía el menor reparo en echarle sal a las lombrices y sin embargo les pedía perdón a las galletas de animalitos por haberles mutilado las patas en mi vasito de Quick?

¿Y alguien me puede decir qué tipo de animales intentaban representar esas galletas?

jueves, octubre 25, 2007

Otoño individual

Otro otoño, uno más. El segundo aquí, las hojitas marrones en el suelo. A ratos sobreviendo y a ratos sobremuriendo. Un día me despierto antropóloga, al otro poeta y al tercero, irremediablemente, toronja. Debe ser por eso de vegetar y sentarse a esperar un tren que siempre llega tarde y, por lo mismo, llegar cuando ya están desmontando el escenario. Las palomitas pisoteadas por el suelo. ¡Hace tanto que cayó en desuso la permanencia voluntaria!
De nuevo una gota pende de mi nariz: se me asoma el frío. No he aprendido nada sobre el arte de llevar los abrigos con gracia y quitarlos cuando el calor artificial nos engaña con su prolongado verano eléctrico. Yo siempre tengo frío por dentro, y se me asoma, y se me nota el frío.
No quiero conocer a nadie. No quiero saludar en los pasillos ni dar dos besos. "Tego gripa" digo y hay a quien no le importa la promiscuidad de mis mocos e insiste en el saludo. Una compatriota me dice que nos juntemos para "hacer roncha" Me chocan las adhesiones gentilicias pero más me molesta el término "hacer roncha" y supongo que mi cara debe ser la ilustración de la frase "Qué hueva me das" porque se aleja. Y me quedo sola.
Otro otoño. Octubre y noviembre son los meses favoritos para sumergirme en el fondo de mi mismidad. Me da igual el mundo que me rodea. Me iría feliz a una casa en la montaña, para huir de todos, de las calefacciones y de los abrigos graciosos. Me quedaría ahí, sepultada bajo diez kilos de mantas y secando mi nariz con la manga de un sueter roído por el tiempo. Me quedaría dormida y me despertaría después de ser muchas veces poeta, varias toronja y ninguna antropóloga. Esa es otra de las paradojas de mi vida: Estudiar a la gente por puro masoquismo.

miércoles, octubre 17, 2007

Señorita Bocanegra

Me pide "un boli" el compañero de atrás y en el segundo que tarda en transferirse de mi mano a la suya, me doy cuenta de que está mordido. Todas mis plumas están marcadas por mis dientes. Es una manía que me remite a la madera astillada del lápiz Mirado del 2 y 1/2. Después a la pluma Bic de tercero de primaria que siempre acababa derramando su tinta sobre mi lengua.
Las niñas del salón decían que me podía morir y yo les decía que sí y les seguía el juego. Ellas eran niñas de lengüitas rosadas como gatos y estuches intactos de Hello Kitty. Sus cuadernos se apilaban en perfecto orden mientras los míos desparramaban hojas por aquí y por allá. El central problema de mi vida está en el desorden. Ya desde entonces era así.
Lo mejor de comerse la tinta de la pluma era que podía salir a lavarme la lengua y darme vueltas por el patio y perder el tiempo divangando sobre la posibilidad de escribir con la lengua.
Pensaba esto cuando Raúl me da unas Juanolas. No me gustan las Juanolas pero son negras y me las como por negras y porque me recuerdan a mi abuela. El de atrás sigue escribiendo con mi pluma mordida y yo no sé si ahora será prudente llenarme la boca de pluma. Mejor me como otra Juanola de regaliz aunque no sepan a pluma mordida. Me odio. Debería masticarme un dedo y castigarme por todas mis manías.

domingo, octubre 14, 2007


¡Ave Tigres!

Después de preciarme de ser una de las mejores interpretes a nivel universal de la "Puerta Negra" por fin pude ver a Los Tigres del Norte. Mis respetos, son sin duda los jefes de jefes, señores.
Disculpen la foto, pero la hice con mi celular en la mano (parezco romano de la antigüedad)

miércoles, octubre 10, 2007

Sobre grano fino

Lo peor de ordenar las fotografías de los vuelos aereos, es el olor a químicos de revelado que sale de cada sobre.
Si no fuera por la manía de consignarlo todo en mis cuadernos tiesos, no tendría suficientes testimonios como para saber que la foto que conservo en mi memoria jamás se tomó. En cambio, sí se reveló y le puse doble fijador en la memoria.
Esa foto es una imagen que inventé con nosotros (adoraba decir "nosotros" y ahora no sé ni quienes somos) sentados en unas escaleras y con un calor de los mil demonios de fondo. La masticó por una esquina el mismo gusano que me roía la conciencia y está llena de las huellas de todos los dedos que te dijeron adiós desde el autobús.
Y la foto ahora es solo una foto. Ya cuentan más de diez los años transcurridos desde que el obturador no abrió.
Mañana volveré a sentir en la punta de mi nariz el recuerdo. Nunca encontré el negativo, sólo la negativa y el caudal del chorro de agua sobre la imagen imposible. Ojalá que mañana amanezca resfriada.

miércoles, octubre 03, 2007

Temporada de hormigas

Se acabaron los mi-mama-me-mima, la comida a punto, la holgazanería justificada y el ciclo invisible de los pantalones limpios.
Nunca los periodos habían sido tan claros: ni siquiera cuando en la primaria se graficaban con monografías sobre estaciones del año perfectamente acotadas.

Y había entre esos dibujos una niña que llevaba un paraguas y un impermeable amarillo. Al reverso hablaban de las frutas y las flores de estación y de las hojas que nacen o caen

He conseguido un trabajo raro que requiere un orden escrupuloso, un orden idéntico a aquel que jamás he tenido. Pienso que podría sistematizar así toda mi vida. Que llegando a casa debería anotar y guardar en gavetas numeradas mis calzones y mis calcetines o, por lo menos, conservar el orden de mi pelo más allá del primer tren que abordo.

En teoría, las monografías estaban prohibidas pero de vez en cuando caía alguna. Los mapas de papelería, esos sí estaban permitidos, pero eran pequeños, se hacían rollito y mostraban que el mundo es uno y redondo

Ahora sé que el mundo puede dividirse y mirarse y estudiarse de tantas formas, que a duras penas cabe en enormes armarios numerados en series, subseries y subsubseries. Hoy una chica me ha pedido un mapa de Korea. Tenía ganas de decirle "¿Sabes? yo estuve en Seul", pero a quién diablos le importa. Quizá sólo a mì, que tengo a mi mundo repartido en dos roperos separados por miles de kilómetros.

Me gustaba sobre todo el globo terráqueo que me regaló mi abuelo. Olía a polvo y daba vueltas. Todavía conservaba el monolito de la URSS. A veces lo hacía girar, cerraba los ojos y apuntaba un lugar con el dedo. Si caía al mar caminaba la mano por el paralelo hasta llegar a tierra firme

Ahora estoy ocupada, demasiado ocupada, sin embargo no logro llenar el vacío que me deja el hemisferio que queda del otro lado. Debí guardar unos cuantos bubulubus para los días grises, pero me los comí todos. No sé guardar mis provisiones. Será por eso que ahora debo acoplarme al disfraz de hormiga y ordenar al mundo mientras canto muy bajito mi melodía de cigarra.