viernes, enero 30, 2009


Las cosas que me da por pensar cuando estoy a dieta

Mi vida es un pan bimbo en donde cada día es una rebanada idéntica a la anterior. Una vida blandurria e insípida, tierna y sosa.
Mi vida es un pan bimbo y como siga así, terminaré muriendo de moho.

jueves, enero 29, 2009


Cinco cosas que odié de México

Una vez superado el trauma de volver del terruño y con la serenidad que otorga distanciarse de los acontecimientos, ahora sí, procedo enumerar las cinco cosas más insoportables de mi estancia en el DF.

1. Los coches y camionetas disfrazados de reno: ¿A quién diablos se le ocurrió semejante derroche de naquez y mal gusto? ¿Para qué diablos te gastas tanto dinero en comprarte una camioneta si acabarás poniéndole astas y nariz? Para empezar, me enteré de que eso pretendía ser un reno algunos días después. Primero pensé que se trataba del "Primer Festival del Cangrejo" porque la supuesta cornamenta queda ridícula montada sobre una Hummer y parecen dos patas de crustáceo. Lo peor fue darme cuenta de que era un fenómeno frecuente, no un caso aislado lo cual me hizo suponer que había además de un agringamiento enfermizo, un brote de enfermedad mental colectiva. En todo caso ¡Qué huevos tiene la gente y que escasísimo sentido del ridículo! A la mierda con su espíritu christmas made in china. Lo más más pior: también hay versión halloween con cuernitos y colita de diablo.

2.La Condesa: Dioooos, qué cosa más insufrible. Qué hacinamiento de olores a ajo, a café, a perfumes de imitación y a cigarro. ¿Qué fue de la Condesa de hace once, doce años por la que se podía caminar sin pisar cucarachas? Entonces el Soho era una tienda de discos usados y no una boutique pretendidamente fashion, había espacio entre restaurante y restaurante y no este hacinamiento que más bien parece las quesadillas de Tres Marías. Además no te robaban los espejos del coche y los valet parking si existían, no se habían convertido en la mafia que ahora son. Ya van dos nativos de la Condesa que huyen de la tierra que los vio nacer por puro hartazgo... me cae que los comprendo.

3. El piiiinche tráfico: Sí, ya, este lleva años y el tránsito siempre ha sido pesado pero con tantas reparaciones, arreglos y obras, está de la fregada. Resulta que lo que antes me parecía "cerca" ahora me queda a horas de distancia. Pero no sólo es el tráfico sino la gente quejándose del tráfico. Es el inicio de toda conversación, la excusa de cualquier impuntualidad, el pretexto para echarle mierda al gobierno del DF, el generador de miles de dolores de cabeza y el motivo de que mi averiado sentido de la orientación me llevara a los lugares más recónditos de la ciudad.

4. Los inflables navideños: Otra queja de temporada decembirna. Por mis rumbos todo el mundo se cree gringo y fue a comprar al WalMart o a no sé dónde diablos un montón de basura alusiva. Ya no se trata de poner campanitas de cartón en las ventanas o foquitos en la fachada, ahora se llevan enormes carrouseles luminosos, muñecos de nieve en el techo, Santa Clauses suicidas emulando que entran por una falsa chimenea, renos con cara de perro, etc. Otro derroche de mal gusto pero a domicilio. Estuve tentada a organizar un comando armado para desinflarlos, pero por todos es conocida mi mala puntería... en fin.

5. Coyoacán: Si ya no se puede contar con la Condesa, menos con Coyoacán. La plaza está levantada y los ayer artesanos que acomodaban con gracia sus productos alrededor de la fuente, hoy se han vuelto filiales de fayuca china apelmazados uno sobre otro frente a la Iglesia. La librería de "El Parnaso" es una verdadera desgracia: además de cuatro libros clásicos en ediciones baratas de muy dudosas traducciones, el resto son libros de autoayuda o novedades superfluas. Me hubiera gustado echarle un ojo al Hijo del Cuervo por pura nostalgia, pero mejor me quedo con mis recuerdos adolescentes.

Aún así, adoro mi ciudad y mi chilanguez. La contaminación no me hace ni cosquillas, es más, me ahuyenta las alergias. La altura no me afecta, al contrario, me pone más alerta. Pero tenía que quejarme, para recordar que hay cosas que odio y tenerlas presentes a ver si se se me baja un poco la morriña. Lo bueno, me lo quedo dentro, porque si lo escribo se me hace eterna la distancia.

miércoles, enero 21, 2009

Periodismo de balcón

Estaba viendo las noticias como postre de una comida frugal para indigestarme con el caudal de mierda informativa. Y ahí estaba, en directo, la reportera con su bufanda verde bajo el letrero amarillo de "FERRETE..." ¿qué?
La señal viajó a Madrid y me devuelve la imagen de lo que acontece en la esquina de mi casa. Me asomo al balcón y efectivamente, tremendo operativo sigiloso con encapuchados y muchas patrullas de la guardia civil. En cada ventanita, una ñora como yo saca la nariz. Les puedo adivinar el pensamiento: "tenían que ser los inmigrantes" "otra vez los moros" "de nuevo la ciudad en las noticias"
Voy por la cámara para diferenciarme de ellas, ilustrar el momento y jugar a que soy periodista porque se supone que pa' eso estudié. Podría bajar pero hace frío y soy periodista de altura, no banquetera (de banqueta, claro, porque periodista de banquetes quizás... quizás).
El operativo es en un locutorio y se supone que es por fraude fiscal, aunque se sospecha que en realidad se trata de envío de dinero a células terroristas. Alguna vez entré en ese local pero me dijeron que "no había internet" cosa rara porque el de junto lo estaba usando.
La cuestión es que había muchísima gente entre mirones, reporteros y policías. Me pregunto por los vecinos del locutorio, los de la tiendita, mis amigos pakis que me dejan el arroz basmati más barato de lo que pone en la etiqueta porque les causa gracia que compre esas cosas tan suyas.
Fraudes fiscales hay muchos pero claro, no van por ellos tantísimos tipos con metralleta y pasamontañas. No cubre la noticia ninguna televisión ni sale en el periódico nada de nada. El operativo lo pidió el Juez Garzón. El Ministro de Interior dice que no se puede descartar ninguna vinculación con grupos integristas. Desde el balcón sólo se ve la calle, no se entiende nada y mi pareja va por cigarros. Le cuelgo la cámara para que recuerde sus viejos tiempos reporteriles. Vuelve con el tabaco y con cuatro fotos tímidas. En las noticias ya están dando los deportes. Juega el Barcelona en su imparable racha.



jueves, enero 15, 2009

Barcelona otra vez...

Dos pastillas de Dramamine y el asiento vacío de junto hicieron de mi regreso lo más parecido a la teletransportación. Ni siquiera abrí la novelita rosa que me llevé para hacerme pendeja y no quebrantar mi regla general de no hablar con el resto del pasaje. Me dormí después de devolver la bandejita de la cena casi llena y me desperté con la pregunta "coffee or tea" coffee of course, coffee para despertar a bordo del dinosaurio, pero yo ya no estaba ahí... córrele pa' alcanzar el otro avión.
Cuando oí el acento argentino del trabajador con chaleco reflectante, empecé a asimilar que había vuelto. Me lo confirmó después el politono de reggaeton y ya de pura coletilla folklórica la conversación en catalán de dos que esperaban sus maletas. Para mi increíble suerte, las mías fueron las primeras en salir. Nunca antes me había pasado. Señal inequívoca de que la vida se me pone amable.
Todavía no termino de desempacar los 46 kilos de equipaje ni empiezo a cumplir la indigesta cantidad de buenos propósitos para este año. En eso sí soy muy clásica: formulo propósitos que rara vez se cumplen y que tienen que ver con dejar de ser "el ser" para empezar a ser "el deber ser". Ya veremos si el año se decanta favorable hacia la felicidad simplona de las tareas cumplidas o si se prolonga el eterno lamento del hedonismo culposo.
La cuestión es que ya llegué.
"Benvinguda"
Sí, ajá.