martes, agosto 30, 2005

Crónica de una boda anunciada

Después de cuatro años de sólido noviazgo, Mau y Rena unieron sus vidas bajo la bendición de un sacerdote que los exhortó a vivir en pareja mientras todos los invitados sudaban la gota gorda y se revolvían los bolsillos pues el padre no perdió la oportunidad de hacer su bisnes y solicitó, muy humildemente, que se mocharan con el varo. Asalto asistido por los ángeles del cielo.
La capilla abierta, bellamente decorada fue perfecta para que después del Aleluya a ritmo de mariachi todos nos quedáramos esperando el Mariachi Loco, mismo que no llegó pero que dio paso a otros típicos cantos eclesiales bajo la batuta de un charro panzón acompañado de celestial trompeta y tololoche.
Posteriormente, después de que Rena ofreciera su ramo a la Santísima Virgen (¿Por qué las novias le ofrecen el ramo a la virgen? Deberían ofrecerlo a María Magdalena), se sirvió un pequeño ambigú consistente en margaritas de diversos sabores y antojitos mexicanos. Ese fue el espacio para que los invitados palmotearan al novio y las invitadas dejaron porciones de su grueso maquillaje en el hermoso vestido de la novia confeccionado en shantung de seda por renombrado diseñador.
Posteriormente los invitados, asistidos por amables anfitrionas, fueron asignados en sus respectivas mesas en donde degustaron de confit de pato en hoja filo, sopa fría de pepino, pollo en salsa dequeso brie y variedad de postres y cafés que todos se zamparon con harto gusto.
El banquete fue amenizado por un saxofonista que nos ofreció todo su repertorio de música de elevador para después dar paso a los acordes clásicos de cualquier boda que fueron acompañados por un sinfín de artículos inútiles como boinas, pelucas, sombreros, moños y demás que todos los convidados utilizaron felizmente.
Posteriormente, a la pista saltaron todos los paisanos arabizados libanizados que bailaron inclusive Hava Naguila, pero como el ritmo se parece, nadie reparó en danzar también esta melodía limando todas las rencillas ancestrales. Al concluir los desaforados acordes medio-orientales (y digo medio orientales porque la mitad era oriental y la otra mitad era lírica del conjunto versátil), se procedió a la tradicional Víbora de la Mar en donde todas las solteras se dieron cita para obtener el anhelado ramo, mismo que se llevó la prima gorda (osease yo) para sorpresa de las lindas jovencitas que deseaban fervientemente obtener tan preciada presea.
Después de varios éxitos bailables entre los que se cuentan Carnaval, Qué bello, Popurrí de timbiriche y otras obras cumbres del repertorio popular, sirvieron los tan ansiados chilaquiles que marcaban la conclusión de tan bonito evento.
Al día siguiente los novios partieron rumbo a exóticas playas de Asia a disfrutar de su luna de miel. Los invitados con la cruda a cuestas degustaron platillos propicios para paliar esa sensación de desasosiego que producen las borracheras memorables. El ramo lo olvidé en un vaso pero lo haré válido en cuanto decida sentar cabeza.

viernes, agosto 26, 2005

Tlaxcala sin mí (II)

Adiós Tlaxcala: Te dejo mi corazón, pero sobre todo mi hígado.
Me gustaría postear algo más bonito, algo del tipo de lo que escribieron las Siamesas Lynch.
Miento.
Lo único que me gustaría es ir a Tlaxcala y pasear bajo el cielo azul en lugar de ir a Tlaxcala y atascarme todo el gin azul.
Miento de nuevo.
Lo único que me gustaría es beber todo el alcohol posible sin sufrir las consecuencias físicas y morales.
Auch.

jueves, agosto 25, 2005

Tlaxcala sin mí

No sabía cómo dolía Tlaxcala. Cómo tanto aire puro está a punto de causarme una explosión pulmonar, por no decir cardiaca, porque ya sería mucho aunque sea lo más aproximado.
Estoy empachada de recuerdos y los síntomas se han manifestado a través de una supina idiotez que a veces provoca una risa tonta y solitaria, y a veces un ojo vidriado.
Mi andar por aquí es diferente ahora. Más libre y menos soberbio. Más tennis y menos tacones. Más contemplación y menos destrucción. Más amigos difusos y menos enemigos ocultos. Más dolor y menos rutina. Más mirada al frente y menos mirada penetrante.
Sé que volveré un par de veces antes de partir. Las últimas dosis de Tlaxcala serán también la medicina perfecta para enmendar algunos errores y para saber que estoy condenada de por vida a ser valiente y fuerte.
Por lo pronto tengo un montón de recuerdos revueltos. Con calma habré de diseccionar las ventajas de mi soledad, las desventajas de mis relaciones efímeras, la vuelta de tuerca de mi carácter, la estabilidad de mi generosidad, el fallo de mi vida en pareja, el acierto de mis placeres, la necedad de establecer dominios, la despreocupación por quererme, la voluntad por cumplir mis caprichos, la soltura con que abrí sus heridas, la sutura con que malamente cosí las mías.
Llegué a Tlaxcala pensando que venía a convertirme en una persona adulta. Por suerte no lo logré. Ahora que me voy tengo la certeza de que no puedo posponerlo y me amarga no tener la frescura y la desfachatez del día que llegué sin mucho presupuesto y tuve que elegir entre comprar una escoba o un trapeador para limpiar mi nuevo espacio. Ahora me podría comprar una aspiradora, el problema es que el voltaje de Barcelona no es compatible. Y yo no sé si seré compatible, o si tengo que cambiarme el chip para compatibilizarme. Ya no seré la chica loca de la colina sino la señora extranjera del primer piso.
Me dan muchas ganas de salir corriendo a la plaza, fumarme un toque y decir: "De aquí soy" Pero miento, de aquí fui y ahora sobro en este lugar. Lo sé porque el paisaje sin mí luce mucho más luminoso y porque ahora Tlaxcala es mi cajita de recuerdos, pero yo no quepo más en esta cajita: la más querida e importante, la fundamental y decisiva. La cajita de Pandora que jamás dejará de fluir.


martes, agosto 23, 2005

La mejor prueba de que el pasado existe, es la guayaba aplastada en el fondo del frutero.
Prefiero el (d)olor dulzón de un marzo anterior que el paisaje ocioso de este agosto anodino.
Entre el moho y la nada, me quedo con el moho.



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viernes, agosto 19, 2005

I have a dream

Mi sueño más recurrente es intentar torcerle el cuello a un pollo y no poder hacerlo. Cada noche ahí está el pinche pollo, pío, pío, picoteando mi descanso y ofreciéndome su delicado, emplumado y huesudo cuello. Yo lo he perseguido en la granja, en un centro comercial, en la playa, en un elevador, en un ático, en la cama y en otras escenografías oníricas difusas.
Yo no quiero matar un pollo, sólo quiero apretarle el pescuezo para ver si así exorcizamos al sueño recurrente. Este sueño ya se pasó de simpático y empieza a tornarse patético. El otro día soñé que estaba en una mazmorra condenada a muerte y pedía un pollo como último deseo. El carcelero me preguntaba que si frito o con papas y yo le decía que vivo. Jamás me llevaron el pollo a la celda pero lo oía piar del otro lado de la puerta.
A lo largo de estos años, descubrí que el pollo tiene pasaporte y un bonobús porque me sigue a todas partes. Es más, creo que lo he soñado más veces estando de viaje que en mi propia cama. Quizá el pollo sea el que quiere torcerme el cuello y no se atreve.
Freudianos, absténganse de interpretar el sueño. Es sólo una metáfora y todos los nombres y los personajes han sido cambiados para proteger la identidad de un pollo inexistente. Lo único cierto es que quiero cumplir un sueño de día para que deje de perseguirme de noche.

martes, agosto 16, 2005

Solicito título para este cuentecillo

La cortina roja y después azul y luego roja y de nuevo azul y roja y azul y roja y azul. Tu cara tan roja y azul, roja y azul; los colores detenidos en tus pestañas acompasados de ese espantoso chirriar de dientes de cada noche. Las sirenas apagadas y la luz escandalosa perforando la tela barata y percudida. Algún día soñé con cortinas verdes de terciopelo sobre otras de esas que tienen hule negro y no dejan filtrar la miseria. Después olvidé lo del terciopelo cuando supe que lo de las princesas y los palacios son cuentos europeos. La cortina ahulada no me parecía tan improbable hasta que llegamos aquí.
La luz es lo de menos. Me pregunto cuándo se terminarán tus muelas. Cuándo tus preocupaciones se habrán desgastado del todo para darle serenidad al jugueteo de tus mandíbulas. Me siento en el antro del terror: Las luces alternando y tú en un constante ñiii ñiii ñiii, al que sólo le pongo una melodía por encima que voy tarareando con la imaginación. La luz se mete a mi vaso de agua del velador. Pienso que es un trago exótico rojo grosella, azul arándano. Rojo con vodka, azul con ginebra, red bull, blue blues, rouge, bleu, cócteles secretos de la felicidad adolescente. Mi bicolor de la primaria: ese antipedagógico lápiz de dos puntas. La bandera gringa llena de estrellas que convierto en balazos. Blue pill, red pill. Las cápsulas bajo tierra. Un chirrido de muelas rojo. Otro azul.
Rojo, calor. Azul, frío. Ayer rojo. Tu pelo rojo en bucles sobre mi cara. Hoy azul. Tu sudadera azul con la que duermes desde que en esta cama empezó a sentirse frío, mucho frío. Escucho pasos en la escalera. Al menos hoy has dormido, plácido, tranquilo. Y yo siento una angustia roja en el pecho y una culpa azul. Tocan a la puerta. Me gusta verte dormido y alumbrado alternadamente por mi traición. Te ves hermoso y tu expresión cambia según sea rojo o azul. Te prefiero en rojo porque siempre me ha parecido que tú eres rojo. En cambio deberías ver mis manos qué bonitas se ven con el azul cuando acaricio tu cara despacito.
Me levanto de la cama y cuando estoy abriendo la puerta, tú estás abriendo los ojos. Entre sueños escuchas que vienen por ti. Afuera la patrulla espera. Mis ojos azules se conmueven y tus ojos rojos me miran llenos de ira. Revuelven todo. No encuentran nada, pero te llevan detenido.
Mañana no estaré aquí. Lo primero que haré con el dinero de las pastillas será comprar una cortina nueva, ahulada, que no deje pasar el frío, ni el recuerdo bicolor.

sábado, agosto 13, 2005

Ayer no escribí un post y esto ahórratelo porque tampoco lo es

Hoy no hay post. No tengo ni puta idea de qué escribir. Es que no hubo plan B el jueves, pero al menos lo pensé. Hubo plan CH de "Chingatumadrebeatriche" se lo advertí. Se lo dije. El viernes me comí dos galletas de cacahuate y un sushi roll. Por lo menos sabía que no había más plan que el mismo plano plan que verdeadamente disfruto.
No escribí porque me estoy hartando de no tener nada qué decir más allá de mi retahila de frustraciones.
Porque por postear posteo cualquier mierda, incluso esta. Pero parece que mi cerebro sigue de vacaciones y añoro la rutina que antes maldije.
Ayer no escribí, ni el jueves. No sé qué decir de la gente nueva, de la vieja, de seguir rizando el rizo hasta quedarme calva de tanta espera y tirón de pelos.
No sé si mañana voy a escribir. Hace un año por lo menos escribía cartas de lluvia y hoy llueve sobre mojado.
Me gustaría largarme de vacaciones a un lugar lejos de mí misma, pero tengo la jodida manía de acompañarme a todas partes. Hoy me llevaré a una comida a la que no fui invitada. Me habían invitado a otra posible, pero tú sabes cómo es esto de la amiga ligona que te deja colgada de la lámpara. Quizá por eso no hay post. Porque no fui yo la que ligué. Aunque si lo hubiera hecho tampoco habría post, habría un remordimiento de la chingada.
El caso es que no hay ligue, ni posts, ni plan B, ni más galletas.

martes, agosto 09, 2005

De puertos y palos

Pasajeros con destino a Ninguna Parte favor de abordar. Y por fin he llegado a mi no casa con el cuerpo más negro que la conciencia y media docena de souvenirs despostillados.
Esta habitación es un mal plagio de mi habitación. Una sala de espera disfrazada de dormitorio. Un punto de partida siempre con la patada lista para arrojarme a otra parte. Un aeropuerto de aviones de feria. Una escenografía portátil para continuar el autoengaño de que he llegado cuando en realidad, sólo vine para empezar a irme realmente.
Siento prenostalgia cuando juego a vivir en el futuro.

viernes, agosto 05, 2005

Quien busca, encuentra

A mí me gusta viajar a mi aire y a mi ritmo. Yo no viajo a destajo como las quinceañeras a bordo. Tampoco viajo como japonés robándole el alma a todo y quitándole el ángulo natural a mis ojos. Prefiero comer tres días mal y al cuarto bien, que ir mordisquéandole de a poco los sabores a la geografía.
Me gusta viajar pausado y que no me quieran timar pues soy la víctima favorita de los cojos, los ilusionistas y los vendedores de cuanta cosa haya. Ya tengo unas maracas y un güiro. Ya tengo pulseras. Ya un tipo me quiso vender cada ostión a un dolar y ya le dije que chingara a su madre. No había podido tomar aire porque Cartagena es muy bonita pero exagaradamente turística. Bastante acapulquera: con aroma a aceite de coco y a playa congestionada.
Pero hoy encontré un reducto de paz. Me solté de la mano de mamá y me fui corriendo. Crucé la plaza y me metí al primer local que encontré. Tuve suerte, el lugar me llamó. Había una mesa de cristal, una buena limonada y una revista que no he encontrado en ninguno de los puestos de periódicos circundantes, pero que llegando a Bogotá voy a buscar. Ahí leí un cuento muy extraño sobre un tipo que coleccionaba las pestañas de sus concubinas.
Lo leí sentada bajo un ventilador y salí feliz porque hoy hizo un poco menos de calor y porque por fin entendí qué diablos pasa con este lugar.
Y así iba yo, mirando los balcones, las plantas, hasta que ocurrió lo predecible: Me encontré con mi mamá y mi hermana al doblar la esquina. Olvidaba que aquí mi libertad mide de esta banqueta al próximo vendedor ambulante y cuesta 30mil o lo que ofrezca el mejor postor.
Al menos me cambió el panorama cartaginero. Ya me parecía muy sospechoso que esta ciudad no me diera posada. Al final, todas las ciudades ceden. O yo me adapto. O nos encontramos en un punto.

martes, agosto 02, 2005

Ai' les mando unas postales

La postal de rigor pero sin sellos de correo (Miren nomás qué chula: Iglesia de San Pedro Claver):
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Notibolasaquienleimporta:

Para que no digan que sólo vine a pasear, aquí les va la información: Después de dos derrotas consecutivas, el equipo de softball obtuvo otra victoria, de manera que la cosa queda así: Si ganan en estos momentos -mientras yo mando el cable informativo, ellas juegan contra Dominicana-, van a cuartos de final, si pierden, por lo menos ya clasificaron para los centroamericanos y para el inicio del ciclo olímpico.

Directo de la nouvelle couisine:

En México les llamamos gringamente hot dogs, y en cualquier carrito le ponen (al que va con todo): cebolla picada, jitomate, chile jalapeño, tocino, mostaza, catsup y mayonesa. En Chile le llaman completo y ademàs de la catsup, la mostaza y un pan un poco diferente le ponen palta, o sea, aguacate. En Argentina les llaman panchos y son bastante anodinos. Pero aquí si se volaron la barda. Ahí les va un perrocaliente con todo: Pan, salchicha, catsup, mayonesa, mostaza, cebolla, salsa de ajo, salsa rosa, papas fritas encima, mermelada de piña, queso y jamón. Zámpate uno de estos.

lunes, agosto 01, 2005

Amanecer de mal humor

Y con tanto calor, no es justo. Renuncio a las corresponsalías deportivas. Renuncio al mar y a los diezmil vendedores inoportunos. Renuncio al hermoso centro de Cartagena y a sus murallas.
El mejor aire acondicionado es el del internet y el del Casino. No volveré al casino porque corro el riesgo de quedarme en la ruina. Mejor me sigo arruinando el día en el internet.
Sólo cambio de pantalla, pero no de hábitos.
Espero que mi mal humor culmine en la puesta de sol.
Si no, larga agonía les espera a mis acompañantes, pero peor a mí porque mal humor y calor no sólo son cacofónicos sino que son en sí, una caca.