martes, noviembre 25, 2003

Juguetes justificantes

Ayer fui a comprar algunas cosas de índole cotidiano: pan, queso, detergente, pasta de dientes y un yogurt. Frente al supermercado habilitan por estas fechas la juguetería y sin pensarlo dos veces entré.
Cruzando el umbral me surgieron varios pretextos, entre ellos, que sería bueno comprar un Scrabble y que le había prometido a mi sobrina un juego de memoria con figuritas porque ya no le gusta jugar con las barajas de su mamá.
Antes de llegar a los juegos de mesa zigzagueé por todos los pasillos. Hay unas pistas de coches buenísimas y otros juegos de destreza que debí haber tenido antes. En donde más me detuve fue en el pasillo de las muñecas. Sí ¿y qué?
Pensé que me gustaría tener una hija para comprarle una muñeca, o en realidad me gustaría tener una muñeca para sentir que tengo una hija. Las veces que pienso en hijos, siempre pienso en tener una niña. Pero casi no pienso en tener hijos, quizá sólo cuando voy a las jugueterías, pero entonces me doy cuenta que más que tener niños, me gustaría tenerme a mí misma de niña. Comprarme una muñeca sin pudor, cambiarle los pañales y luego refundirla en el closet sin volver a saber de su existencia. A lo mejor eso mismo haría con una hija. Dejarla crecer como planta. No puedo prodigarle cariño suficiente a mis gatos. Debí comprarme una muñeca y tratarla como solía hacerlo: pelos cortados, cara con marcas de plumón. Barbies con piernas mordidas hasta que se les asome el plastiquito. Bebés con ojos sumidos. Y ya sé, después me arrepiento y lloro y trato de arreglarlo. Así soy con todo, así mismo fui ayer. Primero puteo a mi amorcito y luego me voy a ver juguetes...
Ay hija de la chingada.

domingo, noviembre 23, 2003

Sábado de milagros


Estoy pensando seriamente que ayer fui utilizada por mi grano. El muy cabrón se quedó conmigo durante el desayuno con Edurne, la comida con Simón y los tragos con los cuenteros. Fue el protagonista que se apoderó de todos mis actos. Orondo, casi en la punta de mi micrométrica nariz, pasó por todos los estados posibles.
Grano y yo desayunamos chilaquiles verdes con Edurne, comimos con Simón camarones, quesos, un filete de atún y cheesecake con guayaba y bebimos, qué rico bebimos. Primero ese vino argentino que tan sabiamente escogió Simón, después tequilas y más tequilas. Pero Grano no se mareó nunca ni se cayó. Ahí permaneció el muy jijo...
Después me desorientó y nos perdimos por quién sabe qué barrancas del sur. Ni de brújula sirvió Mister Grano, quien a estas alturas del domingo ya tiene personalidad jurídica y patrimonio propio.
Amén de Grano y sus impertinencias, lo pasé genial.
En mi bolsa traía un "milagrito" de corazón. Se lo regalé a Edurne y casi me cree que se apareció así nomás. Después me contó una historia sobre una señora a la que le aparecían milagritos en la bolsa que olían a flores. Pero para historias, las de Simón que me tuvo boquiabierta (boquiabierta o masticando) toda el tiempo, genial, me felicito por haberlo conocido.
Lo de los cuenteros fue bueno a pesar de mis prejuicios y todas esas artimañas defensivas que me acompañan. Lamenté no haber llevado mis textos para propinarles horas y horas de solaz aburrimiento. Un poco en venganza... jejeje
Después fuimos con Julissa a beber un par de tequilas más. Julissa me recuerda a alguien y no sé a quién. No sé.
Yo me hubiese quedado un rato más a pesar de la hora. No quería llegar a casa, la pasaba milagrosamente bien.
Estoy pensando seriamente en despojarme de todos mis prejuicios y ser más tolerante. Al final siempre la paso bien como sea y con quien sea... incluido este puto grano que en dos minutos hará eclosión.
Cercaré el área. El Vesubio es apenas un eructo, y el Paricutín un volcan escolar con Alka Seltzer.
El milagro será ahora conservar completa mi nariz.



viernes, noviembre 21, 2003

La loca de la colina (Un texto viejo, porque no hay nuevas ideas)

Sí, soy un cliché: tomo coca-cola, hablo mal de los hombres, odio el fútbol, me muerdo las uñas y lloro en el cine. No tolero que me enciendan el cigarro, que me cedan el asiento, que me abran la puerta. No uso medias porque las rompo y no uso maquillaje porque al final del día mis pestañas sólo piden clemencia y mis parpados quieren conservar ojos que sólo miren sueños. ¡Hace tanto que no sueño! Los hombres ya no dan material para construirlos. Antes eran otros tiempos, por ejemplo, mi abuela siempre amó a mi abuelo y nunca se le ocurrió que podría ser de otra manera. Mi madre tuvo hijos y jamás pensó que podría no tenerlos... pero estos son mis tiempos y ahora pienso que podría enamorarme del amigo de mis hijos o del de mi abuelo. Pero todo son sueños locos, en realidad yo estoy enamorada como una imbécil a pesar de no estar contigo, de las parejas ocasionales, de las barreras de latex, del internet y sus promesas. Yo te amo aunque me vista de negro y te persiga con una motosierra (¿lo ves? soy predecible), por toda la casa y luego te pida perdón de rodillas mientras remiendo tus heridas con estambre de lana. Y luego vendrás a decirme que no soy una mujer normal. Lo sé. Pero sabes que sí, que tengo mis manías y fumo Marlboro y bueno, un ratito de instintos asesinos, los tiene cualquiera. ¿Se me pasó la mano? ¿sí? Contesta--------contestaaa------¡contestaaaaaaa!

lunes, noviembre 17, 2003

Pechugas de ángel
Me canso de tener mis manitas en cocimiento. Diez minutos de un lado, diez del otro... ¿y luego? De pronto pensé que mi mano era una pechuga de pollo que jamás terminaría de cocinarse. Pechuga de pollo al negro carbón...¿y luego?
Luego nada... y mucho menos si hay algo peor que el Tonayan. Feliz cumple Iván, ya tenemos la misma edad y hemos de brindar con esa cosa de dudosa procedencia. Si hay algo que, tambaleante, te niegue el transitar del patio de la cordura a la sala de la locura, es precisamente el no tener como vecino a una buena botillería (aaay, ¿por qué escribo "botillería"? ¿por qué no se larga de una vez el fantasma chileno?) y un crédito suficiente.
Y luego mis manos, sobre el terciopelo negro de mi falda que tapa los tobillos y los zapatos de muñeca. No uso zapatos de muñeca por capricho, es que los de tacón son muy altos y me ponen excesiva. A veces quiero ser como todas, lo juro. A veces quiero decir cosas que me trago mientras mi mano, se va dorando despacito, soltando jugos, cocinándose... y yo no digo nada.
Y salgo a la puerta a despedirme y ya no es lo mismo. El hip hop es una mierda -opino- mientras la cátedra continua. Sí, ya sé que es un estilo, sí, los símbolos, sí, no me vengan ahora con teorías que harta estoy de eso.
Y después nos vamos y Miguel me pisa el pie que tengo en el acelerador. Quieren llegar. Yo no. Seráque ellos llegarán a fagocitarse el uno al otro.
Yo no quiero llegar a mirar mis manos de pechuga asada mientras se sumergen en el BBQ que es mi cama: revoltijo de todo y de nada, sobre todo de nada... que otra vez tendré que calentarme yo sola. Toda yo un rollo de carne (como el que hacía mi abuela) que se cocina a fuego lento mientras afuera pasan cosas. Pinche frío.

jueves, noviembre 13, 2003

No soy de aquí ni soy de allá

Cada tanto me asalta ese sentimiento de antipertenencia (Sin contar las veces que me echan en cara el no haber nacido aquí). A veces me encuentro fascinada en Tlaxcala. La traída y llevada frase de “calidad de vida�, en Tlaxcala me suena a exceso de aire puro y carencia de bares interesantes. Montones de pajarillos y ausencia de librerías chidas. Seguridad para salir a caminar a las tres de la mañana pero falta de historias, de esas que sólo pasan en las grandes urbes, justo a las tres de la mañana. El problema es que voy al DF y la ciudad me queda grande, me estreso, me paniqueo, manejo a dos kilómetros por hora y tengo miedo. Casi cinco años en provincia han trastocado mis 22 de chilanguismo pletórico de chilanguez. Porque yo era una chilanga de pura cepa. Conocedora de los mejores antros, de las presentaciones de libros y revistas, de los conciertos importantes. Aunque nunca iba por falta de lana.
Sin embargo me siento muy de aquí cuando camino por los portales saludando a diestra y siniestra; cuando me involucro en el chismorreo del pueblo chico agrandando el infierno; cuando la vida se desarrolla en la Avenida Juárez y ahí salen los amigos, las fiestas, las comidas: la vida social, pues. Amén de la vida laboral que por razones de salud mental, procuro no tocar en este blog.
Hace unos meses fui a México con unos amigos y cuando preguntaron a dónde iríamos de reven todos me vieron con cara de “Tú, chilanga, condúcenos� La primera parte de la noche se salvó con el Salón Corona, pero la segunda... balbuceé... pensé... hice un inventario de antros, y siendo jueves, sólo dije quedamente “pussss... vamos al Bar Milán...¿no?� Por fortuna, no les pareció mal porque como en Tlaxcala no hay nada, algo es suficiente. Sin embargo a mi, la nopalera me pareció más polvorienta que de costumbre y vi pocas caras de los aferrados de antaño. Además de que me di cuenta que “el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos�, pues mis años del Milán fueron... en... 95, 96, más o menos. Y total, que cuando voy al DF ya no sé a dónde ir y aunque acudo con cierta frecuencia a la ciudad, debo descontar los dos años de ascetismo y depresión en los que prácticamente no pisé ningún antro.
Eso sí, que mis amigos cuando vienen a verme se cagan de envidia porque aquí lo pasamos genial. Se sienten bucólicos corriendo por el campo que rodea mi casa (porque eso sí, vivo entre arbolitos, con mis gatitos y un ventanal de dos metros con inmejorable vista), los lindos paisajes, la tranquilidad, la paz. Mis amigos del campo son diferentes a mis amigos de la ciudad (Eso me lo explicó Montoya en Plaza Sésamo) pero a los dos gremios los quiero. También quiero tanto al DF y más, mucho más a Tlaxcala, aunque siempre me queje... pero... ya se sabe, soy fiel adalid de la cultura de la queja.
También me encanta Barcelona y si vivo ahí dos meses, empezaría a buscarle “peros�. Me fascina Valparaíso, pero por motivos personales es un lugar que no volveré a pisar. Adoro Montevideo, pero algo me dice que jamás radicaré ahí. San Cristóbal de las Casas me emociona hasta la lágrima pero el clima me sienta fatal. Así que mejor me quedo aquí en Tlaxcala, cerquita de la Ciudad de México, más cerquita todavía del cielo y sobre todo, el lugar en el que he descubierto lo mejor y lo peor de mi. (aaaah... suspiro engalanado con el paisaje arrebolado y libre de smog)
Así que, contradiciendo a Elena Garro, la culpa no es de los tlaxcaltecas, es mía porque soy un culo de mal asiento.

miércoles, noviembre 12, 2003

Todo el día soñé con estar bajo una manta como esta



Será porque me la pasé estornudando. Hoy salí una hora antes de la oficina y me enteré que el destino inmediato de los niños que hacen servicio social, son las bancas del parque. Todos me vieron entre sorprendidos y avergonzados, pues descubrí los furtivos noviazgos que se generan en mi oficina y yo sin enterarme. ¡¡Atchú!! Ayer pasé a ver a Roger y se había cortado el pelo. Dato insulso de no ser porque en la noche soñé con él. Venía manejando y me decía: “Me estoy cortando el pelo poco a poco porque ya me voy a casar� Entonces yo le decía que no le creía y me recargaba en su hombro mientras seguíamos por la carretera. Hoy pasé por su oficina y lo vi de espaldas. Afortunadamente sus bucles siguen a media espalda, creo que no se casa. Qué bueno, odio las bodas. Por cierto, es miércoles y tiene programa de radio. Hoy sí lo escucharé, a menudo se me olvida. ¡¡Atchú!! Comí con Isidro, le quedó bien la comida aunque como se le desarmaron los chiles rellenos, le pareció que lo mejor era amarrarlos con un cordel, no sé si lo zurció como calcetin, pero parecían Frankesteins. Nos reímos mucho. Después subimos a ver la tele y a fumar con Camilo. Nos seguimos riendo, pero ahora más. ¡¡Atchú!! No sé qué le pasa a Claudia, está enferma y también insoportable. Tomo distancia que ya bastante tengo con mi resfriado. ¡¡Atchuuuuuú!! Hoy me encontré a un entrañable automóvil. El Mondeo con el que recorrimos la Sierra de Puebla y llegamos a Oaxaca. Casi se me sale una lágrima. ¿Que cómo lo reconocí? Pues porque sigue con el guardafango roto. La agencia aún no lo arregla y todos los incautos que lo rentamos lo reparamos con chicle o como podemos pa’ que no se caiga al cruzar la puerta. ¡¡Atchú!! ¡¡A-a-a-tchuuuú!!! Por fin me conectaron la tele por cable, así que me largo a ponerme la pijama, a ver “Cuéntame cómo pasó� a hacer zapping y a seguir estornudando. ¡¡Atchú!! Ah, y a escuchar el programa de radio de Roger.
Sobre los cepillos de dientes como símbolos del amor y el desamor

Quizá no hay elemento más simbólico de los avatares amorosos que el cepillo de dientes. Cuando uno empieza a instalarse en casa de otro, casi tímidamente y como al descuido, coloca el cepillo de dientes en el lugar correspondiente. Es una amenaza de que se volverá a ese nuevo espacio de manera consuetudinaria. También se pueden dejar suéteres, abrigos, libros o discos. Pero son objetos menos íntimos y que francamente, se puden dejar en casa de cualquiera.
Al respecto charlaba con Arcelia quien recordaba los ires y venires de su cepillo de dientes. Recordamos alguna despedida definitiva con un cepillo de dientes entre las manos y un portazo que queda retumbando en los oídos por por horas.
También puede darse el caso de que nunca se pasó por el consabido cepillo y cuando casualmente se vuelve a la escena del crimen, la otra persona ya tuvo a bien desechar el cepillo... pero otra sensación invade cuando este aún permanece tieso e inamovible junto al otro cepillo. Los recuerdos acuden por cientos y esas mañanas pastosas y atestadas de lagañas nos insinuan que todavía pertenecemos un poco -o un mucho- a ese sitio.
Eché un ojo a mi vaso donde pongo los cepillos de dientes y hay muchos. De ellos sólo uno me inquieta (no sé porqué no lo tiro). Los demás son cepillos míos que no boto quizá para ver cómo se han ido acumulando las soledades.

(Esta última frase es una metáfora jodida, la verdad es que no los tiro porque se me olvidan o porque luego me sirven para quitar pequeñas manchas. Lo único cierto, es que soy más receptora de cepillos que colocadora de estos en baños ajenos. Debe ser porque descubrí que hay unos estuchitos muy prácticos que pueden llevarse siempre en la bolsa)

lunes, noviembre 10, 2003

Mi diploma
Quiero agradecer a la Señorita Profesora Luc por todas sus enseñanzas y ensañanzas para con mi personita. Al final, la susodicha aflojó el diploma que hoy reviste este blog y que me hace ser toda una triunfadora. Soy un ser excelente y recomiendo ampliamente los cursos que de manera gratuita y desinteresada otorga la resacada para que cadía día este mundo progrese y seamos seres de luz.
¡Graaaaacias miiiiiil!


domingo, noviembre 09, 2003

Cumpleaños
Desde la licencia que me otorgo por ser mi cumpleaños, permito ponerme cursi para agradecer a Verónica, Mariana, Papá, Mamá, Abuela, Luzma, Gela, Pedro, Herminia, Isidro, Claudia, Camilo, Miguel, Domitille, Arcelia, Rafael, Bramiguel, Georgina, Simon, Agustín, Lorena, Edurne, Blanquita, Ximena, Gabrielly, Melina, Diego, Erasmo, Horacio, Alejandro, Pedro P, Ricardo, David, Burbuja, Sendero, Gonzalo, Patricia y al borracho anónimo que llamó en la madrugada.
Este cumpleaños que pintaba de patético a mediocre ha ido metamorfoseándose en algo que me deja muy contenta gracias a sus llamadas, abrazos, besos, correos electrónicos, cuentos, poesías, chocolates, discos, película (gracias papá por atinarle al regalo esta vez), vinos y demás vicios, tarjetas, flores y corazones plateados.
Todavía queda un poco de pastel y aunque está algo manoseado, con hambre y buena voluntad es comestible.
Cerveza, no quedó ni una.


PD: Gracias también a Angie que siempre, siempre recuerda mi cumpleaños y llegó derrapando a felicitarme (un poco más y me encuentra convertida en calabaza)

viernes, noviembre 07, 2003

De profesiones varias

La suerte de tener dos profesiones y no dedicarse a ninguna, es que una se convierte en un sujeto acomodaticio y afín a casi cualquier situación. En general, prefiero decir: "socióloga" a "periodista" que si mi trabajo tiene algo que ver con alguna de las anteriores profesiones, pues sin duda es con la primera. Creo que sobre todo se debe a que tiene más caché decir "socióloga" que "periodista". Como que suena mejor. Claro que siempre habrá oportunidad para decir que soy periodista si así me conviene.
El autodenominarme socióloga (ojo, que me falta la tesis y cursar Economía Política II) me refuerza además esa imagen que tanto me gusta de bicho raro. En este país somos pocos y cada cierto tiempo amenzan con desaparecer la carrera. Justo hoy hablaba con Ximena, otro bicho raro de la sociología, sobre la desolación que deben sentir los antropólogos físicos que seguramente, son mucho menos que nosotros.
Lo anterior venía a cuento porque en mi ciudad se llevará a cabo un congreso de antropólogos físicos y dicen que vendrán más de 300.¿En serio hay más de 300 antropólogos físicos? Yo sólo conozco un antropólogo físico que justamente está muy bien de físico y es hermano de Ximena, así que lo primero que imaginé fueron 300 antropólogos de estupendo físico y claro, me emocioné. Ya Ximena me aclaró que en realidad el único antropólogo con físico es su carnal y que los demás son según sus propias palabras: "puras antropologías, digo, dignos candidatos para ser considerados eslabón perdido" Bah... el gozo al pozo.
Y justo ayer terminó el Congreso de Estudiantes de Filosofía (también en esta ciudad) pero ahí está lo triste...me dí cuenta que ya crecí y entonces vi pasar muchos guapos aspirantes a filósofo pero casi todos imberbes, me parecían como los novios de mi hermana la pequeña, hasta ternura maternal me inspiraban. Sólo hicieron que recordara mi odioso y próximo cumpleaños.
Ojalá pronto organicen otro congreso de alguna profesión interesante. Contadores, abogados, ingenieros civiles, administradores de empresas, favor de abstenerse.

jueves, noviembre 06, 2003

Otra vez este ojo...

Tengo un ojo que sangra en el centro de mi pecho. Con un solo pestañeo mata cincuenta y dos ilusiones y media pesadilla. Tengo ganas de ahogarle en una lágrima perpetua, Macarena que llora y se hunde en su propio milagro.

martes, noviembre 04, 2003

¿Qué tan a la izquierda de la izquierda?



Estoy en mi seminario de Ética Política (¿era seminario o es diplomado? ¿qué papelito obtendré en esta ocasión?). El café es malísimo pero las galletas muy buenas, tal y como lo dicta la ley de carbohidratos y lípidos: a mejor sabor, las calorías se multiplican exponencialmente. Son de mantequilla. Ya perdí la cuenta de cuántas comí. Creo que soy la única que come galletas, las demás canastillas siguen llenas y la que tengo cerca ha disminuido bastante su contenido.
Hoy no está tan mala la cátedra, tiene razgos interesantes liegeramente aderezados con lugares comunes, sin embargo como el nivel del grupo es bastante disparejo... no está mal. Escucho a ratos pues al salir de prisa de casa tomé un cuaderno cualquiera que resultó no ser "cualquiera". Era un cuaderno del 98 con un par de ensayos escolares sobre sociología latinoamericana y otro más para mi clase de apreciación estética (añorado arcaísmo de escribir primero a mano y luego en la computadora con el programa ese tan poco práctico de "write". De escribir en el metro, en otras clases, en la biblioteca... añorados días de correr de aquí para allá). Los dos primeros ensayos están llenos de palabras como "imperialismo" "fascistización" "neolibralismo" "revolución" "democracia". Parecen más panfletos que ensayos, pero echo de menos a esa Beatriz idealista a tope, idealista hasta la necedad. Lo que me jode es que no ha pasado tanto tiempo y ahora me siento mucho más conformista. Como me siga haciendo concesiones lindaré peligrosamente con el centro y luego con la derecha y aaarghhh... ahí sí que mejor me doy un tiro. Es que definitivamente, desde la derecha la vida se concibe de una manera tan insabora, tan incolora, tan calculada, tan mierda...
Claro, ahora sé que la revolución no es cambiar las putas galletas de mantequilla por tortillas duras. Algo tenía que aprender en este trueque de ideales por acciones. Algo tenía que aprender y mucho ha dolido. Me extraño bastante de mi misma. Me duelo.

lunes, noviembre 03, 2003

Tengo una hueva enorme de postear cualquier cosa. Debe ser porque debo tomar unas vacaciones para descansar de las vacaciones.