miércoles, febrero 25, 2009

Paisajes desechables

Me gustan los paisajes efímeros de las autopistas a cualquier parte.
Paisajes adhesivos con las esquinas dobladas albergando tierra y migas. Panoramas a medio camino entre la primavera y el olvido. Instantáneas sin el sobresalto de la belleza o sin la cursilería que adorna los calendarios de farmacia. Lugares absurdos al costado de una carretera gris y transitada.
Hoy he visto a tres putas sentadas en sillas de plástico al borde del camino. Se nota el invierno porque llevan botas sobre sus piernas desnudas. No nos engañemos: no hay ni dos gramos de poesía en su hastío. Ni siquiera tienen un sillón desvencijado y deben conformarse con el asiento que se adhiere a su trasero igual que algún cliente. Quisiera traerles un clima más cordial o un paisaje comedido sin destellos de perfección europea; un diván sobre la hierba y no una espalda sobre el coche; una vestidura verde rancio y no un remedo de falda verde esmeralda.
Yo miro todo desde la ventanilla del auto como haciendo zapping sobre el horizonte, como si pudiera saltar de un mundo a otro, como si las líneas cinéticas fueran rayones sobre mi propio álbum de estampitas.

martes, febrero 17, 2009

Anna Gavalda "El consuelo"

Últimamente no estoy buscando libros sino que los libros me buscan a mí. Leo lo que otros van dejando en mis manos y así no me molesto ni siquiera en elegir. Supuse que un poco de azar le vendría bien a mis prejuicios. Así fue como llegó "El Consuelo".
Empecé a leerlo con cierto recelo (yo siempre leo con cierto recelo todo aquello que no conozco de nada y más sabiendo que es un "Super ventas") y terminé leyéndolo con la misma sensación.
Es una novela ligera que se lee bastante rápido porque la prosa es fluida y las descripciones son ágiles. Eso sí, la lectura me echó en cara uno de mis principales errores a la hora de escribir y que son los puntos suspensivos. Yo los uso mucho, demasiado, en exceso y ya vi lo que pueden llegar a agotar. Hubiera preferido menos... la verdad... menos... es más...
Los personajes, para mi gusto, están excesivamente caracterizados hasta el punto de que el único que parece real es el protagonista, Charles Balanda, un arquitecto cincuentón con todo y su alopecia, su andropausia y sus crisis afectivas a cuestas. Los demás son un poco "muy": La adolescente, muy adolescente. La mujer frívola, muy frívola. La controladora, muy controladora y así, por el estilo. Paradójicamente, esto los hace entrañables porque nos ayuda a intuir el resto dado que no hay complejidad para terminar de completar el estereotipo.
La primera parte del libro me gustó mucho más que la segunda. El contraste entre el blanco y el negro del arquitecto es tan evidente que no da lugar a la grisura que se espera de cualquier recuperación de la vida.
Pienso que si se hiciera una película de esta novela, tendría que ser al estilo de Amelie por lo francés, por los personajes, por la felicidad y por la magia. Así, con esa estética efectista, quedaría de maravilla y apta para toda la familia.
¿Que si me gustó o no?
Sí, creo que a ratos me gustó mucho y a ratos me llegó a exasperar. El final llega a ser predecible casi desde la mitad del libro, pero un hombre como Balanda tiene que atar muchos cabos, así que aunque se sepa el "happy end" tenemos que gozar con la felicidad del hombre feliz.
Si tuviera que dejar este libro en manos de alguien más, lo dejaría en manos de mi mamá. Seguro que a ella sí le iba a gustar muchísimo.

viernes, febrero 13, 2009

La Habana, los ojos y el curry

Lo vi en un paso peatonal y me recordó al hombre aquel que me dijo con su acento marcado "I want to marry you". La verdad es que yo le había hecho ojitos en las escaleras eléctricas porque me hipnotizaron sus ojos y me pareció muy exótico. Él iba pa abajo y yo pa' arriba, o al revés, da igual, no es importante porque al poco tiempo me localizó y se colocó delante de mí con tres hombres más detrás de él. Me extendió su tarjeta de presentación en un papelito muy curioso. Ya no me acuerdo de su nombre pero era algo así como Bhramaputri Lakahsmati o una combinación de letras de ese tipo. Me presentó a su séquito con nombres igual de raros e impronunciables y me dijo que todos eran de su partido. Entonces vi su tarjeta: líder juvenil de un partido de izquierda de la India. Miró a sus súbditos carga portafolios y se fueron por ahí para dejarnos solos y no sé de qué diablos hablamos con mi chapurringlish y su darjeelinglish pero me resultó muy simpático el tipo.
Al día siguiente lo volví a ver y salimos del centro de Convenciones a dar un paseo. Me regaló una florecilla, me contó que quería candidatearse para gobernar su ciudad y me pidió un beso (sí, sí, me lo pidió) y ahí voy yo, a darle el beso porque me dio la gana, porque yo tenía veinte años, porque me pareció un verdadero intercambio cultural y porque tenía unos ojos ojerosos negros increíbles.
Quedamos de vernos en la noche en una de las muchas fiestas que había por toda La Habana pero llegó mi vecinito, un cubano guapísimo que me invitó un ron y otro ron y otro ron hasta que no me pidió ningún beso, me lo dio y punto. De hecho, no fue uno sino varios puñados así que dejé plantado a mi hindú.
Al día siguiente, entre la resaca y la vergüenza, no fui al centro de convenciones pero ¡zaz!, que me lo encuentro en el Capitolio con Camilo Cienfuegos de cera como testigo. Le ofrecí mis apologies y dimos un paseíllo por ahí. Me mostró unas rupia después me las regaló y entonces fue cuando me dijo que se quería casar conmigo. Yo me reí pero el tipo estaba super serio. Y entonces, me reí más de los purititos nervios. Me dijo que no era broma. Se me pasó la risa y traté de hilvanar un discurso coherente con mi pinche inglés. Total que me pidió otro beso y se lo di, acompañado de mil excusas, en compensación por mi negativa de matrimonio. En ese entonces no había visto ninguna película de Bollywood, porque si no, capaz que le digo que sí sólo por tener mi monsoon wedding.
El hindú era originario de Nalgonda, así que en caso de haberse candidateado y de haber ganado y de yo haber aceptado su propuesta de matrimonio, me hubiera convertido en... ¡La primera dama de Nalgonda! ¡Qué buen título! ¡Qué acertado!
Pero nada, yo me había quedado de ver esa noche con el cubano ojiverde para ir al concierto de Silvio y darnos otra sesión de besos frente al mar.
Y de todo eso me acordé ayer, mientras cruzaba frente a La Boquería y vi a uno que se le parecía, aunque ya no estoy segura, no me atreví a mirarle bien los ojos.

domingo, febrero 08, 2009

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Hace poco una amiga me dijo que a ella le gustaba dormir poco porque cuando dormía, sentía que se perdía de algo. Yo también pensaba así y no pegaba ojo para que sucedieran cosas en un bar, en mi cama o frente a la computadora. En los bares ocurrían cosas infames, en mi cama se gestaban nuevas depresiones y frente a la computadora... bah... si acaso pasaban letras, a veces. Letras, ilusiones inconexas y frustraciones dignas de mi imbecilidad.
Hoy ya sé que no me pierdo de nada. Al contrario, si estoy despierta me pierdo de sueños maravillosos como éste:
Soñé que iba en autobús rumbo a Acapulco al "Encuentro Nacional de la Cumbia Tropical"(el autobús llevaba una manta a todo lo largo con dos palmeras que decía eso en letras azules). Me habían invitado en calidad de "letrista" así que en el camino escribía algunas cosas que pudieran servirle a los cumbieros. También iban Claudia y Ximena con unas microfaldas porque para acompañarme, se habían apuntado como coristas. No me acuerdo ahora qué diablos había escrito, pero tengo la sensación de que era un poema fantástico, que tengo que recuperar y creo que será por medio de otros sueño puente. Eso sí, no sé si estará a la altura de "Carmen, se me perdió la cadenita", de "Colegiala", de la "Cumbia del amor" o de la del Garrote.

lunes, febrero 02, 2009

La doña reivindicativa

No hay nada que me moleste más que me revisen la bolsa cuando salgo de alguna tienda. Así que la cajera no esperaba que ante la retórica pregunta "¿Te molesto si abres tu bolso?" Le respondiera "Sí me molesta y me molesta mucho" La pobre no sabía como excusarse y me dijo que en lo que iba del día (eran las doce) ya le habían llamado la atención dos veces porque no le había revisado el bolso a una señora mayor y a una "morita" (ajá, esa palabra usó:"morita"), encima se excusó diciendo: "Bueno, con la mora, todavía, pero a la señora mayor, es que entiéndeme..."
Y le respondí que a nadie se le debería revisar en el entendido de que somos clientas y vamos al supermercado a consumir no a robar.
Se me quedó viendo como si le estuviera hablando en ruso y abrió los ojos mucho, mucho. En su defensa me dijo: "Es que tu bolso, no parece bolso sino bolsa"
Aaaah caray, ahora sí los sinónimos me están dando por el culo, pero no me ofendió la pobreza discursiva de la mujer, creo que me ofendió más que le dijera bolsa a mi bolso que yo siempre llamo bolsa aunque aquí le digan bolso a esto y le llamen bolsa o lo que también le llamo bolsa... aunque lo que de verdad me dolió fue que no supiera apreciar el inigualable diseño de mi bols@ chic comprado en un bazar de diseñadores alternativos. Me ahorré el discurso y le hice una mueca de resignación, tomé mi bolsa (esa sí era bolsa) con mis compritas y cuando me disponía a irme me dijo de remate:
"Pero no, entiende, que tú no tienes pinta de que quieras robar nada"
En otro contexto social, lo hubiera tomado por el lado amable de que en efecto, no iba con una media en la cabeza o con gabardina y lente oscuro, pero lo que en realidad quería decir es: "no tienes pinta de extranjera perniciosa, de gitana uñas largas, de árabe de raras costumbres..."
Y como entre más hablaba más se hundía, le respondí:
"Mira, yo entiendo que no lo pases bien con esto de revisar los bolsos, que es una orden, pero dile a tu jefe que es una falta de respeto y que si él sospecha de sus clientes, yo también sospecho de sus precios".
Volvió a mirarme con cara de what?, pero me fui... me fui para no volver. No vuelvo a pisar el Condis de "Nacho" (porque el dueño del supermercado se las da de amigo de la clientela y de tendero dicharachero, pero el cabrón es un xenófobo bien hecho). Ahora los castigaré con mi desprecio más profundo.