miércoles, septiembre 29, 2004

¿Sería usted tan amable de dejar de joderme la pituitaria?

Es que esta niña es muy amable, toda lindura. Es tan detallista y considerada que es la única que a estas alturas todavía me trae regalos: chocolates, duraznos, cajitas de origami y ositos de goma.
Es tan dulce, que cuando la caga sonríe tímidamente y me dice con su voz aniñada "es que yo pensaba que..."
Y bueno, yo aguanto vara con mi geta de no importaaaaaaa. Podría perdonarle todo menos el acento que le ha puesto a su dulzura con esa horrenda fragancia de Avon.
¿Cómo diablos le explico sin herirla que su pinche perfume me está trepanando el cerebro hasta sentir como mi globo ocular pende de un mucoso ligamento?
Mientras se me ocurre una táctica políticamente correcta, todo lo trato vía teléfono.
Lo malo es que no es la única... hay otra que está peor pero que se le perdona porque está instalada en sus cuarenta años con hijos adolescentes y divorcio en ciernes. Pero la niña no, la niña todavía es un cuerpo salvable de la ignominia de la bergamota, notas de sándalo, maderas diversas, acentos florales y meados de zorrillo.

domingo, septiembre 26, 2004

(((Paréntesis)))

Doctor, es un sonido grave. No el piiiii del mosquito o del si bemol del extremo sur del teclado. Es el pooooo del barco que va a ningún lado, es un camión de pasajeros mudos.
Todos los sonidos pasan por el tamiz de ese poooo que llegó a habitar mis oídos. Curiosamente lo único que me calma es la música. Entonces lo que necesitas es un psiquiatra, sentencia Ximena entre currys, cardamomos, lassis y frente a un Rodrigo que secunda la moción cuando digo que lo mejor de la Cenicienta es el fetiche por los zapatos.
El poooo es amable y me dejó escuchar el concierto de Chucho y Cigala, Lágrimas Negras mi canción favorita desde que las lágrimas incoloras no fueron suficientes para mi azotadez habitual. Y luego aquello de Se me olvidó que te olvidé, Inolvidable, Riachuelo.
Supuse que estaba curada, pero hoy en la mañana otra vez ese poooo, esa pecera circundando mi cabeza, ese sonido perpetuo y la voz del médico diciendo necedades del tipo: usted no puede fumar, tiene el tabique desviado, los senos paranasales jodidos, si el lunes sigue el poooo tendrá que guardar reposo absoluto, a veces el poooo puede ser permanente e irreversible... y yo tomo todas sus palabras y las sumerjo en un pooooo profundo.
Estoy entre paréntesis.

miércoles, septiembre 22, 2004

¿Cómo me escapo de mi?

Estoy empezando a ser la mujer que odio. Incluso me di el lujo de creer en un hombre y de pintarme los labios de rojo. Ambas cosas denotan pésimo gusto.
Me estoy transformando y llevo más de tres meses sin desayunar chilaquiles y tomando yogurt... y más me doy cuenta del cambio cuando no bajo un pinche gramo pese al esfuerzo.
Lo peor es que algunos niños (ciegos o miopes, supongo) me dicen señora. Lo más grave es que el otro día me descubrí comparando precios de chícharos en el supermercado y poniéndoles nombre a hijos imaginarios.
Mi carácter va de mal en peor. Ya no ligo ni por casualidad, ni por ebriedad, ni por conformidad. Los tennis salen de casa sólo en fines de semana y ya entendí que los granos premenstruales no se resuelven más con las cremas antiacné.
Si sigo así, tengo dos opciones:
Ser el clon de la Señorita Rottenmayer o ser Doña Pepa la del 7.
Mejor me instalo en el forever young y le doy cuerda a mi desmadre un buen rato.






lunes, septiembre 20, 2004

Tenemos que ponernos de acuerdo

Todos los habitantes de mi circo ambulante, tenemos que ponernos de acuerdo.
Ayer salió una minificción mía en La Jornada Semanal bajo el alias de Vetusta Morla y me costó convencer a mis amigos de que yo era yo.
El otro día el compatriota bloguero de los caracoles transcribió un poema que había escrito hace años y que aparecía firmado como Beat PatDib.
El caso es que si no empiezo a decir que yo soy yo jamás podré hacer un recopilatorio con mis escritos.
Tendremos que organizar un mitin con Vetusta Morla, Beat Pat Dib, Bersabea, Santacannabis, La loca de la colina, Cabronetta y todas las que escriben por mi. A los demás personajes que se dedican a otras cosas, los organizamos otro día.
La cuestión es que estoy muy feliz. Muy, muy feliz. Feliz por Vetusta Morla y también por mi que ya no me acuerdo como me llamo.
Creo que me quedo con este nombre, con el de Beatriz Patradox. ¿Les gusta?


domingo, septiembre 19, 2004

Freud, échame una mano

Estaba haciendo un examen de certificación para mi título. El examen era una estupidez: tests de personalidad y un texto larguísimo en inglés con ilustraciones como las de los testigos de Jehová que había que traducir. El salón estaba muy oscuro y cada uno de nosotros tenía una lamparita personal para leer las instrucciones. De pronto siento una respiración en el cuello y le empiezo a decir a Gudulup que por favor me deje en paz, que hay mucha gente, que no es el lugar indicado. Demasiado tarde, ya estábamos en plena fornicación sobre la mesa del examen.
Cuando salimos, veo que todos se dieron cuenta de la escena. Le digo al hijo del Jefe Gorgory (que iba vestido de charro) Que ya no sabía si había sido verdad o era una alucinación, me miró muy feo y me dejó hablando sola.
De pronto estábamos en una casa de Cuernavaca conviviendo con muchísima gente desconocida. Era una casa grande, con alberca. Gudulup estaba ahí pero yo no lo veía. Entonces busqué desesperadamente a Claudia para contarle lo que había pasado, y no me hacía caso. Llegado este punto, ya todos lo sabían.
Salgo a la calle y hay un hombre alto, fornido, bigotón con sombrero que me dice que si ya le aflojé a Gudulup, también le tengo que aflojar a él. Entonces me meto corriendo a la casa y ahí me entero que ese hombre es un hacendado a quien me habían prometido en matrimonio. Motivo por el cual Gudulup me envia una tarjeta diciéndome que no me preocupe, que me pide disculpas y que me ofrecerá protección. Un chofer me lleva a no sé dónde mientras mi supuesto futuro marido nos persigue a bordo de su troca... y me despertó la música del vecino y entonces no supe qué estaba peor si el sueño rarísimo o el malviaje de abrir el ojo oyendo a Nicho Hinojosa.
Vamos por partes y analicemos mi sueño:
1 El hecho de no titularme, se convierte en mi peor pesadilla. La presión social al respecto está cabrón, porque siendo sinceros a mi casi me da lo mismo.
2 Hasta ahí vamos bien de pesadilla, pero ¿Acaso mi sueño es el Show del Horror de Rocky para que de la nada le salgan tintes pornos?
3 Toleremos el pornohorror. Pero lo que sí es de espanto es soñar con el hijo del jefe Gorgory enfundado en traje típico y haciéndome caras. Fiel representante de nuestra pacata sociedad provinciana.
4 Gudulup es un tipo que he visto tres veces en mi vida y con quien he cruzado un par de palabras. No me gusta nada y creo que es gay.
5 En la casa de Cuernavaca estaba toda mi familia incluyendo primos, tíos y añadidos. Estaba también la familia de Gudulup (a la que ni conozco pero soñé), medio gabinete político, un candidato a gobernador, Claudia, Horacio, Ximena, Nacho,Brama, gente de mi oficina, Tatiana, Memo, chavos de las comunidades en las que trabajamos, Isidro, los de Santa Sabina con todo y manager, Camilo... en fin, que aquello parecía el En dónde está Wally?? de mi vida.
6 Aquí debí empezar a sospechar que todo era un sueño. Claudia no se pierde un chisme ni por error.
7 ¿Cómo que un marido? ¿Cómo que ranchero? Y justo cuando escribo esto, recuerdo que el actor que hacía de futuro marido en mi sueño, es otro tipo que he visto en la calle, que no tengo ni idea de quién es, pero que no soporto porque siempre me mira de forma extraña.
8 Gudulup es un pinche cobarde que ni la cara me dio después, pero eso sí, me manda con un chofer que no tiene. Yo no sé cómo voy a reaccionar cuando vea de nuevo a Gudulup en la calle y tenga que saludarlo.
9 Prefería seguir soñando este tipo de cosas bizarras que despertarme con los covers del Nicho. Pese a todo, los sueños son mejores que la realidad.
10 Casi en automático vine a la computadora a escribir mi sueño. Lo recuerdo con muchísima claridad y lujo de detalles. Ahora sólo necesito un especialista que me dé su diagnóstico... Creo que ya estoy lista para el manicure.

viernes, septiembre 17, 2004

Y sólo un orgullo tengo, que a naiden le sé rogar....

La chancla que yo tiro, no la vuelvo a levantar
La chancla que yo tiro, no la vuelvo a levantar
La chancla que yo tiro, no la vuelvo a levantar
La chancla que yo tiro, no la vuelvo a levantar
La chancla que yo tiro, no la vuelvo a levantar
La chancla que yo tiro, no la vuelvo a levantar
La chancla que yo tiro, no la vuelvo a levantar
La chancla que yo tiro, no la vuelvo a levantar
La chancla que yo tiro, no la vuelvo a levantar
La chancla que yo tiro, no la vuelvo a levantar
La chancla que yo tiro, no la vuelvo a levantar
La chancla que yo tiro, no la vuelvo a levantar
La chancla que yo tiro, no la vuelvo a levantar
La chancla que yo tiro, no la vuelvo a levantar
La chancla que yo tiro, no la vuelvo a levantar
La chancla que yo tiro, no la vuelvo a levantar
La chancla que yo tiro, no la vuelvo a levantar
La chancla que yo tiro, no la vuelvo a levantar
La chancla que yo tiro, no la vuelvo a levantar

miércoles, septiembre 15, 2004

Cumpleaños

Mañana cumple un año mi querido blog. Mañana también cumple noventaytantos años mi abuela.
Lo que más le agradezco a mi blog es haber satisfecho mis ansias exhibicionistas y obtener un importante ahorro en terapias y psicoanálisis. Lo que más le agradezco a mi abuela es haberme heredado su ironía y su humor ácido.
Quizá este post no debería decir "mañana" sino hoy.
La cosa es que es feriado y yo no pagué mi teléfono, así que no podré conectarme desde la casa de la colina.
Vamos, no sea tímido. Deje su óbolo o envie su regalo.
Y gracias por leer y no salir huyendo.




domingo, septiembre 12, 2004

Lady Nevermind

Y ahora todo es mejor, la lluvia de asteroides ya pasó. No fue para tanto... o eso dice Bunbury. Habrá que preguntarle a los dinosaurios si es verdad que no tienen recuerdos. O mejor todavía, habrá que preguntarle a mis recuerdos porqué dejan vivo al Tirano-sauro Rex y matan sin piedad a las cucarachas. ¿Qué no se supone que era al revés? ¿Que al final vencerían las cucarachas comeplástico?
Mis recuerdos se creen invisibles tras el humo de cada calada. Traje del emperador. Todos te están mirando, jodido recuerdo.
¿Te estás durmiendo?
No, estoy bien...
Nevermind, jamás lo entenderías. A millones de años libran un duelo los dinosaurios mientras nosotros tenemos que escuchar las sandeces de una tipa que lleva tres meses enamorada de un tipo.
Eso no es nada, si lo sabré yo. Cuéntale a un ahuehuete tu desgracia para que se ría de ti y convierta tus tres meses en una larva.
Nevermind, los fósiles vivientes vamos a permanecer toda la vida. Lady fosil con lacito. Señorita Nevermind mirando a la monologante como si nada, como si cualquier cosa, como si tres pendejos meses hicieran de un amor algo irrevocable... bah.

jueves, septiembre 09, 2004

Soy mala

Ayer sin querer, hice sufrir a un niño pequeño. De seis añitos, o algo así. Todos sus compañeros iban vestidos de animales. Las niñas de mariposas, de abejitas; los niños de tigres, leones, perros. Él iba de conejo, pero el traje le quedaba demasiado chico. Su disfraz era un mameluco al que su mamá había cortado los pies para que al pobre chamaco le entraran las piernas. Por supuesto las largas mangas, ahora eran tres cuartos y el traje le quedaba tan estrecho que se marcaban sus nalguitas. No sé porqué lo vi y no pude parar de reír. Imaginé que el conejo se había tragado al niño cuando era un bebé y que el pobre creció dentro del conejo hasta romperlo. Entonces me dio un ataque de risa estúpida e incontrolable y por más que trataba de no ver al conejo no podía evitar mirarlo de reojo y seguir riendo esquizofrénicamente. El niño se dio cuenta, y supongo que todo el día fue blanco de burlas de sus compañeritos, pero que llegara una vieja tarada a reírse de él, fue el colmo.
De pronto me topé con su carita triste y... lo siento, no pude parar de reír. Hoy trato de sentirme mal, pero cuando me acuerdo me entra otra vez ese impulso de risa tonta.
aaaay, Beatriz... qué bruta eres.

martes, septiembre 07, 2004

De la causa por la que tengo mala suerte, cigarros y hoy no soporto el Rhythm & Blues

No me dirán que es pecado hacer brotar por esta garganta seca una serie de improperios a mi mala fortuna. Y lo de mala fortuna se cuela porque hablar de tristezas nos remite siempre a una mala fortuna que viaja en la noria. Por eso las historias son siempre circulares, marchemos todos al compás.
Pensándolo bien, mi fortuna no es ni buena ni mala, es quizá sólo un poco insabora, bastante miope y ligeramente imbécil. Menos mal que se va a solucionar hundiéndose para siempre. Menos mal que para mi, futuro se refiere a un día de mañana en que me pesará leer a Habermas mientras echo de menos a Salinger. Son todos mis planes. Eso y un puñito de Salvo Lavatrastes para pulir los platos rotos que siempre pago.
Y sí, me gusta quejarme para llamar mi atención. A últimas fechas esto de ver para delante, hace que olvide que los zapatitos de cemento me están sacando ampollas en los pies muertos. Ahora por ejemplo, tengo la queja en la punta de los pulmones. No hay más cigarros y tendré que desenrrollar los gusanitos que no descabecé antes. Al menos queda un gusano gordo, en realidad una oruga que me pregunta con voz desafiante: ?¿Quién eres tú?? y expele humo por todas partes. Esta oruga es un regalo envuelto en alas de mariposa. Olvidé que alguien dijo que si sólo había un paquete de cigarros lo justo era dividirlo en dos. La justicia me trae de cabeza añorando la otra mitad del naipe que me amputé, pero gracias a eso, fumando espero con un hoyo en la panza que no ha cicatrizado. Fumando a tus costillas, Adán, fumándome a mi misma gracias a lo que encontré detrás del paraíso de cartón piedra: un recuerdo bajo luz negra con Ciudad Gótica de fondo.
Escupo al cielo en reproche por mi mala fortuna y momentos más tarde, lluvia ácida resbala por las comisuras de mis miedos. Tengo frío dos veces. Una por mi presente y otra por un pretérito desarrapado que le causó hipotermia a mi sentido común... otro cigarrito para empantanar a la traquea insumisa que no cesa de morderse la lengua y canturrear los coros de la Oda a la Prudencia.


lunes, septiembre 06, 2004

Mutis mutandis
Los lunes solíamos comer lo que quedaba del domingo y yo me empachaba con los recuerdos del fin de semana y después los expulsaba sobre un cuaderno con pastas azules y florecitas.
Hoy ya no me empacho,sencillamente vomito sobre la pantalla, sobre el mosaico, sobre los siete días de la semana.
El viernes, por ejemplo, tomé varias fotos de esas imprescindibles. De las que podrían quedar perfectas en un álbum para documentar historias añejas. Esas fotos bien podrían venderse en una papelería que las archiva entre las monografías de Benito Juárez, Miguel Hidalgo, Wolfgang A. Mozart y Florence Nightingale. Imagenes de una tarea que quedó inconclusa. Deberes no cumplidos que me mandaron a segunda vuelta.
El viernes fue como un viernes de hace siete años pero instalado en la aparente seguridad de frases dichas por todos en rítmico canon: Hoy tengo un buen empleo, hoy tengo mil libros más en la cabeza, hoy tengo pareja, hoy sé que me largo, hoy ya no me meto nada... "hoys" que justifican también muchos "ays". Los que se quedaron en el viaje aún no han vuelto y los que se van de viaje ya no volverán a ser los mismos. A mi lo único que me queda para saber que yo soy yo, es ese silencio mordaza tan estúpido. Ese mutis sobre el cual se van generando intereses año con año hasta que llegue el día en que no me quede más que darle libre tránsito al embargo o huir para siempre a mis propias Islas Caimán.
Ya vi que los "para siempre" son un mito pues aún se nos puede reciclar un viernes de eternas despedidas.
Y este lunes comeré lo que quedó del domingo y ahora inclusive me hace gracia. La comida agarra mejor sabor en el recalentado y además ya sabes qué servirte y qué no. Igual que los viernes que se quedaron congelados y fosilizados y hoy queremos comerlos con la misma fruición de antaño... pero no, a mi los recuerdos ya no me empachan.

viernes, septiembre 03, 2004

Lo olvidé...
Ayer camino a casa elaboraba un post mental para este blog. Post plagado de frases elocuentes, ingeniosas, metafóricas. Oximorones de buena factura y metonimias radiantes. Sí, todo eso que ya olvidé. Me preocupa porque mis olvidos suelen ser del lado de lo material en cambio para las ideas tengo buena memoria... o quizá deba decir "tenía"
Entre mis más celebres olvidos están el querer entrar al metro sin boleto y golpearme ridículamente la pelvis, lavar el auto con las ventanillas abajo y llegar a la caja del banco a hacer un depósito sin llevar el dinero. Un par de veces he recorrido todo el supermercado, llenado el carrito sólo para darme cuenta que olvidé la cartera. Llevarme los papeles equivocados de la oficina, mil veces. Dejar las llaves dentro del coche, dentro de la casa, otras tantas veces hasta el punto de que el cerrajero ya me conoce. Olvidar la tarjeta dentro del cajero automático, también. Comprar algo, que me den el cambio y no llevarme el artículo comprado, me ocurre seguido.
Y si ahora estos olvidos se transfieren a las ideas - que casi siempre ocurren por estar pensando en otras cosas- estoy frita. Es que yo venía aquí para muy hermosamente expresar porqué estoy tan orgullosa de mí. Pero ya no recuerdo porqué estoy orgullosa de mí, a lo mejor olvidé los motivos porque me los inventé... ya no estoy orgullosa ni de mi, ni de mi memoria.

miércoles, septiembre 01, 2004

En sus marcas, listos...

Parafraseando a la canción que reverb integrado popularizara José Feliciano, mis amigos ya se han ido casi todos: Melissa, Isidro, Gianluca, Sol. Nacho también se va. Y es mejor así porque habrá menos que extrañar cuando ya no pueda estar aquí porque todo esto que está pasando me deja ver que aquel que ose quedarse tendrá que sindicalizarse o cambiarse la camiseta como si nada y como si siempre... cosa que a estas alturas del partido, tampoco me causaría sorpresa, no hay nada más endeble que las convicciones políticas. ¿Será moda o yo soy una ortodoxa?
Estoy también jugando a modelos de perfección. Orden y disciplina hasta para comer. Vida relativamente sana sin caer en los excesos de una sanidad que pueda perjudicar mi sistema nervioso. Se trata de cerrar el círculo con un moñito fingiendo que estos años aquí no han sido puro reatazo y mecatazo. Cinta de terciopelo negro para clausurar sin claudicar.
Otra cuestión sintomática es que ya no estoy comprando zapatos de tacón. Cuando los veo en el aparador pienso en que no es necesario si los que tengo aguantan perfecto las últimas juntas, eventos sociales, y convites del año. Después se acabaron los zancos en atención a mi fianceé más bajo que yo -nada raro- y para descender de nuevo a un status sin chofer, sin traslados, sin sillón ergonómico y sin pisos parejitos en donde no trastabilleé demasiado.
También sin quererlo, la vida me prepara para el desempleo. Ayer me regalaron un chaleco de reportero con mi nombre bordado. Es como una funda de Rotoplas. Siempre renegué del banqueterismo y de la reporteada. Cuando mis maestros de la Septién me instaban a hacer tal o cual ejercicio, yo pretenciosa decía que no estaba estudiando para correr tras una nota y así ha sido, en efecto... pero who knows? Mejor me voy haciendo de una grabadora. También me queda el recurso de volver a ser hippie y eso de hacer collares a manera de terapia relajante, podría convertirse en un modo de vida para que me odie a mi misma cuando me descubra diciendo frases como: "Puede verlos sin compromiso". Por lo visto, todos mis posibles futuros empleos no van más allá de la banqueta.
En relación con el tema anterior, ahora viene el golpeteo en la cabeza contra la pared de tablaroca de esta oficina: ¿Por qué no ahorré? La respuesta está precisamente en la marca de tus zapatitos, en los viajes de placer a cualquier parte del mundo como si se tratara de un tablero de Turista Mundial, en el "yo invito", en el control remoto con nosecuantos canales para hacer zapping, en la marca de tu rimmel, en la obsesión porque todos tus discos sean originales, en que las fondas te causan colitis, en fin... cuesta caro este estúpido juego en el que me dejé llevar.
Pues eso, a prepararse para emigrar como las oscuras golondrinas becquerianas. A veces sólo quiero volver al nido a que mi mamá me mime, y creo que estoy diciendo eso porque sé que es temporal... voy más lejos y nada me detiene. Yo me voy aunque a medio camino me muera por unos esquites de la San José o por unas quesadillas de setas. Me largo aunque me prive de asomarme por el ventanal de esa casa. Me retiro porque más vale decir aquí corrió que aquí murió. Y después de este ciclo, todo me huele a muerte, a charco putrefacto.