lunes, septiembre 06, 2004

Mutis mutandis
Los lunes solíamos comer lo que quedaba del domingo y yo me empachaba con los recuerdos del fin de semana y después los expulsaba sobre un cuaderno con pastas azules y florecitas.
Hoy ya no me empacho,sencillamente vomito sobre la pantalla, sobre el mosaico, sobre los siete días de la semana.
El viernes, por ejemplo, tomé varias fotos de esas imprescindibles. De las que podrían quedar perfectas en un álbum para documentar historias añejas. Esas fotos bien podrían venderse en una papelería que las archiva entre las monografías de Benito Juárez, Miguel Hidalgo, Wolfgang A. Mozart y Florence Nightingale. Imagenes de una tarea que quedó inconclusa. Deberes no cumplidos que me mandaron a segunda vuelta.
El viernes fue como un viernes de hace siete años pero instalado en la aparente seguridad de frases dichas por todos en rítmico canon: Hoy tengo un buen empleo, hoy tengo mil libros más en la cabeza, hoy tengo pareja, hoy sé que me largo, hoy ya no me meto nada... "hoys" que justifican también muchos "ays". Los que se quedaron en el viaje aún no han vuelto y los que se van de viaje ya no volverán a ser los mismos. A mi lo único que me queda para saber que yo soy yo, es ese silencio mordaza tan estúpido. Ese mutis sobre el cual se van generando intereses año con año hasta que llegue el día en que no me quede más que darle libre tránsito al embargo o huir para siempre a mis propias Islas Caimán.
Ya vi que los "para siempre" son un mito pues aún se nos puede reciclar un viernes de eternas despedidas.
Y este lunes comeré lo que quedó del domingo y ahora inclusive me hace gracia. La comida agarra mejor sabor en el recalentado y además ya sabes qué servirte y qué no. Igual que los viernes que se quedaron congelados y fosilizados y hoy queremos comerlos con la misma fruición de antaño... pero no, a mi los recuerdos ya no me empachan.

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