miércoles, septiembre 16, 2009

Puede usted besar a los del cumpleaños...

Es decir, a mi blog y a mí.

Pocas cosas me han durado seis años: algunos amigos, un par de aretes y ninguna relación.
Este blog hoy cumple seis años y creo que si no lo he perdido es porque físicamente no existe, por eso no lo he olvidado sobre el techo del coche, no ha muerto a manos de mi fetichismo o no se ha ido sin querer a la basura. Es un buen compañero, sólo tengo que alimentarlo cada vez que me acuerdo (por eso tampoco me duraron las mascotas) o cada vez que algo me está bullendo en la cabeza.
A diferencia de muchos otros proyectos personales inconclusos, este blog persiste gracias a su falta de consistencia y de ambición pero a su exceso de ingenio y de egolotría.
La verdad, su vida no ha sido ningún mérito. Salvo alguna que otra amenaza de dar al traste con él -varias veces he estado punto de pulsar el botón rojo- o algún intento fallido de intelectualizar su vulgar contenido; el resto del tiempo se nos ha pasado en un plácido paseo sobre mis dichas y mis desdichas. Hace tiempo la gente vaticinaba que los blogs personales se irían a pique pero esta lancha, aunque a veces hace aguas, los desmiente mientras ve hundirse a los Titanics de la pretensión (aquí iba una risa teatral... pero too much)

Agradezco muchísimo a todos los que se han pasado por aquí. Los de antes, los de no tan antes y los de ahora y si no lloro es porque se me corre el rimmel.

Y como seis años ya suenan respetables, este año el "happy birthday" corre a cargo del grupo más famoso sobre la faz de la tierra.

¡Me autofelicito y me autoabrazo!

domingo, septiembre 06, 2009

Chaquetas a medida

Con este olor y esta música no hay más opción que ovillarse en un recuerdo. Ovillarse implica tirar del hilo y observar cómo los recuerdos agradables rara vez vienen solos, siempre traen de la mano a su amigo tarado, a ese que sale haciendo cuernos en las fotos, a ese típico imbécil que te saluda diciendo "¿hace cuantos kilos que no nos vemos?", a ese que te hizo perder el tiempo contándote un mal chiste mientras veías cómo otra se ligaba a tu sujeto del deseo.
Entonces, cuando tienes humo en la boca, empiezas a enredar y a enredar con los índices hasta formar enormes y despeinadas madejas de absurdos que van y vienen en el tiempo sin ninguna compasión. Cuando ya tienes suficiente material cortas el hilo con los dientes porque no tienes ni idea de en dónde dejaste las tijeras.
Conoces de sobra la calidad del hilo, tomas tus dos agujas de vudú y empiezas a tejer una bonita chaqueta mental, de esas que caen sobre los hombros como si fueran armadura de la Edad Media, de esas que te confeccionas un domingo cualquiera por la madrugada cuando no hay nada por la TV.