domingo, junio 19, 2011

El maldito saco de lino

Estoy planchando un saco de lino.  Me lo regaló mi mamá con la esperanza de que me vista un poco más decente.  Me lo regaló hace mucho pero es, digamos, de corte clásico... o yo qué sé.
Mañana tengo una entrevista de trabajo y casi puedo ver la cara de la entrevistadora centrándose en la arruga de la solapa que no le puedo quitar.  Señorita por favor, mi currículum me avala.  Pero qué más da que le pueda hablar de la división sexual del trabajo si no soy capaz de llevarla a cabo.  No es por feminista, es simplemente porque soy una inútil.  No tendría reparo en hacerle un risotto de bolets, una fideúa, una cochinita pibil o una quiche lorraine, pero se vería muy mal, pensaría que es un soborno y no la enmienda por la arruga en la solapa.
Estas situaciones me ponen muy tensa y espero que no me apliquen un examen psicométrico.  La última vez que hice uno me pidieron que dibujara una mujer y como le puse pantalones y no falda, le tuve que poner un buen par de tetas con lo que al final no sé que habrá pensado la psicóloga.
Aclaro, no es que nunca me haya vestido con cierto decoro. En mis épocas de funcionaria pública varias veces tuve que ir impecable, bien peinada, bien vestida y bien maquillada... pero era diferente.  En ese entonces tenía ubicada la tintorería y ahora no tengo idea de dónde queda la más cercana a mi casa.
Intento aplicar la técnica del trapito húmedo pero no sé bien cómo se usa.  Creo que lo estoy dejando peor que como estaba.  Pienso que qué más da, que soy antropóloga y no tengo un MBA, que no pueden esperar de mí mucha elegancia y que prefiero centrarme en los pliegues de la ropa que en los huecos de mi formación académica.  Prefiero que no me den el trabajo por mal vestida que por ignorante. Sería la victoria moral de una zarrapastrosa.
Llevaré en una bolsita los zapatos de tacón.  Pienso en esas secretarias que viajan horas en el metro y en el pesero con el maquillaje impecable y el tacón de vértigo.  Las admiro, secretarias, las admiro.  No sé qué podrá salvarme mañana. El maldito saco de lino, seguramente no porque además, ahora así extendido, me parece bastante feo.  Le voy poniendo palomitas mentales a las cosas que sí tengo:  experiencia en docencia, uso de ordenador, de internet, manejo del tema, comprensión de catalán, comprensión de inglés... ¿y si me hacen la entrevista en inglés? Creo que me moriría del nervio.  Sería la tartamuda en inglés del saco arrugado.
Las mangas están chuequísimas y no sé a qué costura hacerle caso. Debí invertirle más tiempo a la planchada y menos tiempo a Levi-Strauss.  ¿Són las mangas las chuecas o soy yo la torcida, la jorobada? Se me hace que tantito las mangas y otro tantito yo. Por si fuera poco, me depilé el bigote y me irrité.  Soy la torcida, jorobada, con ronchas en la cara, saco arrugado e inglés tartamudo.
Maldito saco de lino, debí elegir alguna cosa menos engorrosa pero ahora ya no puedo cambiar de idea. Que sirva para canalizar mis nervios, porque mañana hará un calor horrendo y quedará ridículo ir con saco, entonces deberé preocuparme porque no se me corra el rimmel pues ahora que lo pienso no tengo rimmel waterproof.  Debí comprarme un rimmel en lugar del libro de Saul Bellow.  Merde!