martes, mayo 23, 2006

De todos modos, Juan te llamas

A mí me gusta mi nombre. Por eso lo pongo con orgullo.
Nunca estuve a punto de tener otro nombre porque mi familia tiene no sé qué extraña garantía de perpetuidad con eso de los nombramientos. Mi tío J, tiene a su hijo J. Mi tío A, tiene a su hijo A. Mi tío E (el mejor de todos), tiene a su hijo E... y así hasta contar diez.
O me gusta o me conformo. Quizá me conformaba con él pero me gustó más cuando descubrí que tiene mucha literatura a cuestas. Y bueno, entre la Portinari y la Viterbo estaba mi jeta feliz.
El problema es que en México a las Beatrices nos dicen Betty. Odio que me digan Betty pero ya me acostumbré. Ya, ni pedo, soy Betty porque mi mamá es Beatriz y entonces yo no alcanzo nombre de pila digno.
Después, cuando había superado la adolescencia y ya lo mismo me daba Betty, que Beatriz, que pinche vieja, salió Betty la fea y Lafea se transformó en mi apellido.
Me vine a España y empecé a ser Bea. Aquí todos me dicen Bea.
Y todo iba muy bien, porque ya no iba a ser Betty, sino Bea que igual es un diminutivo pero menos cursi y menos lleno de esa imagen de gringa con camiseta de Mickey Mouse.
Y todo iba bien hasta que...
¡¿¡Qué creen?¡?
Pues que los españoles no se van a quedar atrás y sacarán su versión de Betty la fea y se llamará: "Yo soy Bea" (la fea)
¿A qué planeta me voy a vivir para cambiarme el nombre?
Pues a chingarse con mi beatricez y mi fealdad crónica y adquirida.
Al menos la de la telenovela se reforma y queda guapa. Yo no sé cuántos capítulos me faltan para ser bella, feliz y millonaria.
Por si las dudas, dígame Beatriz, así todo completo, que mis circunstancias ya no admiten diminutivos.

sábado, mayo 20, 2006


Humona, demasiado humona

Después de una ausencia de mí misma, empiezo a ser una "persona normal"
Entre más soy una persona normal, más mona me siento.
Debe ser por eso que escribo menos,
pienso menos,
hablo menos,
pero cómo me río.

lunes, mayo 15, 2006

¡Hoy puede ser un gran día!

Lástima que haya empezado con la leche de mi cereal caducada.

domingo, mayo 07, 2006

Alquimia del Raval

Me haría un vestido con las cortinas cochambrosas pero no quiero desnudar las ventanas. No por ellas sino por las hadas verdes de la absenta. Les guasta envolverse en ellas.
Miento.
No vi ningún hada.
Ni soy poeta maldita. Si acaso, malita como poeta.
Pero me bebí la absenta. Sin gotas de laúdano y con un montón de gringos y guiris jodiéndome el experimento. Ninguno era Baudelaire.
Y pensé que no pasaría nada. Que Hemingway había mentido con eso de que el Absenta era "una alquimia líquida que cambia las ideas"
Pero tenía que llegar a la Plaza Real para darme cuenta.
De pronto éramos productoras haciendo un casting y encontramos al actor ideal. Le pedimos teléfono para incluirlo en la super producción mental e imaginaria que haríamos algún día. Núria dij que era versátil. Yo creo que tenía carisma. Lo mismo era Bowie que Robert Smith o que la mismísima Siouxie
Después un imbécil me dice: "You are a tipical spanish girl" al tiempo que intenta agarrarme el trasero y yo sólo le digo: "Soy mexicana, pendejo" Y en el tiempo que tardo en darle la espalda me doy cuenta que soy una naúfraga que usa un sarcófago como patera. Apátrida pútrida que abordará un taxi a los pies de Colón para huir del puerto. Me siento a salvo tierra adentro, aunque esta sea tierra de nadie.
¿De Nadie? Entonces es mi hogar.
Debería comprarme una botella de absenta para beberla a sorbitos mientras escribo. No lo haré mejor pero soy fanática de las alquimias y ya las tenía un poco olvidadas.

sábado, mayo 06, 2006



Tengo una resaca del copón (léase una pinche cruda de muerte), pero como ya llevo retraso en esto del blog y no he cumplido con las recomendaciones literarias del mes que a nadie importan salvo a mí y a mi mismidad, ahí les van mis rápidas y vanas percepciones:

Brooklyn Foolies, Paul Auster: Está bien. Bien a secas porque Auster ha escrito libros mucho mejores que este. Infinitamente mejores. No diré mucho pero hasta tiene un esbozo de final feliz... ajá... Believe it or not.

Lo mejor que le puede pasar a un cruasán, Pablo Tusset: De veras que cuando uno no quiere pensar en nada, nada como un libro como este: ligerito, superficial y divertido aunque con un final bastante cutre. Me reí, eso sí. Me reí mucho y me hizo entender un poco más a estos extraños terrícolas llamados catalanes.

El club de la Buena Estrella, Amy Tan: Otro libro para entender a extraños terrícolas: los chinos. Y como vivo cerca de un barrio chino, después de leer el libro me empezaron a resultar simpáticos cada vez que me cruzaba con ellos. Eso porque es un libro de historias reconciliadoras con la vida, la familia y la historia. Occidente y Oriente. Otro Oriente. Me gustó el libro.