jueves, febrero 10, 2011

Rumores estridentes

(De mi columna de los jueves en la Jornada de Oriente)

Desde siempre los rumores han sido mal vistos en público pero gozados en privado. Nadie se hace responsable de su transmisión pero todos, de alguna forma, participamos en él.  El rumor es fundamental como herramienta para conocer a una sociedad porque, si persiste y no muere por falta de interés, termina siendo la construcción de una versión colectiva en la que sus actores suprimen, transforman o añaden contenido. Los rumores tienen tres funciones: Delimitan espacios y fortalecen comunidades al consolidar el interés común por algún tema o personaje. Sancionan conductas porque todo rumor lleva implícita una norma que no se está cumpliendo o que está a punto de quebrantarse.  Introducen dudas razonables pues tienen elementos que afianzan su verosimilitud. Cuando toma fuerza un rumor, salta al ámbito público y se convierte en una hipótesis que, con o sin fundamento, requiere ser verificada.
Hace varios días, algunos diputados en el Congreso sacaron una manta  acusando a Felipe Calderón de alcohólico. Se sirvieron de una ola de rumores propagados sobre todo en redes sociales de internet para provocar una reacción.  Si esto es lícito o no, forma parte de otro debate.  Lo cierto es que un rumor que pasa del mero cuchicheo al escándalo mediático es en sí mismo una noticia más allá de su contenido. Preguntar, como hizo Carmen Aristegui,  por el contenido de las habladurías es oportuno y necesario.  Primero, por el impacto social que ha derivado en chistes, ocurrencias y genuina preocupación desde hace varios meses en distintos sectores de la población. Después, porque investigar y contrastar es una obligación de todo periodista.  Detrás de cada rumor hay una inquietud social que busca ser resuelta. Acudir a las fuentes que pueden emitir declaraciones al respecto es el primer paso para ofrecer información de calidad. Paradójicamente, censuraron a Aristegui pero el rumor hoy goza de mejor salud que nunca: el murmullo es estridente.

* Pensé que lo mejor era que el blog siguiera su curso: más personal y sin subir aquí mis publicaciones en otros lados. Debido a que a veces los textos sufren cambios en el periódico, dejaré la versión original aquí.  Tendré que buscarme tiempo para escribir de vez en cuando entradas como las de antes pero, aunque cada día escribo más, cada día menos cosas le resultan útiles a este espacio.