jueves, septiembre 29, 2005

5...
Una niña chorreando agua me dice:
"je suis un petit poisson"
y yo le contesto mientras le desenredo el pelo:
"je suis une grande sirène"
Se ríe y entonces el tiempo pasa más ligero.
Ella no opina lo mismo. He pasado mil veces el cepillo sobre su cabeza mojada. Cada movimiento dura mucho. Mon petit poisson comienza a retorcerse y a secarse.
Era una manera de despedirme, discúlpame pececito.
4...
De todas las cuentas regresivas esta es la más ingrata. Mi ombligo es más grande que mis certezas. De tanto rascármelo sobre la cama lo he convertido en una bolsa de mago de la que sale un buitre que se comerá el tiempo podrido. O eso espero.
3...
Quisiera oír crujir un caracol bajo mi zapato sólo para comprobar que puedo darle alcance, que no me estoy momificando con los ojos fijos en un avión que no hace escala en mi azotea. Me canso de agitar la mano mientras todos los destinos cruzan sobre mi cabeza.
2...
Doblo mi ropa y la meto a la maleta roja y la saco y la meto y la saco. Me llevaré toda la ropa posible para cubrir las intimidades que querrás escuchar y nunca diré. ¿Antes o después de ti? Que la duda te corroa, te carcoma y te desgaste mientras yo me abrigo en este techo compartido. Us and them. A partir de que existes me dí cuenta que jamás le perdonaré a un hombre que no le guste Pink Floyd. Eso, bien descifrado, es una indiscresión. Lástima que no poseas las herramientas suficientes. ¿Antes o después de ti? Mucho antes, eso sí. Y también después.
1...
Llevo meses, muchos, sin agendas y sin calendario. He aprendido la nueva alquimia para medir el tiempo: La programación de la televisión. Hoy no es martes, por ejemplo. Ni domingo. Hoy es día malo para ver estupideces. Preferiría jugar un juego de mesa, pero tirar los dados es una mierda. Retrocedo siempre casillas y de nuevo torturo a mi pececillo: Mil cepilladas más y te juro que ya me voy. Es que soy torpe para despedirme y siempre volteo en el último momento. Soy de sal. Soy sirena de sal.
5...

viernes, septiembre 23, 2005

Crónicas de la conciencia y las patas negras.

(A Melissa por esperar conmigo y emigrar a tiempo)
Ambas teníamos la jodida sensación de estar en una sala de espera. Si me pongo caótica y tremendista, casi podría decir que era la antesala del infierno aunque sabiendo que del otro lado de la puerta en realidad hay probabilidades de acceder a un pedacito de paraíso. Aunque sea del paraíso de las cosas simples: querer, que me quieran, ver películas, salir de vez en cuando, jugar a ser feliz y buscar una chamba que se traducirá en un curro, tomar unas chelas transformadas en cañas y comerme un bocata con espíritu de torta. Pero no estaba hablando de eso. Estaba diciendo que las dos estábamos en esa pausa imprecisa que nos pilló en un mal gesto. Y buscábamos cosas qué hacer y como andábamos en plan de vaciarnos un poco de acá para llenarnos un poco de lo que vendrá, empezamos a divertirnos como dos cabezas huecas de las que tanto criticábamos.
Últimamente he descubierto que las cabezas huecas saben divertirse mucho porque no necesitan retacarse de cuestionamientos inútiles. Las dos sabíamos que era tiempo de no hacer nada. Una pausa para buscar lo que sigue sin saber bien cómo ni de dónde vendría. Y así, fuimos un día al Pata Negra natural mistic blowing in the wind y atascamos nuestra cabeza de gin tonics, porque a las dos nos gusta decir salud con esos vasos largos en donde un limón flota más decorosamente que nuestras voluntades. I will survive.
No recuerdo que pasó el primer día porque desde ese momento hasta el domingo por la mañana, me pareció que había sido en realidad una temporada confusa sin principio ni final. Recuerdo las rastas de Fito, Yo soy de la cruz del sur. Un seudogay cuya heterosexualidad nos decepcionó. Estaban ahí también Lenny Kravitz y Nicholas Cage en sus versiones tercermundistas. Groove is the heart. Bailé con Nicholas o en realidad el bailó conmigo haciendo gala de su sentido infrasexy de aprendida cachondez. Procura coquetearme muy? También bailé con un gigante, con un duende y con un ángel. En alguna canción abracé a Gaby con su sonrisa iluminada. Me encontré con Greta y un trocito de pasado. Belén, tan linda y recuperada y Eli tan loca como siempre. Dodó, mi doctor Daktari de la selva zapatista y Xaviera, médica de cabecera de pasones tlaxcaltecas. I feel good.
Y pasaba gente, y las dos ahí tomándonos el gin y el tiempo para que algunos se fueran y pudiéramos bailar por toda la pista con el tumbao que tienen los guapos al caminar exorcizando a la espera que nos tenía ahí, encerradas, disfrutando como locas una noche para tener nuevas culpas en el día. Voy a buscar, la paz interior en tu interior.
Coleccionamos historias, desde la del Tom Waits que me creía una lesbiana bonita, hasta Leo que pedía marihuana a Peter Fonda.
Sabíamos que era un momento, una manera de asesinar las horas disfrazadas de días en la sala de espera. Imposible hacer un CD acoplado con Cindy Lauper y Leonard Cohen, imposible que nos acompañen en nuestra locura forevereante. Imposible pedir que todos tengan un cachiporra y una risa fácil. Contigo me voy mi santa aunque me cueste morir. Y nos reíamos mucho de muchas tonterías. Y me decía que yo era sabia, pero yo sé que nunca lo suficiente. Pero ella se fue y me dejó aquí en un viernes sin Pata Negra y con ánimos negros esperando que mi tren pase por mí o encima de mí o que pase, pero que ocurra porque me canso de esperar mi viaje sin retorno a mi pedacito de cielo, a mi esquinita catalana, a mi futuro plagado de promesas. Y Oaxaca se pone cada vez más lejos.

viernes, septiembre 16, 2005

¡Feliz cumpleaños!

Hoy cumple dos años el Flagelo di Dante. Como no está en su mejor época creativa y lúcida he decidido cubrir las carencias imaginativas y literarias con un puñado de fuegos artificiales.
Pueden dejar felicitaciones, y por supuesto, regalos que servirán para garantizar que en este blog se hable muy bien de ustedes. Acepto invitaciones a fiestas pero por favor que sean virtuales porque sigo en pijama.
Gracias a los que a pesar de conocerme, se atreven a leerme. Gracias a los que me intuyen a través de mis letras. Gracias a los que me hacen reír, reflexionar o rabiar con sus comentarios. Gracias a los que pasan, me leen y se siguen de largo sin dejar huella. Gracias a los que no deberían leerme y sin embargo su morbo los mueve a hacerlo. Gracias a los involuntarios protagonistas de esta flagelada y sadomasoquista historia. En fin, como diría Ceratti: ¡Gracias Totales!
Y antes de que la emoción remoje la pólvora, ahí van unos cuantos infiernitos circulares. Favor de no confundirlos con los de las fiestas patrias de ayer.
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martes, septiembre 13, 2005

Cambia, todo cambia y ya ni el Gansito sabe igual
Pan no integral, me refiero al blanco que se pega en los dientes; mayonesa no light, sino de la de verdad, de la que aceita la tapa; jamón no de pavo, del de siempre; mostaza no de dijon, de la amarilla que casi fosforesce, y queso no brie, no panela desgrasado, queso amarillo cual plástico envuelto en plástico. Y si cierro los ojos casi puedo escuchar los gritos del recreo, sentir en mis nalgas la cuadrícula fría del patio a través de mi uniforme café con el que a veces sueño todavía.
Leche sin descremar, con toda su lactosa y salida de ese empaque que termina en piquito y dos cucharadas de Quick que ha añadido un estúpido prefijo Nes y modernizado a un conejo antes panzón y ahora esbelto de acuerdo a los cánones de la moda. Cada trago me recuerda los miércoles de Disneylandia en donde el mundo es cascada de colores, mágico mundo de colores y Campanita volaba esparciendo chispas.
Debería cenar esto más seguido y dejarme de mis all bran con leche aguada cuando me remuerde la conciencia, de mis sándwiches integrales con tomate y orégano, o de mi negro vicio de coca cola light.
Me acuerdo que esta cena se remataba con unas Barritas de piña que tengo que sustituir por un Camel.
Enciendo el cigarro y se me desdibuja la infancia. Así es esto de crecer, adquirir vicios y ponerle zancadillas a la memoria.

viernes, septiembre 09, 2005

Breves domésticos

Tu mirada percudida
aún da vueltas
en mi lavadora de culpas.

martes, septiembre 06, 2005

Vino y Oporto

No me gusta Saramago, debo confesar.
Me gusta el vino.
Me gusta lo que dice mi amigo el sommelier:
É melhor beber vinho e dizer mierdas, que beber mierda e nao dizer nada.
Jugué a que me gustaba Saramago cuando yo era capaz de reventar una botella de vino en la cabeza de mi amado.
Ahora que todo es calmo, sólo me gusta el vino.
Me gustaba el Oporto hasta que volví y ví mis botellas vacías opacadas por su eructo.
Eran cuatro botellitas de Oporto en una caja de madera que viajaron desde Lisboa. Al final, no me quedó ni la caja. Las botellas se estrellaron en mi pared, en los riñones o en el orgullo.
Ahora que todo es tan aséptico, sólo me gusta el vino en copitas de cristal y decir salud educadamente, como dicen que se hacen estas cosas según ciertas cosechas y ciertos cultivos de la buena educación.
Y no, no estoy borracha pero quisiera estarlo para poder decir mierdas justificadamente. Para poder gritar que estoy harta de una vida con tufillo a perfección y resaca de conformidad.
Así, en la sobriedad, pocos perdonan la locura o las mierdas o que no te guste Saramago.
Quizá compre una botella de vino que no sea español ni chileno. Un vino que no tenga nacionalidad de amantes presentes ni pasados y que tenga retrogusto a Pessoa:
Ao goso segue a dôr, e o goso a esta.
Ora o vinho bebemos porque é festa,
Ora o vinho bebemos porque ha dôr.
Mas de um e de outro vinho nada resta.




viernes, septiembre 02, 2005

Monotimia

Por fin fui a arreglarme la muela.
Compré el boleto de avión.
Hice un trámite de esos que me dan una hueva infinita.
Terminé mi trabajo.
Me merezco una estrellita en la frente y sin embargo I can't get noooo satisfactiooooon y la neta, ni lo intento.
Se viene otra racha de días más largos que mi sombra.