viernes, diciembre 25, 2009

Adiós abuelita


Me siento como una niña pequeña que la sueltan de la mano en un lugar desconocido. Se ha ido la mujer que convertía al número 2 en un patito, que me peinaba con limón, que me contaba el cuento de "mesita componte", que hacía gorditas de nata, que jugaba a las manitas calientes, que me daba miel con limón para curarme la garganta, que me hacía muñecas para recortar y me regalaba lápices de colores, que cocinaba los mejores frijoles refritos del mundo, que me arrullaba para dormir, que usaba palabras como "consorte" y "gendarme", que tenía una caligrafía impecable, que hizo labor de voluntariado hasta los 90 años, que se compadecía de los "viejitos" como si ella fuese inmortal, que oía lo que le convenía y lo demás lo dejaba pasar, que tenía un humor negro, ácido, fino y delicioso, que en los restaurantes pedía helado de plato fuerte y un pastel de postre, que se reía de la muerte propia y de la ajena, que me saludaba por la cámara web y me decía que yo cada día estaba más guapa y ella más vieja, que me dejó para esta navidad un regalo hermoso lleno de recuerdos como si supiera que me estaba entregando la más dulce de las despedidas.
Se ha ido la mujer que me ha dado la lección de fortaleza más grande y que no dejó de luchar hasta el último minuto. Si tan sólo me heredara un poquito de esa fuerza y de ese "optimismo negro", me daría por muy satisfecha. Por ahora me consuelo con saber que por fin descansa.

domingo, diciembre 20, 2009

¡Ash!

Ash mamá, no me digas que escriba algo.
¿Que no ves que tengo las manos entumidas y heladas?
¿Que no ves que tengo el corazón oscilando entre la tristeza y la resignación?
No puedo escribir porque no puedo ver las letras cuando se me encharcan los ojos. No puedo escribir sin antes saldar una deuda enorme de palabras. No puedo escribir porque se viene otra vez navidad y otra vez, se viene amarga.
¿Te das cuenta que no exagero cuando digo que cada fin de año duele más que el anterior?
¿Tú también notas como poco a poco van quedando huecos enormes que no se llenan con nada?
Y entonces no me pidas que escriba porque lo único que tengo que decir son cosas así de frías que se tienen que calentar solitas porque les hace falta tu abrazo.

martes, diciembre 01, 2009

Las leyendas virtuales y las mentiras ilustradas


Me pone de muy mal humor recibir correos electrónicos que solicitan que los reenvíes porque pretenden "concientizar" a la gente sobre problemas sociales inexistentes o sobre datos falsos. La mayoría de ellos culminan con un mensaje que te hace sentir culpable si no avisas al resto. Nadie quiere ser malo cuando con un click puedes salvar al mundo y evitarte tareas más engorrosas como informarte de verdad o participar en algún tinglado social.

Desde hace tiempo cada vez que recibo uno de estos correos contrasto la información y si detecto que es mentira, reenvío la rectificación, eso sí, cuidando que las direcciones de medio mundo no queden a la vista porque esa es otra cosa que me enerva: ¿acaso no saben que se vuelven carne de spam cuando reenvían un correo con las direcciones a la vista y encima no se conforman con mandar las propias sino que abajo del mensaje NADIE ha tomado la precaución de ocultarlas o borrarlas?
En fin... he aquí una lista de los bulos que recuerdo que han llegado a mi correo (seguramente hay más como los virus fantasmas pero cerremos la lista en diez):

1) El niño violado de Tabasco a manos de un supuesto empresario (se comprobó que no fue cierto)
2) El camión de Danone que llevaba frascos con órganos de niños en su interior.
3) Las supuestas fotografías de un avión accidentado que resultaron ser parte del tráiler de Lost.
4) Los gatos bonsai embotellados.
5) El seno agujereado por usar brasieres de procedencia china rociados con insecticidas (otro trabajito de photoshop)
6) El aviso de que hotmail cerrará cuentas (este es viejísimo y hasta hace poco lo seguí recibiendo)
7) La ilusión de que Bill Gates compartirá su fortuna con sólo reenviar un mensaje.
8) Las toallas impregnadas de drogas en las discotecas (nunca he visto una toalla en un baño de discoteca ni una manera tan idiota de regalar droga)
9)El supuesto poema de García Márquez que en realidad pertenecía a un cómico mexicano.
10) El poema atribuido a Borges y que tampoco había sido escrito por él (quien ha leído dos cosas de Borges detecta el engaño de inmediato pero todos queremos ser muy cultitos y más tratándose de "José Luis Borgues")

Aunque algunos ya son viejos y la mayoría se basan en el miedo y en el morbo, también estan estos dos últimos, más curiosos, que se dedican a endilgar textos apócrifos para dar relevancia a mensajes que en realidad son bastante insulsos.

El último hoax o bulo que me llegó (aunque afortunadamente alguien tuvo la precaución de ponerlo en duda y de pedirme mi opinión sabiendo que soy una friki fan de la web) fue el de la supuesta boda en Gaza de 450 hombres con niñas de 10 años. Hay fotos del evento de hombres con niñas de diez años de la mano vestidas como novias (o sea, como niñas de primera comunión, pero eso no espanta a nadie nunca). La razón es simple: se organizó una boda masiva en Gaza promovida por el gobierno y como ahí está prohibido retratar a las mujeres (esta costumbre no la vamos a cuestionar y no por puro relativismo cultural sino porque es parte de otro larguísimo escrito), pues se hizo una representación simbólica con estas niñas a manera de damitas, pajecillos o cualquier simbolismo del estilo. La gente que recibe el mensaje cree que es digno de ser reenviado porque entre nuestra ignorancia sobre oriente, el testimonio gráfico y la demonización del Islam, no dejamos ni un resquicio para la duda.

El mensaje inicial, que seguía de citas de la Unicef y de llamadas a la cordura de la civilización occidental, decía así:

Mahoma se casó con una niña de seis años. Pero el Islam ha evolucionado en 1.500 años. En la tierra de Hamas, en 2009, las novias tienen casi siete. Un evento de gala se ha desarrollado en Gaza: Hamas patrocinó un casamiento masivo para cuatrocientos cincuenta parejas. La mayoría de los novios estaban en sus medianos veinte; la mayoría de las novias eran menores de diez años. Dignatarios musulmanes, incluyendo a Mahmud Zahar, un líder de Hamas, estaban presentes para felicitar a las parejas que tomaron parte en la celebración, cuidadosamente montada. “Le estamos diciendo al mundo y a Estados Unidos que no nos pueden negar la dicha y la felicidad”, les dijo Zahar a los novios, todos los cuales estaban vestidos con idénticos trajes negros, y provenían del cercano campo de refugiados Jabalia. Cada novio recibió de Hamas un regalo de 500 dólares. Las prepúberes niñas, vestidas de blanco y adornadas con chillones maquillajes, recibieron ramos de novia.

¿Lo calificamos como una simple "broma" o como una cruzada contra todo aquello que evoque al Islam?
Así como se exige responsabilidad social al periodista, ahora que todos podemos publicar y divulgar, debemos también ser responsables con la información que lanzamos. Esta generación es digna hija de la wikipedia y del googleo a mansalva... por lo menos usémoslo para verificar los datos que nos llegan.
Yo que soy fiel defensora del uso de Internet, me cuestiono si en vez de hacernos libres nos hace presos de nuestros propios miedos y si tanta información no es en realidad una trinchera para no salir de nuestras necedades. Además, en vez de unirnos idílicamente estamos creando enormes distancias contra el "diferente" que no sólo se muestra manipuladamente como " mucho muy diferente" sino que encima se le otorgan propiedades maléficas que cazan muy bien con los mitos con que desde el 11S nos han literalmente, bombardeado.
Sigamos dando clicks a lo idiota, a lo Bush, porque sí, porque es gratis, porque vale la pena llenar de más mentiras al mundo, porque nos alegra las horas de oficina y los días de tedio, porque hemos confundido la responsabilidad social con la estupidez global y estamos formando parte de ella al tragarnos y empacharnos todo sin tener la más mínima capacidad de deglución.

domingo, noviembre 22, 2009

La culpa es de noviembre

Noviembre es este mes en el que los buenos propósitos son náufragos oficiales, en el que las reconciliaciones tendrán que esperar a un nuevo año como si supieran de otoños, en el que los ojos se habitúan a andar a rastras por las habitaciones.
Noviembre es un mes que se esconde detrás de las puertas para fallar siempre que intenta sorprender.
Y ahí voy yo y nazco justo en este mes marchito y resignado. Después no me pregunten por qué mi risa es como un crujido de hojas secas y por qué vivo acunando una derrota permanente.
La culpa es de este noviembre que llevo inoculado.

martes, noviembre 03, 2009

Insomnio

Ayer por la noche intenté un remedio clásico: contar ovejitas.
Una a una iban saltando la valla porque así es más fácil contarlas, en cambio, si están todas juntas se mueven y después ya no sabes cuáles sí contaste y cuáles no... a menos que tengas una brocha y pintura o las marques de algún modo, pero eso implica levantarse de la cama: al menos yo no suelo dormir con esos artículos a la mano.
Ya tenía a mis ovejas de un lado y a la valla del otro. Decidí que todas fueran blancas para no tener favoritismos. Tengo una tendencia especial a encariñarme con las ovejas negras o a analizar porqué son negras. Así que mejor clónicas ovejas blancas.
Empecé:
1 borreguito... al otro lado
1 borreguito... al otro lado
1 borreguito... al otro lado
1 caracol... al otro lado.
¡Diablos! tenían que ser borregos.
1 borreguito... al otro lado
1 borreguito... al otro lado
Pero de pronto empezaron a saltar perros, calcetines, lavadoras, osos de peluche y un paquete de cigarros.
Un paquete de cigarros... debo dejar de fumar.
Debo dejar de fumar
Debo dejar de comer
Debo dejar de beber
Debo dejar de echar la hueva
Debo dejar...
¿Se dice "debo dejar"?
Volvamos a las ovejas.
Cuando regresé, ya no quedaba ninguna en el redil.
Las pastoreé por un prado verde, verde y me senté ahí a ver el paisaje. Se me ocurrió que podría ser otra técnica de relajación para dormir y me concentré en el bucólico valle, pero de pronto todas las ovejas empezaron a balar y me hicieron mucho ruido.
Se volvieron exasperantes, cada vez balaban más y más fuerte.
Las metí a todas en una cámara de gas y después ya no pude dormir por el remordimiento de conciencia.

martes, octubre 27, 2009

Crónica de una corrupción anunciada


Recién me despierto, recibo una llamada de una amiga que trabaja en una radiodifusora: “¿Has visto lo que está pasando en tu ayuntamiento? me acaba de llegar un cable". Acto seguido me lee la información: detención del alcalde de Santa Coloma y otros más por cuestiones relacionadas con la corrupción urbanística. Al frente de la operación, el juez Garzón. No es la primera vez que el juez Garzón aparece como paladín en esta ciudad. Hace unos meses, como consta en este blog, también había intervenido en aras de la prevención del terrorismo.
Antes de recibir la llamada, mi plan del día comenzaba, precisamente, por una visita al ayuntamiento pues tenía que recoger unos poemas. Sí, unos poemas. Frente al despliegue policiaco pensé que sería muy absurdo decirle a los guardias civiles que custodiaban la puerta: “¿Disculpe, puedo pasar por un montón de versos?” Me ahorré la performance poética involuntaria y me quedé ahí, codo a codo con los jubilados, los desempleados y las amas de casa. Me desmarqué de mi clan natural con mi cámara de fotos que no es profesional pero tiene un zoom “de-que-te-cagas” y mi libretita que de por sí, suele venir conmigo.
No fui la única ingenua que juró que Baltasar Garzón saldría por la puerta del consistorio. El grupo era una mezcla de club de fans, de analistas políticos de coyuntura y de figuras emergentes como A. Jaumandreu, que se la montó bien para declarar, anunciar su reunión informativa hoy a las seis de la tarde y cobrar un poco de protagonismo. “Jaumandreu, escriba, todo junto ¿eh?”. Es frustrante que escriban mal tu nombre en los medios, sin embargo, pese a su aclaración, la reportera de La Vanguardia le cambió el nombre por Perandreu (lo vi cuando lo anotó y me reí cuando vi la nota on line).
Una palabra suena muchísimo entre todos mis compañeros setentones: Gramepark, Gramepark, la constructora insignia de esta administración. Una reportera pregunta a unos hombres que dónde está Gramepark. Ninguno sabe. Uno dice que sí, que en el barrio de Santa Rosa.
De pronto un pequeño grupo de vecinos ubican lo mal que nos estamos comportando frente a los medios de comunicación y empiezan a gritar consignas desangeladas. Han visto por la tele a los habitantes de Marbella y a la gente de Valencia y se quieren ver ellos mismos en la tele como un grupo consciente y organizado. Las rutinas de los noticieros suelen ser más o menos las mismas: los implicados abucheados y los “abucheadores” clamando justicia. Sin embargo, hay más expectación que reivindicación. No hay una masa crítica sólida, sólo hay un ejercicio disperso de opinología que terminará cuando haya que poner las albóndigas al fuego. “Una no puede estar aquí todo el día” ha dicho una señora mientras la guardia civil hacía un corral con su cinta plástica.
Detrás de mí ya hay gente brindando en el bar de la Plaza de la Vila. Los reporteros gráficos buscan el mejor ángulo de la gente bebiendo y el edificio del Ajuntament detrás. Nada muy original para una nota que convulsiona al barrio pero que empieza a ser absolutamente cotidiano en toda España. Un señor mayor se ha creído que soy reportera en funciones y me dice: “espere aquí para tomar la foto cuando salga Bartomeu esposado” su amigo le contesta: “Qué va, estos no salen por la puerta grande, saldrá por atrás” y yo, que voy de enteradilla, les digo que no, que ya fue detenido en su casa lujosa de Barcelona, desde donde cada día baja a despachar a su humilde y populoso feudo. No lo dije así pero igual les encendí el ánimo. Ya no sé qué soy: militante, reportera, ama de casa, desempleada, poeta o todo junto.
Pienso que si de esto surgiera un movimiento social de verdad, podríamos hacer grandes cosas. A veces me siento que ya soy de aquí, que tengo que hacer algo, que si dejé la real politik es porque puedo moverme de nuevo en el mundo de los ideales… pero también pienso que es hora de hacer la comida, de volver a casa junto con todos los mirones que regresarán a su rutina después de esta catarsis en la que nadie sabe nada, pero todos saben quiénes son los culpables. Es hora de lavarse las manitas para ir a comer y romper el silencio en la sobremesa mientras la televisión nos devuelve imágenes desde la esquina de nuestras propias casas. Pobres de nosotros, tan inocentes, tan gritones frente a las cámaras y tan pazguatos para enfrentar los problemas de nuestra comunidad.

Para saber más, información de fuentes "acreditadas" y lejos de la diletancia ubedeana de mis crónicas:
La vanguardia
El País

miércoles, octubre 21, 2009

Mañana todo igual

Si, por ejemplo, logro prolongar la despedida, sentiré que no te has ido al menos durante las horas en que tomas el baño y haces tu maleta. Si te doy un frasco incómodo gozaré cada minuto que tardas en envolverlo.
Y si te vas, me viene de golpe todo octubre... ya viste tú lo que es octubre. Este mes mezcla de frío y calor, de trabajo y ocio, de gozo y atropello, de risas y melancolía, de un "¿queeeé?" que se prolonga hasta la vez que volvamos a vernos y toda mi pregunta se condense en el paréntesis de tantos meses sostenidos.
Me gusta que vengas.
No me gusta que te vayas.
Me gusta ver que sigues igual (si acaso un poco más jamona)... no me gusta que me dejes con una serie de días igualitos.
Me gusta que estés.
No me gusta preguntarme si vale la pena que no estés, que no estén.
Me gusta pensar que iré, pero me gustaría saber cuando y yo no sé si volverás porque nunca dices si sí o si no. Parece que todo te da igual cuando no todo es lo mismo.
¿O sí?
Quizá sí y yo me abstraigo buscando matices en el blanco. Ya ves que me gusta perder el tiempo viajando entre la nada. Ya ves que juego a que tengo un planeta propio en el que tú vives aunque no pueda verte.
Y mañana todo será igual que en septiembre, pero con la salvedad de que ya es octubre... y octubre es un mes de mierda y sin ti, peor. Mucho peor.

jueves, octubre 15, 2009

Postales desde el subsuelo I


La mujer encorvada mira el negro constante del túnel a través de la puerta de cristal. Un chico se acerca y le toca el hombro para cederle el asiento. Ella se gira y le agradece tan efusivamente que casi se le sale la dentadura. "Bajo en la próxima" dice y vuelve a ponerse de espaldas. Pienso en un cuadro de Francis Bacon e intento seguir con mi lectura. No puedo. Sólo pienso en los dientes de la señora o en los del cuadro de Bacon. Ambas dentaduras se funden en una sola boca imaginaria. Intento recordar cómo se llama esa pintura. Intento recordarlo y no sé porqué pues seguramente nunca he sabido cómo se llama. En la siguiente estación la señora no baja. Sigo leyendo. Otra estación. La señora no baja.
Bajo yo.
Le sonrío para ver de nuevo sus dientes pero me gira la cara con un gesto torcido. Me recuerda otro cuadro de bacon cuyo nombre sí sé: Angustia.

miércoles, septiembre 16, 2009

Puede usted besar a los del cumpleaños...

Es decir, a mi blog y a mí.

Pocas cosas me han durado seis años: algunos amigos, un par de aretes y ninguna relación.
Este blog hoy cumple seis años y creo que si no lo he perdido es porque físicamente no existe, por eso no lo he olvidado sobre el techo del coche, no ha muerto a manos de mi fetichismo o no se ha ido sin querer a la basura. Es un buen compañero, sólo tengo que alimentarlo cada vez que me acuerdo (por eso tampoco me duraron las mascotas) o cada vez que algo me está bullendo en la cabeza.
A diferencia de muchos otros proyectos personales inconclusos, este blog persiste gracias a su falta de consistencia y de ambición pero a su exceso de ingenio y de egolotría.
La verdad, su vida no ha sido ningún mérito. Salvo alguna que otra amenaza de dar al traste con él -varias veces he estado punto de pulsar el botón rojo- o algún intento fallido de intelectualizar su vulgar contenido; el resto del tiempo se nos ha pasado en un plácido paseo sobre mis dichas y mis desdichas. Hace tiempo la gente vaticinaba que los blogs personales se irían a pique pero esta lancha, aunque a veces hace aguas, los desmiente mientras ve hundirse a los Titanics de la pretensión (aquí iba una risa teatral... pero too much)

Agradezco muchísimo a todos los que se han pasado por aquí. Los de antes, los de no tan antes y los de ahora y si no lloro es porque se me corre el rimmel.

Y como seis años ya suenan respetables, este año el "happy birthday" corre a cargo del grupo más famoso sobre la faz de la tierra.

¡Me autofelicito y me autoabrazo!

domingo, septiembre 06, 2009

Chaquetas a medida

Con este olor y esta música no hay más opción que ovillarse en un recuerdo. Ovillarse implica tirar del hilo y observar cómo los recuerdos agradables rara vez vienen solos, siempre traen de la mano a su amigo tarado, a ese que sale haciendo cuernos en las fotos, a ese típico imbécil que te saluda diciendo "¿hace cuantos kilos que no nos vemos?", a ese que te hizo perder el tiempo contándote un mal chiste mientras veías cómo otra se ligaba a tu sujeto del deseo.
Entonces, cuando tienes humo en la boca, empiezas a enredar y a enredar con los índices hasta formar enormes y despeinadas madejas de absurdos que van y vienen en el tiempo sin ninguna compasión. Cuando ya tienes suficiente material cortas el hilo con los dientes porque no tienes ni idea de en dónde dejaste las tijeras.
Conoces de sobra la calidad del hilo, tomas tus dos agujas de vudú y empiezas a tejer una bonita chaqueta mental, de esas que caen sobre los hombros como si fueran armadura de la Edad Media, de esas que te confeccionas un domingo cualquiera por la madrugada cuando no hay nada por la TV.

domingo, agosto 30, 2009

He llamado eclecticismo a mi desorden mental...

...nomás porque suena más "acá".

La verdad es que sigo barajando las cartas con las piezas de ajedrez. Al final termina todo por el suelo: peones, ases, reinas bicéfalas y reinas negras... y a mí me parece un espectáculo aceptable. Me estoy volviendo tan permisiva conmigo misma que soy capaz de aplaudir mis desvaríos con la misma emoción con que se aplaude un niño batido de chocolate. Me exijo tan poco que me conformo con echarle una miradita al calendario para saber que los días están pasando.
Mi paraíso es un campo minado y por eso prefiero no moverme. Mi ridícula parcela me vuelve un animal de zoológico soñando con la selva.
Algún día, quizá... grandes cosas... ajá... el Futuro ese con mayúsculas... mmmmm... ¿existe?
Existió.
Ahora vive bajo una tonelada de libros, fotocopias, bolsas de plástico y mentiras.
A lo mejor con un poco de orden aparecen por ahí lasbuenas intenciones. Si es que no las tiré a la basura echas rollito dentro de una lata de Coca Cola. Voy a ver... pero ahorita no, al ratito.

martes, agosto 25, 2009

Los bigotes de Marsella


Creo que fue la canícula la que me salvó de caer en la tentación de pensar que una calle veraniega de Le Panier era otra avenida invernal de Valparaíso... lo digo por poner un ejemplo, sólo por decir algo.
¿Será el sol que me pone a contraluz ciertos recuerdos?
En Marsella muchas veces tuve la impresión de que ya había estado ahí antes. Como no creo en reencarnaciones y mis déjà vu suelen ser tan escasos como inconsistentes, achaqué esta sensación a eso que ahora llaman multiculturalidad -para ser correctos- pero que en realidad es una mezcla que recuerda a mi cajón de calcetines: caben todos, pero los impares tendrán que quedarse ahí, merodeando indefinidamente con un perro, con un silbato o con un sombrero de cowboy.
La cuestión es que fui a Marsella en pleno agosto, dejándome llevar por las riadas de turistas y siendo parte de esa masa cuando fotografío puestas de sol (y por si las dudas me desmarco diciendo: "lo mío no es por romanticismo es por agradecerle que por fin nos deje de taladrar las pestañas") o cuando busco una Bouillabaisse (y me amparo en mis hábitos de gourmet aunque sepa que estoy comiendo un sucedáneo para viejas alemanas de piernas hinchadas) o cuando subo al barquito a la hora convenida (y como entiendo poco el francés, y menos todavía si sale de un megáfono de sonido roto, me ahorro dignamente las historias parciales) o cuando armo mi álbum de fotografías (directito al Facebook y después hago como que intelecualizo el veraneo en el blog). Y voy ahí, en pleno agosto, tropezándome con la chancla y con todos los paréntesis que le meto a la vida para justificarme... en fin, quería hablar de Marsella.
Empecemos de nuevo.

Composición: "Mis vacaciones"

(Cómo odiaba que al volver a clases nos dejaran esta composición cuando no había ido a ningún lado y tenía que oír los grandes viajes de mis compañeras que cruzaban el océano o la frontera con singular alegría. La única vez que recuerdo haber hecho algo "interesante", la maestra dejó una serie de operaciones matemáticas como para recordar que aún sin salir de casa, todo era mejor que regresar al escuela)

En Marsella hay señores que tienen unos bigotes muy largos y bien cuidados. Las puntas de sus bigotes apuntan al cielo y su elegancia nos recuerda que esto también es Francia. También nos lo recuerdan los mapas y que hablan francés.
Marsella huele a lavanda para los turistas, a pescado fresco para los viandantes y a orines para todos. Es una ciudad vieja y llena de historias y me gusta porque cada esquina es diferente y parece que cambias de lugar a cada paso.
Hay una iglesia muy alta, muy alta, desde donde se ve el puerto, los edificios y unas islas pequeñitas que se llamadas archipiélago de Frioul.
Me gustó mucho. (Fin abrupto que recuerda lo perezosa que era y soy con las tareas escolares)

Y sólo puedo hablar de ella, Marsella, desde la ingenuidad de los bigotes que me pintó mi helado de chocolate y desde las barreras de los paréntesis que lo separan todo para mezclarlo todo. El resto vendrá digerido poco a poco, no me gusta que conquisten tan definitivamente como lo hizo esta ciudad.

domingo, agosto 16, 2009

En un lugar de la Mancha...



En el pueblo, cada casa de cada calle tiene una historia trágica y lamentable. Me di cuenta de esto una noche que caminaba por el parque que en pleno secano tiene palmeras (caprichos del señor alcalde de turno). Al llegar al final del camino, me enteré de que se había muerto el señor de la esquina. Su muerte no significó nada para mí porque no lo conocía ni de vista, pero fue importante en la medida en que subrayó mi teoría de tragedias y lamentaciones. Aquí la muerte es un proceso tan natural que la gente se sigue velando en las casas: en donde antes estaba la televisión, ahora reposa el féretro que tendrá un nivel de audencia concordante con la trama de su vida. Un proceso con varias etapas de duelo en donde todos son actores de una representación ya ensayada una y otra vez pero con distinto protagonista. Una noticia que corre de acera en acera con mayor rapidez que un cable de la AFP. La guardia civil no había ido a recoger al muerto al campo cuando ya todos miraban de reojo a la casa de los deudos. A partir de entonces será "Fulano el que murió en los lavaderos"
Aquí la gente se define por sus muertes. Tenemos al camionero que se suicidó y al hijo del camionero que se suicidó. Tenemos también a los padres de los niños muertos. A la huérfana de la que murió de cáncer... y así, cada vivo es rebautizado por su muerto más cercano.
Debe ser porque en este pueblo hay más defunciones que nacimientos y más ritos funerales que bautizos. Debe ser porque todo se muere ahí: los viñedos, el tiempo, los abuelos, las fiestas, los nietos, el trabajo y supongo que por eso de noche tiene esa luz amarilla, casi mortecina que no lastima a los fantasmas.


sábado, agosto 08, 2009

Relato de playa

Tumbados sobre la arena, Leopoldo leía su libro mientras Paqui intentaba hacer lo mismo pero no podía. A pesar de que todavía no había llegado la hora de la invasión de las sombrillas y los niños gritones, el espíritu gregario de la gente los había impulsado a ponerse justo a un lado de una pareja con sus toallas y sus cremitas.
Paqui no podía quitar el oído de la charla de los vecinos impuestos: Que si tú, cari, siempre estás de acuerdo con todo el mundo menos conmigo, que si por qué tenías que darle la razón a esa, que si sabes que a mí me molesta mucho eso, cari, que si, cari, tú bien sabes que estoy yendo al psicólogo porque quiero cambiar, cari, tú piensas en dejarme pero no me lo dices; nunca, cari, nunca me dices nada, no hablas conmigo ni de lo importante ni de lo no importante, cari, jamás sé lo que piensas... y Paqui atenta al drama cotidiano, tan cansino como arrullador.
De pronto llegaron dos hombres vestidos con un mono verde. Paqui supuso que serían voluntarios de Greenpeace buscando donativos. Pensó que no perdían oportunidad para recaudar fondos y que aprovechaban el escenario natural para hacer conciencia. Incluso les sonrió mientras buscaba un pretexto para decirles que no, pero antes de poder articular cualquier frase, dos redes enormes cayeron sobre ellos y un grupo más nutrido de personas con camiseta blanca empezó a remolcar a Leopoldo primero y después a ella hacia el mar mientras gritaban "Salvemos a las ballenas".
Paqui vio entre los agujeros de las redes a Leopoldo, pero a diferencia de ella, no luchaba. Parecía que, resignado, quería volver al mar, incluso empezó a adquirir un tono grisáceo en la piel. Paqui empezó a gritar y un hombre de los de verde se acercó y dijo a todos los activistas: "Sin duda, esto se debe a una mutación transgénica" Mientras ella era separada de Leopoldo, los de la camiseta blanca gritaban "Transgénicos, no, transgénicos no" y le acariciaban el lomo. Incluso uno de ellos se acercó a su cara y llorando le dijo "todo va a estar bien, pronto volverás al mar" Intentó decirle que no sabía nadar, pero no pudo abrir la boca.
Sintió otra mano más palmeándole la espalda. Oyó su nombre: Paqui, Paqui, no te duermas al sol, que hace daño.
Despertó. La pareja de junto ya no se hablaba. Seguían allí mirando al mar pero se notaban disgustados. Abrió los ojos y vio a Leopoldo que la sacudía para ir al agua a refrescarse. Intentó ir mar adentro y aunque en un principio tuvo miedo, se alegró de no ser una ballena. Ese día no comió nada. Al siguiente, algas y peces.

lunes, agosto 03, 2009

Epidemia infantil

Parece que este verano hay demasiados niños floreciendo y otros tanto germinando. Desde antes de que sus ojitos puedan vernos, ya los estamos viendo nosotros a través del Facebook, del correo electrónico y de cuanto medio sea posible.
Los niños de ahora serán mucho más fotografiados que nosotros. Yo recuerdo muchas fotos de mí misma porque era una niña mimada y la primera hija de un hogar clasemediero que quizá en algún momento pensó que conmigo se fundaba la saga de una felicidad que caducó bastante pronto. Aún así recuerdo que las fotos eran pocas y elegidas -en comparación con lo que vemos hoy en día- y que cientos de carretes se quedaron guardando días felices que ya nadie sabe si existieron o no.
No venía a hablar de fotos y menos de fotos mías. Venía a hablar de niños que asoman sus caritas en mi computadora o que claman atención mediática desde su burbuja. Niños bonitos y niños feos. Madres buena onda y mujeres que no sé por qué diablos se reproducen con tanta alegría.
La cuestión es que no sé si estoy siendo víctima de la mercadotecnia y quiero uno de esos. Lo malo es que no vienen con ticket y si me sale feo o llorón, no habrá cambio posible. Pero eso es lo de menos. ¿Qué tal que luego me resulta tunneador de coches o fanático de las corridas de toros o fan del América y del Real Madrid o votante del PP? o peor aún, que por las leyes de Mendel nos salga escritor y que jamás nos saque de pobres. Ay no sé, no sé...
Igual y sale un escuincle molt maco y en lugar de exhibir mis bacanales, desvaríos y viajes me dedico a poner fotos de su primer pasito, dientito, gritito, y todo lo "ito ito".
Le preguntaré a una galleta china electrónica.

martes, julio 28, 2009

La palabra misteriosa del día de hoy: Scuppie


Empiezas buscando una cosa y terminas encontrando otra. Así fue como di con la palabra del día: Scuppie.
Pertenece a esa serie de palabras- etiqueta como yuppie, hippie, indie. Y en este caso describe a ese grupo de "gente bien" que se preocupa por la naturaleza. Es decir, algo así como "eco-nice". Aquí la definición:

SCUP·PIE /skәp·e/ n. (Socially Conscious Upwardly-mobile Person)
1. A person who desires all the best life can offer and strives for those goals in a socially conscious manner.
2. One who is dedicated to the pursuit of peace, happiness and cash (not necessarily in that order).
3. Someone ‘green’ -- i.e. one who understands the love of money does not preclude the love of nature...and vice-versa.


A mi modo de ver, la definición es ambigua y sólo me queda claro que se necesita dinero. Es un trío de obviedades que nadie con dos dedos de frente se atrevería a negar a menos que fueras el Ecoloco, un emo o Bush. Buena parte de los demás miembros del planeta no queremos ser pobres, ni queremos ver como la naturaleza se va a la mierda, ni deseamos ser infelices. Pero a pesar de las obviedades, en el tercer punto está la clave: Amar al dinero y amar a la naturaleza con tan descarada simbiosis, es por una parte un palitivo para conciencias ñoñas y por otra, una responsabilidad social que queda muy feo eludir en estos tiempos de corrección política.

O sea que ser scuppie está bien bonito. Ser scuppie significa que puedes comprar todas tus verduritas orgánicas, que puedes comprar tu coche ecológico, que puedes comprar pañales ecológicos que cuestan más que el mismísimo parto, que tienes un jardín para compostar, que tienes dinero para comprar muebles de maderas de bosques con certificado de renovación, que puedes comprar camisetas de algodón orgánico y no de asqueroso poliéster, que tienes espacio y dinero para tener un súper contenedor de desechos firmado por un renombrado diseñador, que puedes pagar por un cuaderno reciclado hecho por los bundunwún y pagado a precio de oro para que ellos simplemente reciban lo "justo"... en fin, que al final todo se resume en tener y en comprar, pero comprar con estilo y con conciencia, no como cualquier nuevo rico o como cualquier sobreviviente citadino que llega ahogado a fin de mes.

Y los que no somos scuppies, pero intentamos separar nuestra basurita, comprar la mayor parte de las cosas naturales, llevar nuestra propia bolsa a la compra y adquirir por lo menos el café de comercio justo; pero que no podemos pagar más por la emisión contaminante cuando compramos los boletos de avión, que no podemos comprar un coche ni ecológico ni contaminante ¿qué seremos?
¿wannabe scuppies?
¿Scuppie/dos?

No los culpo, cuando me saque la lotería seré igualmente nice. Lo juro por Scuppie.

lunes, julio 27, 2009

Nuevas versiones...

Otra vez soy el alacrán contorsionista de silencioso arrastrar. Otra vez me disfrazo de ocasión y aparezco en las tripas de una autopsia.
¡Charán!
¿Me habían olvidado?
Seguro que no, una larga lista de fracasos exitosos, gracias menores y comentarios al margen me avalan.
Y ahí aparece mi nombre sulfuroso, pudriendo un final de cuento.
Es una manera de contarlo.
La otra es más simple:
El tiempo me dará la razón y sus miserables y sórdidas historietas me absolverán.

sábado, julio 25, 2009

Mi memoria selectiva

Y a veces, cuando dudo de mi capacidad narrativa me pregunto "¿y el pasado que te has forjado?"
Me he convencido de que ocurrió lo narrado y no lo sucedido. Como todos. Una vez que nos hemos repetido mil veces nuestra versión, la damos por cierta y por vivida. Yo creo que eso debe ser viajar en el tiempo: modificarlo gradualmente hasta que todo cuadre con el presente.
Hoy no sé si mis recuerdos son míos o me los prestó el instinto de una superviviencia menos gris.
Como dijera Silvio "qué maneras más curiosas de recordar tiene uno..."
Qué manera, pues, de ponerse a salvo de uno mismo y de sus maniatados "hubiera".

jueves, julio 23, 2009

Be-actriz

Tengo ganas de ir a un lugar muy elegante. Llegar con peinado de peluquería y comportarme como personaje de Cheever. Sí, otra vez los personajes femeninos. Ahora quiero ser como un personaje.
Quiero ir a un lugar y que el maitre me conozca por mi nombre de casada y después beber el vino a sorbitos, así, como si me doliera llevármelo a los labios. Quiero decir cosas como "Creo que lo mejor es no hablar de política" o "La cena estuvo estupenda". Quiero tener la ocasión de decir "estupenda" sin sonar estúpida o sin que nadie me lo diga a la cara. Quiero darle una palmadita en la pierna a mi marido para que sepa que debemos irnos.
Tengo ganas de jugar a que no soy yo y callarme lo que tengo que decir pero sin hacer muecas. Porque a veces no hablo pero mi cara me delata con creces. Tengo una nariz pequeña que respinga por todo y unos ojos gritones. Quiero tener cara de botox para tener bajo control los gestos que se me tuercen.
Quiero cenar junto a la playa sin que se me corra el maquillaje o sin que el pelo me haga ondas extrañas sobre la frente. Quiero un vestido fucsia con corte halter y una espalda y unos brazos más estilizados.
Quiero ser otra y que después digan "corte" Y luego ir a mi camerino imaginario para poder describirme con odio y con deleite.

miércoles, julio 22, 2009

Buscando heroína

Últimamente no estoy muy en consonacia con mi género o con lo que feministas, femeninas y esterotipistas pretendan que sea mi género.
En la vida muy privada soy tan políticamente incorrecta que más de uno se escandalizaría de mis declaraciones. En mi vida semi privada soy casi correcta pero irónica y en la vida pública... hace tanto que carezco de vida pública que apenas recuerdo aquellos discursos hilvanados con las mejores frases de lo progresísticamente correcto. En todo caso, más de una vez se me ha achacado misoginia pero yo creo que no hay tal. Si acaso un poco de autocrítica y de resignación ante tanta mujer estúpida que pulula por el mundo.
Ya, ya sé que los tres esterotipos que describo a continuación son producto de la ficción pero algo hay en cada una de estas caricaturas que asusta. De hecho para cada caso tengo dos o tres ejemplos a mano, con nombre y apellido, que bien podrían empatarse en alguna de estas categorías y si no, pruebe usted mismo y verá como alguna de sus conocidas encaja.
En todo caso es un pretexto para recomendar un libro y dos películas. En realidad es un pretexto para escribir algo. No puedo con el cuento que estoy escribiendo. Hoy, no.

Ahí van:

Alice: Maruja marxista-leninista de Doris Lessing en "La buena terrorista". Personaje odiable. Alice es una mujer ñoña que proviene de la clase media inglesa pero se cree ultrarevolucionaria. Vive en una casa okupa (squatter) a la que le pone cortinas y flores y vive permanentemente obsesionada con caerle bien a la gente. El gran retrato de una cretina poco ilustrada e inconsciente que navega entre sopas nutritivas y pintadas clandestinas.
Sherry: La desgraciada ambiciosa de "The Killing" de Kubrick. Casada con un cajero del hipódromo al que trata como una mierda, Sherry dará al traste con un plan minucioso que no podía fallar. Es mala, mala, malísima y como toda mala, mala, malísima tiene un amante, un marido maltratado, una belleza superior y un refrigerador vacío.
Li Zhen: La taradita resignada de "Days of being wild" de Wong Kar Wai. Con su cara de "sufro, sufro, sufro" es la víctima perfecta, la que se deja ningunear a cambio de un minuto de amor (contado con reloj). Después, literalmente va llorando por las esquinas bajo la lluvia. Pero por favor ¡Si al tipo ya se le veía venir!

La cuestión es que además de estas recientes experiencias hace mucho que no encuentro un personaje femenino que me guste, que me motive, que me emocione. Ni la exageradísima Lisbeth Salander de la trilogía bestsellerista de Larsson, ni las gringas sórdidas de Carver, ni la Brigit de Dashiel Hammet... quizá por eso sigo buscando una heroína y mientras llega me sigo regodeando con las mujeres de pequeños cuentos misóginos de la Highsmith. Mujeres fallidas, jodidamente fallidas.

domingo, julio 12, 2009

Pigmalión de rancho

Mi buen amigo Mariano me hizo llegar esto a mi correo. Esta "joyita de lo asqueroso" como bien diría la Montse, tiene tantas lecturas como requisitos pide el galán en cuestión.
"¿Alguien le habrá contestado?" pregunta mi Pedro.
Yo creo que sí. No sé si las niñas, pero los papás seguro que sí. Seguro que hubo algunos que hasta pusieron a dieta a sus retoños para que cupieran en una talla 5.
Lo peor es que cuando uno cree que los tópicos no son más que tópicos, llega un señor emprendedor, machista lector de libros de autoayuda a tenderle una mano a la chica "de provincia", a la belleza del México profundo, a la pueblerina tímida pero luchona.
Vaya mierda.
Aquí lo dejo para escarnio de todos y bueno, también por si alguna amiga se anima.
Si alguna está interesada pero no alcanza a leer y le urge saber si encaja en el perfil, simplemente dé click sobre la imagen y listo.

martes, junio 30, 2009

Efecto caracol


Lo mío es el efecto caracol. Al caos se le olvida que debe ser caos y muere acomodado en el confort de los sucesos que nadie registró.
Un caracol come una hoja de perejil y catorce años después un hombre en calcetines se rasca la oreja.
Quizá es porque desde el principio no hubo un batir de alas. Quizá si no hubiera amordazado a la mariposa... pero ese ya es otro cuento que puede terminar en tormentas.
En ambos lados del mundo sólo se posó un baba espesa.

sábado, junio 27, 2009

Mejor otro día

1.
Lo que pasa es que hay gente que me tiene jibarizada, que cree que no he crecido y yo en vez de reprocharlo, lo agradezco. A veces quisiera seguir escribiendo diarios de puño y letra, con sus palabritas tan manidas y tan cursis y sus secretos tan descaradamente exhibicionistas.

b)
Lo que pasa es que sí, que a veces soy una foto de una chica mirando por la ventana, un tobillo torcido en las escaleras y un puñado de traiciones diminutas barridas bajo la alfombra. Cosas que pasan y cosas que no pasaron haciendo como que hacen mella pero ya no sé. A veces ya no estoy segura de si me lo inventé sobre la marcha o fue premeditado. Lo único que sé es que lo que no pasó no existe, existe lo otro.

III

Y un poco de esto también


*
¿Exactamente qué?

iiiii.-

Volver al blog para esto... mejor venir otro día.

martes, junio 16, 2009

SI yo nomás iba a comprar un libro

A ver... vamos por partes.
La misión tenía que ser rápida e implacable como dicta un lunes cualquiera. La cuestión era ir al centro, comprar el Altazor (aquí enlazaría otra historia en hipertexto, pero mejor seamos secuenciales), mirar alguna tienda de trapitos nomás por pura vanidad, volver a casita a preparar una sana ensalada para cenar, ver un poco la tele y terminar el día diciendo "sí, efectivamente, fue lunes"
Pero justo en el momento de la "pura vanidá" me encuentro con Imma que miraba unos pantalones: "ay, qué sorpresa, pero mira, qué casualidad" y las casualidades hay que celebrarlas con una cerveza. Pero una cerveza e Imma son dos conceptos que no pueden ir juntos así que a sabiendas de lo que vendría me resigné a los designios de la "qué casualidad".
Y después de tocar muchos y variados temas y beber varias y distintas cervezas en distintos y pintorescos bares del Raval, cuando vuelvo del baño me encuentro que en la mesa está otra mujer a la que Imma invitó a sentarse. Siempre es así, le saca plática a la gente con cualquier pretexto. La mujer se llama Cecilia y resultó ser actriz, venezolana, simpática y con mucho tema y entonces necesitamos más cerveza... hasta que cerraron el bar.
Después caminamos rumbo a cualquier rumbo, de todas formas ellas resultaron ser vecinas y yo vivo en otro pueblo así que fuimos por ahí,por donde ellas decían y otros borrachos más decadentes nos decían cosas y nos querían vender viajes, drogas, cervezas; como dice la canción de Peret que coloqué al final de este desvarío, que levante el dedo el que no venda algo. La actriz se quedó con el coche de cartón que, en un idioma que jamás supimos descifrar (pretendía ser espanglish), publicitaba un taxi clandestino. El señor del coche se quedó resignado ante la pérdida del autito de cartón y de tres clientas que no quisimos subirnos a su vehículo por la mitad de lo que cobra un taxi. Entre el calor y la situación, pensé en Cuba, pero qué caray, juro que era Barcelona.
Al final tuve que tomar un taxi verdadero conducido por un boliviano que se quejaba por no tener mar. Suena tópico pero de verdad se quejó por eso y más se ajustó a su lamento boliviano cuando descubrí que estaba construido en torno a tópicos. A este no le pregunté por Evo Morales porque ya había tenido mi dotación de charla antichavista. Pero el boliviano me captó el acento -a pesar de que a veces lo tengo ya muy percudido- y me iba cantando, como si fuera la lotería, nombres sueltos: Vicente Fernandez, Cantinflas, Luis Miguel, Tequila. Hasta que hizo la pregunta trascendental "¿Qué telenovelas son mejores? ¿Las colombianas o las mexicanas?" Y le hice un análisis bastante extenso al respecto que concluyó con una frase magna: "Hay que rescatar el valor de lo original, por más versiones que hagan de Bety la Fea la imagen de ella que vivirá en nuestra memoria siempre será una: la colombiana" y él me dijo: "Tienes razón, tienes toda la razón, nunca lo había visto desde ese punto de vista. Lo mismo pasó con Pedro el Escamoso" No me atreví a decirle que no sabía quien era ese pero como reforzaba mi teoría le dije "¿Lo ves? Si es que es así"
Y bueno, me hizo un descuento, no del 50% como el del taxi falso de cartón, pero digamos que redondeó la cifra y me dijo que había sido un gusto conversar conmigo. Lo decía muy convencido. Supongo que sí fue un gusto y es que ahora que lo pienso hice un análisis de la telenovela sociológico pero coloquial y muy bien detallado, creo que yo misma me aplaudiría.
Llegué a casa... shhhh... sin hacer ruido.
Mala pécora.

PD: La protagonista del video, es precisamente Cecilia, la mujer que encontré en la mesa cuando volví del baño.

domingo, junio 07, 2009

Me voy a portar bien

Y cada día de la semana traerá el nombre que le viene por defecto en el calendario. Y cada día con su nombre bien puesto será el testigo de mis balances y de mis juicios, de mis seriedades y de mis propósitos, de mi pompa y mi circunstancia.
Me voy a portar bien y no comeré grasas trans, ni glutamato monosódico, ni azúcares refinadas. En cambio para comer seré muy refinada, me sentaré a la mesa y el sandwich no reposará sobre el libro de Calvino ni el jugo de naranja será removido con un lápiz.
Me voy a portar estupendamente bien. Disculpen que no brinde por ustedes pero le he prohibido a mi boca que se comunique con bebidas espirituosas que le responden con malos consejos y febriles argumentos.
Me voy a portar bien y con el plumero quitaré el polvo de las estanterías y las telarañas de mi cabeza. Cuidaré las plantas para esperar sus frutos y no sus hojas verdes.
Seré una persona seria que usa el Internet para leer los correos, responderlos a tiempo y mirar por encima los encabezados de los diarios.
Me voy a portar bien para ver si me cambia la suerte, no vaya a ser que todo sea un castigo de cara a la pared por no haber hecho las cosas como no sé quién esperó de mí.

miércoles, mayo 27, 2009

Ventanas

Llevaba varios días viendo que las plantas del vecino eran una nube plomiza y apagada. Todo en estos edificios es tan agrisado que pensé que no era sino la natural evolución de la fauna de estos balcones ensombrecidos.
Cuando abrí la ventana me di cuenta de mi error: la bugambilia estaba radiante y el problema eran las ventanas. Así que decidí que debía limpiarlas. Fui por la artillería pesada: esponja, jabón, limpiacristales y periódicos.
Primero desmonté las ventanas y el hueco le quitó a mi casa la sensación de jaula. Ahora era una cueva.
Cuando ya se adivinaba que el vidrio fue alguna vez color vidrio, vino el paso de los limpiacristales y el periódico. Para empezar, me negué a limpiar con el suplemento cultural. Es más, empecé a leerlo y me pregunté porqué no lo había leído antes. Lo aparté para leerlo después con más calma. Me fui por la portada pero vi dos notas en primera plana que tuve que continuar en la internacional y en la nacional. Me gusta más leer periódicos viejos que periódicos del día. No sé si es la sensación de perspectiva o la nostalgia de aquellos poquitos días que han pasado. Desde que tengo uso de razón me pasa lo mismo con los diarios. Me acuerdo que una vez mi mamá me mandó por limones y me los dieron en un cucurucho de papel que contenía media noticia sobre un horrible crimen del tipo "Viola, violola y matola". Me dieron ganas de ir a la verdulería por la otra mitad de la noticia pero como no fui, me la inventé.
El mismo problema me ocurría cuando compraban vasos y venían envueltos: trozos de noticias pasadas o de periódicos que no compraban en mi casa o de revistas sobre cualquier cosa. Ni hablar de cuando hay que pintar una habitación o un mueble. Me quedo tendida en el suelo resolviendo crucigramas o viendo las necrológicas de hace unos meses (siempre leo las necrológicas).
De entre el montón de periódicos elegí aquel que menos distracciones me ofreciera: las páginas naranjas de la sección de negocios. Gráficas y gráficas que no me dicen nada, siempre he sido tan mala para los números que ni siquiera sabría calcular el tiempo que he perdido para limpiar estas dos ventanas. Mejor así.
Finalmente se hizo la luz. Ni las plantas eran nubes ni hacía falta encender la lámpara para leer tan pronto. Para algo tenían que servir tantos indicadores sobre la crisis y sobre la macroeconomía: para lustrar un poquito mi microcosmos.
Y ahora con ustedes el balcón de mi vecino desde la transparencia sutil de mi alféizar bien limpito.

domingo, mayo 17, 2009

¡Chau Benedetti!




Desde que cumplí dieciséis hasta que tuve veinte, mi mamá me regaló un libro de Benedetti en cada cumpleaños. Un buen día hice una fila inmensa para verlo leer en Bellas Artes. Otra vez oí emocionadísima en medio de la selva su comunicado asmático con abrazos solidarios.
Pero cuando tuve veinte le dije a mi madre que ya no me gustaba, o bueno, que no es que ya no me gustara pero que prefería, no sé yo, otros libros, porque claro, uno crece y se pone con estas poses en las que, con la mano en la cintura, se le hace un feo a Benedetti y a sus palabras sin recovecos y otro feo a la madre y a sus libros forrados con papel morado. Cuando uno piensa que ha crecido se da el lujo de juzgar a madres y a abuelos, a contenidos y a continentes, a libros y a obsequios... hasta que se convierten en recuerdos dulcísimos tachonados por la soberbia.
Lo cierto es que desde entonces pocas cosas me han conmovido tanto y de manera tan genuina. Lo cierto es que me acabó de enterar de su muerte y le estoy llorando como le lloré hace más de quince años a su Laura Avellaneda.

domingo, mayo 10, 2009

Lagos y lagunas




Mientras enfocaba la cámara para obtener una toma más o menos buena de la foto que esto ilustra, escuché el siguiente diálogo entre dos personas que miraban a este mismo par de navegantes entregados:

Ella (melosa): ¿Nos subimos a las barquitas?
Él (indiferente): No, eso es para enamorados.
Ella (molesta): Ah, bien. Me queda clara la indirecta.


Cuando terminé de jugar con el zoom, de hacerle al paparazzi y de buscar un ángulo de otra foto que no ilustra esto, deduje que se habían conocido por Internet y que era su primera cita. Soy especialista en achacarle historias a la gente pero creo que no iba desencaminada mi deducción. Estéticamente eran incompatibles. Me resulta difícil imaginar en dónde una chica con una cantidad de maquillaje como para repartirle a todo el parque, pelo hirientemente teñido, medias brillosas transparentes y botas negras llenas de flequitos, estoperoles, adornitos, retazos cocodriláceos y pespuntes en blanco; puede conocer a un chico con gafas redonditas, camiseta de superman, pelo tímidamente largo y estudiante de historia. Esto último lo sé porque jamás olvido una cara. Esa cara pertenece a un chico que llevaba su tupperware, se sentaba fuera y hablaba siempre, siempre en catalán excepto frente al laguito, unas veinte veces menor y menos gracioso que el lago de Chapultepec. Cuando dijo "eso es para enamorados" marcaba un abismo entre la virtualidad y la realidad. Un velado "no te confundas" que daba por sentado que el responsable de esa cita no era él sino su nickname.
Deduje que se habían conocido por Internet porque su actitud me recordó a la de aquel amigo que ha construido una minuciosa agenda de chicas que no le interesan gracias a una página de contactos. Una actitud de desidia que se hizo más patente en el chico historiador cuando ella le pidió que le tomara una foto frente al laguito, unas mil veces menor y menos emblemático que el lago de Texcoco. No sé si la mujer quiso retratar su esmerado atuendo o la gráfica de un fracaso anunciado.
Después se fueron caminando separados por unos dos o tres pasos. Y lo primero que pensé fue ¿Qué pasa por la cabeza de la gente que se conoce por Internet?
De verdad eso pensé. Igual que cuando pienso "Qué gorda está Fulana" o "Qué idiota es Mengana". Con la misma distancia artificial y rutinaria con que me separo del mundo del que formo parte: el mundo de los gordos, el de los idiotas y el de los que se conocen por Internet.
Después fui a la sombrita a decirle a mi actual marido que ya nos fueramos. Dobló en dos su periódico y nos dedicamos a caminar el resto de la tarde. Todo el camino me pregunté si se nos nota en la cara que nos conocimos por Internet, si desentonamos mucho, si parecemos un ripio, si somos aves de distintas especies en un gallinero uniforme. Siempre decimos en nuestro descargo que no nos conocimos en un sitio de contactos ligones. En realidad, lo dice él. Yo cada vez que puedo, miento, pero no por ellos, por mí. Así me desmarco de los gordos, de los idiotas y de los que se conocen por Internet. Mi mundo es una isla en un laguito de mentiras naufragantes.

domingo, mayo 03, 2009

Elemental, mi querido Watson (confesiones de una metiche ilustrada)

Lo que más me seduce de la antropología es el camuflaje intelectual que la da al fisgoneo. Tengo una terrible debilidad por cruzar datos y encontrar conjeturas que rara vez me fallan. Mi querida Júlia recordará seguramente como con base en tres googleos, dos conversaciones pescadas al azar, un artículo al vuelo y la marca que dejan las huellas de unos zapatos; era capaz de reconstruir la vida, obra y milagros de algún profesor o compañero. Metía todos los datos en una licuadora seudocientífica hasta construir un núcleo duro del cual nadie podía dudar. Ya después dejaba que Júlia metiera más hipótesis auxiliares para terminar de construir el cinturón protector (pobre Lakatos).
La cuestión es que además de metiche, mi vida de Enjuto Mojamuto me ha vuelto un poquitín hábil en las tareas de rastreo, así que ya despojada de toda epistemología y por el mero placer de hacer una reconstrucción nostálgica que le dé sentido a mi insomnio, me he puesto a hacer servir la red de redes para encontrar a algunos de aquellos hombres que en algún momento le dieron sentido a mi existencia sexual o amorosa o ambas en el mejor de los casos. Y no es que hayan sido muchos pero sí han sido bien diversos. Por supuesto la cosa no va de facebook, a esos ya los tengo bien checados y son igual de exhibicionistas que Servidora y Amiga. La investigación más bien tiene que ver con esos que, o fueron un mero accidente en el camino, o nos accidentamos tan gacho que adiós-muy buenas-hasta nunca.
Cada uno requiere diferente tipo de búsqueda que no precisaré por dos motivos:
a) Juro que no estoy loca y que no es ninguna actividad persecutoria y delictiva.
b) Si digo todos mis secretos después no puedo hacerme la interesante cuando me piden ayuda de este tipo.
El material encontrado es de lo más variopinto dada la fauna que me ha habitado a lo largo y ancho de mi vida. El material consignado para esta primera (¡cómo miento!) exploración consta de videos de youtube, fotografías varias, artículos académicos, notas y artículos periodísticos, poesías, cuentos, declaraciones a la prensa, cartas a periódicos y participaciones en foros.
La verdad es que el café de la tarde estaba muy cargado, no tengo nada de sueño y entonces pienso en qué será de esos seres que no puedo rastrear a través del entramado de mis redes sociales y que se quedaron ahí colgados, dispersos, como los fragmentos que me hacen recordarlos con más morbo que morriña. Tengo a uno en la mira para hacer una historia de vida a través de la documentación en Internet (mi estimado M ¡Quién te ha visto y quien te ve!). Sería un estudio novedoso o por lo menos daría para un articulito de revista antropológica de medio pelo.
Muchos de ellos están en la web porque con la propia red fueron traídos a mi orilla. Pecesitos ingenuos que nadan al acecho del tiburón rastrero. Tiburón vegano que no muerde, sólo se sirve de sus nociones de "antropología virtual" para justificar esa necesidad imperiosa de saberlo todo, vigilarlo todo, controlarlo todo, incluso el hubiera que no existe.

miércoles, abril 29, 2009

Esto no es una opinión

"En los montes, los valles y collados
de animales poblados,
se introdujo la peste de tal modo,
que en un momento lo inficiona todo"

Félix María Samaniego



Y yo elijo ser la rata que abandonó el barco y mira desde buen puerto la psicosis
desatada en mi querídismo DF. Primero pensé que sería conspiranoia pura, pero con dos amigos infectados -declarados-, sospecho que los síntomas de la contaminación ideológica no coinciden con sus malestares físicos.
Este post nomás lo escribo por hacer memoria histórica, no aporta nada, ni informa de nada, ni genera un nuevo chiste que fortalezca las tesis de Octavio Paz. Creo que hay que tener todos los hilos en la mano para opinar en serio y no sufrir de esta jodida opinionitis que es bastante contagiosa (hoy han llegado a mi correo más de 8 "opinaciones", algunas buenas y otras bastante pinches y obvias). Aventurarse a elaborar una valoración en medio del caos que han tenido a bien generar las H. autoridades y sus respectivos medios de difusión sería seguir en la dinámica del ruido, mucho más perjudicial que el H1N1. Sobre todo, si como es mi caso, ni se tiene el pulso social ni se ha tenido el tiempo, las ganas o la información de la de a deveras como para dejar de repetir los tres lugares comunes de la izquierda y los paliativos para imbéciles de la derecha.
No me vengan con la libertad de expresión y todo eso. Uno es libre de expresarse, lo que es una putada es que te paguen para expresarte mal o que te paguen para ser portavoz de intereses convenidos. O que nadie te pague y tu generes sesudas hipótesis que se aferran a conjeturas emergentes. Como siempre: mucho ruido y pocas nueces.
Cuando todo pase, buscarán un culpable para llevarlo al cadalso y todo seguirá su curso como cuando el temblor dejó chimuelas todas las calles o como cuando la inversión térmica hizo que además de tener cuidado de no pisar cacas de perro, tuviéramos que sortear a los pajaritos muertos.
Siempre es más fácil culpar a los animales de la peste. Animales con mocos como los pollos o los cerdos o vacas con patologías cerebrales peores que las de los gobernantes. ¿Qué sigue? ¿El pulpo gonorreíco? ¿El SIDA de las sardinas?

domingo, abril 26, 2009

Neotaxidermia

Las técnicas de neotaxidermia están revolucionando el bello y antiguo oficio de la taxidermia y encumbrándola de nuevo al estatus de arte.
La palabra taxidermia proviene del griego y quiere decir algo así como "colocar la piel en su sitio" y no en vano se le llama arte pues requiere de un preciso conocimiento de anatomía, escultura, pintura y disección. Todos hemos tenido la oportunidad de ver en museos, laboratorios escolares o incluso restaurantes, algunos ejemplares que van desde águilas hasta toros de lidia. Si bien los fines son en general didácticos y conservacionistas (en donde entran lo mismo aquellos cuyo destino es una escuela que los que decoran un salón como odiosos trofeos de caza) los avances tanto técnicos como artísticos dan una vuelta de tuerca a esta actividad.
Aunque algunos le llaman "taxidermia inversa" el nombre correcto es, como ya dije, neotaxidermia. A grandes rasgos consiste en rellenar animales de peluche o muñecas inflables, con órganos reales. Es decir, en lugar de rellenar de borra o de algodón un cuerpo verdadero, rellenamos un cuerpo de plástico o de tela con los órganos previamente tratados.
La filosofía de este nuevo arte se basa en el vieja máxima de "el interior es lo que cuenta" por eso, a simple vista objetos más bien considerados triviales o de la cultura pop, llevan por dentro historias de seres queridos, de mascotas muertas o simplemente de restos de hombres y mujeres (uñas o pelo, por lo general). Sin abandonar el precepto anterior hay quienes trabajan lo mismo en "el empaque" que en el "contenido" como en la pieza "Semillero genealógico" de Truman Godwing. Godwing reprodujo un melocotón gigante de látex que rellenó de huesos de esa fruta mezclados con uñas de sus padres, sus hermanas, sus hijos, sus sobrinos, sus primos.
Quizá el caso más sonado sea el de artista plástico Rodien Salzburgöten que empaquetó con esmero para su hija los huesos y órganos de su perrito Misha que había muerto atropellado. Hoy podemos observar esta pieza en el Museo de la Taxidermia y Conservación de Prekmurje, en Eslovenia.
Sobre los casos de muñecas inflables, los datos son más confusos pues aunque existe la certeza de que se han dado estos ejercicios de neotaxidermia con órganos humanos, el escándalo entre los grupos de donadores de órganos, de asociaciones a favor de la vida y de la Iglesia, ha hecho que estas piezas circulen en clandestinidad entre coleccionistas privados o que las conserven los propios autores.

miércoles, abril 22, 2009

La importancia de llamarse...


Desde hace años y hasta hace bien poco, la cabecera de mi blog decía "Espejo de Beatriz Patradox para deleite de su soberbia y de alguno que otro voyeur". Todos los elementos de la frase habían caducado tiempo atrás pero ahí se quedó por un buen tiempo, como aquellos cartelitos que en punto de cruz anuncian "Home Sweet Home" aunque la casa sea un infierno insalvable. La cuestión es que el espejo se empañó, Beatriz Patradox comprimió todo mi nombre en un personaje secundario, cada día me deleito menos en los escombros de mi antes gran soberbia y casi todos los mirones se han muerto de tedio al ver que mi vida no ha sido la aventura que prometía.
La realidad es mucho más simple: Me puse este nombre para no ser googleada (creo que en aquella época "altavisteada"), para poder hablar de lo que se me diera la gana,y para que, finalmente, me diera cuenta de que la obviedad es insultante y que entre más pequeño es el pueblo que te acoge, más altos vuelos tienen sus cibernautas. Como tampoco me lo curré demasiado y fui bastante obvia, la gente empezó a llamarme Patradox de verdad (de por sí solían llamarme por mi apellido más de lo que se suele llamar a una chica por su apellido) A mí me gustaba esta heráldica caprichosa, esta mezcla de reivindicación paterna y materna.
¿Que por qué no me cambié el nombre de pila?
Porque, como he dicho en alguna ocasión, mi nombre me parece el mejor de los nombres posibles a pesar de sus diminutivos y de que la gente insista en llamarme Patricia.
En todo caso, de lo mucho que he perdido en el camino, al menos conservo mi nombre original. Ya no queda nada del gran futuro que me auguraban. No queda nada de la fuerza que me hacía mover el mundo para conseguir algo. Mis miradas incisivas se han vuelto teatrales y mis mejores cartas las desapareció un mago cabrón.
Quizá deba hacerme un nuevo nombre. Pero no de estos nombres ciberespaciales del que ya tengo varios a cual más absurdo, sino uno de verdad. Un nuevo nombre que incluya en el kit pasaporte nuevo, estado civil nuevo, hijos no, gracias, déjenlo así vacío. Me gustaría ser un testigo protegido de mi propio e irresoluble caso. Ponerme a salvo de mí misma y empezar de cero, en un blog nuevo a escribir otra vida que no sea esta.

jueves, abril 16, 2009

Todos somos poetas

Yo creo que ya está bien de Bukowski, sinceramente compañeros, ahora que todos somos poetas por gracia divina, por fornicio de adjetivos con sustantivos, por sus cojones o por mis ovarios; les digo: ya está bien de Bukowski. También de hablar de masturbación, porque a ver... ¿A santo de qué en cada una de sus primeras poesías se habla de masturbación? ¿Por qué ahora todos son orgullosos pajeros cuando años ha lo escondían en el WC o tras una revista de aquellas?
Es que ahora somos liberales, bebemos un montón y fumamos porque somos poetas o porque somos poetas bebemos, fumamos un montón y además "somos". Somos como adjetivo reflexivo, como la mismidad de esta casta divina que engola la voz y que ejerce la endogamia.
Ya no voy a andarme con pudores cuando me pregunten si yo escribo. Diré no, si busco distancia y diré sí, si quiero mentir.
En todo caso, mientras menos escribo más crítica me pongo. Tal y como los profesionales ¿no son los críticos literarios, escritores frustrados? y que conste que lo digo en el mismo tenor de "poetas borrachos" y "escritores miserables". Con ese abuso sistemático del estereotipo, con esa construcción aprendida con base en yerbas, licores y fornicio.
Y digo lo que digo porque he bebido, ergo, soy poeta. Así de fácil y yastá. Y ahora, a dejar la marca del vaso sobre la hoja en blanco (¡Ay si mi monitor no fuera tan vertical y tan caro!)

viernes, abril 10, 2009

Las palabras que no debo decir

Quizá me vendría bien un castigo inmisericorde como los que ponían algunas monjas cabronas: cien veces la palabra en la que la ortografía te falló y mil veces la frase que te recuerde que debes permanecer callada, atenta y solícita en clase.
Quizá debí seguir por esa senda educativa conductista y religiosa en donde las culpas pueden expiarse a través de planas y planas que remarquen el error para que nunca olvides que, o se habla bien y bonito, o mejor no se habla.
Es que calladita te ves más bonita, me gusta cuando callas porque estás como ausente y en boca cerrada no entran moscas. Trilogía que tendría que haber escrito a tutiplén para recordar que un candadito nos vamos a poner...
Yo tenía que haber sido callada y bonita y haber mantenido la ortodoncia para no tener estos dientes chuecos entre los que se cuelan las mocas. Yo tenía que haber sido piadosa, amable, discreta y formal; pero soy la Linda Blair de las palabras, salpico todo, lo mancho todo y no hay exorcismo que valga para hacerme callar.
En teoría, tendría que lamentarlo de verdad pero resulta que me alegro muchísimo de que esa baba verde fluya al exterior. Soy lo suficientemente cínica como darme golpes de pecho mientras doy puñaladas por la espalda (¡argh!, qué metáfora tan contorsionista). Por lo menos tengo la certeza de que no estoy podrida por dentro y de que tengo un repertorio tan amplio que no hace falta repetir cien o mil veces lo mismo: poseo el suficiente ingenio para regurgitar viscosidades nuevas día tras día.

lunes, abril 06, 2009

Santa Semana

Ajena a las costumbres, veo pasar las procesiones de vacacionistas que se esmeran en hacinarse con místico fervor. Y sí, entre las vocales repta mi envidia porque a veces, sobre todo cuando sé que no podré hacerlo, me gusta participar de las grandes tradiciones, de los gestos multitudinarios, de las hordas en trajes chillones que pasean por las playas.
Cada quién su cruz y la mía no es precisamente ergodinámica pero al menos está hueca.
Otra semanita de autolatigazos. Nada para alarmarse. Lo de cada lunes, sea lunes santo o lunes hereje. Lo de cada lunes y su desparramamiento de buenas intenciones absorbidas por un montón de estiércol. Lo de cada lunes haciendo del vicio el círculo más estrecho que nunca.
Sirva este mensaje para dar por concluida la condena. Voy al revés. Esta semana me voy a carnavalizar hasta agotarme. No sé cómo ni con qué dinero. No sé con quién ni si hay motivo. Nomás porque justo se abrió el cielo y decidí que era hora de parar de sufrir. Pero no por optimismo. Nomás por joder.

lunes, marzo 30, 2009

¿Primavera?

Amenazaba la primavera con venir pero no llega. Mientras se decide, giro acunada por una cuchara que me va diluyendo en este fluido de días, de fríos, de olvidos.
Y si miro hacia arriba, ahí están, meneando la cucharilla de forma compulsiva, leyendo el periódico y dándole vuelta a la hoja. Cualquier noticia, por lejana o estéril, acalla mi clamor.
Campanario sin campana... también aplica pero es más rimbombante y no hay disolución.
Me quedo con cuchara. Más doméstica e informal. Más acorde con los días ciénaga.

viernes, marzo 20, 2009

Ahora sí...

Lo que pasa es que tenía miedo de olvidarlo. Últimamente tengo miedo de olvidar cosas que siempre he olvidado. Por ejemplo, las llaves de la casa, el monedero y las fechas de cumpleaños. Sobre todo las fechas de cumpleaños (donde dice fechas, debería más sinceramente decir fiestas) que son un pretexto de carácter subnormal para decir que ahí está la intención de ser velita de pastel o vasito desechable o risas cómplices de paranoias colectivas. Todo el tiempo estoy revisando que no se desaten los hilos como si bastara con mirarlos para que permanecieran, como si entrar a destiempo fuera más afortunado que olvidar los pasos, como si la cortesía ya no fuera sólo el aceite sino la carrocería completa.
Lo que pasa es que de todas las cosas que olvido, la que más me gusta olvidar, es que estoy tan lejos.

miércoles, marzo 18, 2009


Sandeces preprimaverales


Esperaba algún suceso digno de comentar. No pasa nunca nada. Hablaría entonces de que hace buen tiempo y yo hago buena cara. Miento. El tiempo es mejorable y mi cara sigue con esta boca que parece un remiendo en hilo de otro color. Y después no sé, hablaría de flores. Flores hubo y muchas de todos colores en el poste de la esquina en donde se estrelló un motorista. A pesar de todo, también hay flores en mi balcón. Flores silvestres porque los tulipanes rojos se despetalaron al son de mi impaciencia. Mucha muerte, mucha flor, mucha flor muerta, mucho muerto en la flor de la edad.

sábado, marzo 07, 2009

Entre el “pulp” y la reina Highsmith

Con un lapso enorme de tiempo entre el primero y los otros dos libros, por fin terminé la trilogía de John Franklin Bardin. Aunque los libros datan de finales de los cuarenta, la traducción al español es de 2004. Incluso en Estados Unidos comenzó a brillar hasta los setenta. Según Cabrera Infante, que fue quien lo introdujo en el mundo hispanohablante, es uno de los grandes de la novela policial junto con Dashiell Hammett y Edgar Alan Poe. A mí, la verdad, me recuerda más al estilo de la Highsmith con esos thrillers psicológicos tan bien armados pero sin la maestría de los finales y la precisión literaria de la susodicha (aclaro que soy fan de Patricia Highsmith).

Aunque tiene algunos más, los tres libros que se consideran como los más importantes, son El percherón mortal, El final de Philip Banter y Al salir del infierno (este último traducido peor que película comercial pues el título original es: Devil Take the Blue-Tail Fly). El del percherón es el más popular y el primero que leí. La historia transcurre entre leprechauns (esos duendes de sombrero verde propios del folclor irlandés), percherones y las visitas al Dr. Matthews. Este libro es el más ágil de los tres aunque para mi gusto, no es el mejor armado, sin embargo los elementos que introduce y los juegos psicológicos te hacen perdonar la parte final del libro en donde todas las locuras estallan. El final de Philip Banter retoma como personaje al Dr. Matthews. Me parece que en esta obra retrata mucho mejor la caída en picada hacia la locura pues la aparente normalidad de los sucesos vistos desde fuera del publicista Philip Banter, hace que el contraste entre el mundo interno del personaje y la realidad sean mucho mayores. En esta novela, de nuevo el final queda un poco flojo y predecible. El tercer libro me parece el mejor. La historia parece más simple pero el desarrollo psicológico del personaje es muy bueno y las vivencias de angustia y desesperación de la pianista esquizofrénica se reflejan a la perfección gracias a un hábil manejo del tiempo.

Los que crean que la novela policiaca es un género menor, deberían leer estos tres libros (o uno o dos). No sé si Cabrera Infante tenga razón pero la comparación con Poe no es gratuita. La que yo hago con Hisghmith, creo que tampoco, pues no se trata sólo de una narración de sucesos que desembocan forzadamente en el suspenso sino de verdaderas construcciones psicológicas en donde la interacción entre la enfermedad y el entorno es una lucha constante con escalofriantes salidas.

miércoles, marzo 04, 2009

¡Me cago en Poncio Pilates!

Sí, me cago en ese señor que inventó esos ejercicios extraños y contorsionistas, después se lavó las manos y dejó como legado inmensas pelotas para, nunca mejor dicho, hacer el oso.
Al final caí en la dinámica del gimnasio y la vida sana (aunque junto a mí humeé mi tradicional Camel de acompañar letras) y aquí me tienen tragando lechugas, pesando los magros bisteces y soñando con pasteles de chocolate. Para completar el pack de "de-este-año-no-pasa" me inscribí a los pilates hace más de un mes. Aunque algo he progresado, creo que debería cobrarle al gym una comisión por montarles cada clase el show de medio tiempo. Hoy por ejemplo, me dio un calambre que me dejó sin aire y tuvo que acudir la maistra a hacerme masajito recuperador. Pero días antes me caí porque me mareé por "no saber respirar" (ni idea de cómo he sobrevivido hasta ahora),la clase anterior me quedé sin pareja y me tocó con la maistra que no se apiadó de mí, y así, varios ridículos de distinto calibre que sólo hago para romper el hielo y la rutina y que no se aburran mis compañeritas (sobre todo esa rubia flaca que siempre tiene cara de asco).
Así que hoy me sentí la neta del planeta y me dije: "Antes de la clase haces media horita de caminadora" Y claro, no contaba con que las caminadoras estaban ocupadas y me subí a un aparato cuyo nombre descubrí cuando la chica amablemente me dijo "anda, usa la elíptica" y sentí un pavor peor que si lo hubiera dicho la maestra de matemáticas de la prepa. Elíptica no es una palabra que vaya asociada a recuerdos agradables.
Ya nomás alcancé a decirle que suavecito, suavecito y ahí voy yo, piernas y brazos, escale que te escale el monte imaginario que lleva a ningún lado y venga, no mires la pantalla, no te presiones, ufff... aaah... ufff... resoplido, uuuy voy re bien... uuuhhh... pmfffmff....................
Y cuando según yo ya llevaba como 15 minutos, se me ocurre mirar la pantallita y sólo llevaba cuatro. ¡Cuatro minutos! y ya que estábamos eché un ojo a las calorías y cuando vi que ni siquiera había quemado el Vitalínea que se hace pasar por postre no lo podía creer. Pero no lloré. Seguí ahí dale que dale, xino xano, me lleva la chingada, pian pianito, cómo se me ocurrió meterme a esto, venga vamos, tú puedes, no sé pa' qué, ay esa vieja me mira feo, ay pa' la próxima me traigo el Ipod, uno dos y tres y cuatro, no mires, no mires, no mireeeees otra vez que te me agüitas. Con esos ánimos que me doy, de pronto me dedicaré a escribir libritos de autoayuda, aunque mi rubro siempre ha sido más bien la antiayuda.
Y bueno, prueba superada, piernas como flan y a la clase de Pilates de los Palotes en donde nuevas aventuras le esperaban a mi anquilosado y rotundo cuerpo. Lo que más risa me da es cuando la maistra dice: "Vamos, chicas, a recuperar la figuraaa" y es que yo voy a la inversa, yo no quiero recuperar nada, quiero perder la figura, por lo menos convertirla en un óvalo.
Si mañana me puedo levantar y no necesito una silla de ruedas, iré por más y luego al sauna y si no vuelvo a postear es porque, como no sé respirar, me ahogué en la cabina.

miércoles, febrero 25, 2009

Paisajes desechables

Me gustan los paisajes efímeros de las autopistas a cualquier parte.
Paisajes adhesivos con las esquinas dobladas albergando tierra y migas. Panoramas a medio camino entre la primavera y el olvido. Instantáneas sin el sobresalto de la belleza o sin la cursilería que adorna los calendarios de farmacia. Lugares absurdos al costado de una carretera gris y transitada.
Hoy he visto a tres putas sentadas en sillas de plástico al borde del camino. Se nota el invierno porque llevan botas sobre sus piernas desnudas. No nos engañemos: no hay ni dos gramos de poesía en su hastío. Ni siquiera tienen un sillón desvencijado y deben conformarse con el asiento que se adhiere a su trasero igual que algún cliente. Quisiera traerles un clima más cordial o un paisaje comedido sin destellos de perfección europea; un diván sobre la hierba y no una espalda sobre el coche; una vestidura verde rancio y no un remedo de falda verde esmeralda.
Yo miro todo desde la ventanilla del auto como haciendo zapping sobre el horizonte, como si pudiera saltar de un mundo a otro, como si las líneas cinéticas fueran rayones sobre mi propio álbum de estampitas.

martes, febrero 17, 2009

Anna Gavalda "El consuelo"

Últimamente no estoy buscando libros sino que los libros me buscan a mí. Leo lo que otros van dejando en mis manos y así no me molesto ni siquiera en elegir. Supuse que un poco de azar le vendría bien a mis prejuicios. Así fue como llegó "El Consuelo".
Empecé a leerlo con cierto recelo (yo siempre leo con cierto recelo todo aquello que no conozco de nada y más sabiendo que es un "Super ventas") y terminé leyéndolo con la misma sensación.
Es una novela ligera que se lee bastante rápido porque la prosa es fluida y las descripciones son ágiles. Eso sí, la lectura me echó en cara uno de mis principales errores a la hora de escribir y que son los puntos suspensivos. Yo los uso mucho, demasiado, en exceso y ya vi lo que pueden llegar a agotar. Hubiera preferido menos... la verdad... menos... es más...
Los personajes, para mi gusto, están excesivamente caracterizados hasta el punto de que el único que parece real es el protagonista, Charles Balanda, un arquitecto cincuentón con todo y su alopecia, su andropausia y sus crisis afectivas a cuestas. Los demás son un poco "muy": La adolescente, muy adolescente. La mujer frívola, muy frívola. La controladora, muy controladora y así, por el estilo. Paradójicamente, esto los hace entrañables porque nos ayuda a intuir el resto dado que no hay complejidad para terminar de completar el estereotipo.
La primera parte del libro me gustó mucho más que la segunda. El contraste entre el blanco y el negro del arquitecto es tan evidente que no da lugar a la grisura que se espera de cualquier recuperación de la vida.
Pienso que si se hiciera una película de esta novela, tendría que ser al estilo de Amelie por lo francés, por los personajes, por la felicidad y por la magia. Así, con esa estética efectista, quedaría de maravilla y apta para toda la familia.
¿Que si me gustó o no?
Sí, creo que a ratos me gustó mucho y a ratos me llegó a exasperar. El final llega a ser predecible casi desde la mitad del libro, pero un hombre como Balanda tiene que atar muchos cabos, así que aunque se sepa el "happy end" tenemos que gozar con la felicidad del hombre feliz.
Si tuviera que dejar este libro en manos de alguien más, lo dejaría en manos de mi mamá. Seguro que a ella sí le iba a gustar muchísimo.