domingo, mayo 17, 2009

¡Chau Benedetti!




Desde que cumplí dieciséis hasta que tuve veinte, mi mamá me regaló un libro de Benedetti en cada cumpleaños. Un buen día hice una fila inmensa para verlo leer en Bellas Artes. Otra vez oí emocionadísima en medio de la selva su comunicado asmático con abrazos solidarios.
Pero cuando tuve veinte le dije a mi madre que ya no me gustaba, o bueno, que no es que ya no me gustara pero que prefería, no sé yo, otros libros, porque claro, uno crece y se pone con estas poses en las que, con la mano en la cintura, se le hace un feo a Benedetti y a sus palabras sin recovecos y otro feo a la madre y a sus libros forrados con papel morado. Cuando uno piensa que ha crecido se da el lujo de juzgar a madres y a abuelos, a contenidos y a continentes, a libros y a obsequios... hasta que se convierten en recuerdos dulcísimos tachonados por la soberbia.
Lo cierto es que desde entonces pocas cosas me han conmovido tanto y de manera tan genuina. Lo cierto es que me acabó de enterar de su muerte y le estoy llorando como le lloré hace más de quince años a su Laura Avellaneda.

No hay comentarios.: