domingo, mayo 03, 2009

Elemental, mi querido Watson (confesiones de una metiche ilustrada)

Lo que más me seduce de la antropología es el camuflaje intelectual que la da al fisgoneo. Tengo una terrible debilidad por cruzar datos y encontrar conjeturas que rara vez me fallan. Mi querida Júlia recordará seguramente como con base en tres googleos, dos conversaciones pescadas al azar, un artículo al vuelo y la marca que dejan las huellas de unos zapatos; era capaz de reconstruir la vida, obra y milagros de algún profesor o compañero. Metía todos los datos en una licuadora seudocientífica hasta construir un núcleo duro del cual nadie podía dudar. Ya después dejaba que Júlia metiera más hipótesis auxiliares para terminar de construir el cinturón protector (pobre Lakatos).
La cuestión es que además de metiche, mi vida de Enjuto Mojamuto me ha vuelto un poquitín hábil en las tareas de rastreo, así que ya despojada de toda epistemología y por el mero placer de hacer una reconstrucción nostálgica que le dé sentido a mi insomnio, me he puesto a hacer servir la red de redes para encontrar a algunos de aquellos hombres que en algún momento le dieron sentido a mi existencia sexual o amorosa o ambas en el mejor de los casos. Y no es que hayan sido muchos pero sí han sido bien diversos. Por supuesto la cosa no va de facebook, a esos ya los tengo bien checados y son igual de exhibicionistas que Servidora y Amiga. La investigación más bien tiene que ver con esos que, o fueron un mero accidente en el camino, o nos accidentamos tan gacho que adiós-muy buenas-hasta nunca.
Cada uno requiere diferente tipo de búsqueda que no precisaré por dos motivos:
a) Juro que no estoy loca y que no es ninguna actividad persecutoria y delictiva.
b) Si digo todos mis secretos después no puedo hacerme la interesante cuando me piden ayuda de este tipo.
El material encontrado es de lo más variopinto dada la fauna que me ha habitado a lo largo y ancho de mi vida. El material consignado para esta primera (¡cómo miento!) exploración consta de videos de youtube, fotografías varias, artículos académicos, notas y artículos periodísticos, poesías, cuentos, declaraciones a la prensa, cartas a periódicos y participaciones en foros.
La verdad es que el café de la tarde estaba muy cargado, no tengo nada de sueño y entonces pienso en qué será de esos seres que no puedo rastrear a través del entramado de mis redes sociales y que se quedaron ahí colgados, dispersos, como los fragmentos que me hacen recordarlos con más morbo que morriña. Tengo a uno en la mira para hacer una historia de vida a través de la documentación en Internet (mi estimado M ¡Quién te ha visto y quien te ve!). Sería un estudio novedoso o por lo menos daría para un articulito de revista antropológica de medio pelo.
Muchos de ellos están en la web porque con la propia red fueron traídos a mi orilla. Pecesitos ingenuos que nadan al acecho del tiburón rastrero. Tiburón vegano que no muerde, sólo se sirve de sus nociones de "antropología virtual" para justificar esa necesidad imperiosa de saberlo todo, vigilarlo todo, controlarlo todo, incluso el hubiera que no existe.

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