martes, noviembre 16, 2010

Random

Llevo días escribiendo y leyendo sobre los demás (creo que de eso se trata la antropología). Para volver en mí y a mí se me ocurrió este pequeño ejercicio que consiste en darle random a la selección musical y escribir lo que fuera en el lapso que dura una canción. Como tenía el blog abandonado, pues se me ocurrió subirlo. Espero que esto aleje a los ángeles del deber ser y me regrese a los demonios del ser.


Monkey gone to heaven
Siempre me he limpiado con coca cola el residuo que queda en los labios. Siempre y antes del antes que voy hilvanando como banderitas tibetanas colgando de la ventana que da para mí misma. Uno no puede limpiar la carpeta de “mis documentos” sin analizar vidas pasadas. Y escrito esto, he encendido el disco duro externo porque me ha entrado un miedo profundo de perderlo todo, de no reencarnar jamás esta información en una buena memoria USB. De tener que volverme una “Memento” de los post-it porque de tatuarme, ni hablar. No me alcanzaría el cuerpo, pese a ser grande y bastante, para escribirme todo lo que me dije antes del antes.

Cuando Juanico y Chan Chan…
Le tengo cierto afecto a las cosas que a veces me permito, a los paréntesis que albergan otros paréntesis como matriushkas matricidas.
Le tengo un cierto cariño cierto a las verdes llanuras en las que no habito, a los jacuzzis que no albergaron mi trasero, a las secuelas infinitas del desahucio.
Hay cierta propensión al delirio, a la vuelta en U, a ser mal ciudadano, a que mis apariencias engañen, a que mis parentescos renieguen, a que se me rompa una uña mientras me baila un trompo en el orgullo.
Hay delirios que penden de la lámpara, delirios de ocho patas, delirios con afecto que nombro con un tono afectado después de 3 gintonics.
Quiero una mazmorra decorada a la última moda. Quiero un plato de perro de diseño para que me arrojen las esquinas de muchas estrellas Michelín. Quiero un vagón piano bar para que toquen los fabulosos Baker Boys. Quiero una tele de 900 pulgadas para ver como sube y baja mi pecho mientras el sorround me devuelve la inconstancia pulmonar de mis vicios.


The Passenger
Yo tengo (tuve, tenía) un bisabuelo maquinista. Siempre me ha gustado esa idea. Algo tienen los trenes que no me agotan. No son como los aviones, esos globos hinchados de respiraciones recicladas; ni como los coches con su autosuficiencia individualista de patas cortas. Hoy subí a un tren de cercanías y pese a su cotidianidad no me resulta ni cercano al metro. El tren es el tren y yo mil veces imaginé a mi bisabuelo con su cara de Porfirio Díaz haciendo sonar el silbato. Yo nunca tuve o he tenido un tren de juguete. Me parecía un artefacto para los niños de las películas navideñas pero no para mí. Nunca se me ocurrió tener nada que se alejara de los juguetes dedicados al arquetipo de mi género. Pese a eso, no soy muy mujer, sólo mujeruca a medias con resabios de un hermano que mis hermanas nunca tuvieron o han tenido.

lunes, octubre 25, 2010

Aguas quietas

Las aguas mentales reposan o se estacan. No lo sé. Lo segundo huele a podrido y no es así. En todo caso queda más lírica la quietud aunque no sea del todo precisa.
Y aquí viene la cita de Lévinas pero no la tengo a mano y odio las paráfrasis imperfectas. También odio buscar un texto que no sé en dónde dejé.
No quiero levantarme del asiento y no quiero pensar mucho.
Estoy cansada y me gustaría tener otras piernas más ágiles. Me gustan mis piernas de la rodilla hacia abajo. Aceptaría un trueque frankesteniano en las piernas y en la cabeza. En los ojos no porque por fin han vuelto a su forma original y las ojeras bajo ellos son bolsillos con monedas y no bolsas marsupiales.
Me gustaría también un recambio magodeozano. Yo también busco valor y otras cosas de colores pero hasta ahora sólo he obtenido un spam en mi buzón prometiéndome salud plena. Creo más en la literatura que en las aseguradoras.
Estoy cansada pensando estas cosas y tirada panza arriba en mi laguito mental.

martes, octubre 12, 2010

Luz de luciérnagas de Edson Lechuga (Los libros dedicados II)

“Porque la palabra ida se parece mucho a la palabra huida;
será porque irse es huirse en miniatura, a pequeña escala.”
Edson Lechuga, Luz de luciérnagas 




Cuando por fin tuve Luz de luciérnagas en mis manos, tuve que posponer su lectura porque me encontraba con otros textos que aunque muy placenteros, eran de carácter laboral, es decir, con etiqueta de urgente. Así que Luz de luciérnagas se quedó reposando en una mesa del DF. Pasaron unos días y caminando entre el queso de Oaxaca, la bisutería variada, los mangos maduros y los chiles secos a granel del mercado de mi colonia, compré por cinco pesos El otoño recorre las islas de José Carlos Becerra.  Tampoco lo iba a poder leer (releer), así que lo puse en la pila de libros justo encima del libro de Edson.
            Volví a Barcelona y  a los pocos días empecé a leer Luz de luciérnagas con esa sensación deslocalizada en donde el cuerpo está de este lado reconociendo rutinas mientras la mente sigue allá jugando al hubiera.  Mi estado de ánimo era  propicio para esta historia en donde el personaje, el autor y yo compartimos los mismos escenarios (Barcelona – Ciudad de México).  En el terreno sentimental, literaturas aparte, eso pega.
            La historia la protagoniza Germán Canseco (curiosa la coincidencia con el fotógrafo de Proceso), residente en Barcelona que tiene una cuenta pendiente consigo mismo desde el 85.  De una forma nada artificial ni efectista, de pronto estamos con Germán en la Ciudad de México recorriendo calles, mirando ventanas, oliendo fondas, hasta que ocurre lo que cualquier chilango sabe adivinar cuando alguien dice “ochenta-y-cinco”: el terremoto del que algunos guardamos recuerdos deshilvanados y otros guardan vivencias que engendran reflexiones que engendran desesperaciones que engendran una trama como la de Germán en donde hay varias formas de morir cuando todo alrededor es muerte.
            Germán acude de manera permanente a esos paralelismos entre las ruinas de la ciudad y sus ruinas sentimentales, entre los hierros torcidos y su espalda destrozada, entre el gris polvoso de la ciudad y el propio polvo enquistado en sus recuerdos.  Transitar de lo íntimo a lo colectivo y de la célula conmovida a la sociedad civil organizándose, inserta a este relato en un capítulo de la historia reciente de México por el que la literatura ha pasado de puntillas como si el tema sólo diera para consignar datos y no para habitarlos. Habitar estos datos y darles vida a pesar de la muerte es el gran acierto de Edson. 
            Si no fuera porque la lógica a veces me asiste, hubiera jurado que el libro que estaba sobre Luz de luciérnagas en una mesa del DF se había volcado como un vaso de agua empapando el libro de Edson. No sólo refresca la historia, sino que le da una fuerza increíble con las referencias intertextuales tan propicias y tan bien engarzadas con la prosa poética de la que sabe servirse el autor.  Ya en el colmo de las coincidencias, resulta que la edición vieja de El otoño recorre las islas que compré en el tianguis era la misma edición que leían Alma y Germán Canseco. Lo sé por la numeración de las hojas, por la fotografía de la portada (sí, Luz de luciérnagas trae fotos) y por el año de edición.  Incluso empiezo a sospechar que era el mismo ejemplar por el tipo de manchas, los pliegues de los bordes y porque el color amarillento delata que estuvo guardado en una caja de cartón por muchos años.  Sí, quizá sea el mismo y por si las dudas, siguen juntos, lomo a lomo en mi librero.
          Luz de luciérnagas es la primera novela publicada por Edson Lechuga. Esperamos que alumbre el camino de las próximas.

jueves, septiembre 16, 2010

Siete años

Es lo que tienen las tradiciones, que una vez que se instauran resulta muy difícil romperlas nomás porque sí.
Aunque uno diga "No hay nada que celebrar" la celebración late y se escurre por algún lado, está ahí.  No me refiero al bicentenario de la Independencia de México, aunque coinciden las fechas. Supongo -porque ya no sé si así fue o si sólo me acuerdo muy a mi modo-, que ese día festivo estaba aburrida en casa, con una relación recién rota y todavía doliendo, con una resaca de los mil demonios, con una necesidad de exhibir el vómito de letras, con una conexión a Internet lenta pero efectiva, con una soledad ahí medio agazapada... supongo que por eso fue.
Hoy coincide con el primer cumpleaños que mi abuela no cumplirá y coincide con un estado de ánimo tibio, anodino, fronterizo con la tristeza pero todavía sin un pie ahí.  Por eso tengo poquitas ganas de celebrar que este blog cumple siete años.  Como soy boba y animista, pensé que no podía dejar pasar este año sin mencionarlo, sin soplar al menos un cerillo a modo de velita, sin felicitar (me) nomás por existir.
Gracias a quienes todavía pasan por aquí a pesar de las irrregularidades y la poca constancia de los últimos meses.
Gracias a los que dan click y se quedan a leer.  Más gracias todavía a los que comentan o a los que callados piensan algo.  Lo que sea.
Pues sí, siete añitos ya.  Si esto fuera un hijo y no un blog, ahora ya sabría leer.  Con suerte algún día sepa escribirse bien y bonito.  Mientras tanto que se conforme con mis letras emborronadas.

sábado, septiembre 11, 2010

De Ida y Vuelta de Iván Farías (Los libros dedicados I)

Con este texto empieza una serie de comentarios sobre libros que me han dedicado.  Me refiero a libros que me han dedicado mis amigos.  Así que voy a reseñar libros de la gente que quiero y que me quiere o me quiso, o al menos eso dejó estampado en las primeras hojas de su publicación.  Los tres primeros son libros que me regalaron en este viaje a México.  Los que siguen son libros rescatados de mi ex librero. Empiezo pues, con mi amigo Iván y su libro doblemente dedicado: en los agradecimientos impresos y después con su letra de niño de secundaria.





Definir este libro en tres palabras es bien fácil: libro de entrevistas.  Pero decir eso se queda corto por todas partes.  Primero, porque son entrevistas que unidas, ofrecen un panorama de las artes plásticas en Tlaxcala y después, porque no son entrevistas al uso.  Parecieran pequeños monólogos en donde el entrevistador se hace invisible y sólo habla el entrevistado, sin embargo no es sencillo hilar tan fino y lograr una secuencia cronológica , racional y emocional entre los desvaríos de estos artistas para trascender la anécdota y encontrar el “saber hacer” de sus respectivos trabajos.
Tengo la ventaja de que conozco a casi todos los entrevistados, de ahí que pude imaginarme más o menos cómo desarrolló las cosas, cómo los orilló a las cervezas, cómo y en dónde sacó su grabadorcita y qué cosas les iba preguntando.  Me resulta increíble que al grabador Enrique Pérez, casi siempre taciturno, le haya sacado tal cantidad de información.  De otros más parlanchines como Polo Prexedis, no me sorprende, y de otros que conozco más, como al fotógrafo Gonzalo Pérez, encuentro retratos casi exactos y muy bien hechos.  Sin embargo, hay por ahí alguno que no conozco ni de vista y gracias a las descripciones y al desarrollo, logré captar el porqué de su inclusión y de su quehacer artístico.  Así que el libro vale tanto para quien los conozca como para quien no, ejercicio que yo intenté hacer pero que por razones meramente afectivas con entrevistador y entrevistados, no pude.
Lo primero que pensé cuando acabé de leer este libro, es que es un libro semilla. Un proyecto de algo mucho más grande y mucho más ambicioso aunque, quizá por eso mismo, también más impersonal y menos íntimo.  Me gustaría por ejemplo, un libro ilustrado con los grabados, las pinturas y las fotografías de quienes fueron entrevistados.  También eché de menos a otros artistas como Memo Serrano, por ejemplo.  Así que espero, como digo, que este libro sea el inicio de un trabajo más amplio, que abarque a otros creadores más allá de la afinidad electiva del autor y que sirva realmente como precedente de la historia gráfica de Tlaxcala. 
Desde hace mucho conozco las letras de Iván y lo suyo es la ficción –también fuera de las letras, por cierto-, así que gocé mucho esta faceta periodística que no se fue por el camino tradicional de la entrevista directa.  Es cierto que el libro tiene algunos, varios, gazapos.  Si bien el autor es responsable en cierta medida, también muestra la falta de un trabajo editorial que bien podría asumir el Instituto Tlaxcalteca de Cultura, en su papel de facilitadora de recursos pues finalmente el libro sale bajo su sello.  La labor de los estados de la República es fundamental en ese sentido, pues permite descentralizar las publicaciones y si se logra hacer con mayor calidad, ese trabajo que ya realizan cumpliría mejor su función divulgativa.

Farías, Iván.  De ida y vuelta.  Tlaxcala, México: ITC, 2010.

lunes, septiembre 06, 2010

Derrito derrota

Las 12:12 en Barcelona y me como un helado de limón.
No escribí antes porque no quise.  Me negaba a pensar en clave de post, en clave de tweet, en clave de letras. Sé bien por qué lo hacía. 
Hay veces que reflexionar es un deporte de alto riesgo y yo no voy a México a pensar mucho en mí.  Voy a que me mimen, a que me suban el ego con dos o tres tareas de poca monta, a que me planchen la ropa, a que me traten como a un muerto:  recordando lo bueno, olvidando lo malo y mandándome de vuelta antes deque apeste.
Entonces el proceso de pensar se posterga, se fermenta y explota cuando llego y voy guardando la ropa aún planchada junto con la que se quedó llena de arrugas.  En realidad, yo le llamo pensar a cualquier cosa y en realidad también, exploto por cualquier cosa. En cualquier lugar.
Los helados de limón ya son todos tan iguales con su verde nuclear y su jarabe de glucosa, que al final no sé si lo mío es no saber estar, estar por estar o estar nomás chingando  dando por culo sin importar el mapa que habite.
De cualquier forma, el fracaso, como el mundo, es redondo.
El fracaso, como el helado de limón, acaba pringándolo todo.
De cualquier forma, ya llegué a pringarme.
Voy por un trapito para limpiar el teclado.  Lo demás o se limpia solo o se le adhiere mugre hasta olvidar que había debajo... como siempre, como cada vuelta de lengua por mi mundo de limón.

jueves, agosto 05, 2010

Las cornadas del tiempo

El domingo desperté, me vi al espejo y pensé que esa sería la cara que tendría en cuarenta años. Lo peor es que era la cara del presente y no la del futuro.  No pude posponerme esa expresión.  No son ni siquiera las arrugas, puede ser que tal vez las ojeras estuvieran más pronunciadas... ya no sé.  Me amaneció la cara de vieja aunque después del baño se me quitó.

El lunes un anciano me preguntó si ya había nacido en 1947.  Le dije que no, pero no con demasiada insistencia porque el día anterior yo era muy vieja.
"¿No recuerda que ese año murió Manolete?  No creo que lo recuerde, usted debió haber sido muy joven"
Me contó que Manolete le regaló un reloj de oro, fechado justo siete días antes de la cornada mortal de Islero.
"Es que yo fui torero ¿sabe?"
 Y me guardé los reproches antitaurinos, pues en el 47 seguramente no tendría yo estos discursos animalistas.
 Fingí interés porque le tengo más compasión a un viejo que a un toro.  Interés fingido que se convertiría en genuino cuando me contó que estuvo varias veces en la casa de Agustín Lara y que le brindó un toro a Ava Gardner.  Le dije que era una mujer hermosa.
"Psss... era bonita, sí, pero muy borrachita"
La diva quedó reducida a una bonita borrachita que le regaló otro reloj.  Un Longiness.
"Así se usaba.  Dedicabas una corrida y te hacían regalos.  El gobernador de Zacatecas me regaló un anillo de oro, pero no uno cualquiera.  Su propio anillo de oro, se lo quitó del dedo y me lo dio.  Los toreros españoles me regalaban trajes de luces a medida".
Y así recorrió las plazas de Lima, de Venezuela, de Colombia, de España y de México.
Conoció a Dominguín y a la mujer que le puso los cuernos.
"A los toreros siempre les ponen los cuernos. A Arruza, A Capetillo, a todos.  Las cornadas que no les daban los toros, se las daban sus mujeres"  Y se reía con su dentadura torcida, convirtiendo en gracia las tragedias personales.
Intenté que me contara más sobre Orson Welles pero no logré dirigir sus recuerdos hacia allá.
"¿Usted viene de España, verdad? En España hay más alegría ¿no le parece?"
Tampoco dije nada sobre Franco, sobre el concepto de alegría, sobre el drama de la tierra ajena, sobre los tópicos de la fiesta.  Yo era una mujer demasiado joven y demasiado simple en el 47, así que me limité a sonreír.
"Tres veces me tiré al ruedo de espontáneo y acabé en la cárcel.  Bueno, la tercera ya no, la tercera conseguí apoderado.  Esa vez fue Agustín Lara quien me dijo: lánzate muchacho"
Le pregunté sobre la cárcel y me dijo que estuvo nomás quince días a bolillo duro y café.
"En su tierra acaban de prohibir los toros.  Es que ¿sabe? sí es verdad que los toros sufren mucho.  ¿Y ahora qué van a hacer? Tan bonita la plaza de Barcelona"
Le dije que irían a Zaragoza o a Madrid, que en Barcelona la plaza ya no se llenaba como antes. Respuestas estándar plagadas de ingenuidad y compasión.
"¿Sabe? Manolete me regaló un reloj de oro siete días antes de morir. En 1947. Lo tengo fechado y todo.  Lo mató un toro llamado Islero ¿No se acuerda? Usted debió haber sido muy joven".
Y entonces me di cuenta que mi actitud de chica boba que cantaba "Granada" al piano para ganarse la simpatía de algún torero, fue la correcta. Gracias a la visión del domingo, yo ya sabía lo que era ser joven en los cuarenta y representé mi papel en el bucle interminable de los recuerdos del matador.
Se terminó la charla con un galante beso en la mano. Y lo vi alejarse con su andadera a modo de capote.
¡Qué tiempos aquellos! Me acuerdo muy bien de lo que no he vivido.

jueves, julio 22, 2010

(des)variaciones desde Oaxaca

Escribo este mensaje mientras contemplo a ratos una buena parte de la ciudad de Oaxaca.  Creo que la calle se llama Mirador y si no se llama así, la he rebautizado justamente.
Me cuesta mucho escribir cuando estoy de viaje.  Será porque lo mío es escribir sobre el recuerdo del recuerdo pero como ahora no estoy con el ansia turística de conocerlo todo en tiempo récord (bueno, rara vez he estado así, soy más de respirar ciudades que de dejarme el aliento en ellas), me senté un momento frente a la computadora prestada en la única mañana sin lluvia de la semana.  Estoy tranquila junto al ventanal. México es un país lleno de ventanas que sí tienen sentido.  Ventanas que no topan con un enfrente demasiado cercano, ventanas de herrería vieja que ocupan media pared.
Comparto la mesa con un chico que está reseñando unos artículos sobre migración. Ni siquiera eso me pone tensa.  Ni siquiera la mención del deber, de lo que me espera en Barcelona, de lo muy atrasada que voy con con mis estudios; me inquieta.  La ventana también debe tener un efecto aspirador de las preocupaciones.  Estoy tranquila pero no como bovino manso, sólo así, como si todo fuera cuestión de nomás estar.
 

domingo, junio 27, 2010

Domingo y derrotas

Muchos domingos son en sí, pequeñas derrotas. Semanas que se mueren en las manos y que nos cuestionan por el “hubiera” que existe, aunque se dé por costumbre negarlo.
A la habitual derrota dominical que se apila como platos sucios y que alarga la lista de pendientes, hoy se suman dos derrotas:
1. La selección nacional de futbol predeciblemente pierde ante Argentina. No me duele más allá del rito catártico que hice para restarle al día su habitual abulia, pero sí incomoda porque una vez que te sumas a la masa futbolera, esperas ser resarcido.
2. La situación en Tlaxcala. A pocos días de las futuras elecciones la candidata acomodada en la izquierda (porque de izquierda nunca ha sido), declina por el partido de derecha. Y ya no es la derecha en sí lo que duele, sino el cinismo lo que mata. Entregar el Estado a los corruptos más grandes que ha parido madre, es un desastre. Me lavaría las manos como Pilatos si no tuviera un cachito de corazón ahí sembrado.

Así y todo, mañana es lunes. El futbol, como sea es accesorio y para mí el fracaso concluye en cuanto me vaya a la cama. Sin embargo lo otro es más peligroso y no tengo quórum a mano que comparta este fiasco porque Tlaxcala es un puntito de arena perdido en el mundo global. Aquí sí aplica la palabra “dignidad” que tanto han usado para querer hacernos cómplices de once millonarios corriendo tras un balón.

Repito: así y todo, mañana es lunes.

domingo, junio 20, 2010

Adiós Monsiváis


Carlos Monsiváis fue para mí el primer intelectual hecho carne.  La primera persona que traspasó el papel y resultó ser un humano,  y es que a mis quince años los escritores eran habitantes del Olimpo.  Resultó entonces que Monsiváis escribía sencillo, cercano, lúcido y además era habitante de la colonia Portales.  Por aquellos tiempos yo era una preparatoriana que se sentía ultra radical porque compraba La Jornada en el puesto de periódicos que estaba junto a la todavía en funcionamiento  panadería “La luna” de la Nápoles.  Todos nos hacemos viejos.
 Cuando entré a la Universidad, seguí documentando mi optimismo cada lunes y cuando ya estaba anexada a las causas esenciales de los noventa, se hablaba del “Monsi” como uno más, con respeto siempre, pero con la familiaridad que yo ya había sentido años ha.  Creo que por eso no me deslumbró tanto conocerlo, porque era como el amigo de un amigo del que tanto has oído hablar.  Profesé desde entonces una admiración a la persona y no al personaje de pelos revueltos, camisa manchada y chamarra con pelos de gato. Logré en cierto sentido trascender  la anécdota de sus apariciones televisivas para poner el ojo en la centralidad de su discurso.
Yo no sé –esto era una especie de obituario y no un análisis- si la inmediatez de la información ha desplazado a la crónica, misma que Monsiváis hacía navegar con increíble soltura entre el periodismo y la literatura; o si es que Monsi no sólo deja huérfanos a un caudal de lectores sino también a la crónica como género.   Un género que algunos consideran menor por su supuesta caducidad y su apego absoluto a la realidad.   No es proeza menor que las crónicas de Carlos desafíen al tiempo y permanezcan.
La muerte de Saramago el viernes y la de Monsiváis ayer, nos obliga a mirar a esa literatura comprometida y sin poses.  A esa cercanía entre la obra y los ideales, asunto muy menor entre aquellos que quieren cruzar el pantano sin mancharse las plumas, entre  aquellos que se lavan las manos antes de darle al teclado para que ningún atisbo de compromiso les manche el relato.  Entre esos mismos “intelectuales de la pureza”, la moda fue jugar a “Péguele al Monsi” en cuanta revista, suplemento cultural y periódico permitiera este ejercicio facilón y reiterado de darle duro.  Nunca ha sido complicado atinar a blancos tan visibles.  Y vaya paradoja, ellos también se quedan huérfanos de enemigo imaginario (supongo que lo suplirán con Elenita Poniatowska, pero eso ya es alevosía y ventaja).
Mi más sentido pésame a todos nosotros: sociedad civil que reivindicamos, lectores que nos emocionamos, mexicanos que nos indignamos y  bohemios que brindamos.

miércoles, junio 16, 2010

Buenas noches.

Hoy no me quiere ni Charlie Parker. La curva de su saxofón no le es propicia a la verticalidad de mi ánimo.
Tendré que encender el último cigarro, fumármelo "a capella" y escuchar el fuelle del humo que quiera Do que no me mate.

jueves, junio 03, 2010

La guía Miguelina

Yo ya había escuchado hablar de este proyecto y por eso esperaba con ansias tener  la guía definitiva: la Biblia del tragón, el manual de hedonista, la Guía Roji del buen bebedor.... y llegó el día.
Por esas cosas de que escribo y a veces lo que escribo resulta; me vi envuelta en una asociación literaria llamada ACOLITE misma que rebauticé como ALCOHOLITE por razones que no vale la pena obviar, y ahí conocí a un personaje adorable y adoptable: Pedro Cano.
Él, junto con Jordi Gol -otro gran elemento- , se dieron a la tarea de recopilar una serie de bares en donde ofrecen buen comer y buen beber.  No es una de estas guías que pretenden premiar con estrellas a platos exóticos de gelificaciones, esferificaciones e insustanciaciones varias.  Es una guía genuina, de barrigas llenas y corazones contentos.  De lugares que admiten un lamparón en la camisa como quien se lleva una medalla al valor.  De sitios en donde los camareros no son sirvientes sino cómplices. De hombres y mujeres que no van contando calorías sino contando fechorías. De sonrisas que se adornan con un perejil.  Es una guía tan genuina que sus condecoraciones son morcillas.  Y si un bar ha sido calificado con tres morcillas por este par de expertos, es porque hay que ir a como dé lugar.
La cultura del bar en España -y en Barcelona en particular- da para un estudio amplio y concienzudo en el nivel gastronómico pero sobre todo en el social (yo ya todo lo veo con ojos de antropóloga).  Es una de las cosas que más me gusta de aquí.  No sólo es la comida y la bebida de las cuales soy irremediable fan, es también ese ambiente que se crea, esa escenografía que alberga una charla trivial que suele terminar arreglando este jodido mundo con la sapiencia que da el vino y la energía que aportan las croquetas bien hechas.
Siempre que tengo un invitado mexicano procuro mostrarle algún lugar en donde mi actual marido y yo hemos comido con gran emoción.  Mientras llegan los platos, les describo casi con lágrimas en los ojos los manjares que van a degustar.  De entre los invitados que tenemos apreciamos especialmente a los estómagos agradecidos con la comida y la bebida.  Nosotros también condecoramos con morcillas a nuestros huéspedes.  Recordamos con afecto la cara de Montse frente a las croquetas de setas, el gesto de Mariano cuando llegó la paella, a Berny y a Daniel entrándole gustosos a los mejillones, la manita de Claudia pescando el jamón de bellota, la risa de Omar frente a la cerveza especial... las afinidades en la mesa son importantes porque de ellas se desprende mucho más que la deglución y la nutrición.
Así que como diría Bernard Shaw, "No hay amor más sincero, que el amor a la comida"; sin embargo comer solo es casi onanismo; el amor merece ser repartido y repetido y ese es el espíritu de la Guía Miguelina: compartir y departir.
Espero seguir recorriendo bares ahora de la mano de la Miguelina.  También de la mano de Jordi y de Pedro de quienes cuesta despedirse porque siempre tienen la anécdota a punto y la copa dispuesta al brindis.
Que sigan editando y escribiendo libros, sí; pero sobre todo que sigan gozando y haciéndonos gozar.


Salut.

lunes, mayo 24, 2010

Mujer antigua

Las primeras veces pensé que era casualidad pero cuando el fenómeno empezó a repetirse una y otra vez, tuve que ponerlo a prueba. La primera comprobación  cualitativa contundente fue que cuando venía con alguna amiga, a ella no le ocurría pero a mí sí.

La cuestión resulta innegable: les gusto a los ancianos y les gusto mucho. No estoy hablando de hombres maduros, estoy hablando de señores con muchos años a sus espaldas.
Una vez comprobado el fenómeno -también estadísticamente pues resulta que de cada diez hombres que me dicen algo en la calle, siete corresponden a este grupo etario- me puse a elaborar las siguientes hipótesis:

a)Ante la carencia vivida en la posguerra española, les llama la atención mi abundancia (hipótesis histórica).
b)Debido a su avanzada edad, los cánones de belleza están mucho más cerca de una figura como la mía (hipótesis estética).
c)Como ya no tienen nada que perder, se lanzan a lo que sea (hipótesis generalista que ha sido desechada ante la evidencia empírica mencionada en la primera comprobación cualitativa).
d) Los niños y los ancianos siempre dicen la verdad (hipótesis egocéntrica).

Entre los hombres mayores hay de todo como en botica (¿será poco acertada en este caso la frase hecha?), así que me han invitado a comer, a tomar un café, uno me dijo frente a un aparador que él me compraba  los zapatos que yo quisiera, otros me han dicho guarradas y otros más educados me han echado piropos de esos en desuso, con su dosis de poesía popular y su ligero toque de pimienta.  Yo, fiel a mis costumbres, me  pongo como un tomate y entonces se cumple por un  instante la magia de la dama sonrojada y el caballero galante.  Y depende del humor que yo lleve puesto ese día y de lo que me diga el abuelo de turno, me enfado mucho, no le doy importancia, o me siento como una actriz del neorrealismo italiano.  Cuando sucede esto último me dan ganas de dejarme el flequillo tal y como lo tengo cuando no me empeño en alisarlo: con ese rulo que cae por la frente a lo Silvana Mangano. Entonces siento nostalgia de mí misma, de esa mujer antigua que nació tarde y por eso encontró a su público al borde de la extinción.

miércoles, mayo 05, 2010

Mensaje bajo la puerta

Todo era tan fácil como mover los dedos y sin embargo, se me había olvidado. Se me había olvidado que sacudirme el miedo de los nudillos tiene que ver con pulsar una tecla y después otra y otra y varias y entonces surge cualquier cosa. No vamos a hablar de calidades, vamos a hablar sólo de la producción de palabras. Las que sean. Incluso estas.
Podría hablar de autoboicot, podría decir algo en contra de mis inseguridades y en favor de mis circunstancias, incluso podría apelar al lugar común de "falta de inspiración"; podría hablar, sí, pero podría mejor escribir... puedo escribir. Puedo.
Puedo hacerlo incluso sin miedo, pero eso será después.
Por ahora sólo meto este papelito por debajo de la puerta. Este recado con el que me pido clemencia y me suplico seguir escribiendo como hasta ahora: con la luz apagada y con el ojo apuntando al ombligo.
Y después... después ya veremos.

domingo, abril 25, 2010

Por favor, ni me hagas caso

Así han sido estos días: una mezcla de pelos revueltos y casa desordenada, de síes, de noes, de subibajas, de buscar la sección de abajofirmantes para adherirme al tópico de que las hormonas sí importan.
Yo que sé...
Digo que nomás es una pausa, un enorme paréntesis: mi vida es una torta sin relleno, un pan ahuecado, mucho crujido y poca migaja.
Voy de los trabajos de hormiga con pagas simbólicas -y yo que creo que todos los símbolos están devaluados- a los ocios de elefante con gastos reales -y yo creo que lo real me queda muy lejos-.
Juego a que me relajo, pero jugar me pone muy tensa porque hace tiempo que no gano. Debe ser que tengo las cartas malas y encima, esto se juega con fichas.
Y lo otro, lo de de escribir se jugaba con palabras. He aquí unas cuantas palabras lanzadas como dados sin puntitos en un frasco de formol.
Pido, en todo caso, que por su bien, se me ignore.

lunes, abril 05, 2010

Liguilla del 2003

Entre la resurrección de los recuerdos del viernes, el futbol del sábado y la agonía de este falso domingo, me acordé de este texto viejo. Lo pongo porque no tengo ganas de escribir nada nuevo para el blog y porque tanta ingenuidad me hizo sonreír.

Te veo pasar en tu bicicleta vieja. Gritas mi nombre, extiendes la mano, extiendo la mía y seguimos el camino. En la noche nos veremos otra vez para mirar el fútbol, o para que lo veas tú mientras yo me concentro en el tono del locutor, en las calcetas de los jugadores, en el pasto con sus simetrías y en ese verde que no se veía en el fútbol que jugabas con tus amigos detrás de los arcos mientras yo tomaba clase en las aulas del jardín botánico.
Sabes que odio el fútbol y que sólo lo veo contigo porque me divierte ver cómo eres capaz de olvidarlo todo y generar pasiones artificiales mientras sudas una camiseta bicolor. También porque después de fumar me gusta tenderme en tu cama como en los viejos tiempos mientras la televisión se amolda a este estado de ánimo en donde el fútbol es un pretexto para enmarañar mis reflexiones en la portería contraria.
Antes de que empiece el partido me dirás que la extrañas y llorarás. Y yo no sabré qué decirte porque me cargas mucha responsabilidad cuando esperas un consejo mío. Contestaré cualquier cosa mientras finges estar satisfecho con mis obviedades insultantes porque me sobrevaloras, me quieres, te sientes culpable por no haber estado conmigo y porque justo el día que te casaste, yo terminaba mi relación con ése que te caía mal, que no me merecía, que qué diablos hacía con él, porque para ti nadie me merece, ni tú. Más tarde volveré a reprocharte lo de siempre: cómo se te ocurrió casarte, qué ideas las tuyas, ahora el divorcio te saldrá más caro que lo que te gastaste en los cuatro meses que duró tu matrimonio. Luego voltearás a verme con ojos de “ya bájale” y nos quedaremos callados mientras te abrazo y te seco el último lagrimón que corre por tu mejilla.
Nos queda tiempo justo para prender otro en lo que empieza el segundo tiempo. Tú has decidido que le voy al equipo contrario, a mi me da igual, pero si necesitas pelear con alguien entonces le voy al Cruz Azul.
Segundo tiempo, otra vez la pasión desbordada. Siguen empatados, ni un gol que me saque de este marasmo en donde el balón va y viene y regresa y se pone tan aburrido que hasta tú me preguntarás que porqué estoy triste. Pues no será porque pierde el Cruz Azul, te contestaré un poco molesta. Me contagiarás la tristeza y no de medio tiempo, sino de tiempo completo.
Tu equipo meterá un gol y me darás un almohadazo de la emoción al tiempo que gritas que mi equipo es una mierda. Será mi equipo postizo, te diré con desdén y te devolveré el golpe con un ataque de cosquillas. Con un brazo me apartarás para seguir viendo el partido. Prenderé un cigarro que nos fumaremos entre los dos. Al finalizar me dirás que te debo cincuenta pesos de una apuesta que no hicimos nunca.
Bajaremos y harás de cenar mientras me preguntas que si veo por ahí algún rastro de ella. Te digo que no, que ninguno, que ha sido excelente la limpieza. Pero de reojo miraré los dibujos que ella hizo y que ahora se apilan sobre el garrafón del agua. Seguiré mirando y veré también esa bufanda roja que tejió. Pero no te diré nada. Estas cosas requieren de una eterna limpieza y los fantasmas no acaban de irse jamás.
Finalmente me despediré y nos daremos un abrazo. Nos vemos mañana. Ajá, te contestaré. Nos vemos todos los días, no hay ni porqué aclararlo. Por algo eres mi amigo ¿no? Por algo soy capaz hasta de ver un partido de Tigres contra Cruz Azul.

viernes, marzo 26, 2010

El servicio doméstico y el clasemedierismo mexicano

El otro día con una amiga (saludos comadre ¿ve cómo todo es susceptible de aparecer en este blog?), escenificábamos los diálogos clásicos de la clase media mexicana, jodida y pretenciosa, con respecto al servicio doméstico mientras tomábamos un cafecito con el meñique levantado y nos burlábamos de la chaquetez de la seudo burguesía nacional.
“La mía –decíamos- me robó mis medias y todo lo hace mal” y así, íbamos repitiendo con voz de señorona esos tópicos que más de una vez escuché aquí y allá y muchísimas veces más cerca de lo que hubiera querido. Esa maldita herencia colonial hace que se conciba a las mujeres de la limpieza como esclavas y como si su trabajo no fuera lo suficientemente importante porque si de verdad no lo es ¿tan enferma es esa misma clase media para permitirse el lujo de pagar a alguien sólo para ejercer una cuota de poder doméstico sobre alguien que está en clara desventaja? A veces sospecho que sí. Términos como "igualada" "gata" "chacha" "naca" "india" son marcadores sociales que refuerzan un estatus a costa de la denigración del otro y por lo tanto invalidan también a quien degrada, pues a falta de argumentos sostiene una falsa posición basada en el abuso.
Lo mejor viene cuando la chica decide irse como cualquier ser humano tiene derecho a largarse de cualquier trabajo, confieso que me río cuando he visto llorar amargamente a algunas amigas y por el Facebook se piden las unas a las otras que le diga a la prima de la hermana de “la suya” que si todavía está libre. "Se fue como las chachas" dicen, lo cual me parece de lo más normal ¿o acaso firmaron un contrato que tenían que rescindir? ¿Existía una compensación por renuncia voluntaria? ¿Tenían que recoger sus AFORES? ¿En serio creían que darles ropa usada es una prestación por ley?
Debo reconocer que yo pertenezco a esa clase media arribista y superficial que siempre, pero siempre tuvo en su casa a alguien que le tendiera la cama, le lavara la ropa y le tuviera la comidita lista y a la hora. También debo reconocer que muchas veces menté madres cuando me echaron a perder alguna blusa o cuando no aparecían un lunes. Sí, soy digna hija de mis circunstancias y mi lucha por dominar la escoba (no para volar, eso ya lo sé hacer bien) me costó lágrimas por eso ahora valoro este servicio no en lo que cuesta sino en lo que vale.
Cuando me fui a vivir sola, me pude permitir el lujo de seguir teniendo a alguien que me ayudara, la única diferencia es que procuré cambiar un poco el esquema. Para empezar, no regateé el precio ya que es un trabajo que a mí no me gusta hacer, que no sé hacer bien (tengo una propensión genética al desorden) y para el que de verdad tenía poquísimo tiempo. Para continuar, le pedí que fuera ella quien propusiera los horarios y los días porque entiendo que una mujer con tres hijos tiene muchas cosas más que hacer en su vida que limpiarle la casa a otra persona. Por último, le permití acudir con sus hijos pequeños siempre que ella quisiera y le ofrecí vacaciones pagadas. No estoy diciendo que qué buena onda soy, en lo absoluto. Lo correcto hubiera sido establecer un contrato de trabajo digno y afiliado a la seguridad social y remunerarle el trabajo como un servicio técnico que debería estar estipulado.
Ahora que vivo en un país con ínfulas de primer mundo, las cosas cambian. Primero, el servicio doméstico es mucho mejor valorado y mucho mejor pagado. Segundo, en la ley existe la figura de empleada doméstica y tú te puedes dar de alta como trabajadora autónoma dedicada a esto. Aunque claro, no todo
no todo es miel sobre hojuelas y como siempre, viene la horrenda parte de mujeres ejerciendo poder sobre otras mujeres: ahora son (somos) las mujeres que vienen de fuera quienes llevan a cabo estas tareas. Con la crisis, han abaratado los costes porque el primer colectivo afectado es el de los inmigrantes. Antes, la cuestión del servicio doméstico se limitaba más a clases sociales altas, ahora, la mujer trabajadora/ oficinista tiene que echar mano de otra mujer subempleada para poder hacer frente de su doble jornada. Por último, sufre la triple discriminación: migrante, pobre y mujer.
El asunto no pasa por dejar de emplear a estas mujeres o no, sino por dos cosas: una, valorar el trabajo que realizan tanto en el aspecto económico como en el legal y en el social y verlo como un trabajo más aboliendo la condición de "servidumbre" y estipulando claramente sus tareas y sus derechos. Otra cosa y la más importante: una mujer que explota a otra mujer se convierte en cómplice del machismo y hace mayor la asimetría entre los géneros. Quizá muchas mujeres no necesitarían recurrir a otras en los términos en que se suelen dar estas relaciones viciadas en casi toda América Latina, si existiera un equilibrio en la repartición de las tareas domésticas entre hombres y mujeres, pero desgraciadamente en México seguimos reproduciendo a zánganos y abejas reinas. Unos huevones y las otras mandonas.

lunes, marzo 22, 2010

Primavera, Poesía y Picnic.


Poesía y Primavera
Por algún motivo asociado a las flores y a los colores, ya que la cursilería nunca es al azar, el Día Mundial de la Poesía coincide con la entrada de la primavera.
Hay que dedicarle un día a la poesía ya que todos los demás días importa un carajo, pero si cae en domingo se puede cambiar al sábado. Así que para que la burocracia no se agote y no se altere, festejamos de manera muy modesta a la poesía, como si fuera una señora viejita en un asilo, como si fuera un héroe patrio de segunda línea o una batallita perdida (esto último, debo subrayarlo porque creo que es lo más acertado que he escrito y escribiré en estas líneas.)
De manera que nos invitaron a dos poetas locales y a varios estudiantes de diferentes países, incluido este que ya no sé ni cuál es, a leer la poesía en diferentes idiomas.
"¿Si tanto te quejas para qué vas?" podría usted preguntar.
"Porque el día en que no me queje de algo dejaré de existir" podría responder yo, pero no quiero responder eso tan obvio, tan burdo y tan cierto.
La cuestión es que Jordi Valls sí es un poeta de verdad así que pensé que sería un honor leer con él y además, cualquier esfuerzo que se haga por difundir la poesía, es bueno. Yo todavía no sé qué soy. Si en la calle gritan "poeta" seguramente no me giro. Sólo me giro si gritan "Beatriz", es que soy así de básica.
La poesía que leímos -y que para mi buena suerte me gustó mucho- fue la siguiente, de Jordi Pàmies originalmente escrita en catalán pero como yo la leí en castellano, así la dejo:

La poesía

Como el galope, medio olvidado,
de unos caballitos de feria,
hoy, en casa, me seduce
el encanto de un mundo feliz: el turbio
remolino de la imagen.
Pero la noche golpea a la puerta,
y el silencio convoca
las palabras perdidas
–como un puñado de guijarros grises
en el lecho del río,
bajo la bruma escarchadora.
Con lento reflujo, vuelven lejanas
canciones de cuna, ecos
de elegía, murmullos…
Herido de añoranza, calla el poeta.
Y entrevé, con los ojos cerrados,
el ciego enigma
de un tiempo de sueño y de vértigo,
que rueda más deprisa
que los caballitos de feria.
Nos amenaza el triste orgullo
del hombre, seducido
por el encanto de la técnica.
Pero no mueren, las palabras.
Llama en la noche, la poesía
es sabiduría compartida,
contra el olvido. Y pura gracia
de un arte maduro: rigor y juego.

Primavera y Picnic
Así empieza la primavera, con un blues de lamentos prolongados y un cielo muy gris que no despeja las dudas:
¿Era esto la primavera?
Da igual, para nosotros no hay gris que valga y nada nos quita la dicha de repartir el vino en vasitos de plástico, la tortilla de patatas (escribo patatas para que se le acomoden mejor a la tortilla española) y la ensalada con su toque mexicano porque así debe ser.
Curiosamente ayer no quise ser cantante de blues, antes siempre quería serlo y girar la cabeza cuando alguien en la calle gritara "cantante de blues". Sólo quería estar ahí, quieta, fumando, comiendo, bebiendo, escuchando, riendo. Sólo quería retrasar un poco más a la primavera que siempre llega cargadita de alergias y astenias.
Sin nada más qué decir y empantanada en los efectos del polen, la lluvia y el aire puro que tan mal me sienta; aquí los dejo con Larry Garner, que nos cerró con broche de oro la tarde de ayer. Y hoy sí, ya es primavera. Lo dice mi nariz y me lo dijo un pajarito.




PS: Por cierto, qué mal se vieron los que le cortaron la luz a Larry poquito antes de terminar. Organización, ayuntamiento de Terrassa o quien haya sido... qué poca madre.

lunes, marzo 15, 2010

Serpentinas

Quizá sólo me hace falta una carta escrita en una serpentina. Una carta que se me enrosque en el pelo. Unas letras que me toquen la cara suavecito.  Unas palabras que me susurren fiestas al oído.
Probablemente sea el colmo de lo retorcido, de lo abigarrado, de lo cursi, de la obviedad carnavalesca.
Me da igual.
Hay días que solamente quiero eso:
Divertirme en un tirabuzón y dejar de lado tanto mamotreto infumable, pesado y aplanador.
Hay días que quiero ser-pentina, pero me gana ser-piente y no me queda más que hacer la digestión de esas letras tan pesadas.

domingo, marzo 07, 2010

Magazine frivolité presenta: Rotundamente Yo

Hoy desayuné en la cama un café con leche y un croissant de chocolate mientras veía desfilar chicas anoréxicas en la revista especial de moda que traía El País.
¿Sentí culpa?
Ninguna.  Hace tiempo que no siento culpas y menos por saquitos de huesos.
Si digo que el tema de la moda no me preocupa, mentiría.   Primero, porque hubo un tiempo en que me importaba más que ahora (y tenía dinero para caprichos varios); segundo, porque siempre he pensado que en realidad no se debe  estar a la moda sino tener estilo (y ahí sí discúlpenme pero yo derrocho estilo con singular alegría); tercero, porque como antropóloga es una unidad de análisis nada desdeñable, y por último, porque me gustan las formas, los colores, las telas, las ideas...
Nunca, pero nunca entré ni voy a entrar en esos modelitos imposibles, asumido lo tengo.  Sin embargo me llamó la atención que en el índice apareciera un artículo dedicado a la moda XL.  Artículo pequeño, escueto y refriteado que más o menos venía a decir que ¡Ahí vienen las mujeres con curvas! ¡Asaltan la pasarela! y ponían ejemplos de mujeres un poco extremas - no sólo por el volumen sino por el look que manejan- como  Beth Ditto o la protagonista de Precious.
Seguimos siendo la excepción, el tema políticamente correcto y la inclusión a medias.  El artículo sobre lo XL resultó XS.  No pasó de una anécdota curiosa:  "Mira, las gordis, qué atrevidas, ahora resulta que quieren vestirse bien" y después, nomás darle vuelta a la hoja, toda la revista de arriba a abajo seguía mostrando los mismos cuerpos que nos han vendido como perfectos desde hace mucho tiempo.
En fin... mañana es lunes y ¿qué creen?
Que me pongo a dieta, sí, pero nomás por rutina.

domingo, febrero 28, 2010

Flip channels

Vamos a contar mentiras, tralalá
Me gusta decir mentiras.  No sabía que me gustaba hasta que empecé a hacerlo. No miento siempre.  Sólo cuando digo cosas amables.  Así que cuando diga algo amable, duda de mí.

Redes sociales en mi ombligo
Voy a graficar mi pasado con Egonet a ver si así me aclaro.  Por ejemplo, en el pasado era fan de John Berger cuando decía que "El pasado no es algo para vivir en él; es un pozo de conclusiones del que extraemos para actuar"  Me cansé del pozo oscuro y ahora quiero telarañas. 

Chile, Chilito lindo
Chile es un país que me duele desde hace tiempo.  Ahora más.  Pienso en todos ellos, sí, en todos.  Duele, carajo, pero ahora de otra forma más sensible, más humana.  Que estén bien, todos.  Sí, todos.

Amores virtuales
Ella dijo: "I blog you".
El respondió: "Lo siento nena, I love YouTube"

Pizza 2x1
¿Y qué diablos hago con la pizza que me sobra?
La pedí de anchoas, es claro que no es para ti y yo mañana me pongo a dieta.


Mañana me pongo a dieta
No es algo amable, pero también es mentira.



 

jueves, febrero 25, 2010

Culpa a bordo de la Línea 1

Fue esa línea lo que me inquietó. Boca línea recta mirándome. Boca línea recta idéntica a la de Ella. Siendo idéntica a la de Ella esperaría un escupitajo y sin embargo, me sonrió. Yo apenas fruncí los labios y bajé la mirada como si hubiera sido la boca de Ella y no un remedo de la boca de Ella.
Lo asombroso es cómo cualquier línea recta, cualquier lombriz viajando en metro, cualquier grieta en una cara ajena es una rendija por la que se cuela el pasado. Pasado que no se colaría si Ella no me hubiera incluido en el pack de la traición con ese "Ustedes" que me ponía del lado del enemigo. Pasado que no acudiría después de tantos fracasos de no ser por esa culpa modesta pero crónica que se aloja en la memoria.
Me digo que así es la vida, que una no se podía hacer responsable de crisis de los cuarenta cuando se tenían veinte, que no era maldad sino inconsciencia y que finalmente acabé del mismo lado que Ella, aunque dijera "Ustedes", aunque mi nombre fuera un dolor, aunque Ella nunca sospechara que después tendría que aplicarse el mismo consuelo que me regaló.
Y todo eso pienso mientras la mujer de la boca de raya me sigue mirando como si intentara saber qué pasa por mi cabeza y a mí me dan ganas de pedirle perdón sólo por traer una boca prestada.

jueves, febrero 18, 2010

Grisuras bobas

Estoy aquí porque quería escribir pero sólo escucho llover sobre el techo de uralita.
Estoy aquí porque así son mis noches, y como consecuencia, mis días.
Estoy aquí con un jet lag genético que no supero a pesar de haber idovenido varias veces.
Estoy aquí con un pretexto cualquiera mientras pienso que seguramente la vida era otra cosa con más sol y menos malas compañías pero ¿qué le vamos a hacer? ¿a dónde podría ir a estas horas, con estos charcos y con preguntas tan tontas?
Sin embargo estoy en la hora precisa de no hacer nada para dejarme derrotar.
Hoy no saldrá ninguna idea, ningún renglón, ningún verso. Eso ya quedó muy claro.
Será porque hoy ya es mañana o porque mañana será gris y los que duermen no lo saben. Quizá por eso duermen tan tranquilos, porque no saben las cosas que yo ya sé. No saben, por ejemplo, que mañana deberán llevar paraguas y que eso será lo de menos.
No saben que hay noches en que sí ocurren milagros, pero no se los puedo demostrar porque justo esta noche, no ocurrió ninguno.

lunes, febrero 08, 2010

Altiva

Altiva: qué palabra más altiva esta de "altiva".
Altiva, qué palabra tan en desuso que lo mismo sirve para la letra de una cumbia, que para una marca de ropa interior, que para nombrarme cuando remedo a las mujeres que no soy.
Altiva, altiva, altiva. Hace mucho que no oía esta palabra y la repito tanto que desgasto su significado hasta hacer de ella un trapito manso que repta entre mis pechos; un conjunto de letras deslavadas que llevo heridas ante María Moliner.
Altiva ya no rima con selectiva, ni con ofensiva, ni con impulsiva.
Altiva ahora rima con defensiva, con repetitiva, con deriva.
Rimaría quizás con diva de no ser porque mis pantuflas no combinan y no hay nada de glamour en barrer hojitas secas por las madrugadas o en esconder bajo la alfombra telarañas mentales.
Altiva, tanto tiempo sin escucharla que casi me parece un halago, casi me parece una palabra hecha de rimmel y tacones altos, una palabra de bisutería y voz impostada. Casi me parece una actitud dibujada con el dedo en un espejo de hotel de lujo.
Casi me parece que no hiere de no ser porque sangra.
Casi me parece una palabra de la que hace tiempo me desahuciaron y a la que a veces regreso sólo para ver a mi reflejo habitándola.

martes, febrero 02, 2010

Canciones de espuma

Con la regadera y el shampoo, germinaron en mi cabeza las notas de una canción tonta, una baladita romanticona que no puedo recordar quién interpretaba.
Este baño no tiene una acústica tan buena como otros en los que he desgañitado cualquier cantidad de melodías, pero el rito es es el rito. Hoy en la mañana, la primera vez me salió fatal. Cuando procedí a poner un poco de acondicionador ya salió mejor porque además de que la garganta ya se había desperezado recordé la segunda estrofa. Yo suelo cantar en la ducha de lunes a viernes. Los fines de semana no, porque por alguna razón no me gusta que mi actual marido me escuche cantar. Es un trauma del pasado derivado de un ex que decía que mi voz estaba llena de vicios, me tocaba la puerta del baño y me decía que eso no era así sino de esta otra forma. Yo persistí en mis vicios de voz y en muchos otros vicios. Mi actual marido en cambio encuentra bonita mi voz, por eso debo ocultarla, para que no recuerde que canto bien -según él- y no me lo pida en público como quien le pide a su niña de cinco años que cante la canción que aprendió en el kinder. Así soy yo: terca ante la crítica e incrédula ante el halago.
Ocurrió que la canción que germinó en la mañana se convirtió en una maceta que traje en la cabeza todo el día. Lamenté no tener mi Ipod a mano para ponerle otras canciones encima y ver si se diluía con otra. Empecé a tararear mentalmente otra cosa pero la hierba mala arrancaba de cuajo a las otras canciones.
Y así, hasta este momento, en que Satie me está desyerbando la cabeza.
Mañana es miércoles y podré cantar de nuevo con mi voz maleducada alguna baladita tonta que espero secar de raíz con la toalla.

viernes, enero 29, 2010

Palabras que se las lleva el diablo.

Si usted llegó a este post buscando algo así como: "Importar comentarios Haloscan" o frase similar, puede dejar de leer porque yo no tengo la respuesta. Según he visto y leído es posible importarlos y subirlos a otra plataforma similar pero se requieren conocimientos que no están a mi alcance.
Si este blog tiene los comentarios en Haloscan se debe a que en mis tiempos -¡ja!- la plantilla de blogspot no tenía los comentarios incorporados y gracias a mis primeros amigos blogeros como Luc y manocruel, fue que pude ir metiéndole algunas cosas. La plantilla es artesanal y está hecha un desmadre. Esa es la explicación técnica.
La explicación sentimental es mucho más complicada. Tengo una tendencia compulsiva a guardar palabras de todo tipo. Tengo guardados los correos de mis ex, algunas cartas de la primaria, las postales que me enviaban en las vacaciones, "cadáveres exquisitos" hechos al amparo de varias copas y otras cosas, caricaturas que me han hecho, servilletas con frases mías o de otros, en fin... puro fetichismo y cursilería. ¿Qué le vamos a hacer?
Me niego a perder los comentarios a mis textos. Alguna vez uno que depositó su óbolo dijo que eran mejores los comentarios que me dejaban que lo que yo escribía y es probable que sí porque por estas paginitas ha pasado gente muy lúcida.
Además me gusta recrearme en el pasado y ver quién dijo qué en qué momento y por qué. Todo eso no será posible gracias a que vendieron Haloscan y ahora hay que pagar. Yo nunca he pagado para que me lean, es cierto que a veces someto a la gente a que lo haga pero siempre vuelven por gusto propio o no vuelven y ya está... así que menos voy a pagar para que opinen.
Así que ya veremos, se supone que el 13 de febrero sus comentarios se desvanecerán en el aire o me darán un mes de prórroga para después depositar una cantidad... algo así.
Mientras tanto, he cambiado los discos de la sinfonola porque esa todavía funciona sin echarle monedas. El repertorio va de divas. Disfrútenlas antes de que nos cobren regalías.

miércoles, enero 27, 2010

Sobre la inclusión de la variable "amor" en mi objeto de estudio

A veces admiro a los científicos que no pueden implicarse sentimentalmente con sus moléculas, a los matemáticos que no se ven reflejados en una ecuación cualquiera, a los químicos cuyas fórmulas no les escupirán verdades sobre su vida diaria.
Y se supone que los "científicos sociales" (whatever that means) deberían tener esa crítica distancia con su objeto de estudio. Sobre todo yo debería tener esa muy crítica distancia para no sobreponer los dos planos de mi escritura que decidí divorciar por razones que sólo yo entiendo.
El problema es que en vez de leer a Giddens y tratar de razonar sobre el término de "amor confluente" termino escribiendo poesía detrás de las fotocopias.
La poesía nunca me dio un término tan preciso para nombrar esto que uno siente cuando el romance es sólo un referente sostenido por álbumes de fotos.
La reflexión sociológica giddensiana me arroja verdades que habilmente me ocultó la poesía con su necia intensidad.
¿Podré sustraerme el gen de la dispersión algún día?
Lo dudo pues aunque no quiera, soy un sujeto posmoderno lo mismo para actuar, que para pensar, que para "amar" o como diablos se le llame a este ejercicio libre, voluntario, fragmentado y multisituado.

sábado, enero 23, 2010

Avatar (ya sé que llego tarde)

Sí, ya sé que llego tarde y que miles de blogueros hicieron ya su crítica, que la película está más que comentada y que yo llegué tarde –como a todo y como siempre- pero ahí van mis 10 puntos que no son una crítica en sí, sino simplemente diez comentarios inconexos:

1. El papel de Grace Augustine que interpreta Sigourney Weaver se pretende científico (en plan ciencias “duras” o “exactas”) pero más bien recuerda a Ruth Benedict y a su colaboracionismo con el gobierno norteamericano y a la escisión de todos aquellos antropólogos, sociólogos y etcétera que logran empatía con su objeto de estudio aunque trabajen para el mejor postor ¿Sabrá James Cameron de la existencia de Ruth Benedict o es una más de las historias manidas que se plasman en la película?
2. La historia es muy fácil de resumir: Chico blanco conoce a chica nativa y se enamora de sus costumbres y de su gente. Después chico blanco que todo lo sabe es capaz de hacer lo que este pueblo de nativos no ha logrado en años porque seguramente son medio pendejos.
3. Otro resumen: Un montón de seres azules usan puertos USB para conectar todos sus gadgets aunque no sepan ni cómo ni de dónde proviene la energía. Son nativos digitales y ven muy normal eso de andarse conectando entre sí y a un gran transformador.
4. Otra visión del asunto: ¿Qué más da que los gringos se carguen todo lo que encuentran a su paso si al final de entre ellos saldrá también el redentor?
5. Eso de ser un avatar para algunos es cosa de todos los días. A mí también me falta el oxígeno cuando no tengo Internet y no puedo seguir construyéndome una imagen más o menos fiel a mí misma pero vinculando los datos que quiero y necesito para representarme. ¿Finalmente quién es Jake Scully? ¿El paralítico o el héroe? Todo está en la cabeza y en la pantalla. ¿Será verdad que ya sólo somos ideas?
6. Esta idea que fue al cine con todo y su cuerpo, se metió medio cubo de palomitas y a los quince minutos de película 3D ya quería vomitar. Yo pensé que estaba preparada para la tecnología, pero se me dan mucho mejor las dos dimensiones.
7. Como siempre, los indígenas son todo espiritualidad y lo que les ocurre es inexplicable. La ciencia está en poder de los occidentales y es tan mala que la usan para destruir a estos hermosos seres llenos de magia y de rituales religiosos. Una versión new age del relativismo cultural y del respeto a los seres “sin cultura” pero con alianzas espirituales muuuy profundas (¡uf!).
8. Ah, perdón, que la película intentaba ser “políticamente correcta” y mostrar una crítica hacia la muy gringa costumbre de matar por petróleo o por cualquier bien material y pisotear los derechos de los pueblos que habitan dicho paraíso económico. Bueno… sí, la primera lectura es esa, la lectura versión Obama. Sin embargo el mensaje queda blandengue porque finalmente son gringos luchando contra seres azules, imaginarios y de un futuro lejano o imposible. Del aquí y del ahora mejor ni hablar.
9. Me encantó el diseño de los lentes para ver el 3D. En nada recuerdan a los infantiles lentecitos de cartón. Este diseño de gafa-pasta intelectual hace parecer que cientos de espectadores no están viendo un churro en una sala comercial palomera sino una película de Tarkovski en sala de filmoteca especializada.
10. Después de tanto echar pestes, reconozco que sí, que está muy bien hecha, que los bichos azules son bonitos, que sus animalitos están muy lindos, que la historia está bien contada aunque sea un churro y que se pasa rapidito el tiempo. No la volvería a ver pero sí fue un acierto verla. Dicen que hay trilogía… ahí me la cuentan aunque resulte del todo previsible.

Ahora sí voy a leer lo que han dicho los demás. Permanecí ciega todo este tiempo a críticas y demás historias. Veremos si concuerdo, si soy muy radical o si mis gafas 3D me jugaron una mala pasada y de plano vi otras cosas.

jueves, enero 21, 2010

Pares y nones

Busco la pareja del calcetín morado y me quejo de un dolor en la cintura. Tú dices algo que transforma el cesto de la ropa sucia en la canasta de un niño abandonado y mi dolor cotidiano, en una angustia egoísta.
No digas esas cosas cuando estoy buscando sólo un calcetín.
No digas esas cosas, así, como al descuido... no digas nada, a menos que puedas emparejar mis dudas nones.

martes, enero 12, 2010

Laberinto

En exclusiva para todos ustedes, la primera producción en video del Flagelo di Dante, conmigo misma de protagonista como no podía ser de otra manera dado el carácter egocentrista y yomimético de este blog.
La calidad es pésima, así que si el video les produce nauseas o, más probablemente, mareos, cierren sus ojitos y escuchen la canción.

miércoles, enero 06, 2010

Desvaríos nocturnos (ya eran matutinos... cierto)

Pájaros y fantasmas a partes iguales pasean por mi comedor. Forman parejas y bailan entre ellos. Como soy soberbia pienso que lo hacen para darme celos. La verdad es otra: los fantasmas creen que soy otro fantasma y los pájaros me odian.
Son pájaros de buena pluma y fantasmas de buena ley. Son fantasmas que admiran a los pájaros y pájaros que me picotean las tildes.
Soñé que estrujaba un pájaro entre mis manos y por eso me desperté a escribir: necesitaba cambiar por teclazos la sensación de huesecillos crujientes. No soñé con un fantasma pero ya lo llevo dentro, es irremediable. Por eso vine a volcar patas y cadenas todas revueltas, todas así, espontáneas sin pensarlas y sin pensarse, todas así, sin reposo ni reflexión. Todas así, a pesar de que los fantasmas prefieran no mancharse y me miren con condescendencia -ay, mírala, qué tierna, escribe como quien junta piedritas en la playa para después lanzarlas al mar-.
La culpa es mía por provocarme insomnios, por usar palabras desechables y contribuir a la contaminación semántica, por irme a dormir con los fantasmas puestos, por disfrazar el aire de pájaros, por soñar. ¡Eso! La culpa es mía por seguir soñando en lugar de ir a dormir.

viernes, enero 01, 2010

Año nuevo, vida misma

No puedo evitar hacer propósitos cada vez que empieza un año. Soy tan cíclica, tan obvia, tan gregoriana, tan tradicional; que después de las doce uvas siempre pienso en mis propósitos con tal certeza que incluso logro convencerme a mí misma de que sí, de que este año sí.
Esta vez la lista fue tan caudalosa, que sé que por primera vez no me voy a decepcionar a mí misma: por azar o por descarte alguno se cumplirá y así el propósito cumplido opacará al resto de propósitos derrotados. En realidad, les llamo propósitos a esa amplia gama de cosas que refuerzan el concepto de "deber ser" sólo para reformar al extraviado "ser". Supongo que otra gente llamará ajustes a lo que yo nombro "propósitos" pero es que yo estoy muy desajustada, muy desvielada, muy torcida, muy quebrada, muy, demasiado, cronopio.
2009 o fue un año más bien feo o al menos así lo recordaré. Se me extraviaron en el transcurso un montón de certezas (menos mal que no fueron cervezas) y el remate furioso me devolvió un mal hábito que pensé perdido.
Ya sé que este escrito es bastante frágil como texto, bastante panfletario como reivindicación, bastante vulgar como bienvenida, bastante bobo como cualquier cosa.
Pero es una declaración de principios en el día que le corresponde. Vamos a empezar a hacer las cosas con más orden.
Así que hoy:

1

y mañana

2

y así... y así...