miércoles, septiembre 01, 2004

En sus marcas, listos...

Parafraseando a la canción que reverb integrado popularizara José Feliciano, mis amigos ya se han ido casi todos: Melissa, Isidro, Gianluca, Sol. Nacho también se va. Y es mejor así porque habrá menos que extrañar cuando ya no pueda estar aquí porque todo esto que está pasando me deja ver que aquel que ose quedarse tendrá que sindicalizarse o cambiarse la camiseta como si nada y como si siempre... cosa que a estas alturas del partido, tampoco me causaría sorpresa, no hay nada más endeble que las convicciones políticas. ¿Será moda o yo soy una ortodoxa?
Estoy también jugando a modelos de perfección. Orden y disciplina hasta para comer. Vida relativamente sana sin caer en los excesos de una sanidad que pueda perjudicar mi sistema nervioso. Se trata de cerrar el círculo con un moñito fingiendo que estos años aquí no han sido puro reatazo y mecatazo. Cinta de terciopelo negro para clausurar sin claudicar.
Otra cuestión sintomática es que ya no estoy comprando zapatos de tacón. Cuando los veo en el aparador pienso en que no es necesario si los que tengo aguantan perfecto las últimas juntas, eventos sociales, y convites del año. Después se acabaron los zancos en atención a mi fianceé más bajo que yo -nada raro- y para descender de nuevo a un status sin chofer, sin traslados, sin sillón ergonómico y sin pisos parejitos en donde no trastabilleé demasiado.
También sin quererlo, la vida me prepara para el desempleo. Ayer me regalaron un chaleco de reportero con mi nombre bordado. Es como una funda de Rotoplas. Siempre renegué del banqueterismo y de la reporteada. Cuando mis maestros de la Septién me instaban a hacer tal o cual ejercicio, yo pretenciosa decía que no estaba estudiando para correr tras una nota y así ha sido, en efecto... pero who knows? Mejor me voy haciendo de una grabadora. También me queda el recurso de volver a ser hippie y eso de hacer collares a manera de terapia relajante, podría convertirse en un modo de vida para que me odie a mi misma cuando me descubra diciendo frases como: "Puede verlos sin compromiso". Por lo visto, todos mis posibles futuros empleos no van más allá de la banqueta.
En relación con el tema anterior, ahora viene el golpeteo en la cabeza contra la pared de tablaroca de esta oficina: ¿Por qué no ahorré? La respuesta está precisamente en la marca de tus zapatitos, en los viajes de placer a cualquier parte del mundo como si se tratara de un tablero de Turista Mundial, en el "yo invito", en el control remoto con nosecuantos canales para hacer zapping, en la marca de tu rimmel, en la obsesión porque todos tus discos sean originales, en que las fondas te causan colitis, en fin... cuesta caro este estúpido juego en el que me dejé llevar.
Pues eso, a prepararse para emigrar como las oscuras golondrinas becquerianas. A veces sólo quiero volver al nido a que mi mamá me mime, y creo que estoy diciendo eso porque sé que es temporal... voy más lejos y nada me detiene. Yo me voy aunque a medio camino me muera por unos esquites de la San José o por unas quesadillas de setas. Me largo aunque me prive de asomarme por el ventanal de esa casa. Me retiro porque más vale decir aquí corrió que aquí murió. Y después de este ciclo, todo me huele a muerte, a charco putrefacto.


No hay comentarios.: