miércoles, octubre 03, 2007

Temporada de hormigas

Se acabaron los mi-mama-me-mima, la comida a punto, la holgazanería justificada y el ciclo invisible de los pantalones limpios.
Nunca los periodos habían sido tan claros: ni siquiera cuando en la primaria se graficaban con monografías sobre estaciones del año perfectamente acotadas.

Y había entre esos dibujos una niña que llevaba un paraguas y un impermeable amarillo. Al reverso hablaban de las frutas y las flores de estación y de las hojas que nacen o caen

He conseguido un trabajo raro que requiere un orden escrupuloso, un orden idéntico a aquel que jamás he tenido. Pienso que podría sistematizar así toda mi vida. Que llegando a casa debería anotar y guardar en gavetas numeradas mis calzones y mis calcetines o, por lo menos, conservar el orden de mi pelo más allá del primer tren que abordo.

En teoría, las monografías estaban prohibidas pero de vez en cuando caía alguna. Los mapas de papelería, esos sí estaban permitidos, pero eran pequeños, se hacían rollito y mostraban que el mundo es uno y redondo

Ahora sé que el mundo puede dividirse y mirarse y estudiarse de tantas formas, que a duras penas cabe en enormes armarios numerados en series, subseries y subsubseries. Hoy una chica me ha pedido un mapa de Korea. Tenía ganas de decirle "¿Sabes? yo estuve en Seul", pero a quién diablos le importa. Quizá sólo a mì, que tengo a mi mundo repartido en dos roperos separados por miles de kilómetros.

Me gustaba sobre todo el globo terráqueo que me regaló mi abuelo. Olía a polvo y daba vueltas. Todavía conservaba el monolito de la URSS. A veces lo hacía girar, cerraba los ojos y apuntaba un lugar con el dedo. Si caía al mar caminaba la mano por el paralelo hasta llegar a tierra firme

Ahora estoy ocupada, demasiado ocupada, sin embargo no logro llenar el vacío que me deja el hemisferio que queda del otro lado. Debí guardar unos cuantos bubulubus para los días grises, pero me los comí todos. No sé guardar mis provisiones. Será por eso que ahora debo acoplarme al disfraz de hormiga y ordenar al mundo mientras canto muy bajito mi melodía de cigarra.

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