viernes, julio 15, 2005

City lights

Pues sí, estuve estúpidamente deprimida -y lo seguiré estando- a causa de mi supuestamente gozoso desempleo que empieza a dejar de serlo básicamente porque mis ahorros merman, el día parece que anda con muletas y tengo cierta vocación obrera que no me deja gozar cabalmente de mi ocio.
Ahora estoy feliz porque con tres gin tonics me basta para ser feliz. Es que yo soy muy simple. Una visita de jueves al Pata Negra, unos gin tonics y me resucita la gana de seguir en la inopia.
Mi ciudad es tan linda de noche, que ayer me recorrí unas cuantas avenidas nomás para rentar el Perro andaluz y The próspero's book. Después compré comida árabe y me fui a chorear hoooras con Ximena hasta que la arrullé. El martes Rodrigo me tiró un lazo y también fui feliz con el helado de chocolate, Beatrix Kiddo y su ignorada actitud de salvavidas. Todo lo bueno me ocurre en la noche.
Es que la noche es mía. Me sabe tan bien el oscuro, me deslizan tan bonito las estrellas por la espalda, que definitivamente la noche es para mi. La ciudad es para mi. La ginebra Bombay en su botella tan azul, es para mi.
Hoy salí dando un leve giro como el twist de limón de mi vaso. Y me fui con cautela reconociendo cada cuadra que he recorrido una y mil veces de noche, de día, de madrugada. Para beber, para cenar, para ir al cine, para ( ) y para manejar de noche entre el parpadear de los semáforos en vela.
Llegué a casa y estoy tan deliciosamente sola que lo único que lamento es no tener a mano una botella de Bombay para dar un último trago antes de caer obscenamente sobre el lecho de mi resaca.
Mañana ya me preocuparé sobre a dónde diablos llevo a mi pesado cuerpo que hoy bailaba jacarandosamente. Mañana empezaré a ofrecer mis letras, porque no volveré a ofrecer más. Escribiré lo que haga falta: cartas de amor; crónicas de viaje, de guerra, de fútbol en patines. Artículos sobre los gérmenes, el desempleo, el arte del bordado. Pero eso será mañana. Daré dos o tres picotazos para ver si alguien se apiada de mis frases huérfanas y las publica en cualquier papel couché y por supuesto me paga con papel moneda.
Hoy seguiré gozando del dulce sopor del gin tonic. La bebida del 2005. La compañía perfecta del reencuentro con mi ciudad, tan violenta y asquerosa como yo misma. Guac. Si no me cae trabajo del cielo, aplicaré el plan B.

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