miércoles, abril 27, 2005

La privatización del camaradita

Avenida Doctor Vértiz es un vértice referencial importante que gracias a los mitos, las anécdotas y el imaginario colectivo de los narvarteños-delvallinos; terminaba justo en donde empieza la acción y su buen nombre: La Doctores.
Pues en el tramo transitable, y pasando la glorieta del SCOP-que escribo así porque supongo que son las siglas de algo sexenal que ya no existe- estaba mi amigo el camaradita.
Siempre con su boina a lo Ché y sus botones de Patria o muerte, de banderas de la URSS y de efigies comunistas; vendía chicles, carlosquinto, pastillas usher y pasando la Perestroika creo que inclusive cigarros. Se acercaba a la ventanilla del auto y te ofrecía sus mercancías mientras decía Camaradaaaa, camaradita, chicleeeeees Y entonces te decía son 4 rublos o 4 peniques o 4 rupias o la moneda que se le ocurriera. A mi progenitora le caía muy mal, pero a mí, al principio no sabía porqué y después lo supe, me caía genial y entonces pedía que por favor le comprara algo al camaradita.
Vendía sus cosas en contraesquina de una librería que tenía revistas y libros de la URSS y de varios países socialistas. Y no sé porqué cosas raras de mi madre, un día me llevó ahí y fui cuando descubrí que la palabra socialismo no era tan oscura como me había llevado a pensar el conservador medio en que di el primer estirón. En parte fue gracias a una revista llamada Sputnik que era como la Selecciones (mismo formato y diseño) pero justo en el lado ideológico opuesto. Incluso traían chistes y anécdotas bobas al final de las páginas. La demás carga ideológica tendría que ver primero con monjas rebeldes y después con mi entrada a la UNAM.
La librería ya no existe. Creo que cuando entró Mc Donalds a Rusia, ahí pusieron una refaccionaria. Eso ya lo sabía y lo tenía parcialmente asimilado, pero lo peor de este día fue ver al camaradita sin boina y con un overol amarillo vendiendo tarjetas de celular. No sé si siga diciendo camaradita, sólo espero que lleve la revolución por dentro de su traje amarillo. Como muchos, pos ya qué nos queda.

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