lunes, junio 14, 2004

Cursilería cultivada (con notas al pie)

Para quien piense que mi cursilería bloggeriana es un suceso de generación espontánea, sépase que no. Llevo en esto del querido diario, muchos, muchos años.
En un acto simbólico y telenovelero de emancipación, quemé mi diario de los 13 años en pleno día de año nuevo. No contaba con que las cubiertas eran de plástico y provocarían tal humareda que mi proceso psicomágico terminaría en estrepitoso regaño, y es ahí donde aparece una segunda condición también constante y arduamente cultivada: la de hacer el ridículo.
Pero bueno, resulta que hoy,en un ataque de domingo casero, he sacado del baúl de los recuerdos los que fueron mis dos últimos cuadernitos tipo diario íntimo. Así que ahí van dos efemérides.
Un día como hoy pero de 1997 (disculpad mis veinte años) escribí esto:
"El pasado no es algo para vivir en él; es un pozo de conclusiones de donde extraemos para actuar"
Berger (1)
Y para hacer evidente mi incertidumbre y mi tristeza, he venido a comer al restaurante más deprimente que conozco (2): Ray Conniff(3), comida insípida, clientes aburridos y meseros fracasados. Por si fuera poco, parece que aquí el tiempo no pasa porque los relojes están descompuestos y aún hay secuelas de adornos navideños empolvados.
Heme aquí mirando por la ventana a los viejos y a los perros que pululan por la Alameda Central. Heme aquí poniéndole acentos a mis sentimientos. Héme aquí buscando el momento en que te perdí sin darme cuenta. (4)

Un día como ayer pero de 1998 (los veintún años ya resultan claramente imperdonables):
Busco mecanismos para hacer del adiós una despedida contundente. (5)
Como si no bastara con saber que todo el tiempo has sido un hombre con dos espaldas (6)


(1) Nótese la cita, sacada del cuaderno de apuntes de "Sociología interpretativa"
(2) Aquí se puede observar claramente como la que que esto escribe, tiene una fascinación por divagar mientras come y por estar sola. El problema es que hasta la fecha se la pasa divagando gran parte de su tiempo... y comiendo también. Ah, y estando sola, también.
(3) En esa época todavía no moría Ray Coniff. Ahora he aprendido a valorarlo, sobre todo cuando voy con mi carrito en el pasillo del papel del baño.
(4) En ese entonces la cursilería no admitía ningún disfraz. Hoy por lo menos se maquilla un poco.
(5) Esa manía de amenazar, todavía no se me quita. Tampoco la de andar diciendo "adiós" y quedarme ahí.
(6) Lo increíble no es que el hombre en cuestión haya tenido dos espaldas, sino que es el mismo personaje al que me dirigía en el fragmento anterior y a su vez fue el mismo de 1996 y de 1998 y también de 1999. Antes mis obsesiones eran de larga duración.

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