sábado, julio 17, 2004

Terapia de negación
Y los pajaritos cantando y tú con el rimmel corrido y tus ridículas medias de red botadas en algún lugar de la recámara.  Hace ya varias horas le contaste a el teu amor que te las habías puesto y casi adivinaste una sonrisa en su cara por la ilusión que le hace pensarte con ellas y porque las compraste durante un paseo, en el que tú tardabas horas en las tiendas mientras  él escuchaba a una Big Band frente al Corte Inglés.   A ti también te hacen gracia tus medias porque durante todo el día has pensado que son sexys, que son horrendas, que pareces puta, que son elegantes... pero que definitivamente tus nalgas deben parecer un enorme waffle.
También has pensado en los circos y en tu obsesión por ellos.  Y otra vez las medias te recuerdan a una trapecista que viste hace muchos años en un circo decadente. No recuerdas su rostro, ni el número circense, ni el color del traje, sólo recuerdas su media cosida y recosida y el tutú rasgado.  Más ridícula eres tú hoy.  Por fin te asumes como parte del espectáculo y has representado a la perfección el papel de la Pobre Idiota.  No esperes más aplausos que los de tu porca miseria.
El amanecer te pone aún más triste.  Faltan diez minutos para las siete de la mañana y todo está nublado.  Tus ojos, tu corazón, tu mente.... todo nublado.  Y entonces no sabes para qué mierda amanece aquí.  Beatriu, ets tan ximple, eres tan verdaderamente tonta,  que no piensas en futuro sino en el simplón presente de una realidad que te está comiendo las entrañas.  Y pretendes que el día de ayer pase por el cernidor de tus medias, pero todo es tan espeso, tan podrido, tan caduco, que todo se atasca en la red de agujeritos.
Quisieras que la vida fuera como un calendario de dibujos animados en donde las hojas van cayendo rapidísimo una a una para que transcurran tots els mesos que falten y tu vida sea como la piensas y no como la sientes.  Pero no es así y lo único que te queda es fingir que no está amaneciendo, que los putos pajaritos son producto del delirium tremens, que el camión del gas ha cambiado extrañamente de turno, que las campanas de la iglesia están llamando a misa de gallo y que ayer en la noche tuviste un mal sueño.  
Ahora sabes que es hora de desayunar.  Irás a la cocina por un jugo de naranja, una quesadilla y media manzana.  Verás las noticias o jugarás con el control remoto.  No te explicas qué diablos hacen esas medias de red tiradas en una esquina como si hubieras llegado con prisa o muy alterada o algo borracha.  Deberían estar en su sitio.  Ayer comiste con Arce, Memo y Claudia; después supervisaste los pormenores del concierto,  fuiste a casa y te dormiste placidamente mientras veías alguna serie gringa. 
Nena, sólo fue una pesadilla, aquí no ha pasado nada y el día que no ha terminado, apenas comienza.

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