miércoles, julio 21, 2004

Mamá, mamiiiiiiitaaaaa

Mi mamá vino de visita.  Una visita muy breve, pero reconfortante.  Una visita casi fugaz, porque aunque mi mamá ni trabaja ni es ama de casa, siempre tiene un chingo de compromisos sociales.   Así que aprovechó esta mañanita libre para hacer una visita a su hija.
Llegó con su pelo muy lacio y sus pantalones nuevos.  Me llenó toda la oficina de humo de Camel y me reconfortó a su modo.  "Su modo" quiere decir nada de apapachos baratos sino una inyección de fuerza y de huevos. Es que justo cuando llegó, yo venía de una junta en donde las entrañas del poder  me dijeron:  "ñaca, ñaca, ahora que tu jefe está super ocupado te vamos a torcer"... y me torcieron. 
Le comenté a mi madre que esta semana no voy a tomar nada de alcohol, ni de comida chatarra, nada de desayunar lonchibones del Oxxo y de cenar hot dogs de perro atropellado.  Me miró con cara de satisfacción y le dije que estaba tomando tanta, tantísima agua que ya no sabía por dónde sacarla.  No le dije que estos días la he estado expulsando por los ojos.  Como si no fuera suficiente el esfuerzo de la dieta y la vida sana, me pidió que por favor no trasnoche tanto, porque según ella hace muy mal.  Caso omiso, como siempre.
Cerré la puerta de mi oficina y dejé que me peinara.  No repelé como suelo hacerlo cuando me peina y ni siquiera chisté cuando dijo que mis pelos rojos se veían nacos,  entonces empezó a sospechar y tuve que soltarle todo el rollo económico, político y social que me embarga en estos momentos.  "Las has pasado peores" me dijo e hizo un recuento de los momentos más jodidos de mi vida... gracias madre, mil gracias por el flashback de fracasos.  Después me dijo que cada vez faltaba menos, que aguantara, que no armara uno de mis acostumbrados berrinches y mandara a todos a la chingada con esa sutileza que me caracteriza.  "Es que a ti siempre te gana la pasión" pues sí, ya quisiera ser ecuánime y centrada como ella.  Cínica y dulce a la vez.  Heroína favorita desde siempre.
Después fuimos a comer y me dijo que me portara bien  "Yo siempreeee mamá" E hizo su mueca de incredulidad.  Luego abordó la camioneta y ella se fue para la derecha y yo para la izquierda.  No quise voltear por el retrovisor y de pronto me descubrí llorando y diciendo mamá, mamiiiita.  Es que aunque suene a comercial de Elektra, es la persona que más quiero en el mundo. Ojalá se hubiera quedado un rato más, por lo menos hasta que tuvieramos nuestra primera pelea.

 

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