miércoles, abril 28, 2004

Mientras el calor insista...
Me embadurno los pies de primavera. Miro mi lino, mi azul, mi madera, mis manos desnudas. Miro un par de zapatos balanceándose en mis dedos. Observo este verde que no es el verde de la colina seca, sino el pasto bien regado de las primaveras artificiales. Pienso en Santa Coloma y su tono gris europa mientras me embarga una sensación de vacaciones, de paso, de niño que huye del colegio para perderse en cualquier jardín. Camino como si este lugar fuese virgen y no concluyera en las altas paredes que albergan los rituales burocráticos. Camino como si este paseo no hiciera frontera con mi auto diseñado para tirarme de bruces en una alberca de oficios pendientes.
La hierba pasa por mis dedos y mis plantas temen sentir el cuerpo de la paloma muerta en un septiembre macabro. El mismo septiembre que me tuvo aquí tirada esperando una resurreción con tufo a nomeolvides y con vestido negro que después de indecibles torturas terminó color gato. Recuerdo algo que leí ayer en una novela de Juvenal Acosta : "Aquellos que vestimos de negro guardamos luto por nosotros mismos". Imagino a la negrura pendiendo de mi armario como un cadáver al que amaré cuando se acabe este impasse climático. Entonces no será luto por mi, sino falsa añoranza por una primavera que no veré más. Me consuela que entonces repetirás lo que hace unas semanas dijiste en este mismo parque camino al cine: "T'estim, la meva nena gòtica"

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