miércoles, abril 21, 2004

De identificaciones five o' clock
Tres tristes tigresas tragaban trigo en un trigal. No entiendo porqué las felinas no hablan y refuerzan el ancestral machismo poniendo sobre su boca un masking tape que sólo les permite beber el té a sorbitos. Y todavía asienten cuando dicen que Cortázar fue machista al plasmar su personaje de la maga. Yo amo a la maga, quizá porque soy un poco maga y porque Cortázar me gusta. Y claro que hay machismo, pero la maga es un personaje que se revoluciona en su propio hombre. De por sí llevaba buena parte de la mañana pensando en los Rocamadours negados en mi vida y para colmo en la noche caminé un poco por el río Zahuapan que no me recuerda en nada al Sena salvo por el olor. Porque sí, queridas tigresas, la mierda parisina no es menos mierda que la mexicana aunque enarbolen el tlahuicolismo y reivindiquen las tlatlapas como plato nacional (yo no sabía que exisitían las tlatlapas sino hasta que llegué a mi amada Tlaxcala).
Me gustó eso que dijo Diana Palaversich sobre la identidad nacional y porqué se había nacionalizado australiana: Para quitarse de encima la carga histórica. Nada ligero de decir para una croata. No sé si midió que lo dijo en Tlaxcala y a pocos metros de la "escalinata de los héroes" en donde la identidad pesa más que el mismísimo Pípila con todo y losa. Seguro no lo sabía, como yo misma no sabía que aquí antes de ser Beatriz, soy defeña. Pero a mi no me importa que hablen basura del DF como tampoco me duele que critiquen a Tlaxcala (un poquito sí que duele, sí, pero menos que un piquete de mosquito). La identidad no cruza por ahí a menos que se crea necesario apuntalar a los niños héroes, a la raza de bronce y a los demás arquetipos que se ensalzan en los discursos de oratoria de las secundarias técnicas.
Y así, paseando y hablando sobre gays en la frontera que hacen literatura y literatura gay en la frontera del clóset, me distancié lo más posible de mi casa y de mi auto. Cerraron el estacionamiento y el reencuentro con mi casa de la colina fue a bordo de un taxi. Mejor. Los recuerdos no deben ir sobre mis propias ruedas.
En este preciso momento le comento a Iván Farías que Diana me cayó muy bien pese a mi galopante misoginia. Y no es que, por ejemplo, las tres tristes tigresas me caigan mal, me caen bien, es sólo que podrían exprimirse un poco más el cerebro. Se supone que no son las típicas tontas y en ello se regodean (¿habrá alguna mujer que se considere tonta a sí misma?) entonces hablen niñas, hablen porque si no, el té dura bien poquito y luego yo me siento culpable por bocona y diletante... diletante como mi amada maga.

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