miércoles, enero 28, 2004

Limpiar duele

Hoy tuve el valor de hurgar esa bolsa negra. Como siempre hacen falta calcetines negros, me quedo con el par que dejaste abandonados. Los zapatos con franjas azules tuve que tirarlos. Sí, ya sé que originalmente eran míos y que están casi nuevos. Pero si me los pongo ¿a dónde me van a llevar? ¿tendré que dar vuelta forzosamente en esa calle o ir a la plaza a buscar a tu amigo? o peor aún, ¿los dejo ahí para que me sigan pisoteando el alma?
La playera-polera-remera que te regalé en Montevideo después de nuestro primer altercado tiene ya un par de agujeros pequeños. El logotipo luce deslavado. Odias la ropa con logotipos pero ni esa remera ni la del perro azteca te molestaban, es más, esa última cómo te gustaba, Perro Negro.
En la misma bolsa estaba también la de rayitas verdes. Aquella con la que te decía que parecías un pepino mientras tú te reías y hacías cara de tonto "cara de pepino" te gritaba. Aparecieron dos acordeones de papel: cadáveres exquisitos que pese a los años que llevan muertos, no apestan, al contrario. Olían a mar, olían a Valparaíso y a Bar Dominó. Los leí un poco al vuelo pues no quise inyectarme las letras muy hondo. ya sabes, mi bajísimo umbral de dolor.
Encontré también tu libro engargolado y unas hojas engrapadas con el trabajo de la isla. ¡Vaya que escribes bien, cabrón!. Y debes seguirlo haciendo, y debes seguir usando las letras como lanzas para ocultar tus silencios y punzar a tu mujer en turno... sé que la tienes.
Y limpiando, limpiando, quise borrar a los gatos, pero no puedo, lo más que pude hacer es borrarles el nombre. No sé si te sorprenderá saber que alguien vino a renombrarlos y a renombrarme a mi; ya no soy más "Chispi", salvo para Melissa que sigue jugando a que soy su madre, he tenido que explicarle del abandono de su padre y como ya es la segunda vez que le ocurre, no la ha tomado tan mal. Tampoco quise quitar el cuadro que me regalaste, ya es más mío que tuyo y es de los pocos recuerdos bonitos que quedan, bonito pero ácido... siempre me recordará a ella.
Todas las fotos de Chiapas, yacen en un cajón. Las fotos de Buenos Aires, Montevideo y Valaparaíso, reposan en un álbum en un eterno proceso de convertirse en meros atractivos turísticos. Las fotografías en casa de los amigos se han quedado ahí, en casa de los amigos, con la ventaja de que por graciosa concesión, las han quitado de lugares visibles.
Hacía meses que no lloraba por esto. Creo que te lloré muy poco y que más lágrimas derramé mientras estuvimos juntos. Imposible hacer un balance con la remera de pepino a un lado restregándome tus risas en la cara y el recuerdo de tus ojos inyectados en sangre amenazando con irte.
Guardo los respaldos de tus letras por si en uno de tus piromaniacos ataques te da por quemarlo todo. Y también por si te mueres y necesito plata.
Y ya, espero sanar de una vez por todas con este exorcismo. Beber vino chileno sin recordarte, y sobre todo, espero poder escuchar algún día a Silvio Rodriguez sin que se me estruje el alma.
Creo que este es el último llanto, porque como un muerto, te vas en una bolsa negra enorme. Ojalá venga pronto el camión de la basura, no quiero que te me mojes junto al bote de la basura y los envases de cerveza.

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