viernes, marzo 16, 2007

Mujer... casos de la vida real

Estaba en una tienda de saldos de ropa interior (pa' qué los engaño diciendo que estaba en Gucci cuando en realidad buscaba calzones de a euro) viendo los güonderbras, cuando de pronto entró una mujer corriendo con un niño en brazos.
Había dos señoras esperando para pagar y otra más cerca del mostrador. De un momento a otro, la cajera da un salto y abraza a la mujer con el niño mientras le grita "felicidadeeees, felicidadeeees"
Y yo, con mi habitual capacidad de observación del detalle y con mi agudo olfato para el chisme me fui recorriendo sutilmente (tan sutil como puedo ser yo) del güonderbra a las bragas para niñas que estabán más pa' llá para oír si la felicitación era por un cumpleaños o qué diablos. La señora que se quedó faja en mano a punto de pagar, empezó a hacer mueca de disgusto que fue transformándose en asombro cuando vio a las dos mujeres llorando.
Disculpen, dijo la cajera, es que no me lo puedo creer, después de seis meses, no me lo puedo creer.
Entonces entró una abuela a la tienda y gritó:
"Maricammeeeeé, tu niñoooooo"
Y ella fue la que nos explicó al resto de espectadoras que el padre del bebé se lo había llevado sin permiso de la madre cuando tenía apenas dos meses y se había desaparecido (sic).
La mamá lloraba y decía, es mi niño y me lo imaginaba justo así, tan guapo.
Y el resto de mujeres a la caza de ofertas nos quedamos estupefactas.
La señora de la faja lloró y la de atrás se reía no sé si del gusto o de los nervios.
Final feliz de un capítulo que seguramente es parte de una historia infeliz.
Me fui sin calzones nuevos y con una corbata bien apretada rodeando mi garganta.
Ces't la vie, pero aún no me acostumbro... ni a vivir ni a ser mujer y no llorar en el intento.

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