domingo, noviembre 21, 2004

Juanito y las supuestas habichuelas mágicas sin conceder

Supongamos que un día cualquiera, subiste a mi casa y me entregaste un frijol.
Supongamos que yo olvidé el frijol en un lugar impreciso entre la cocina y el sillón.
Supongamos que después sembraste una enredadera de frases como "Somos afines" "Sigo pensando en el rollo" "Te descubrí diferente antes de irme"
Supongamos que entonces busqué el frijol y desde mi colina lo eché a rodar cuesta abajo.
Supongamos que se formó una avalancha.
Supongamos que la avalancha sepultó a mi clon, al único clon con esperanzas.
Supongamos que soy una ogra con abogado y te demando bajo el argumento de efecto mariposa, defraudación de corazones, falseamiento de declaraciones y autor intelectual de mentiras siniestras.
Supongamos sin conceder que gano la demanda y te encarcelo en mi castillo.
Y supongamos que entonces ahora sí te pongo a fuego lento y huelo a carne humana y de tus huesos se desprende el último cachito de verdad: me quisiste, sí, un poquito, tres minutos y ya.

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