miércoles, noviembre 03, 2004

Apuntes en las piedras


Ir es muy fácil. Lo difícil es volver. Por eso prefiero caminar de espaldas, así casi no se siente el regreso.
Entre la sed y el asma queda un pequeño huequito en donde duerme la noche convertida en gato negro.
Certidumbre rima con podredumbre. Mi mundo de certidumbres lo cambiaría gustosa por una sola certeza.
En las estrellas vuelven a formarse, lo mismo que en la tierra, lo mismo que en mis ojos si tuviera a mano un espejo. Como ellos no lo saben, no miran mis ojos.
Hay unas manos que me desmenuzan por dentro y me jalan hacia el fondo de mi propia sucesión de imágenes.
No comprendo esa manía por convertirlo todo en palabras. Si no voy nombrando las cosas que voy viendo, se quedan atoradas. Esto es como un juego de lotería y me angustio cuando alguna forma no tiene un nombre concreto.
Soy una mantis religiosa.
Tengo tres espinas clavadas en la mano derecha. La más inútil de mis manos. Es el souvenir merecido por llevarme las estrellas de la tierra.
Soy un compendio de peculiaridades y datos curiosos. Demasiado sensible, demasiado pensante pero una verdadera plasta espiritual.
El desierto es una representación física de sí mismo. Esto que estamos siendo es una metáfora de otro tiempo y de otro espacio. Es que aquí no somos nosotros. Somos las representaciones mentales de este desierto que nos está inventando. Por eso me asombro aquí y ahora. Después seguiremos siendo tan grises y anodinos como cada lunes.



No hay comentarios.: