martes, agosto 24, 2004

Yo, personaje

Estoy en un periodo más bien flojo en lo que a escribir se refiere. No me ha salido nada bueno y justo de eso estoy hablando por el msn con un amigo. El último cuento acabó siendo una especie de terapia curativa y eso es algo que no tolero, porque para terapias explícitas, diarreas mentales y avisos de ocasión, está este blog.
Y el caso es que el personaje principal no era yo, ni siquiera pretendía serlo, pero la muy cabrona terminó sentada sola en un café -como yo- y poniéndose mi bálsamo para los labios. Las demás manías eran similares a las mías pero exageradas en aras del ámbito de teatralidad de los relatos breves y en el afán de esgrimir la autobiografía.
El cuento no debía terminar como acabó, pero es que a mi no se me dan las heroínas, tampoco las mujeres sufridas; creo que se me da más bien este personaje que camina entre lo intrascendente y lo cotidiano. Alguien ya me había dicho antes que mi vida era como de personaje de Carver.
Pero una cosa es que tu vida sea como... y otra muy diferente que tus cuentos te regañen sobre una vida que no es como nada, sino que es un personaje sentado en tu cuento, desafiándote con una petulancia inexplicable, desechando tus argumentos racionales y obligándote a darte vida propia a través del teclado. Yo no quiero estar en mis cuentos pero no puedo salir de ellos. Yo no quiero ser el personaje, pero cuando hago un personaje femenino odioso, siempre termina mirándome con mis propios ojos. El ojo no es ojo porque lo mires sino porque te ve. Lo que todavía no sé es como puedo huir de mis propios ojos si cuando se asoma el yo personaje, no perdona y me juzga con las mismas cejas arqueadas con que juzgo al mundo.

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