sábado, agosto 07, 2004

Noches sin suavizante
Tengo un pedazo de noche que expele miseria a través de una garganta que alterna la tos con el hipo. Pocas cosas son tan tontas como el hipo; es como esos tipos anodinos que te sorprenden a mitad de una fiesta aburrida, después te desesperan y al final debes sacártelo de encima con un buen susto. Si no funciona, no hay de otra: ahógalo.
¿Qué hago con mi pedazo de noche toda para mi sola? Podría escribir un cuento pero mis personajes están en huelga. Hace meses que no me sale un poema digno. Debería hacer el artículo que adeudo, pero es mi trozo de noche de viernes y no me sale nada que tenga que ver con términos como autogestión, participativos, grupos etáreos o coadyuvar.
La televisión es muy mala hoy. Las noticias me angustian más de lo normal. No saldré porque he decidido no ver a nadie. Estoy agresiva con la gente y triste conmigo. Encierren a la fiera por el bien de nuestro pueblo.
Podría arreglar mi ropa por colores pero hoy todo es blanco y negro, o lavar mis tres tristes trastes que resuman cochambre en el trastero. Podría escribir los versos más tristes esta noche, pero alguien más ya lo dijo antes.
Sigo con hipo y con noche. Me meto a un chat como antes, como en los tiempos ingenuos. Ahora me inventaré una vida y un pelo largo negro y sedoso y un cuerpo a la medida de los cánones estéticos. Mi mal humor se deja deslizar por la banda ancha. Todos son unos tarados, lo pienso y lo escribo. Me acusan de soberbia, de intelectual frustrada (lo de frustrada lo entiendo, pero lo de intelectual...) de homosexual reprimido... el que me acusó de soberbia, debe tener un sexto sentido. Bueno, log out. Tampoco podemos andar dejando girones de amargura a una bola de pendejos que reparten caritas felices como hostias en misa.
Ya no tengo hipo, un acceso de tos me lo cambió por un connato de vómito. Soy un mar de gérmenes. Tengo la gripa del pollo, el mal del marrano y la comezón del séptimo año. Tengo roña y acné y una flema que no es inglesa. Tengo un disco deprimente. Play. Cuando llegue el track diez le damos un loop interminable hasta que quede luída como este pedazo de noche que lleva dando vueltas y vueltas en la lavadora de culpas.



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