miércoles, agosto 18, 2004

Carta de lluvia

Lugar de siempre, 18 de agosto de 2004

Estimado Señor de Marrón:

Ocho de la mañana tu llamada, como siempre, puntual y cotidiana. Ruega por mí, reloj, en estas horas monótonas como ronroneos de gatos. Semidormida, dije las cosas de rutina: te quiero, te extraño, saludos a la familia. La única diferencia es que te pedí una carta en el mismo tono en el que el principito debió pedir su cordero. Me sorprende que siendo un hombre de letras tus correos sean más bien flojos. Necesito una carta tuya que sirva de carátula a todas las cartas que vinieron antes y que tengo guardadas para cuando requiero de un suspiro con olor a viejo. Aquí no debo recordar a nadie. Quiero que me des una carta exhorcista, porque cuando leo las otras cartas siento que no hay retorno posible ni salida del laberinto. He vuelto al lugar que hace renacer la ceniza de los fantasmas que odio. Reencarnación virtual de unos ojos que no son los tuyos diciendo adiós en el aeropuerto y luego correos que fueron y vinieron con sus letras tan precisas, simulando que en verdad era amor el espejismo que nos dejó enganchados a una luz artificial titilando aún en todos los ángulos de las consonantes plasmadas en papel cultural. Amor de dos días multiplicado por todas las palabras precisas.
Por eso necesito que me escribas una carta. No un cuento, no una dedicatoria a los libros de hadas que me regalas. Necesito una carta de papel y tinta. No una carta idiota como la que por horror entregué en diciembre ni una carta anodina como la que llegó de Perú. Necesito una carta para invocar el futuro posible. Necesito una carta que llegue al destinatario. No una que se guarde hasta que las vocales palidezcan frente a la contudencia de un buen chocolate belga. Necesito una carta que se entregue, no que se guarde para madurar mis delirios de primer amor. Y al despertar veré que el pan sobre la mesa tiene un resplandor más grande que el de los planetas enemigos cuando lo partan tus manos de adolescente. Necesito esa carta para que llueva sobre las otras y deslave las letras del poeta y las cartas en lata de galletas que aún reservo para aquel que amé por tantos años. Tú, como en mis sueños vienes atravesando las estaciones, con las lluvias de la infancia en tus manos hechas cántaro. Por favor, escríbeme una carta en donde diga que lo deje todo y me vaya contigo. Por favor, hazte llover sobre las cenizas. Yo por mi parte prometo corresponder con litros de lluvia que se quedaron en el tintero y quitar de mi mesita de noche las Cartas de amor a Nora Barnacle para dejar de darle vueltas a mis obsesiones epistolares.
Pero ahora te envío una carta de lluvia
que te lleva un jinete de lluvia
por caminos acostumbrados a la lluvia
Jorge Teillier*


Adeu i petonets per a tu.


PS: Todas las cursivas son del poema de Jorge Teillier Carta de lluvia, creo que ya te había comentado lo mucho que me gusta. Casi tanto como Pessoa y de forma diferente a Cummings. No te olvides de mi libro de Sandman y de enviarme las fotos de los molinos.

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