jueves, agosto 12, 2004

Azul cerúleo
Ayer podaron el pasto. Olvidé decirle a mi buen amigo podapasto que había un pedazo intocable en donde la maleza debía crecer hasta sepultar los restos del incendio forestal en donde pereció mi guitarra, los óleos, los bastidores, los libros de Auster, la vida conmigo.
Hoy que salí a ver cómo había quedado el espléndido jardín vi el residuo de óleo azul cerúleo en la piedra angular de aquella fogata en donde se nos quemó la posibilidad. Después de eso, intentamos construir un barquito de cenizas, pero ya no se pudo. Ya no más vida juntos. Se quemó el mapa para ir a Valparaíso, la brújula enloqueció con tanta bipolaridad.
Por alguna razón, nos causaban mucha risa los cielos azul cerúleo, los paisajes artificiales, los colores alejados de los grises. Por alguna razón, el único color sobreviviente fue ese pinche azul. Azul costra, azul recuerdo, azul arlequín burlándose de mi vida contigo. Mal chiste en tres actos y epílogo suspendido en la asfixia.
Todo ya pasó, todo pasa... pero el azul cerúleo es un color persistente que ha resistido la lluvia, los pisotones, la angustia y el transcurrir de este tiempo.
Mis recuerdos están hechos de un indeleble azul cerúleo. Del mismo tono que tanto odiabas.

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