lunes, agosto 09, 2004

Fenómenos trashumantes

Soy el freak demiurgo de mi propio circo. La Mujer Metafenómeno. Por mi cuerpo transitan buena cantidad de personajes para complacer mis ansias de carnaval dantesco. A veces me dan ganas de meterlos a todos en una caja de Petri decorada como carpa hasta que se revienten a golpes o hasta que las encías cansadas de tanta risa, les tiren los dientes.
Cuando soy condescendiente con este circo de pulgas humanas, de plagios edulcolorados, de esculturas de plastilina al sol; me introduzco para hacer mi big show y de entre seno y seno saco un sentimiento aperlado seguido de caracoles que dejan su rastro en mi cuello. Después llegarán los ácaros a ponerse el sentimiento de calzones y los caracoles mutarán en gominolas agridulces.
Conmigo nada es en serio, pero los personajes se toman todo a pecho porque no existen más allá de la circunferencia bicolor que da vida a sus fracasos. Cuando hago como que lloro se creen que realmente lloro y cuando rompo un espejo toman su pedacito de mala suerte repartiendo los escasos siete años que permanecerán en la cartelera de mi memoria. Conmigo nada es verdad, la profesionalización de la mitomanía me ha llevado de un continente a otro sin mojarme los pies y sin tener que recurrir a la insolencia de una verdad de lanzallamas.
Adoro a estos fenómenos, acomodaría sus fetiches en mi cuerpo y los invitaría a viajar en la caravana de mi carne para que se hundan como sanguijuelas o se sujeten a mi pelo como chicles sin sabor. Me iría con ellos hasta siempre. Vía Doxa, Destino Fracaso. Caminos polvorientos nos esperan y pueblos fantasmas acudirán a observar como hacemos malabares con nuestra dignidad y nuestras gracias artificiales. No pediré ovaciones para mí, sólo para el tinglado y sus actores. Un aplauso por favor para esta serie de enquistados a mi vida. Porque usted lo pidió aún seguiremos dando un par de funciones en este poblado. Niños gratis, llévese tres y monte su propio circo.

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