viernes, agosto 17, 2007


¿Ya vio a este muchachote, comadre?

Resulta que cuando una vive lejos de su país, se le pasan aquellos pequeños detalles de la cotidianidad más simplona. Mal que bien me había enterado de que si el chino, de que si el Peje, de que si las niñas histéricas de Chalco...
Así que si ya está pasado de moda, si ya el tema ha sido ampliamente comentado en los Vips o si su CD ya se vende a 10 pesos en el metro desde hace un rato, pues discúlpeme, yo no me había enterado.
La primera vez que lo vi, iba forrando un camión en Eje Central y anunciando un aceite (ajá güey y yo me creo que come fritangas). La segunda vez, me quiso tomar el pelo todavía más severo anunciando no sé qué de Sabritas (otra vez ajá). La tercera vez ya vi de dónde provenía: De un programa matutino (HOY) con locutores chafísimas. Pero él es muy serio y no participa en las pendejadas y bailecitos ñoños de los otros sino que muy serio les echa un rollito a las ñoras.
Entonces entendí toda la onda y todo su éxito comercial:
A las doñas amitas de casa nos gusta que nos hablen bien bonito. Porque, sí, el amor entra por los ojos y este tipo está guapísimo, pero si además tiene esa voz dulcecita y habla con tal contundencia sobre obviedades de libro de Anthony de Mello y refranes sacados del reverso de las hojas de calendario, pues ya la hizo. Reflexiones, así de chulas, comadre, llenas de fuerza interior para enfrentar el día a día.
Después de echarse su speach pretende que hagamos ejercicio con el tamal de rajas del desayuno atorado en el cogote. Pero pues ahí sí que lo haga el solito y mejor nos sentamos frente a la tele viendo como se contorsiona y exhibe toda su musculatura portentosa al ritmo de un disquito lounge seudo oriental.
Por todo esto, he bautizado a este hombre como mi stripper místico. Este es el galán new age, el muchachote guapote del programa matutino de las viejas fodongas como yo.

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