domingo, diciembre 21, 2003

Bizarre

Llevaba ya 24 horas de no comer nada salvo un volován de atún, una hojaldrita de pollo con mole y una copa de vino tinto. Fui a la presentación de prestigiada marca de relojes. Todo pretendía ser muy nice pero colocaron un reloj a manera de isla entre dos palmeras hechas con zanahorias y pimientos. Después repartieron gelatinas con el logotipo del reloj y de la joyerí­a que a partir de ayer es la distribuidora oficial de la marca en el estado. Por supuesto el apoderado legal de los relojes en México estaba más que divertido con las curiosidades culinarias de la dueña de la joyería. Lo mejor fue que la doña le dijo: "Y no crea que el logo de las gelatinas es de papel, ¡se come! es de hostia (sic)"
El mamoncí­simo suizo que además se declaró priista, estaba al borde de la risa, pero como parte de su oficio es fingir, mostró genuina admiración. Al irse dijo: "Cualquier reloj, da la hora, pero sólo N... da horas felices"
Me cago en su mercadotecnia.
El caso es que hoy tenía mucha hambre y no quería comer sola.
Claudia sugirió sushi y Camilo algo sustancioso. Yo me inclinaba por la sustancia también, pero para no despreciar los aires orientales de Claudia, sugerí­ ir al chino.
Un chino en verdad sui generis. Para empezar no está en el centro, porque aquí todo está o debe estar en el centro. Después, es una casa habitación en donde los inquilinos viven abajo, junto a la cocina, y las mesas están en la parte superior. Sólo se distingue porque debajo del letro de "Cerveza Corona" dice con letras negras "Restaurante Wong"
Hay que subir por unas escaleritas y llegar al restaurante. Al llegar todo está lleno de cosas rojas traídas seguramente del barrio chino de la Ciudad de México. El laberíntico camino parece digno de una película de Jackie Chan pues hay que sortear algunas cajas y muebles desvencijados. La decoración, ktischinese, con dragoncitos y adaptaciones a lo mexican style, pasarí­a como mera curiosidad sino fuera porque la selección musical ha provisto a mis oídos de una de las aberraciones musicales más simpáticas: "I just call to say I love you" en versión mariachi. En este restaurante si que saben de world beat y de fusiones.
Ya.. ni me digan... sé que no soy la reina del buen gusto, pero francamente, ya ni la chingan.

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