No escribí antes porque no quise. Me negaba a pensar en clave de post, en clave de tweet, en clave de letras. Sé bien por qué lo hacía.
Hay veces que reflexionar es un deporte de alto riesgo y yo no voy a México a pensar mucho en mí. Voy a que me mimen, a que me suban el ego con dos o tres tareas de poca monta, a que me planchen la ropa, a que me traten como a un muerto: recordando lo bueno, olvidando lo malo y mandándome de vuelta antes deque apeste.
Entonces el proceso de pensar se posterga, se fermenta y explota cuando llego y voy guardando la ropa aún planchada junto con la que se quedó llena de arrugas. En realidad, yo le llamo pensar a cualquier cosa y en realidad también, exploto por cualquier cosa. En cualquier lugar.
Los helados de limón ya son todos tan iguales con su verde nuclear y su jarabe de glucosa, que al final no sé si lo mío es no saber estar, estar por estar o estar nomás
De cualquier forma, el fracaso, como el mundo, es redondo.
El fracaso, como el helado de limón, acaba pringándolo todo.
De cualquier forma, ya llegué a pringarme.
Voy por un trapito para limpiar el teclado. Lo demás o se limpia solo o se le adhiere mugre hasta olvidar que había debajo... como siempre, como cada vuelta de lengua por mi mundo de limón.
3 comentarios:
Hola mi querida
Ya te estamos extrañando y no sabemos hasta cuando nos veremos nuevamente,pero por aquí,
disfrutaremos de tus letras y tus íres y veníres.
Un Besazo
El tio
Y yo también, todavía ni me iba y ya extrañaba.
Besos, muchos.
Definitivamente leerte anima y despierta todos los nomos que puedan estar dormidos dentro de mí. ¡¡Qué barbaridad!!
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