domingo, marzo 16, 2008

Monóalgos de humo I

Esta semana estuve un poco sorda. La anterior también. Yo creo que por eso me caló hondo el gesto del señor teatrero que me miró y movió entre interrogaciones el brazo así: con la mano avanzando sobre la mesa. Quizá con los oídos más prestos hubiera soslayado la mímica o pensado que le estaba pidiendo la cuenta al mesero. Pero he aquí, que no había escapatoria y con los hombros encogidos y mi cara de quien no hizo la tarea dije muy bajito “no” incluso lo dije en un tono más bajo que el que usé cuando dije “sí” en mi boda (lo dije muy bajito y con voz de rata y queda prohibido hacer interpretaciones al respecto).
¿Qué estaba yo diciendo?
Ah… sí, que esta semana estuve un poco sorda y no oía la megafonía del tren y también pensé que mi teléfono no tenía cobertura. Me jode que me pregunten por señas que qué estoy escribiendo (así, con este gerundio de simultaneidad, de habitualidad, de anterioridad) cuando no estoy “escribiendo” nada. Por eso ni me levanté de la silla, porque tengo pretextos pero todos tan inútiles como mi mano derecha. Soy zurda y estuve un poco sorda.
La cuestión es que me di cuenta de lo importante que es el sentido del oído porque tuve que estar bien atenta para ver el panel del tren que no alcanzo a leer desde las escaleras, cambiar el teléfono de oído y sin poder fingir que no veo a la gente.
Resulta que soy zurda y sorda. Y que cuando voy al tren no alcanzo a leer las letras. No sé dónde dejé mis lentes (tampoco sé dónde dejé mi anillo de bodas y queda prohibido hacer interpretaciones al respecto)
¿Qué estaba yo diciendo?
Ah, sí, que estoy un poco ciega y que perdí mis lentes. Deben andar por ahí en alguna bolsa. No es que no vea nada ni que los necesite como a un lazarillo, pero de pronto ya me duele la cabeza y no leo algunos letreros públicos. Soy zurda, sorda y miope. Pero lo que más me jode es que no estoy “escribiendo” nada. Nada desto. De lotro sí. Pero el señor no me preguntaba por escritos delotro sino por escritos desto. Pinche viejo bohemio. Ni me paré de la silla. Toda la tarde me quedé royendo que no estoy escribiendo desto aunque algunas veces lo necesito. Y me puse a deshojar mis gerundios, mientras ellos hablaban de Hendrix y del mítico concierto de Deep Purple.
¿Dónde habré dejado el anillo, carajo?

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