domingo, octubre 10, 2004

Agua pasa...

Agua pasó por la cajita de recuerdos que destaparon las Palmeras Kaníbales. Hace cinco años que Emiliano era tan guapo como hoy, o quizá más. Hace cinco años también había lluvia pero menos que hoy. Yo recién había llegado aquí y me parecía que el ancla con el DF era necesaria. Entonces eran días de lluvia festiva y no de lluvia triste como la de hoy que se queda en mis huesos y... ay mis reumas.
Y siguió lloviendo y mi tolerancia se deslavaba con cada gota. Le grité a mis amigos que no son mis amigos, pedía a gritos una silla, una gota resbaló por mi espalda y se quedó ahí mojando el coxis por el resto de la tarde/noche.
Mojé mis botas, fuimos con el juez, sacamos a dos Antidopings de los separos, reggaemuffin revolution, qué bien se portan esos niños. Primero pensé que habría marihuana en el fondo del asunto, pero no. Con tanta agüita a uno le dio por mearnos el Centro Histórico. El otro rescatando al meón, fue llevado por obstruír las labores de la polecía. Legalizer rastaman, hasta les cantaron a los borrachos detenidos.
Colmada de lluvia y desesperación ya no quería saber nada de fiesta. Las bandas tampoco porque nadie se quedó. Ni las Palmeras ni los Da Punto. Les esperaba un largo camino de carretera escurriendo por los cristales.
Y para mi un par de cervezas, la visión de una mundanza a medias y cuando creía que todo estaba mejor, rematamos el día con una nalgada en plena calle sobre mi culo húmedo. Y yo ahí con el alma escurriendo, sin capacidad de respuesta e indefensa después del caudal de gritos que se mojaron antes de hacer eco.

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