domingo, diciembre 30, 2007

Razón #66 para odiar estos días

Porque pese a mis quejas sobre los empachos, existen tres clásicos que me hacen falta:

Los romeritos bien picosos con sus papitas, el caldo de camarón ineludible en una buena cruda, pero sobre todo el ponche.

El ponche tiene un olor que lo llena todo, que acompaña todos los hervores de la temporada, desde las piñatas y las posadas hasta las últimas trasnochadas con la fruta espesa y remojada.

Aquí me jodí. Sin tejocotes no hay ponche. Y aún sin ellos sin caña y guayabas, tampoco. Me niego a suplir mis recuerdos con un caldito tibio de frutas de ocasión.

Por eso también odio estos días, porque de lo poco que gozaba, me queda casi nada.
Hace mucho que no veo una jícama pequeña rodar a mis pies o que no escupo la mierda de la colación.

Pocas cosas gozaba de estos días y se diluyeron sin cruzar el mar. La tradición es la ilusión de la permanencia. Uno de los pocos asideros a mis odios ancestrales pero bien continuos.

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