Llewyn
Davis (Oscar Isaac) es un músico de folk que busca vivir de su música y ser
reconocido. Mientras eso ocurre, vive de
sofá en sofá, de préstamo en préstamo y de desastre en desastre.
Gracias
a los elementos típicos de las películas de estos hermanos, el filme encaja a
la perfección en el universo coeniano: personajes entrañables y bien dibujados,
recorridos épicos tanto en lo vital como en lo geográfico y una mezcla
balanceada de melancolía e ironía.
En
la comparación inevitable de los Coen con los Coen, Roland Turner (John Goodman) es el nuevo Jesús
Quintana (John Turturro), porque encarna a un personaje prescindible para la secuencia
lineal de la historia pero absolutamente necesario para recrear esas atmósferas
a las que Joel y Ethan nos tienen acostumbrados. Esos personajes hacen falta porque esta no es
una historia coral, es la épica del antihéroe que necesita ser reforzada por
interlocutores que lo cuestionan y le ayudan a revelar su carácter.
De
acuerdo con varias fuentes, cuando filmaron "O, Brother, Where art thou?",
los Coen aseguraron que no habían leído la Odisea de Homero: "No hemos
leído el libro pero conocemos la historia", dijeron. En esta película no hay indicios de que esta
vez sí la hayan leído pero nos ofrecen una reinterpretación del texto griego quizá
más acertada que la que protagonizó George Clooney, aunque con una clave tal
vez muy obvia que rompe con la sutileza pretendida: cayeron en la tentación de
llamar Ulysses al gato. Ulysses, por cierto, también podría ser candidato al
Oscar o por lo menos a permanecer en el firmamento de las mascotas estrella del
cine. Incluso tiene su propia cuenta de twitter (@El_gato_Ulises).
Ulysses,
a veces hilo conductor, a veces retrato del protagonista, no es un animal
empático, es un gato que se comporta como gato: huye a la menor provocación
pero mira solicitando atención y afecto; casi como Llewyn, un protagonista capaz
de sostener la distancia justa para que no caigas en el error de amarlo o de
despreciarlo. De ser así no podría contar su historia de vuelta a ningún hogar.
Sin embargo, eso también hace que el
personaje se vuelva cansino y no tanto por la interpretación de Oscar Isaac
sino por la insistencia en el estereotipo de artista fracasado.
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Fracasado pero siempre "cool" |
La
banda sonora es impecable... si te gusta el folk americano, claro. Aunque si te
gusta el folk americano es probable que eches de menos una vinculación más
efectiva entre el proceso creativo y el sufrimiento del artista atormentado,
entre la música y el alma, porque a veces no termina de cuajar esa sucesión de
números musicales en medio de una melancolía tan honda y tan desligada de su
causa principal: la búsqueda de la virtud artística. Al margen de eso, y como
elemento independiente, la selección de temas funciona y cuenta además con la
colaboración de Marcus Munford (Munford & Sons), pareja de Carey Mulligan,
quien se luce en la interpretación de Jean Berkley, la examante de Llewyn. Como parte del elenco aparece Justin
Timberlake en un papel discreto y sin brillos pero efectivo tanto en pantalla
como en términos publicitarios.
Al
empezar la película, Llewyn Davis, guitarra en mano y sobre el escenario de un
pequeño bar dice: "Si nunca fue nueva y nunca envejece es una canción
folk" y esa misma descripción podría aplicarse a la película de los Coen:
no es nueva porque sigue con la fórmula exitosa y repetida, pero no envejecerá
porque cada elemento está concebido para que la maquinaria funcione de manera
magistral. Es quizá la película más Coen
en el mejor sentido del término. Por eso no sorprende, pero como ocurre con las
melodías folk, nos hace sentir seguros y cómodos gracias al ritmo conocido, a
la ejecución armónica y a lo agridulce de sus melancólicas letras. Es una película
típica: típicamente Coen y nada más por eso, ya merece la pena disfrutarla.
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