jueves, enero 06, 2011

Había una vez...

Aquí está la columna completa que por motivos de espacio sufrió un trasquilón brutal en La Jornada de Oriente de hoy. 

Monarquía significa “gobierno de uno solo” y es una de las formas de gobierno más arcaicas que implica una línea de sucesión familiar. La idea de monarquía que por lo general tenemos en mente es la que corresponde a las medievales europeas y trae consigo al estamento que forma la nobleza: duques, princesas y una serie de personajes arrimados al poder por la gracia de pertenecer a familias ricas o a rancios linajes (cualquier semejanza con gobiernos supuestamente democráticos, es mera coincidencia). Esta diferencia no podía ser eliminada de modo alguno y las jerarquías se notaban en lo económico, lo político y lo social. Cuando la Revolución Francesa derroca a una monarquía absolutista, se proclama la república como ideal occidental de gobierno.
            A pesar de que en la mayoría de las monarquías actuales el rey es más un símbolo que un poder fáctico, la nobleza sigue siendo muy atractiva. Cualquier cosa que hagan, excepto trabajar, se convierte en noticia.  De entre los reyes favoritos, están sin duda los Reyes Magos.  Cuenta la leyenda que se guiaron por una estrella para llegar al portal de Belén a entregar tres preciados regalos y a reconocer a Jesús para adorarlo.  El simbolismo de la escena es importantísimo: es la subversión de la jerarquía de los reyes paganos frente a un niño pobre y el empoderamiento del orden judeocristiano como orden hegemónico.
            Si preferimos a los Reyes Magos, quizá sea más por magos que por reyes y más por sus dádivas que por su abolengo; sin embargo sus coronas no les restan atractivo. Por eso no es casual que a la hora de escribirles la cartita, las niñas elijan ser princesas.  Princesas Disney, pero princesas al fin. Aunque la realidad en que se gestaron estas historias nos queda lejanísima en tiempo y en distancia, el mundo Disney edulcorado nos regala la idea de que la monarquía significa el éxito social. Para las niñas implica la fragilidad, la riqueza y la dependencia del género masculino. Sin exagerar y sin caer en análisis feministas extremos, este mundo de princesas corresponde al ámbito fantástico de los niños y mientras se mantenga dentro de márgenes razonables y se supere a una edad prudente, todo queda en un divertimento de tules y encajes.  Otra cosa es que haya mujeres que se crean el cuento y sigan esperando al príncipe azul y hombres que busquen la perfección estática de la princesa sumisa. En el aspecto social, lo terrible es que haya adultos que piensen que la democracia es una vía para generar estados feudales infantilizando su actitud al asumirse como plebeyos y no como ciudadanos con voz y voto. Así que el único final feliz posible se basa en buscar las tres máximas de la Revolución Francesa (igualdad, libertad y fraternidad), antes que en seguir buscando la respuesta en Melchor, Gaspar y Baltasar.

4 comentarios:

Juan Jose dijo...

Comienzas 2011 con buena estrella.

Joaquín Antonio dijo...

De reinados de papel está lleno el mundo de la fantasía femenina que ata a más de un varón. Sin duda alguna el tríplice que ha de orientar nuestro pensamiento y acciones es precisamente el de Libertad, Igualdad y Fraternidad, que conduce directamente a la tolerancia entre los seres.
Buen regreso.

Serafín dijo...

Pues felicidades por ser columnista de La Jornada. ¿qué días se publicará tu colaboración?
Por otro lado, de repente se acaba el espacio en la redacción y es necesario "quitar" algún párrafo. Aunque hay una regla: las columnas no se tocan, excepto para corregirlas, pero en general se publican tal cual llegaron.

Beatriz dijo...

Juan Jose:
Muchas gracias. Que también las estrellas te acompañen.
Joaquín:
¡Gracias!
Serafín:
Saldrá todos los jueves en LJO sección Tlaxcala. Ahora ya las escribo más cortitas, pa' que quepan.