lunes, febrero 20, 2006


Freaks nómadas

Siempre me ocurre lo mismo cuando el circo cambia de lugar. Domesticar a los nuevos animales locales no es fácil. Recoger animales heridos del zoológico y ponerlos a bailar al son de mi pandero no es lo mismo que ponerme a explorar esta selva plagada de alimañas cuyos nombres científicos me son del todo ajenos.
Tampoco ha sido fácil cambiar de personaje. Ser la mujer bala tenía su impacto, ahora soy la funambulista en el pretil de un balcón con plantas. No es fácil para mí guardar equilibrio entre la espera y el futuro. Dicen que hay una red debajo pero yo no lo creo. Lo dicen para amaestrar mi miedo, para que haga mi numerito de una vez, y si caigo, que vengan los payasos para recogerme en una delirante camilla de trapos coloridos.
La taquilla empieza a mostrar números rojos y mis ansias de escenario no son compatibles con el estacionamiento asignado para dejar mis bártulos. Yo creo que de a poco alumbraré la carpa y las funciones seguirán siendo en horario corrido sin importar desvelos ni cansancios. Mientras tanto, desenredo la melena del único león chimuelo que traje conmigo y miro los carteles de temporadas pasadas: los éxitos en technicolor que me arropan para saber que el show debe continuar. Zurciré las medias de agujeritos y teñiré mi capa deslavada, la que viene será una larga temporada.

Foto de Diane Arbus.

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