domingo, octubre 16, 2005

Adiós
En pocas horas sale mi avión. Se nota que estos días no he tenido nada que hacer. No hay historias que contar y sólo atino a asquearme de tanta despedida despiadada.
Antes me hubiera ido así nomás, pero parece que me vuelvo vieja, ociosa, mañosa y sentimental. De cualquier forma, aquí queda la historia.
Gracias por participar de mi soberbia, mi pecado capital favorito a pesar de que parezcan más míos la gula y la pereza.
Aún no he decidido si este blog continua o no. Me parece muy artificial cambiar de ciclo nomás por subirme a un avión. Supongo que algunos meses seguiré arrastrando todavía secuelas de este capítulo. No lo sé.
En todo caso, y como parece que soy adicta a las despedidas, pues haré lo propio. Pero como el asesino siempre vuelve al lugar del crimen, quizá seguiré matando ideas por aquí y exhibiendo sus cadáveres para escarmiento de mis propios sueños.
En fin, ni yo misma sé lo que haré.
Todavía me pregunto a dónde voy, porqué me voy.
El destino me sigue pareciendo una cosa muy ajena y muy dispersa.
Por si acaso, agradezco su paso por aquí y si regreso, no me miren feo, tengo derecho a ir y regresar, ir y regresar (eso dice mi mamá y como una excepción le haré caso). Siempre hago lo mismo, no conozco lo definitivo.

sábado, octubre 15, 2005

Debut y Despiadado

Otro escrito apresurado, como han sido estos días en que supe de las lluvias porque mojaron mi ropa tendida en el mecate. Estoy asqueada de tanta despedida no por el adiós, sino porque esconde viejos refranes sobre muchas despedidas y pocas ganas.
Disculpen si estoy inconexa, sólo vine a teclear para paliar el tic-tac-tic-tac de la cuenta regresiva. En realidad venía a externar un queja por el mal comportamiento de Jorge y por la indecente abertura de mi falda, porque lo mismo me molesta mi celulitis que la pregunta reiterativa de si estoy enamorada. Me jode que cuestione porque espera una respuesta sobre historias añejadas como buen vino y avinagradas como amores caducos. Me jode porque su pregunta está plagada de morbo y barnizada con moho de agua estancada. Porque dice que mi falda es sexy y no mojigata como antes pero no es capaz de darse cuenta que ni la de antes ni la de ahora responden ñoñerías sobre estar enamorada.
Pero lo anterior no es importante, es un pretexto para acunarme en anécdotas y no en abrazos. Para quejarme y ahogar el suspiro. Para tener una chisme recién exprimido en la mañana y dejar en el anaquel de artículos rebajados, los nudos de garganta.

miércoles, octubre 12, 2005

Contrastes

Tengo dos abuelas. Una que gozó mucho con sus vestidos de París y sus once hijos paridos. Otra que sufrió mucho y que es la que sobrevive. No digo que la gozó no haya sufrido ni que la que sufrió no haya gozado. Pero así las veo, como monedas lanzadas al viento y una cae de cara sonriente y la otra cargando su cruz.
No he sido una nieta ejemplar sobre todo con la abuela que queda. De la abuela quempazdescanse, era la consentida. Además de cierta filiación hedonista, me gustaba pelear con ella. La hice llorar un par de veces y luego iba a pedirle perdón. Creo que fui la única nieta que obtuvo muchos regalitos de su parte. La treta era sencilla: Hacer cara de perro abandonado cuando íbamos a pagar la tarjeta del Palacio de Hierro.
Pero yo no quería hablar de esa abuela, sino de esta otra a la que le quedan todavía cosas que padecer y yo no sé cómo aliviarla. Quizá ya sea demasiado tarde.
Y por eso lloré mucho cuando me despedí de ella, porque yo no sé si a los noventaytantos años alguien pueda esperar que la persona que dice adiós, vuelva. A mí la despedida me sabía a definitiva pero hoy en la mañana llamó para decirme que fuera a su casa porque tenía algo para mí.
Espero que ese algo sean dos bofetadones que me merezco. Sin embargo sé que será un regalito adelantado "por tu santo" como ella le dice a los cumpleaños así como les dice "gendarmes" a los policías y mi otra abuela le decía "puerto aéreo" al aeropuerto.
Bueno, pues me redespediré de mi abuela y amarraré mis lágrimas entre moco y garganta. Quizá resulte que mi abuela es eterna y que ha visto morir a todos sus hermanas, a todas sus amigas, incluso a sus sobrinos. A lo mejor un día le toca enterrarme, porque aunque su cuerpo esté cansado tiene una fortaleza de super héroe. Y me consuelo pensando eso, que mi abuela es eterna y que voy a volver y ahí estará, viendo Mr. Bean a todo volumen mientras se parte de risa.

miércoles, octubre 05, 2005

12 minutos (menos dos que me tomo para darle send)

Tengo exactamente 12 minutos para postear cualquier cosa antes de que se le acabe la batería a mi Lap. Aunque son doce minutos de chicle estiraaaables, estiraaaables; digamos que la goma de mi cerebro es proporcionalmente más densa que el tiempo del reloj Dalí que se escurre.
Me puse la verde con la Sub 17 y ese campeonato que me llena de un orgullo prestado que no siento ni tantito. Pero como oí vitorear los tres goles y ví a dos tres delanteros bostezar mientras Fox se los choreaba, tuve que adherirme a su causa.
De causas ajenas estoy laxándome. Llevo días viviendo nomás que para mí. Mañana planeo meterme a bañar a la una de la tarde, ver si tengo ganas de ir por el pececito a la escuela -aunque se lo prometí-, comer frugalmente en tres tiempos que me sirven a la mesa y dirigirme a Tlaxcala a la mudanza.
Y tengo que entender que no soy un caracol. Que debo dejar una falda de mezclilla y envuelto en ella un pedazote de recuerdos. Eso de viajar ligero se los dejo a loa hare krishnas. Yo viajo pesado, necesito andamios firmes que me soporten para construir nuevos castillos en el aire con los planos de los castillos abortados.
Dice el icono de la pila, que me quedan 7 minutos menos los dos para el send y uno de protección porque me he vuelto muy desconfiada. Mi cerebro es un depósito de chatarra. De no ser por esta obligación de escritura automática, quizá no hubiera vuelto a postear.
Pero debo un par de cosas:
Un explicación.
Una despedida.
O quizá no debo más que ahuecar el ala y terminar de largarme de una vez por todas. Hoy a dormir, mañana a guardar recuerdos en cajitas de detergente Roma o de huevo Bachoco.
Chau y besos (secos como mi boquita de cartón).