...nomás porque suena más "acá".
La verdad es que sigo barajando las cartas con las piezas de ajedrez. Al final termina todo por el suelo: peones, ases, reinas bicéfalas y reinas negras... y a mí me parece un espectáculo aceptable. Me estoy volviendo tan permisiva conmigo misma que soy capaz de aplaudir mis desvaríos con la misma emoción con que se aplaude un niño batido de chocolate. Me exijo tan poco que me conformo con echarle una miradita al calendario para saber que los días están pasando.
Mi paraíso es un campo minado y por eso prefiero no moverme. Mi ridícula parcela me vuelve un animal de zoológico soñando con la selva.
Algún día, quizá... grandes cosas... ajá... el Futuro ese con mayúsculas... mmmmm... ¿existe?
Existió.
Ahora vive bajo una tonelada de libros, fotocopias, bolsas de plástico y mentiras.
A lo mejor con un poco de orden aparecen por ahí lasbuenas intenciones. Si es que no las tiré a la basura echas rollito dentro de una lata de Coca Cola. Voy a ver... pero ahorita no, al ratito.
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