martes, diciembre 06, 2005

Opinionitis

Cuando empecé este blog, tenía en mente colocar aquí mis aportes literarios. Cándidamente coloqué dos malos poemas y una minificción (no tan mala, creo).
Después se me coló la vida privada y para evitarlo, intenté hacer de esto una especie de columna de opinión sobre temas trascendentes o no.
Pero se me volvió a colar el cotidiano.
Hoy pienso que qué bueno es eso de no estar opinando sobre cultura, música, literatura, política, sociedad y un largo etcétera. Me reservo mis opiniones para la hora del café.
Es que ahora todo el mundo quiere opinar y sospecho que del caudal de información a la que ahora estamos expuestos cada quien toma un hilito y opina porque sí, porque no, porque le da la gana, porque sabe, porque no sabe, porque alguien le dijo...
Cada vez que leo el periódico me pasa igual. Resulta que los que escriben novelas opinan sobre todo en lugar de seguir escribiendo novelas. Ahora todos son líderes de opinión.
Es más fácil discernir sobre lo real bajo el entendido supervalorado de que nos afecta a todos, que aventurar a la gente a sumergirse en mundos ficticios. Si cada vez las noticias se hacen más cortas y depuradas, lo mismo ocurre con las opiniones. En tres párrafos se quejan del problema, le dan dos revolcadas y al final lo dicho, acaba resumiéndose en mi-me-tú-conmigo.
Por eso hoy opino sobre los que opinan porque yo también tengo derecho a opinar.
Recuerdo cuando con toda la soberbia de mis veinte años le dije a un maestro que yo no iba a corretear la noticia por las calles, sino que yo escribiría artículos de fondo.
¡Ja!
Ahora ni correteo noticias, ni opino.
Sólo me rasco el ombligo y a veces me invento mundos en las letras.
Harta estoy de tanta opinión.

No hay comentarios.: