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He aprendido a barrer, a trapear, a poner lavadoras y sobre todo a colgar la ropa. Esto último de colgar la ropa es un asunto interesante porque el tendedero da al patio interior y es la actividad que hago con más cuidado pues me da pavor que mis calzones floreados de Victoria's Secret, caigan al sótano y no por los calzones en sí, sino porque los vecinos son unos musulmanes solteros y musculosos que de pronto verían aterrizar una casa de campaña rosa con flores moradas en su patio. De pedirle la devolución de mi ropa interior ni hablar; demasiada vergüenza pasaría, no por la excitación que pudiera provocarles, sino por el tamaño de mi prenda y lo floripondiosa de esta.
Con cada trapeada me borro también un par de neuronas. Hay días que ya no pienso ni en Ciorán, ni en Nietzsche ni en Bergman sino que mis discusiones filosóficas tratan sobre el acercamiento cultural del hombre pelón del detergente líquido. Mr. Propper, Maestro Limpio o, como dicen aquí, Don Limpio; es todo un referente de pulcritud con su cráneo reluciente y su mirada que seduce a miles de amas de casa en todo el mundo.
Debo confesar que yo nunca había barrido, sacudido o hecho alguna actividad del hogar más de cuatro días seguidos. En cambio ahora, pongo a Lou Reed y me deslizo cual bruja con escoba por la casa. A este paso terminaré barriendo y canturreando a Julio Iglesias. A José José no, porque entonces empezaría a beber muy temprano y me convertiría en una maruja alcohólica.
Y con esto parecería que mi vida es más patética que antes, pero no. He descubierto la bondad de las labores domésticas compartidas -nunca dije nada sobre lavar los platos ni sacar la basura-, y estoy leyendo mucho y no precisamente a Corín Tellado.
A mi favor puedo decir que estoy feliz. Por eso escribo poco en este libro de quejas y sugerencias, pero he retomado el hábito de contar historias ajenas. Comparo precios entre el Condis, el Caprabo y el Carrefour, pero tengo un libro firmado por Kazuo Ishiguro. El lomo a la naranja me queda buenísimo, pero en la sobremesa se habla de sionismo y palestinos.
Así que estoy bien. Aún me falta reforzar la técnica de escurrido de trapeador, pero también tengo un libro de Flannery O'Connor por ser leído. Todavía no sé para dónde corren los hilos del tendedero, pero he aprendido cosas nuevas en las clases.
Y me quieren.
Y quiero.
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