¿En dónde se quedó mi cassete de Silvio Rodriguez y mi flora intestinal?
Con diez años de menos
no habría esperado
por tus proposiciones yo hubiera corrido...
(Silvio Rodríguez)
Si fuera diez años más joven, el insomnio estaría hecho de emoción y no de gastritis y angustia. Si fuera diez años más joven, no habría envejecido junto al teléfono que hoy me da un riiiing envuelto en telarañas. Un riiiing que es un vendolete para un balazo a media espalda.
Con diez años de menos estaría escuchando a Silvio. Hoy no sé dónde dejé el disco. Miento. Era cassette y pasaba despacio hablando por mí, es que con diez años de menos yo era muda. En ese entonces, no me ardía el estómago. Sólo me ardía el alma. Hoy apenas recuerdo qué es eso, sospecho que es algo parecido a un sentimiento que jamás se ha repetido.
Diez años más vieja, sólo me queda el incansable beat de la cobardía. La resignación de las mujeres a las que se les perdió la correspondencia en el camino. No salté y sin embargo me hice polvo en el estante de los objetos extraviados. Con diez años de menos no salté y eso que tenía alas. A cambio de mis alas hoy tengo un ángel guardián que se me aparece en algunos sueños. De lejos me recuerda que hace diez años no necesitaba pensar ni en países lejanos, ni en hombres que me posponen la vida, ni en amigos de fugaz consuelo, ni en melox plus.
Eso sí; con diez años de menos tenía la mitad de mis estrías y el doble de estupidez.
Si fuera diez años más joven qué feliz; qué cretina, pero qué feliz. Qué sana y qué feliz. Qué vacilante y qué estúpida, pero qué feliz si por un segundo se hubiera agolpado el valor en mi lengua.
En diez años diré lo mismo y escupiré sobre el recuerdo de mi cobardía. Ya no soy muda. A cambio, voy perdiendo gradualmente la vista y confundo trampas para osos con labios satinados. En diez años a cambio de ángel guardián, me será entregado un perro lazarillo.
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